ocho: el conejo de escarcha

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En la oscuridad de una recámara fría, está un niño castaño sentado de chinito dentro de sus sábanas sin tender y enfundado en su pijama, mirando fijamente su conejo de peluche.

—Conejo, escucha —le habló firmemente viéndolo a los ojos de plástico brillante— tú y yo obviamente diferimos un poco de opinión, así que esto es lo que va a pasar: Si no fue un sueño y tú en realidad existes, lo tienes que probar, eh... Justo ahora.

Frunció los labios y apretó el agarre antes de continuar.

Freyja miró a Jack mientras se bajaba de Pegaso, hadita salió de sus hebras lacias. Desvió la mirada hacia la ventana cerrada y le indicó a Jack:

—La ultima luz.

—Jamie —corrigió él.

Jack suspiró mientras veía la ventana. Freyja se acercó a sobar su hombro.

—Tú puedes. —le animó.

—Siempre he creído en ti desde hace tiempo; toda mi vida, por cierto —continuó el niño poniendo toda su esperanza en los hombros de un conejo de felpa— así que ahora me lo debes. —Suspiró suavemente, sus músculos tensos—. No tienes que hacer mucho; solo una señal y seguiré creyendo.

Freyja y Jack se miraron y ambos asintieron al tiempo. El muchacho voló hasta quedar flotando frente al vidrio, las chicas le echaban ánimos desde abajo.

—Lo sabía. —Jaime tiró al conejo de felpa completamente decepcionado.

Jack exhaló y congeló la ventana con un toque suave. El crujido agradable de la escarcha llamó la atención del niño inmediatamente, quien vio cómo por arte de magia, se formaba la figura de un huevo de Pascua. Freyja le sonrió a hadita.

Jamie jadeó impresionado.

—Es real... —masculló.

Entonces Jack delineó un conejo con sus manos e hizo que saliera de la superficie tomando una figura tridimensional, pero eso no fue todo, Jack hizo que el conejo comenzara a saltar por todo el lugar, dejando un rastro de copos a su paso. El conejo rodeó a Freyja e hizo un espectáculo para Jamie, que lo miraba anonadado y emocionado.

Freyja y Hadita vitoreaban a Jack desde la acera. El muchacho se giró a ellas, con la intención de llevarlas con él, pero Freyja negó inmediatamente y le animó a entrar:

—Ve —le hizo un ademán con las manos.

—Pero...

—¡Vé!

—¿Nieve? —preguntó Jamie mientras sentía que algunos diminutos copos caían en sus palmas. Jack aterrizó a medio metro de él— ¿Jack Frost?

¿Qué?

—¿Acaso dijo...? —masculló con el ceño fruncido.

—Jack Frost.

—¡Así es! —exclamó y se llevó ambas manos a la cabeza, no podía creérsela—. Pero... ese soy yo "Jack Frost", ¡ese es mi nombre! Tú dijiste mi nombre. —Se acercó a Jamie llevado por la inercia de la emoción.

Jamie volteó, Jack notó de inmediato como parecía estarlo mirando a los ojos.

Alto.

—¿Estás escuchándome?

El niño asintió aún sin podérsela creer.

—¿Acaso...? ¿Acaso estás viéndome?

Jamie volvió a asentir. La sonrisa en el rostro de Jack se ensanchó y comenzó a reír de júbilo.

—¡Estas viéndome! —exclamó. Jamie también sonrió emocionadisimo.

—¡Hiciste que nevara! —fue lo primero que dijo.

—¡Sí!

—¡En mi cuarto! —continuó.

—¡Lo sé!

—¿De verdad eres real? —le pregunta, dudando por un segundo que no lo esté soñando todo.

—¡Sí! ¿Quién crees que causa los días nevados? —le asegura. Entonces Jamie se acerca—. ¿Y... y recuerdas el otro día que volaste en el trineo?

—¡¿Fuiste tú!?

—¡Sí, yo fui!

—¡Wow! —exclamó emocionado. Jack notó el brillo en sus ojos, el que compartía—. ¿Y el conejo de pascuas? ¿Y el hada de los dientes?

—Real, real, real —aseguró—. Todos somos reales.

—¡Lo sabía!

—¡Jamie! —Se escuchó la voz de su madre viniendo desde el otro lado del pasillo—. ¿Con quién estás hablando?

Jamie miró a a Jack con duda y este le hizo un ademán sugerente.

—Con Jack Frost —titubeó.

—Bueno, está bien —le dio el avión atribuyéndolo a su imaginación infantil y se siguió de largo. Jamie compartió una risotada con Jack.

Un ruido estridente alertó a Freyja que inmediatamente se giró para ver al trineo aparcar lastimeramente en el pavimento y a los guardianes bajar de él. Norte usaba una especie de bastón y hada perdió la fuerza en las alas a mitad de camino, Frey se apresuró para atraparla. Jack llegó a su lado momentos después junto con Jamie.

—¿Qué están haciendo aquí? —pregunta el guardián de la navidad.

—Lo mismo que ustedes —responde la Valkiria.

Norte bajo la mirada hacia el niño que aguardaba junto a Jack.

—La ultima luz —musitó muy suavemente.

—¡Wow! De verdad son ustedes —suspiró Jamie— ¡Sabía que no había sido un sueño!

—¡Jack, él te está viendo! —observó Norte alegre. Jack le devolvió la sonrisa.

—Oigan, ¿dónde está conejo? —preguntó Freyja tras reparar en su ausencia.

—Perder la pascua nos afectó a todos, pero a Conejo más que a nadie —explicó Norte y se desplazó para revelar tras su corpulenta figura a un pequeño conejito pinto.

—Ay, no —dijo con lástima Jack.

Jamie se rio.

—¿Ese es el conejo de pascua?

—¡Ahora alguien me puede ver! ¿Dónde estabas hace una hora, amigo? —alzó su patita acusadora hacia el niño.

—¿Pero qué le pasó? —preguntó a Jack— Era muy grande y heroico, y ahora es... tierno. —Acercó la mano a la mejilla de conejo para hacerle un cariño.

—¡Ah, me gusta! —Cerró los ojos y golpeó su pata repetidamente contra el escalón—. ¡Agh! —quitó la mano de Jamie y se volvió para acusar a Jack—. ¿¡Tu le dijiste que dijera eso!? —Pegó un brinco en el suelo y otro hacia Jack, cuya pierna fue lo único que pudo alcanzar a patear. Freyja subió las cejas al verlo—. ¡Se acabó! ¡Ahora bríncale! —gritó y puso sus puños en posición—. ¿¡Qué esperas!?

—No —intervino el niño—. De hecho, él me dijo que tú eras real, justo cuando empezaba a pensar qué tal vez no lo eras.

Conejo se quedó quieto al escucharlo y se volvió hacia Jack enternecido.

—¿Él te hizo creer... en mi?

Jamie afirmó.

Relinchos y trotes de caballos se escucharon a lo lejos, alertando a todos los presentes. Se volvían más sonoros mientras Pitch más avanzaba hacia ellos e inmediatamente supieron que tenían que correr. Freyja dio la orden y todos se dirigieron hacia un callejón, Jack voló hacia arriba sin dudarlo no un segundo.

—¡Tu pequeño truco ya no sirve contra mi, Jack! —rugió Pitch mientras se regodeaba al ver las pobres chispas azules.

No había salida. Los guardianes se arrinconaron detrás de Freyja mientras escuchaban como Pitch se carcajeaba malévolo. Entonces Jamie alcanzó a ver una figura caer del cielo a una gran velocidad y estrellarse primero contra la tapa de un tambo de basura y luego contra el piso. Freyja apenas reaccionó, pero fue el niño el que corrió en su auxilio.

—¡Jack!

—Muy buen intento, Jack —lo animó Norte—. Diez por tu esfuerzo.

—Es más fuerte —dijo en un jadeo. Freyja apretó el agarre de su espada al escucharlo y sus hombros se tensaron—, no puedo vencerlo.

—Tanta molestia por un niño y se niega a dejar de creer —La voz de Pitch hizo que Freyja se sobresaltara y lo buscara por todos lados. Jack puso a Jamie detrás de él—. Bien. Hay otras maneras de apagar una luz.

Pitch se carcajeó mientras iba rompiendo todos los focos a su paso, hasta que solo quedó uno. Jack protegía a Jamie aunque la barrera principal contra el señor de las sombras era Freyja al frente blandiendo su espada con Pegaso a su izquierda, aunque Jamie aún no los viera. Pegaso relinchó furioso.

—¡Si lo quieres, tendrás que luchar conmigo! —gritó conejo envalentonado.

—Mira lo pachoncito que estás —se burló Pitch. Con su sombra, tocó el pelaje de Conejo y esto le causó un escalofrío—. ¿Quieres que te rasque las orejas?

Conejo brincó a los brazos de Tooth.

—¡No cometas esa equivocación!

—No saben cuánta alegría me da verlos a todos. Se ven... terribles.

Entonces la figura de Pitch se hizo visible cabalgando majestuoso y poderoso arriba de una pesadilla de ojos ambarinos con una sonrisa socarrona adornando su rostro.

—Jack —le dijo entonces el niño llamando también la atención de Freyja— tengo miedo, Jack.

El muchacho se agachó a su altura y lo miró a los ojos. Frey lo observaba expectante por sobre su hombro, Pegaso no despegó su mirada juzgadora de encima del rey de las sombras.

—Sí, lo sé, lo sé. Pero no te va a pasar nada, solo tenemos que hacerlo divertido y ya...

Entonces desvió la mirada y la alzó hacia la rubia, Jamie le siguió el camino aunque no pudiera encontrar nada al final.

—¡Eso es! ¡Ese es mi centro!

—¿Huh?

—¿Jack, qué vas a...?

—Entonces, Jamie... —comenzó Pitch.

Jack formó en sus manos una bola de nieve, le guiñó un ojo y Freyja subió las cejas. Se preparó para lanzar la bola de nieve y ella se agachó para esquivarla, dándole oportunidad de llegar al centro de su diana.

—¿Todavía crees en el...? —el impacto que la esfera dio en su rostro hizo a Pitch balancearse para atrás.

Jamie soltó una carcajada y Conejo no pudo hacer más que mirar sorprendido la escena.

—Jamie, vamos por tus amigos.

Jack creó a lo largo de la calle un camino de hielo, por el que inmediatamente todos se deslizaron con ayuda de objetos que encontraron para usarlos de trineo. Freyja montó a Pegaso y voló detrás de Jack.

—¿Le doy un ride? —le dijo ella cuando lo rebasó. Jack se carcajeó y se aventuró para alcanzarla.

Ventana tras ventana, iban despertando a los niños. Quienes se encontraban con un espectáculo de copos de nieve y a los guardianes gozando la diversión tras sus ventanas.

—¡Feliz navidad!

—¡Felices pascuas!

—¡No olviden el hilo dental!

—¡Jamie, tenias razón! —gritó alguien.

—¿La peque? —se preguntó confundido uno de los niños cuando vio a la más gruñona de las vecinas gritando de júbilo en la atracción.

—¡A ti yo te conozco! —exclamó emocionado un rubio de lentes cuando vio a Jack y a Freyja detenerse frente a su ventana, ella se paró en seco y vio sorprendida como el niño se acercaba a reconocerla—. ¡Eres una Valkiria, he leído cuentos y visto películas sobre ellas!

Frey se quedó pasmada ante esto, un calor especial invadió su pecho y por primera vez en mucho tiempo, tuvo ganas de llorar. Nunca había sentido lo qué era ser vista por alguien y Jack se alegró por ella al notarlo. Solamente logró que reaccionara al empujarla suavemente del hombro. Frey invitó al niño a subirse a Pegaso y Jack voló a por él.

—Agárrate fuerte —le dijo.

El caballo aterrizó majestuoso frente al final del camino de hielo, cuando los guardianes llegaban y los niños vieron anonadados como su amigo se bajaba del Pegaso. Y a la mujer con armadura sentada heroica sobre él.

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