nueve: ya no tengo miedo

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—Y tú que no creías en mitos —retó Jamie a su amigo aún montado en el equino.

—Ella es distinta —le rezongó y Valkiria rio—. Las mitologías siempre han sido reales, Jamie.

Un coro de truenos y rayos llamó la atención de todos.

—¡¿Creen que unos niños los salvarán contra esto?! —exclamó emocionado Pitch alimentando su ego con las reacciones temerosas de los niños. Norte trató de intimidarlo, pero seguía siendo muy débil. Jamie suspiró.

—Son solo feas pesadillas, Jamie— trató de calmarlo Jack, sin mucho éxito.

—Tranquilos —susurró Conejo, aún en su forma diminuta—. Los vamos a proteger.

—¿Tú los protegerás a ellos? —espetó Pitch con sorna—. ¿Y quién te protege a ti?

Jamie entonces suspiró envalentonado y caminó con determinación para quedar frente a ellos.

—Yo lo haré.

—Yo lo haré.

—Yo lo haré.

—Yo... voy a tratar. --Pitch se carcajeó soberbio.

—¿¡Aún creen que el coco no existe, pequeños?!

—Sí creo en ti, pero no te tengo miedo.

Y en tanto lo dijo y la arena negra tocó sus dedos, resplandecientes brillos dorados se empezaron a apoderar de ella, reemplazando su color por el dorado. Los niños corearon y vitorearon emocionados y los guardianes empezaron uno a uno a recuperar su fuerza; Norte se alzó erguido y desenvainó su espada para atacar y Hada se despegó del suelo emocionada.

Conejo se tardó un poco más.

Freyja asomó una sonrisa de lado y sonrió.

—Eres mío, Pitch.

Y con un grito de guerra, comandó a Pegaso para adentrarse entre las pesadillas. Freyja desenvainó su espada y empezó a pulverizarlas una por una. Pero la horda de pesadillas era tanta, que de pronto la nube de arena negra la envolvió por completo. Pitch se regocijaba al ver a la guerrera tratar de avanzar, seguro de que no lo alcanzaría. Pero nunca esperó venir que Pegaso se alzaría por los aires y su jinete saltaría hasta él. Y de nuevo, los devoró la nube negra.

Norte lanzó dos esferas de nieve al suelo para poder abrir portales y traer a los Yetis como refuerzos, los niños rieron emocionados de ver a sus héroes en acción.

Pegaso salió corriendo hasta llegar a donde estaba Jack junto con la pequeña Peque, y entonces ocurrió algo que Jack no vio venir: Pegaso se arrodilló ante la niña y la invitó a subir a su lomo. Sus amigos la miraron emocionados y la animaron a ir.

Peque entendió su misión y subió al caballo. El equino relinchó, como diciéndole a Jack que no se preocupara. Hada sonrió a lo lejos.

Conejo corría por las calles, nervioso por saber en qué momento se transformaría de nuevo a su forma original. Al ver venir la pesadilla, se escondió abajo de un coche plateado, pero cuando el caballo recogió al guardián, ya sostenía al conejo de dos metros de alto que le mostró sus boomerangs y una sonrisa socarrona.

—Ho, ho, ho.

Pitch desenvainó su arma asesina y la blandió hacia la chica vikinga, que con un reflejo rápido lo bloqueó antes de que tocara su cuerpo. Se convirtió en una coreografía perfecta de dos guerreros danzando con el hilo del destino dentro de esa oscuridad atronadora.

Freyja se apoyó en el piso antes de brincar hacia Pitch, pero este la alejó de él con un movimiento de su mano, estrellándola contra un domo de plástico que crujió. Entonces ella esperó a que se acercara lo suficiente y con una fulminante patada le sacó el aire al maligno. Pitch se llevó una mano al estómago y jadeó, Freyja se apoyó sobre sus rodillas. En un segundo bloqueó su predecible ataque.

—Basta Pitch, esta no es la manera —gruñó Freyja detrás del encuadre de las armas en medio de los dos.

—No puedes vencerme —le respondió con cinismo. De un movimiento brusco, empujó ambas armas.

—Lo puedo intentar —respondió antes de abalanzarse sobre él otra vez—. Y lo seguiré intentando... —detuvo otro ataque y jadeó un poco —... porque tengo algo valioso por lo qué luchar.

La guerrera hizo esfuerzo para empujar a su rival y crear distancia entre ellos.

—Guarda tu saliva, Freyja —Blandió su enorme guadaña de nuevo.

Pegaso llevaba a la niña en su lomo, corriendo hacia su dueña, tratando de lograr que la pequeña transformara la mayor cantidad de pesadillas para debilitar a Pitch y así ayudar a su dueña a ganar la pelea.

—¡Ah!— exclamó la muchacha cuando el golpe certero de la navaja de su rival dio en su hombro y rompió la correa de su armadura. Pitch sonrió socarrón.

Jack logró adelantarse a pegaso y voló rápidamente para detener el ataque de Pitch, Freyja sonrió y se incorporó para pelear codo a codo con él. Pronto el ser de la oscuridad se vio acorralado por los muchachos y no tuvo de otra más que esconderse entre las sombras. Todos los guardianes se detuvieron por un momento a buscarlo. En esa forma, podría estar donde fuera y hacer lo que quisiera.

—¡Jack, cuidado! —Alertó Frey.

Pero el ataque no era para Jack, pues al moverse, el pico quebró el domo de plástico dónde habían estado parados ambos y Freyja tuvo que correr para no caer con los enormes pedazos al interior de la escuela, lo que la hizo vulnerable al ataque de una pesadilla, que la acorraló hasta hacerla caer del edificio.

—Dulces sueños, Freyja. —Se carcajeó en el momento en el que ella caía al vacío. Todo en cuestión de segundos.

—¡No! —gritó con coraje Jack antes de salir volando.

Jamie se aferró a la mano de conejo, Norte se cubrió la boca asustado y Tooth salió disparada con la mínima esperanza de llegar, pero sabiendo que estaba demasiado lejos. Se detuvieron en seco cuando una resplandeciente luz dorada se alzó sobre el cielo negro.

—¡Miren, allá! —gritó uno de los niños.

La pesadilla de Freyja se había convertido en un enorme narval que la atrapó y le dio un paseo por los cielos. Pegaso relinchó aliviado y la Peque sonrió gustosa.

—No es tu transporte usual —escuchó a su lado la animada voz de Jack volando a la par de ella.

Ella le mostró emocionada su vehículo mágico y luego se giró a ver a Sandman, quien le dedicó un amistoso guiño antes de encargarse con un contundente golpe de su archirrival. El narval depositó a Freyja con gentileza en el suelo, Jack la ayudó a bajar, pero pronto recibió de golpe del efusivo abrazo de Tooth que casi la hace caer. Los guardianes y los niños se acercaron contentos de que estuviera bien, y ella sintió el calor que hacía mucho no tenía; el de una familia.

—¡Eso fue muy cool! —gritó uno de los amigos de Jamie.

—Fue muy peligroso —añadió la peque. Y por primera vez, los demás escucharon su voz.

Freyja solo río mientras ayudaba a la niña a bajar de su corcel y le daba a este efusivas caricias. Todos se acercaron a tocar a Pegaso y Freyja se detuvo un segundo para saludar personalmente a Jamie. Meme llegó a su lado pronto y la vikinga fue la primera en tumbarse al suelo y darle un enorme abrazo, él lo correspondió gustoso. Ella lo soltó y todos fueron testigos de cómo Sandman se elevaba por los aires y su magia se esparcía por el mundo, deshaciendo las fechorías de Pitch y llenando al mundo de sueños otra vez.

Frey tomó la mano de Jack para levantarse y cuando estuvo de pie, pudo contemplar las maravillosas figuras de arena dorada que los rodeaban: enormes dinosaurios gigantes y delfines voladores. Volteó a ver a Jack y este le sonrió de vuelta. Lo abrazó y sonrió encantada de ver el espectáculo. Enamorada de la creación de los niños. Ambos comprendieron en ese momento, lo que realmente significaba ser un guardián y lo maravilloso que era.

Peque se acercó a una pesadilla y emocionada por intentarlo, tocó el caballo, que inmediatamente se transformó en un unicornio dorado. La niña sonrió encantada, contenta de que ahora tenía su propio caballo mágico. Jack jaló a Freyja cuando iban a ser aplastados por un enorme dinosaurio.

—¿Qué son esos? —Preguntó la Valkiria anonadada.

—¿No lo sabes? Son súper antiguos, pensé que eran de tus tiempos— respondió Jack. Se ganó un empujón por parte de Freyja.

—¡Hazte para allá!

La carcajada de Norte se escuchó a pocos metros y Jack volvió a jalar a Freyja para ir con él. Pronto vio a Jamie distraído y una sonrisa traviesa le surcó los labios; ella supo inmediatamente lo que haría, incluso antes que Norte. Jamie recibió el golpe de la bolita de nieve en la espalda y decidió seguir el juego con sus amigos.

—Así que... ¿Tu centro? —Le preguntó Norte a Jack refiriéndose al escenario con los niños jugando. El espíritu del invierno sonrió

—No fue sencillo. Pero ya lo deduje, Norte. —El mayor se carcajeó y le entregó una pequeña muñeca rusa idéntica a la propia. En ese momento una bola de nieve impactó su cabeza y gustoso se puso a jugar, amenazando a los niños de meterlos a la lista negra.

—¡Conejo, piensa rápido! —Gritó antes de taclearlo con una bolita de nieve.

Freyja rio y se acercó para admirar la muñequita de Jack, quien se la mostró orgulloso. Se acordó de la propia y que tenía mucho sin verla.

—Freyja— escuchó la voz de Norte—. Me preguntaba sí... Querrías esta de vuelta. —La chica sonrió y recibió en sus dos manos la pequeña muñeca con ropa plateada, ojos azules y una espada dibujada en las espalda. Una sonrisa amplia y genuina se dibujó en su rostro.

Ella recibió una bolita en la cabeza también y ambos chicos voltearon a dónde venía. Frey sonrió, le entregó la muñequita a Jack y aventó una bolita de regreso. El muchacho volteó a su lado al escuchar un jadeo.

—¡No! —Pitch se había levantado del suelo—. ¡Yo soy el coco, mírenme! ¡Haré que me teman todos! —El maligno intentó atacar a Jamie, pero no lo consiguió, pues el chico solo lo atravesó—. ¡No! ¡Oh! No...

Entonces al ver a los guardianes comenzó a correr despavorido entre las casas y los jardines, esperando poder huir de ellos y de la humillación evidente de su derrota. Pero no llegaría muy lejos.

—¿Te vas de la fiesta tan rápido? —Lo primero que escuchó fue la voz de Norte.

—¿Por qué ni siquiera te despediste? —volteó a ver a Hada, quien le entregó un objeto en la mano.

—¿Una moneda? —Fue lo que alcanzó a decir antes de ver venir el golpe directo a su rostro.

—Esto fue por mis hadas.

Pitch se incorporó con trabajos para poder encarar a los guardianes.

—No se desharán de mí, no por mucho. Siempre existirá el miedo.

—¿Y eso qué? —Contestó retador Norte—. Mientras un solo niño crea, seguiremos aquí para combatir al miedo.

—¿Ah sí? ¿Entonces qué hacen ellos aquí? —Preguntó Pitch señalando a sus escurridizos caballos. Pegaso les lanzó un gruñido. Norte se carcajeó.

—¡Jaja! No pueden ser mis pesadillas, yo no tengo miedo. —Jack se adelantó.

—Yo creo que están oliendo tu miedo.

Pitch corrió despavorido, tratando de escapar de los caballos negros, quienes eventualmente lo alcanzaron y lo desaparecieron de la faz de la tierra. Freyja notó a Jack conmovido, así que se acercó a tomarle la mano, él, al verla, sonrió.

—¿Entonces, estás listo? Para hacerlo oficial—. Preguntó Norte a Jack. El muchacho suspiró y Freyja lo soltó, caminó atrás de Hada—. El juramento del guardián: Dime, Jack Frost, ¿Juras cuidar a los niños del mundo? ¿Y cuidar con tu vida sus esperanzas, sueños y deseos, porque ellos son lo único que tenemos, todo lo que somos y todo lo que siempre seremos?

Jack asintió, contento.

—Lo juro.

—Entonces, te felicito, Jack Frost, pues ya eres, ¡y serás para siempre! Un guardián.

Freyja dejó escapar un grito de emoción que presidió a los demás. Norte se adelantó para besar a Jack en las mejillas y Freyja soltó la carcajada, cuando tuvo su atención se acercó y lo felicitó.

—Me enorgulleces. —Freyja se acercó sonriente, con las manos descansando una sobre la otra—. Tomaste una buena decisión.

Entonces Jack la miró con ternura, y aguantándose toda la vergüenza que podría sentir en ese momento, le robó un discreto beso en los labios a Freyja. Norte se carcajeó y Jamie se llevó las manos a la boca. Conejo le tapó los ojos a Sophie.

—No veas eso.

Freyja se separó de Jack y él le sonrió aún nervioso.

—Me agradó eso.

—¡MIren allá! —Gritaron los niños y los guardianes supieron que era hora de irse. Conejo dejó a Sophie y se acercó a Norte.

—Todos aman tu trineo. —Musitó. Norte sonrió socarrón.

Meme agitó sus manos y creó fuegos artificiales color dorado que dejaron emocionados a los niños.

—Jack, Freyja, es hora de irse. —Ambos asintieron. La chica volteó a ver a Conejo, quien había decidido despedirse de Sophie una última vez.

—Adiós niña traviesa. Te voy a extrañar. —Susurró en cuclillas mientras la veía jugar una última vez.

--Adiós, conejito.

Conejo le regaló un grupo de huevos a la pequeña y suspiró antes de incorporarse, se topó con la mirada de Freyja.

—Estás llorando.

—No es cierto —Contestó el Conejo falsamente irritado y Hada, que los veía, dejó escapar una risita.

—Es agradable tu lado sentimental, compañero —reconoció Frey. Conejo no pudo evitar esbozar una sonrisa.

—Lo mismo digo, general. —Freyja sonrió.

Entonces, al ver la escena. Jamie se volvió a Jack.

—¿Y se van a ir? —Se adelantó. Trató de convencerlo de quedarse—. Pero Pitch podría volver. ¿Y si otra vez dejamos de creer? Es que si ya no te veo...

—Oye, oye, tranquilo. —Posó su mano en el hombro del niño y se agachó a su altura para poder hablar con él—. Una pregunta: ¿Dejas de creer en la luna cuando sale el sol?

—No...

—Okay, muy bien. Entonces dime: ¿Dejas de creer en el sol cuando las nubes lo ocultan?

—No.

—Nosotros siempre estaremos ahí, Jamie —aseguró—. Y ahora siempre estaremos aquí. —Jack señaló su corazón y el pequeño comprendió. Asintió sintiéndose más tranquilo—. Y eso hace que tú también seas un guardían.

Jack sonrió y caminó hasta quedar junto a Freyja, quien sobó su hombro, se detuvo en seco cuando sintió que Jamie se adelantaba para darle un efusivo abrazo. El nuevo guardián se agachó para abrazar una última vez a su querido amigo. Se subió al trineo y se dispuso a partir junto con los demás.

—¿No vas a subir? —Preguntó Conejo a Freyja cuando la vio montarse en pegaso.

—¡Ni lo sueñes! —Se acomodó y alcanzó a Norte—. ¿Qué? ¿Una carrera? ¿O te da miedo perder? —El mayor se carcajeó.

—Tienes demasiada confianza, Frey. —Norte sujetó las riendas y la Valkiria se posicionó junto a los renos—. ¡Ja!

El trineo se elevó por los aires dejando atrás a los niños que se despedían efusivamente de ellos, el grupo sobrevoló los árboles y cruzó junto a la luna; a la que Frey le dedicó una última despedida antes de pasarla de largo. Jack voló hasta su chica con una sonrisa en los labios y viajó a su lado, cosa que se les haría una costumbre tiempo después.

Fin ❄️

¡Feliz año nuevo!
Gracias por llegar hasta aquí y acompañarme en este nostálgico y hermoso viaje.

Es la primera historia a la que pongo un punto final y he de admitir que es un momento muy agridulce. Disfruté tanto escribir esta historia aunque breve, desde encontrar a mi Freyja, hasta obligarme a ver mi película favorita una y otra vez, que no quisiera decir adiós.

Espero que hayas sentido la energía y el amor en cada mirada, gesto, caricia y acto servicial que escribí con tanto cariño para los niños interiores de todos; así como yo me llevo para siempre toda la calidez que cada uno me dejó en comentarios.

Hasta pronto. 🩵
—Peps.

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