Día 2: Arándanos

Draco fue testigo de que aquella mansión descuidada se transformó en un hermoso lugar en cuanto aconteció la puesta de sol. Eso era un claro indicio de que estaba encantado ya que su magia regresó y con ello pudo abrir la maldita puerta, ni siquiera esperó a ver si la dama fantasmal despertaba, salió de la habitación para continuar observando aquella mansión porque no tenía la menor intención de regalar tres millones de galeones por su debilidad. No iba a admitir su derrota cuando no llevaba ni un día fuera de casa.

La mansión estaba iluminada por candelabros y antorchas, no había ni un ápice de polvo, no había telarañas en las paredes, estaba impecable que empezó a creer que habría una fiesta en cualquier momento, subió por las escaleras que estaban cubiertas por una alfombra de piel que parecía de leopardo, a cada paso tenía temor de encontrarse con la dama fantasmal, pero no iba a huir, estuvo planeando enamorarla para salir bien librado por los próximos 30 días.

Sintió como algo pasaba entre sus pies en cada paso que daba, al observar hacia abajo vio a un gato rubio, parecía ser el cruce con un Kneazle — Yo te he visto antes. — El felino maulló en respuesta y le entendió — ¿Así? ¿Dónde me viste? — Volvió a escuchar el maullido. — ¿Hogwarts? ¡Estoy hablando con un Kneazle mitad gato?

Vio como el gato se esfumaba en una pequeña niebla azul, miró escaleras abajo considerando irse, mas su orgullo y curiosidad lo llevaron a negar con la cabeza por lo que continuó paseando, descubrió que aquellas armaduras ya no estaban vacías, eran portadas por gallardos soldados que le obedecían ciegamente. Las mucamas atravesaban las paredes con sabanas y toallas en mano, lo que le aseguraba que había más de un fantasma a su alrededor.

Sintió un aroma dulce y picante, lo siguió y por caminando por los pasillos tétricos del segundo piso, caminó sobre una alfombra verde que sentía molesta bajo la planta de sus zapatos ya que se adherían y ello hacía que arrastrara los pies, no pasó mucho hasta que cayó de rodillas.

— Es placentero tener otra vez a un hombre Malfoy a mis pies — Era una dulce voz femenina.

Draco no se atrevió a levantar la mirada, estaba convencido que si la veía a los ojos caería enamorado. — ¿Es la dama fantasmal?

— No soy un fantasma — Rebatió con diversión en su voz. — Soy algo peor que eso. — La voz femenina era amenazante. Él tenía la mirada clavada en la falda del vestido blanco de la dama — ¡Soy un vampiro! — De inmediato Draco sostuvo su garganta en un intento de protegerse ya que la aparición no estaba funcionando. — Si no vas ahora serás mi cena, adonis. No me ves a los ojos ¿crees que te hipnotizaré para clavarte el diente? No es así como funciona, no creas a todo lo que dice Lucius.

— ¿Conoce a mi padre? — Preguntó Draco, se puso en pie lentamente para evitar mirarla.

— No tengo que responder. — Ella colocó sus pálidas manos sobre los hombros masculinos para que él la mirase, mas lo vio cerrar los ojos — Ahora vete de mi hogar o te daré un mordisco...

Draco tragó grueso ¡Una Vampiresa! Ni en mil años podría conseguir que ella lo amara y de lograrlo se convertiría en un "ser" como ella. — Yo... tengo que pasar un mes aquí...

— Los hombres Malfoy son una molestia para mí desde hace siglos... — Sintió como las uñas crecían, empezó a sentir la presión sobre su abrigo y como estas la atravesaban para clavarse en sus hombros — ¿Quieres morir aquí? Bien, cumpliré tu deseo... Draco. — El maullido del gato mitad Kneazle lo sobresaltó, su maullido les advirtió del ingreso de los inferi — ¿Cómo? Los desapareceré si osan ingresar a mi mansión...

Draco fue lanzado contra la pared, el dolor del impacto a penas le permitió ver como la vampiresa se retiraba por los pasillos, al parecer iba hasta la entrada de la mansión.

Una mucama emergió del piso y se acercó hasta él. — Amo, si desea quedarse aquí sin ser herido por la señora, debe recoger y comer los arándanos que crecen en el jardín trasero de la mansión, lo protegerán de la sed de sangre que tiene por usted. Los frutos harán su sangre más picante — el fantasma supo de la duda del mago y señaló el final del pasillo, las antorchas se encendieron e iluminaron el cuadro donde estaba una pareja. Se trataba de la vampiresa y él, o alguien similar a él. Se puso en pie para acercarse hasta cuadro, al hacerlo leyó la inscripción en latín que estaba sobre el marco de plata: — Militiae species amor est — y su significado era: "El amor es una especie de guerra" La pared de piedra tenía grabado lo que parecía ser una respuesta—: Te regresaré el favor de la inmortalidad

— Ningún Malfoy se ha quedado más de unas horas. La señora debe morderlo para liberar de la maldición, Sin embargo, se deshace de los hombres... —La mucama espectral lo estaba observando. — Amo, si quiere quedarse recoja los arándanos y descubra la verdad para liberarlos... o váyase de una vez para que el vástago que usted procree sea el próximo visitante y tal vez víctima definitiva.

Diez minutos después Draco Malfoy se encontraba en el jardín trasero tratando de encontrar los dichosos frutos azules mientras cuestionaba la amistad de Theodore Nott ¿Sabría sobre la maldición de la dueña? Esperaba que no. Sintió una mano sucia sujetarlo de la muñeca, era la de un inferi que emergió del jardín.

Incendio — murmuró para quemar la mano del cadáver. Craso error, la tierra empezó a revolverse debido a que más de un inferi deseaba ingresar a la mansión. — ¡Maldición!

Recogió cuanto pudo de los frutos, los metió a los bolsillos de su abrigo negra, comió algunos para regresar al hogar y ser inmune a la vampiresa. Corrió de regreso a la mansión, pasó a través de las cocinas, donde las sirvientas estaban conversando de lo hermosa que era la señora Hermione bailando con el príncipe Vlad Drăculea. Su curiosidad lo llevó hasta el salón de la casa, donde se llevaba una encarnizada pelea entre la vampiresa y lo que parecía ser los despojos de un noble. ¿Eso era un baile? Las patadas y sacudidas no parecían ser parte de ninguna danza antigua. Además de ello, varios inferi que lograban ingresar a la mansión eran masacrados por los soldados que los golpeaban con sus espadas y lanzas.

Decidió no observar más, sería una larga noche y lo mejor era escabullirse a alguna habitación para encontrar un lugar seguro hasta el día siguiente, en cuanto amaneciera estaría libre de las torturas e indefenso por la ausencia de su magia.

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