Verte.

Lo veo llegar...

Veo su presencia.

Veo sus ausencias.

Veo todo lo que me gusta, pero que en ese momento me disgusta.

Veo iluminar todo mi mundo, pero aún estoy a oscuras en este mundo.

Con lágrimas en los ojos que llenan los mares de alegría, una alegría que se disfrazó de tristeza al volverte a ver.

Veo tu presencia, tu mágica presencia, corro de alegría y con un poco de tristeza.

Veo todo lo que siempre desee.

Veo a mi mundo gris cambiar de colores a gris otra vez.

Veo llorar mi alma nuevamente por una partida.

Veo que mis cantos en silencio no volverán a sonar como aquel día.

Lloro cuando lo veo llegar.

Lloro al notar su presencia una vez más.

Lloro y corro.

Buscando la presencia de aquel, que con sus cantos en silencio me hicieron volar sin alas, sin deseos, sin compromisos tontos, solo con el corazón roto, solo con una simpleza que supo entender.

Te veo, es claro que te veo.

Pero mientras más te veo tu luz deja de iluminar mi vida.

Mientras más te veo mi alma y corazón tienen una nueva razón para correr sin dejar los pedazos de mí por el suelo.

Mientras más te veo siento las ganas de correr y marcharme lejos para nuevamente volver a ver.