Día 5: Luna
Hermione abrió los ojos en cuanto la puesta de sol ocurrió, se quedó quieta durante unas cinco horas, su cuerpo estaba adormecido a causa del Filtro de muertos no creyó poción lograra dormirla. Sonrió para sí a sabiendas de que durante la noche anterior no tuvo intenciones de matar al pobre chico, iba a arañarlo un poco y lograr que él se marchara asustado. «Es divertido tener una compañía tan graciosa como un mono de circo» Pensó. No tenía intenciones de verlo esa noche, mientras Draco insistía en quedarse, ella sentía más deseos de alejarlo, pero terminaba acercándose de más. Era parte de su maldición sentir atracción por los Malfoy.
Salió de la mansión pasadas las diez de la noche, debía hechizar el cementerio y los árboles para evitar que los humanos salieran lastimados por los inferi o cualquier ser mágico terrorífico. Lo último que deseaba a era una masacre como los años anteriores y más fantasmas tratando de ingresar a su mansión para vengarse, escuchó el aullido de un lobo acompañado de los gritos de un humano, la presencia de la luna llena no era ningún buen presagio.
Observó el cementerio que estaba descuidado, a cada paso los estaban regados huesos regados y llenos de hormigas, las hojas secas parecían estar cubiertas de sangre. Tal vez el hombre lobo estuvo rondando el lugar y encontró una víctima. Instintivamente observó hacia su mansión no había las luces encendidas en la planta superior lo que significaba que Draco Malfoy se fue o se convirtió en la presa del hombre lobo.
Revisó el cementerio y al llegar a la entrada observó un automóvil rojo completamente destrozado. El aroma de sangre fresca llegó a ella, observó y siguió la sangre, iba a detener al hombre lobo antes de que mordiera a algún niño muggle. Se resignó a la muerte de Draco Malfoy, sintió una pequeña molestia en el pecho, lo que era irónico porque su corazón dejó de latir hace más mil años.
Al llegar al bosque que estaba cerca al cementerio escuchó los ladridos de un perro, los balidos de un ciervo y el chillido de una rata. De inmediato supo cuál era el hombre lobo que se salió de control, años atrás lo hubiera matado sin dudar, sin embargo, el profesor Lupin tenía un hijo y una esposa por quienes vivir. «¿Desde cuándo soy sensible?» Se preguntó en medio de sus pensamientos, se acercó para golpearlo un poco como venganza por comer a Malfoy. Iba a aproximándose lentamente, mas sintió que la sostenían fuertemente de la muñeca, una sombra salió detrás de un árbol (olía a sangre fresca) y la arrastró entre los árboles secos, la luz de la luna iluminaba el piso lo que la ayudó a no caerse con las raíces salidas de la tierra.
— No digas nada, corre. — Draco le susurró, no se atrevía a soltarla. Había estado escondido entre los árboles esperando el momento adecuado para alejarse de su primo político antes de convertirse en su cena. Llegó demasiado tarde a la mansión por quedarse vagando en el pueblo, cuando trató de ingresar estaba completamente asegurado por lo que decidió pasar la noche en su automóvil y mientras dormitaba llegó a él un hombre lobo que sintió el aroma de las unidades de sangre que tenía consigo.
— No soy una humana a la que debas proteger— Hermione se soltó de él y frenó en seco cuando supo que la sangre no era del todo de Draco, debido no tenía el aroma picante que le proporcionaban los arándanos.
— ¿y qué si eres una bestia? no puedo dejarte atrás y huir. — Draco miraba detrás, Canuto y Cornamenta estaban distrayendo a Lunático, quiso tomarla de la mueca mas los ojos de la vampiresa tomaron un brillo rojo.
— No soy una bestia, soy un "ser" — Resaltó la última palabra, sus emociones estaban haciéndola enfurecer — No soy así por un accidente... el mago que amé me traicionó para quedarse con mis propiedades. — Empezó a alzar la voz.
Draco no tuvo tiempo para disculparse por llamarla bestia debido a que vio a Lunático correr en dirección a la vampiresa para embestirla, estaba demasiado asustado por las bolsas de sangre que fueron vertidas sobre su ropa. Saltó sobre Hermione para evitar que fuera lastimada por el hombre lobo, lo que le hizo recibir más de un par de rasguños en su cuerpo de parte de la verdadera bestia.
La vampiresa sintió que regresaba mil años para presenciar la misma escena en la que falleció el traidor que amó, por lo que usó su energía para herir al hombre lobo que salió huyendo en cuanto sintió las filosas garras sobre su pecho y tras él fueron los animagos.
— Haríamos una linda... pareja si me convierto en... hombre lobo — Draco trató de mostrarse sonar divertido cuando Hermione lo cargó en brazos. — ¿No lo crees?
— No saldría contigo así fueras un vampiro. — Hermione usó sus poderes para materializarse en el interior de su mansión y posteriormente en la habitación central de la mansión. La aparición que ella usaba no era desaparecer en un espiral, era como viajar en medio de nubes convirtiéndose en polvo o eso sintió Draco. — Crookshanks, trae toallas limpias y bálsamo de díctamo.
— Estás ansiosa por desvestirme — Draco observó como su ropa era convertida en jirones, ella buscaba curarlo y él resistía el desea de gritar debido al dolor que sentía en su piel. — No presté mucha atención en la clase que hablaba de los lobos, pero estoy seguro que voy a preferir... de ahora en adelante los filetes... crudos.
Ella no estaba escuchándolo del todo porque estar concentrada en curar esas heridas y con ayuda de su magia evitaba que se desangrara hasta morir. — No puedo devolverte a tus padres convertido en un hombre lobo, es probable que Lucius decida ya no enviar a mí al pequeño Armand.
— ¿Piensas en mi hermano cuando... me tienes desnudo entre tus manos? — Draco se soltó un quejido al sentir el díctamo sobre su piel. Crookshanks estaba lamiendo las heridas de sus brazos que dejaban de sangrar profusamente. — Quería alejarme de esta mansión, pero me siento muy atraído por ti...
— Vete mañana en cuanto hayas sanado. — Hermione giró el cuerpo masculino para curar las heridas de la espalda. — Aléjate, cásate y envía a tus hijos a mí si tu hermano regresa a salvo en unos años.
El sueño invadió a al mago. — Mañana me iré y escaparé de tus preciosos ojos...
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