siete: mi pasado y mi presente
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Jack voló tan lejos como pudo y fue a parar en unas montañas nevadas al norte de Europa. Corrió desenfrenado hacia la punta de un risco y trató de lanzar la caja de sus memorias lo más lejos que pudiera, preso del enojo y la adrenalina, pero se detuvo. Y en ese instante, escuchó a Pitch atrás.
—Sabía que esto pasaría.
Jack se sobresaltó al escucharlo, pero no reaccionó; a pesar de haberse sentido sumamente invadido.
—Realmente nunca creyeron en ti. —Insistió. Pitch medía con suma estrategia sus palabras. Un experto en las emociones negativas, supo dónde apuntar—. Solo quise abrirte los ojos. Pero yo lo entiendo.
Jack enfureció al escucharlo y sin pensarlo dos veces, lo atacó.
—¡Tú no estás entendiendo nada!
—¿Crees que no sé qué se siente que te aíslen? —se defendió Pitch con su magia negra. Jack voló alto y se impulsó para lanzarle un rayo más fuerte—. ¿Qué nadie crea en ti? Añorar a una familia. —Cuando dijo esto, Jack bajó el cayado y dejó de apuntarle—. Todos esos años en las sombras creí que nadie lo entendía. Pero me equivoqué.
El chico tartamudeó y Pitch entonces prosiguió. Había dado en el clavo, lo tenía donde lo quería. O al menos eso pensaba.
—No tenemos que estar solos, Jack. Yo en verdad creo en ti. ¡Y los niños también creerán en ti! —Alza la mirada y Pitch nota la apertura en su voz—. ¡Mira lo que podemos hacer! —Entonces le muestra la enorme escultura de hielo negra que se ha formado tras ellos—. ¿¡Qué mejor combinación existe que el frío y la oscuridad!? ¡Los obligaremos a creer! Les daremos un mundo dónde todo sea...
—¿De Pitch Black?
—Y de Jack Frost, claro. Van a creer en los dos.
—Ellos nos temerán —concluye Jack—. Y eso es justo lo que no quiero.
Jack se da la vuelta y Pitch comprende que su plan ha fallado y es momento de intentar algo distinto. Traga pesado y dice:
—Entiendo. Quieres que te deje solo. Pero primero... —Jack escucha el chillido de hadita y se lanza por ella a la mano cerrada de Pitch—. ¡El cayado, Jack!—. Le exige el mayor—. Tienes la mala costumbre de interferir. Entrégalo y la dejaré ir.
Jack titubea, entendiendo que está atrapado. No tiene de otra más que rendirse y obedecer.
—Ahora suéltala.
—Nah. Dijiste que querías estar solo. ¡Pues estarás solo!
Hadita reacciona y le entierra el pico a Pitch en la mano. Este la suelta con fuerza al sentir el dolor y luego procede a destruir el arma de Jack para dejarlo indefenso y así poder atacarlo. Jack grita de dolor, se golpea en la cabeza y todo lo que ve es negro.
—¡Ah!
—¡Ah!
Pegaso levanta la cabeza cuando escucha el grito de su dueña, ella tiene los ojos cerrados, el ceño fruncido y se está presionando las sienes. Se estira para levantar su barbilla y cuando logra que lo vea a los ojos, ella le dice:
—Algo sucedió.
Freyja caminó por las montañas siguiendo sólo su instinto hasta que encontró inconsciente a Jack en medio de dos enormes rocas. Su cuerpo se tensó solo de pensar que le había pasado algo. ¿Cuánto tiempo llevaba aquí? ¿Por qué estaba partido en dos su cayado?
Hadita la escuchó llegar y salió disparada del buzo de Jack. La Valkiria suspiró y la atrapó entre sus manos suavemente.
—¡Oh por Thor! ¡Que bueno que tú estás bien! Aunque estás helada.
La revisó con delicadeza y la depositó en la crin de Pegaso.
—Cúbrete, para qué te calientes.
Se detuvo de Pegaso y con mucho cuidado bajó la roca resbalosa. Aterrizó a un lado de Jack y rápidamente se hincó a un lado de su rostro, estaba helado y pálido. No podía distinguir su estado a ciencia cierta.
—No... no, no, no.
Trató de moverlo un poco, pues tampoco se veía alguna herida visible, a cada segundo más preocupada. Se giró entonces hacia el cayado y tomó las frías ramas en sus manos. Esperaba que pudieran darle una esperanza alentadora, pero tampoco pudo deducir mucho de ellas. Freyja abrazó a Jack y lo cargó en su regazo.
Pegaso aterrizó junto a ellos y su dueña consiguió subirse a su lomo, el caballo despegó y voló hasta el palacio con hadita aferrada a su crin.
La puerta de oro se abrió a su paso, como si hubiera sentido su presencia. Cruzó la sala de los trofeos, donde había retratos de las valkirias en batalla y regalos en rendición de honor. Otra puerta se abrió tras de ella y otra hasta que llegó a uno de los cuartos, donde acostó suavemente a Jack y a hadita. Salió de la recámara para preparar comida y regreso para encontrar a su huésped despierto.
Un suspiro de alivio escapó de su pecho.
—Impresionante, huh —llamó su atención.
Frente a él, había un ventanal enorme con un balcón que le regalaba una maravillosa vista de las montañas nevadas y el cielo azul. Se giró aturdido en su ensoñación cuando escuchó su voz.
—Bastante —masculló.
Frey sonrió y avanzó hasta los pies de la cama, dejó la sopa que cargaba en un buró y se sentó junto a Jack, quien se acomodó las cobijas.
—Me diste un buen susto —confesó ella mientras volteaba a ver el caldo caliente para revolverlo. Jack titubea y también baja la mirada a la sopa humeante.
—¿Cómo supiste?
—Parte de mis habilidades es detectarlo, las valkirias podíamos sentir cuando unas compañera estaba herida o había caído en batalla.
Jack se quedó sin palabras, solo atinó a decir un pequeño "wow".
—El problema era... —sacó una cucharada y se la inclinó a Jack, quien la tragó— que no podíamos distinguir su estado. Solo podíamos guiarnos por las armas incrustadas en los cuerpos o los miembros rotos.
—Eso suena horrible. —Ella suspira y prepara otra.
—Lo fue. —Jack abre la boca y ella lo alimenta de nuevo.
—Eso significa... —el muchacho lo medita un par de segundos— que soy tu compañero.
Ella sonríe y asiente.
—Todos los guardianes lo son... desde que el hombre de la luna nos escogió.
Jack extiende los brazos y Freyja le entrega la sopa para que él se la pueda seguir comiendo.
—¿Por qué no eres una guardiana? —le pregunta. Ella suspira.
—Yo no me sentía identificada con ellos, honestamente —se sobó el brazo mientras respondía—; Norte entrega regalos todos los inviernos y meme crea sueños hermosos, yo soy más como un objeto de colección para fanáticos. Mi nombre no suena en canciones ni cuentos infantiles, ni las madres les hablan a sus hijos sobre mi. Es como si el hombre de la luna hubiera elegido al Yeti para ser guardián o a pie grande. No creo que llevar alegría a los niños sea mi propósito, pero... honestamente no sé cuál es. ¿Por qué desperté? ¿Por qué yo? Es algo que me pregunto algunas noches frías.
Jack se nota las heridas en las manos aún frescas, aún llenas de moretones, mientras se está terminando su sopa. Y la escucha con atención.
—¿Sabes? Yo... yo tampoco creo ser igual que ellos. —Jack se agarra la frente y se talla las cejas mientras ve al piso—. Has vivido sola todo este tiempo buscando tu propósito y yo... —Jack se atreve a estirar sus manos para sostener las de Freyja— creo que me parezco más a ti que a ellos.
Jack acarició suavemente con su pulgar las manos de Frey, el frío iba desentumiendo sus heridas y sanándolas. Ella no se quejaba y lo dejó seguirla atendiendo, a pesar de que ella ya se había vendado como había podido en el momento, él con mucha paciencia, le acomodó las vendas.
—Gracias, Jack.
Ella se miró los vendajes y luego acomodó las manos sobre su regazo ligeramente sonrojada.
—Perdóname, Frey —le pidió sinceramente— aunque no fue mi intención, dejé los huevos expuestos y los puse a todos en peligro. Fui bruto e impulsivo, pero espero que no pensaras que los traicioné. Lo que menos quise fue lastimar... a nadie.
Ella sonrió ampliamente y extendió sus manos para que le entregara el plato dorado y podérselo llevar. En ese momento, hadita se levanta y pide acomodarse en el hombro de Freyja, quien le prometió que la llevaría a ver a sus compañeras.
—Yo voy... — dice mientras se quita la sábana de encima. Freyja lo intercepta.
—Debes descansar —le indica con voz dulce aunque firme. Jack no remilga.
La muchacha lleva a hadita a otro salón, donde hay una estantería acondicionada con cojines y reposan las demás haditas; las que rescataron el primer día. Ella se emociona y trata de alcanzarlas, pero no puede.
—Oh. No puedes volar. —Frey sostiene a la hadita en sus manos y la lleva hacia la estantería, dónde la deja con sus compañeras—. Pegaso se ha encargado de atender a tus amigas, opino que ha hecho un muy buen trabajo.
Cuando va a salir de la habitación, la pequeña chilla y llama su atención. La valkiria entiende que quiere regresar con Jack e intrigada, se vuelve a por ella. Al llegar a la recámara, dónde encuentran a un Jack pensativo y melancólico, deja a la hadita en el edredón y ella gatea hasta encontrar la bolsa de la sudadera de Jack y le muestra las memorias. El joven alza la mirada buscando la de la chica.
—No tengo las tuyas —susurra.
—No necesito saber cuál fue mi vida humana o si tuve una. Quien soy ahora es una valkiria; un mito fantástico y una buena guerrera. Jack, mito o guardían, no hay nada de malo en lo que eres.
Jack bajó la mirada a la caja dorada y la llevó hasta hadita a su izquierda, quien asintió, luego a Freyja e inspiró, decidido a abrir esa caja.
Una risa meliflua inundó la habitación, provenía de una chiquilla menuda y risueña, con dos redondos y enormes ojos marrones que acompañó a Jack a través de diferentes escenarios; un Jack de aspecto distinto: ojos y cabello marrones, mejillas sonrosadas y rodillas raspadas. Jack observó como entre sus actividades predominaban jugar juegos y contar historias a los vecinos curiosos, y le alegró el corazón. Frey no podía saber que era lo que él miraba, pero con ver la calidez y el brillo en sus ojos le bastó.
—Jack, tengo miedo.
La niña estaba parada en medio de lago congelado, las piernas le temblaban y las manos le sudaban. Se volvió hacia su hermano, que trataba de tranquilizarla.
—N... no tengas miedo —le dijo. Volteó a su alrededor y divisó una rama larga, entonces la alcanzó y se la extendió—. Será divertido, como cuando jugamos en casa. Uno... dos...
—¡Jack!
—¡Tres!
De un movimiento, usó la curvatura de la rama para rodear el cuerpo delgado de su hermana y empujarla a un area más densa de la capa de hielo. Jack sonrió satisfecho y se levantó, pero en cuanto lo hizo, el hielo bajó de él se quebró y cayó directo al agua helada.
—¡Jack! —se escuchó a lo lejos la voz de Mary angustiada.
Jack levantó la mirada lentamente aún ligeramente boquiabierto y sus ojos conectaron con los de Freyja.
—Entonces, Jack, ¿quién eres?
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Honestamente, tengo que confesarte que este ha sido mi capítulo favorito de escribir hasta el momento. Lo he disfrutado como no tienes una idea.
Para empezar, los discursos de Pitch se me hacen maravillosos y muy bien pensados, y después, escribir la escena en el palacio de Freyja era algo que ansiaba hacer desde que empecé el fic (Hadita siempre chismosa nunca inchismosa)
Cuéntame qué te pareció, si crees que la nueva escena aporta y queda con la historia, si sientes química entre los protagonistas o preferirías que fueran amigos; tú cuéntame todo lo que pienses. Amo además ver que tengo lectores que son como yo, que me pico tanto leyendo que se me olvida votar y me regreso, les aprecio mucho mucho. 🫶🏻
Nos vemos prontito, te cuidas mucho.
-Peps.
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