Día 18: Cisne

En sus sueños el cielo estaba cubierto por más de un cisne, era una bandada de cisnes negros, aquellas aves majestuosas que no auguraban nada bueno, los veía volar de un lado a otro para luego sumergirse en un lago rojo como la sangre. ¿Qué era eso?

Abrió los ojos, se sobresaltó al observarse en una habitación que no era suya, de inmediato la reconoció como la que Theodore le prestaba cuando huía de sus padres.

Tenía un fuerte dolor de cabeza, no recordaba cómo llegó ahí. Los ultimo que recordaba era unas rejas con una placa de acero oxidado en la que estaba escrita la dirección: "777 Ghost St." Tras ello un cementerio tenebroso. Luego su mente estaba en blanco ¿Qué pasó? Respiró profundo en un intento de calmarse, estaba demasiado confundido, ya que sentía haber olvidado algo muy importante.

— ¡Amo Draco! — Dobby apareció ante él con una bandeja de comida — Dobby estaba preocupado por usted, ha dormido más de ocho horas.

— ¿Cómo llegué aquí? — Lo cuestionó.

— Lo encontramos tirado en el cementerio de Valle Normal, ha dormido por casi veinte días. — Dobby mintió deliberadamente como le había instruido Theodore.

Theodore ingresó a la habitación tras escucharlo, no fuera el elfo a meter la pata con las mentiras, necesitaba convencerlo de que estuvo inconsciente por mucho tiempo.

— Nunca creí que tuvieras tanto miedo de un cementerio, tuve que ir a rescatarte y traerte a casa. — Se apoyó en el umbral de la puerta — Al parecer tropezaste y los inferi estaban comiendo tu energía.

— No recuerdo nada. — Draco se sentó y se apoyó en la cabecera de la cama. — Ahora te debo tres millones de galeones.

— Olvídalo, por cierto, pasaste tanto tiempo dormido que anularon tu compromiso con Astoria, ahora puedes casarte cuando quieras y con quien quieras. — Le dio la espalda — Tengo que salir a ver a una amiga, ya que estás despierto puedo dejarte.

— No logré ver la mansión, ni siquiera recuerdo el nombre del valle. — Draco sostenía su cabeza con ambas manos en un esfuerzo por recordar. — No recuerdo nada.

— No pudiste pasar ni una hora en la Mansión del cementerio, ni siquiera viste a la dama fantasmal del lugar. — Theodore cerró los ojos, no era bueno mintiendo y si le diera la cara se habría delatado muy rápido. — Es mejor que lo olvides, tengo cosas que hacer.

Minutos después Draco escuchó el maullido de un gato que decía o él entendía:  «¿él está bien?»  ¿desde cuándo su mejor amigo era un amante de los animales? A el ni siquiera le gustaban los animales fantásticos, detestaba todo aquello que no fuera racional. Tardó un par de segundos más en darse cuenta que había comprendido al gato.

— He terminado por perder la cabeza. — Se dijo. Observó al elfo que le veía en silencio. — ¿Tu entendiste al gato?

— Dobby no escuchó ningún gato, amo Draco.

¿Ningún gato? Eso claramente había sido un maullido. ¡Genial! Al parecer tenía alucinaciones auditivas, salió de la cama tras alejar la bandeja, estaba decidido a ver qué ocurría. Al salir al pasillo y bajar las escaleras descubrió cómo su amigo tocaba un gato rubio y desaparecía en una niebla azul. Se tocó la frente ¿era eso normal? ¡Qué estaba ocurriendo?

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