CHAPTER TWO
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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐖𝐎
( hit a dragon with a small stone! )
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EL GRAN COMEDOR SE ENCONTRABA REPLETO DE LOS vikingos de la aldea. Los más jóvenes se encontraban en sus casas, mientras que los adultos discutían cuál sería el siguiente movimiento contra los dragones.
— ¡Si no los acabamos, ellos acabarán con nosotros!— exclamó Estoico ante la vista de todos con su hija a su lado, mientras miraban un gran mapa—. Es la única manera de librarnos de ellos. Si hayamos el nido y lo destruimos, los dragones se irán, encontrarán otro hogar.
»Una última búsqueda antes de que lleguen las heladas«
— Esos barcos nunca regresan— dijo uno de los vikingos—. Quienes van nunca vuelven.
— ¡Somos vikingos, esos son gajes del oficio! ¿Quién irá conmigo?— preguntó el líder a todos, sin embargo, estos comenzaron a poner excusas o simplemente se quedaron callados—. Está bien, los que se queden cuidarán a Hipo.
Con esa última frase, todos los presentes levantaron las manos, ofreciéndose a ir junto a Estoico. Excepto por Hilda quien se quedaría a entrenar a los jóvenes en el Entrenamiento de Dragones. El Gran Salón comenzó a dispersarse, mientras Estoico volvía a enrollar el mapa.
— Bien, empacaré mis calzones— dijo Bocón mientras se levantaba de su asiento.
— No, necesito que te quedes y me ayudes a entrenar a los nuevos reclutas— le respondió Hilda, mientras se acercaba a él.
— Perfecto, y mientras nos ocupamos de eso, Hipo puede cuidar el puesto— comenzó a decir sarcásticamente—. Fundirá el metal, afilará espadas, estará mucho tiempo solo, ¿qué podría salir mal?
— ¿Qué voy a hacer con él, Bocón?— preguntó la pelirroja sentándose de golpe a su lado, mientras sostenía su cabeza con estrés.
— Que entrene con los otros— sugirió. Hilda estaba a punto de aceptar su propuesta, cuando Estoico se metió en la conversación.
— Estará muerto antes de que salga el primer dragón de su jaula— dijo el líder, rechazando la idea.
— No sabes eso, papá.
— De hecho, sí lo sé.
— No, no lo sabes— siguió Bocón.
— Sí, lo sé.
— ¡No lo sabes!— exclamó Hilda, levantándose repentinamente para enfrentarlo.
— Escuchen, ustedes saben cómo es— comenzó a explicar Estoico—. Desde que aprendió a gatear ha sido diferente. Nunca escucha, tiene la capacidad de atención de un gorrión. ¡Lo llevo a pescar y se dedica a cazar troles!
Hilda rió recordando aquel día.
— ¡Los troles existen!— exclamó Bocón—. Se roban los calcetines, pero solo los izquierdos ¿qué se creen?
— Cuando era niño...— siguió el líder, sin prestar atención, como era común.
— Ya empezamos— murmuró Hilda, sabiendo que venía una de las historias que siempre repetía su padre.
— ... Mi padre me dijo que golpeara mi cabeza contra una roca, y lo hice. Pensé que era descabellado, pero no lo cuestioné, ¿y saben qué pasó?
— Te dio migraña— se burló Bocón, dándole un codazo a Hilda haciéndola reír.
— La roca se partió a la mitad, me enseñó de qué es capaz un vikingo— continuó cada vez con más emoción— ¡Puede derrumbar montañas, aniquilar bosques, domar mares!
»Aun de niño, sabía lo que era, y en qué tenía que convertirme«, dijo antes de mirar a los ojos a la pelirroja. »Hipo no es así, él no es como nosotros«
— No puedes detenerlo, papá, solo podemos prepararlo— trató de hacerlo entrar en razón—. Sé que parece que Hipo no tiene remedio, pero no siempre estaremos para protegerlo. Y él lo intenta, realmente lo intenta.
— Volverá a salir— continúa Bocón—. Seguramente está afuera ahora mismo.
Hilda suspiró antes de mirar el rostro de su padre, sabiendo perfectamente que había accedido al plan.
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Hilda y Estoico se encontraban en la sala de la casa, después de haber hecho el bolso del mayor para su viaje. Admiraban el fuego que los mantenía calientes, mientras esperaban que Hipo apareciera de su pequeña aventura matutina. La pelirroja no podía dejar en pensar en las cosas que podrían salir mal en su plan de entrenar a Hipo, sin embargo, las situaciones positivas en su mente eran aún más fuertes.
El pequeño entró lentamente tratando de no hacer ruido, pero ambos notaron al instante que el menor de la familia había llegado.
— Hipo— lo llamó Hilda antes de que pudiera subir las escaleras hacia su habitación.
— ¡Hila, Papá...!— exclamó algo asustado por ser descubierto, antes de bajar el poco tramo de las escaleras que había subido—. Tengo que hablarles.
— Nosotros también tenemos que hablar contigo, hijo— comunicó el mayor.
— No quiero luchar con dragones— dijo el pequeño al mismo tiempo que su padre decía "Debes aprender a cazar dragones", provocando que ninguno en la habitación entendiera lo que ambos dijeron.
— ¿Qué?— preguntaron de igual forma.
— Tú primero— dijo Estoico, sin embargo, Hipo le contestó que él lo hiciera—. Está bien, tú ganas. Entrenarás con dragones, empiezas en la mañana.
La reacción emocionada que esperaba Hilda de su hermanito, no fue la que obtuvieron, provocando que sus cejas se unieran.
— Ay, cielos, yo debía haber hablado primero— se quejó el castaño mientras rascaba su cabello con nerviosismo—. Saben, me puse a pensar, tenemos vikingos cazadragones en exceso. Pero, ¿tenemos suficientes vikingos panaderos o plomeros?
— Necesitarás esto— siguió Estoico sin escucharlo, entregándole una gran hacha.
— No quiero combatir con dragones— negó tratando de sostener el arma que era el doble de grande que su cuerpo.
— ¡Por favor! ¡Claro que quieres!
— Te lo digo de otra manera— habló más lentamente—. Papá, no puedo matar dragones.
— Pero vas a matar dragones.
— No, estoy seguro de que no.
— Es hora, Hipo.
— ¿Quieres escucharme?— preguntó molesto.
Hilda se ponía cada vez más nerviosa, a la vez que la "discusión" aumentaba.
— Esto es serio, hijo— le explicó—. Cuando llevas esta hacha, nos llevas a todos contigo. Significa que caminarás como nosotros, hablarás como nosotros y piensas como nosotros— finalizó antes de señalar al muchacho—. Se acabó esto.
— Acabas de señalarme completo.
— ¿Oíste?
— Esta conversación es muy unilateral.
— ¿Oíste?
Hipo bufó antes de contestar.
— Sí, oí.
— Bueno— finalizó la conversación, antes de sujetar su bolsa para partir—. Entrena duro. Volveré, tal vez.
— Y yo estaré aquí, tal vez.
Estoico se fue, dejando solos a los hermanos quienes compartieron una mirada. Hilda se levantó de donde estaba sentada, mientras le indicaba a Hipo que se acercara al fuego. La mayor fue por un recipiente para servirle la comida a Hipo, quién la recibió con una pequeña sonrisa que no llegó a sus ojos, antes de empezar a comer con velocidad.
Hilda suspiró sentándose a su lado.
— Yo te entrenaré, no estarás solo— murmuró queriendo mantener la paz que se asentó en la sala, ahora que su padre se había ido.
— Lo sé— dijo el castaño metiéndose un bocado de la comida en la boca—. Solo quisiera que me escuchara.
— Él te escucha, es solo que...— se detuvo tratando de buscar las palabras correctas—. Es una de esas personas que deciden qué palabras escuchar.
— Es otra manera de decir que no lo hace.
— Yo sí lo hago— dijo mientras le sacaba el plato vacío de sus manos—. Esta mañana estabas emocionado por matar dragones, siempre lo has intentado. ¿Qué ocurrió esta tarde para que cambiaras de opinión?
— Yo... Eh...— le trató de contestar Hipo, sin palabras.
¿Cómo podría decirle a su hermana, la mejor cazadora de la aldea, que había derribado a un Furia Nocturna y que no había sido capaz de matarlo?
— No importa— lo interrumpió, al ver que la respuesta no llegaba—. Quieras o no matar un dragón, debes saber protegerte. Nuestro mundo está lleno de ellos, y quieras ser panadero o cualquier otra cosa, debes poder estar a la altura de la situación. Ya sea solamente, golpear a un dragón con una pequeña piedra— terminó riendo para aligerar el ambiente.
»Hubo una vez en la casi te pierdo, Hipo. No quiero que eso vuelva a ocurrir«, dijo recordando aquella noche en la cual encontró su valentía. »¿Lo intentarás? ¿Por mí?«
El castaño suspiró, sabiendo que no podía decirle que no a la única persona que lo apoyaba infinitamente.
— Está bien, por ti.
Hilda lo abrazó con un brazo sobre sus hombros con una gran sonrisa de alivio, por aquella respuesta.
— Prometo que, si algo sale mal, haré todo lo posible para nada te ocurra.
— Lo sé, Hilda— habló apoyando su cabeza en el hombro de su hermana mayor—. Siempre lo has hecho.
¡Segundo capítulo de Valhalla!
Vimos un poco más de la relación entre Hilda e Hipo, y qué función cumple ella en la familia, siendo la intermediara entre su hermano y su padre.
Espero que les haya gustado y me digan qué piensan de la historia♥
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