La leyenda nos cuenta la historia del amor de un par, los cuales llenos de sueños querían tomar un mundo y hacerlo suyo sin parar.

Pero a qué precio y con qué esfuerzo...

Pues no siempre las estrellas cumplen lo que deseas, le dijo aquel lucero y fue en ese mismo instante en ella que comprendió cuál era su destino. El cual era estar a su lado, así como ella lo había soñado, cuando la pequeña hada lo busco sin cansancio, lo vio llorando y cantando en silencio frente a un acantilado.

Ella con sus dulces manos le acaricio el rostro, y mirándolo a los ojos le canto y esta vez no fue en silencio, con una voz melodiosa que apaciguaron los cielos, entregándole su alma y todos sus deseos.

Con una noche estrellada, ambos volaron alto.

Volaron sin darse cuenta de lo que hacían.

Simplemente volaron sin parar, cantaron sin necesidad de hablar y fueron uno junto al mar.

Solo se amaron hasta el final.

Solo fueron ellos sin parar.

Y en ese amanecer perfecto e imperfecto a la vez, ambos deseos se cumplieron en un santiamén.

Cubriéndose en con un par de alas llenas de amor, ambos deseos volaron hacia el firmamento sin ningún temor.

Junto a un amor que los acompañaría por la eternidad, junto a aquel deseo que los hizo encontrar.