Pasaron los días y quizás unos doscientos años más, y la pequeña hada daba pasos sin encontrar su final. Dice la leyenda que un día quedó dormida en el desierto y un pequeño elfo de luz la encontró en esa tierra seca y olvidada. El cual encantado con su fragilidad, la llevó a una tierra de luz, a una tierra de paz.

Cerca.

Mis ojos se pierden en una sutil hermosura.

Unos pecas que la hacen ser única.

Una flor no es nada a su lado,

Ella lo es todo, con un firmamento completo de estrellas que iluminan en todos lados, capaz de hace suyo un mundo, un mundo que sin reparo quisiera ser solo suyo.

Una eternidad es muy larga.

Pero no lo será si a ella me deja amarla.

Con unos ojos como galaxia, me pierdo en aquella magia.

Con una mirada tan dulce que me hace sentir importante, en un mundo donde yo no soy importante para ninguno.

!O eso creía yo¡

Y sin pensarlo me pierdo en aquel pequeño mundo, lleno de esperanza, lleno de dulzura, lleno de ella.

Lleno de aquella hada.

Lleno de eso que necesitaba yo.