Día 6: Serendipia
Draco se sintió mucho mejor una hora antes de la puesta de sol, no sangraba más y el cuerpo le dolía menos que en la madrugada. De hecho, pensaba quedarse más tiempo, pero el efecto de los arándanos ya había desaparecido de su sangre y no quería ser mordido por la vampiresa. Ordenó la habitación principal en la que pasó el día, era la única que mantenía su apariencia impecable y perfecta. Al disponerse a sacudir las almohadas el sonido metálico lo sorprendió, vio un anillo rodar bajo la cama.
— Debió caérsele cuando me desnudó. — Soportando el dolor muscular se metió bajo la cama para recogerlo. Al observarlo supo que se trataba de un aro de plata que era tan antiquísimo como la dueña, el ópalo que reposaba como única joya era lo único que se veía como nuevo.
Decidió regresarlo a la dueña y no tomar nada de la casa más que una muda de ropa, no quería darle motivos para buscarlo. Una vez listo bajó por las escaleras hasta la habitación donde se encontraba durmiendo la bella dama. Se acercó al ataúd la observó por diez minutos, en verdad parecía estar muerta, no respiraba. Tomó su mano izquierda y le colocó el anillo en el dedo anular. — No debería, pero no sabrás de esto. — Se inclinó sobre ella y besó los gélidos labios. — Adiós, prometo volver el próximo año con una gran guarnición de arándanos.
Una vez fuera del cementerio se apresuró a reparar su automóvil con magia, la sangre y los vidrios rotos desaparecieron con más de un fregotego y reparo. Suspiró al ver la mansión por última vez. «Nott, debería agradecerte por esto, pero hay asuntos que tenemos que resolver» pensó. La neblina de los alrededores se hacía más espesa mientras se alejaba del pueblo, era una despedida muy molesta e incómoda. Tenía que usar la aparición en cuanto saliera del valle, ya que la magia del lugar alteraba la suya. Iba manejando lentamente con las luces encendidas para no atropellar a nadie, media hora después se estrelló contra lo que parecía un monstruo; deseaba que fuera un árbol.
— ¡Este valle no tiene nada de normal! — Bajó de su automóvil para verificar lo que atropelló. Se trataba de un espectro vaporoso con forma de caballo — ¡Kelpie! — Exclamó al ver la criatura de rango XXXX — ¡Voy a morir! — Exclamó, ni siquiera recordaba cómo se caracterizaba, solo que le gustaba comer incautos. La criatura parecía invitarlo a subir sobre su lomo. — Sabes, no me apetece... — Empezó a retroceder — Estoy huyendo para no convertirme en la presa de un vampiro y no me estás facilitando...
Escuchó el siseo de la bestia, sostuvo su varita delante de él. No tenía un patronus para asustarlo con ello, malditos recuerdos infelices, trató de serenarse ¿Un petrificus sería de ayuda? Antes de siquiera poder formular el hechizo una sombra se sentó sobre el capot de su automóvil.
— ¡Esta es mi presa! — Era la voz fría de cierto vampiro que conocía.
Ambos se batieron en una pelea y tras tres gruñidos el Kelpie salió huyendo rumbo a la laguna que estaba cerca.
Draco ya se encontraba dentro de su camioneta, debía usar la aparición con su automóvil para salir sano y salvo de Irlanda, Primero debía pisar el acelerador hasta el final del valle y luego irse ¿pero a dónde? Ir a Malfoy Manor sería un completo error. Hermione se materializó en el asiento del copiloto y sobre sus piernas apareció el gato mitad Kneazle, parecía estar furiosa por la mirada cargada de odio que le daba.
— Malfoy — lo llamó con molestia — ¡Cómo te atreviste a ponerme esto? — le mostró du dedo anular izquierdo. — Eres un maldito.
— Es tuyo...
— ¡No lo es! — La vampiresa trató de sacarse el anillo de plata del dedo — He tratado de cortarme el dedo y no sale. Estaba tratando de usar una espada para cortarme la muñeca, sentí que me llamaste y aparecí aquí. — Draco la observó sin comprender por unos segundos, pero pronto empezó asustarse — Debido a esto siento que te amo y quiero protegerte.
— No... no puede ser así... yo... No te di ninguna poción de amor en la sangre...— Sonrió al decir esas palabras. — Debí hacer eso...
— Estoy perdidamente enamorada de ti, debido a esto. — Hermione señaló el anillo. — ¿Dónde lo conseguiste? ¿Te lo trajo el hombre lobo para que me castigaras? el poder de esta porquería es hacer que te ame con locura. — Vio la sonrisa divertida en los labios del mago — No sonrías, siento que mi corazón va a explotar por lo lindo que luces. ¡Quítamelo ahora!
— No lo haré — Draco negó con la cabeza. — ¿Quién me asegura que no tratarás de morderme? Ya pasó el efecto de los arándanos. Ve a tu mansión y descansa.
— No quiero, voy a extrañarte mucho. — Se cruzó de brazos indignada por la sugerencia. — No voy a esperar al próximo año para verte.
— No me importa lo que sientas...
Hermione entrecerró los ojos, su gato saltó al asiento trasero para observar la discusión — Tú me pusiste eso, ahora hazte responsable de mi amor. ¡Seguro que me besaste por eso estoy sintiendo emociones humanas!
— No tenía idea de lo que iba a ocurrir. — El mago no se molestó en negarlo. — De haberlo sabido ¿crees que hubiera venido a casi morir por culpa de ese demonio acuático?
— ¿No tenías idea? A mí me parece una treta, quiero pruebas. — La vampiresa se materializó en los brazos del mago. — Bésame, solo así creeré que no tenías segundas intenciones cuando me pusiste el anillo.
— No lo haré, prefiero una mordida tuya. — Draco sintió el aliento sobre su garganta. — Soy todo tuyo.
— No puedo hacerlo, te amo con locura y no puedo condenarte a ser como yo. — Pasó su mano sobre el pecho masculino. — Anoche pude notar que tienes unos hermosos pectorales — acercó su rostro al de Draco.
— Eres una atrevida. ¡Suéltame! — él se removió en su asiento y le dio un cabezazo a Hermione.
Ella regresó a su asiento, estaba molesta consigo misma. — No creas que quiero besarte o casarme contigo, Te juro que si pudiera ya me hubiera suicidado por estar enamorada de un humano. — Le mostró el anillo para recalcarle de dónde salían esas emociones. — Estoy segura de que no podrás manejar el amor de un vampiro, ¡libérame!
— No lo haré, tratarás de morderme. — Draco tomó el volante del auto para ponerlo en marcha y salir de la neblina.
— ¿No lo harás? Entonces cásate conmigo o hazme tuya. — Hermione chasqueó los dedos para deshacerse de la molesta neblina del camino.
— Dijiste que no saldrías conmigo así me convirtiera en vampiro, ¿y ahora me amas? — Draco condujo lejos del Valle Normal. — Me voy a casa, tú ve a la tuya y espera a mi hermano.
— ¿Tu hermano? Si pudiera te aseguro que ya estaría bailando en mi mansión, pero no puedo. Te amo y si te vas me moriré de tristeza. — Hermione se cubrió la boca. Estaba diciendo sandeces por culpa del anillo, no moriría por mucho que llorara — ¡Voy a cortarme la mano! ¿Tienes un cuchillo?
Draco frenó en seco para quejarse de su afortunado hallazgo que lo ayudó a mantenerse con vida. — Odio esta serendipia.
— No más que yo, Adonis. — Hermione frunció el entrecejo. — ¿Iremos a tu casa? Me gustaría conocer a mis suegros...
— ¡No! ¡Mi prometida está ahí! — En cuanto dijo esas palabras la vampiresa desapareció, pero el gato continuaba en el auto. — ¿Me vas a vigilar? — Preguntó y recibió un maullido afirmativo con una crítica adicional. — Estoy soltero porque es un compromiso forzado, me desharé pronto de ella. — Escuchó un maullido. — No volveré a la mansión de tu ama, no gracias. ¡Amo mi vida!
Los inconvenientes apenas iban empezar, la vampiresa trataba de deshacerse del anillo y de no lograrlo iba a preparar un cóctel de problemas para "su amado" Empezando por visitar a Theodore Nott.
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