CHAPTER FIVE
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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐈𝐕𝐄
( why did you saved me! )
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EL DÍA HABÍA LLEGADO, HIPO SE ENFRENTARÍA al Pesadilla Monstruosa en pocos minutos. El pueblo aclamaba el nombre de su hermano, mientras Hilda se encontraba debajo de la arena preparando al dragón para su ejecución. Éste se retorcía en su jaula, mientras la pelirroja les ordenaba a unos hombres que lo llevaran a las puertas del recinto.
Un movimiento captado por el costado de su azul ojo, le llamó la atención, encontrándose con el Gruñón Tambaleante. Éste estaba arrastrando su cabeza, entremedio de los barrotes de su jaula, tratando de alcanzar la mitad de un pescado en el suelo, a pocos metros de su jaula.
Hilda recordaba a la perfección el día que lo vio llegar, fue exactamente en su primera clase del Entrenamiento de Dragones. Su padre junto a otros vikingos, habían capturado al Gruñón Tambaleante la noche anterior, en uno de sus saqueos.
Era, de todos los que tenían, el dragón más difícil de lidiar, siempre buscaba una manera de escapar. E Hilda debía admitir que tenía formas bastante ingeniosas, y que, si ella fuera la capturada, haría lo mismo.
Asegurándose de que nadie la estuviera viendo, la pelirroja estiró su pie hacia el pescado, el cual arrastró hasta la jaula del dragón. El animal alcanzó la comida con velocidad, devorándola en un segundo, a la vez que cambiaba sus escamas a un color amarillo.
Hilda jamás había visto ese color en aquella especie, siempre los había visto rojos, producto de su enojo; o incluso violetas cuando se encontraban curiosos. Sin embargo, este nuevo color no tenía significado alguno en ningún manual de dragones que haya leído en su vida.
Las pupilas del dragón se dilataron apreciando por unos segundos a la muchacha, el reptil volvió a alzarse en su verdadera estatura, sin sacarle los ojos de encima. Un leve sonido salió entremedio de sus alargados colmillos.
La pelirroja juntó sus cejas extrañada por la situación, no entendía por qué había hecho lo que hizo, ni por qué el dragón la miraba de esa forma. Pero se fue de ahí con velocidad, tratando de olvidar lo que había ocurrido entre ellos, en dirección a la arena.
—...Y nadie está más sorprendido, ni más orgulloso que yo— el fin del discurso de su padre, fue lo primero que escuchó la vikinga al salir—. Hoy, mi hijo se convierte en vikingo. ¡Hoy se convierte en uno de nosotros!
El pueblo aplaudió, ovacionando a la familia líder, mientras Estoico e Hilda se posicionaban frente al campo en sus sillas, para apreciar la pelea.
Hipo entró al lugar con su nuevo casco, provocando que los gritos se hicieran más fuertes. El castaño se acercó a las armas, para escoger un escudo y un pequeño cuchillo.
— Yo hubiera ido por el martillo— comenta Estoico, a la vez que la preocupación de su hija comenzaba a crecer.
Hipo asintió con su cabeza, dando la señal para que abrieran la puerta. De ella, el Pesadilla Monstruosa cubierto de su propio fuego, salió con velocidad comenzando a trepar por las cadenas que lo mantenían en la arena. Se giró hacia Hipo, antes de bajar lentamente para estar a su altura, pero lo que continuó los sorprendió a todos.
Hipo soltó tanto el cuchillo como es escudo, quedando desarmado ante el dragón.
»¿Qué está haciendo?«
Hilda no pudo contestar la pregunta de su padre, cuando vio como Hipo se sacaba su casco antes de tirarlo al suelo.
— No soy uno de ellos— dijo el castaño, generando impacto a su alrededor.
El dragón volvió a acercarse lentamente a Hipo, pero esta vez sus ojos habían cambiado, de igual forma que había hecho el Gruñón Tambaleante, minutos atrás.
— Detengan la pelea— ordenó Estoico.
— ¡No!— exclamó Hipo—. Necesito que todos vean esto, no son lo que creemos. No tenemos que matarlos.
El Pesadilla Monstruosa se encontraba cada vez más cerca de la mano del castaño.
— ¡Dije que detuvieran la pelea!— gritó el adulto, antes de golpear las cadenas con su martillo.
El estruendoso sonido provocó que el dragón se asustara atacando a Hipo, quién comenzó a correr. Tanto Hilda como Astrid encontraron la forma de meterse a la arena, tratando de salvar al muchacho. La pelirroja agarró un gran maso, al cual le dio impulso antes de tirarlo hacia la bestia, atinándole en la cara.
El dragón comenzó a perseguirla a ella, ganando una distracción para que Estoico abriera la puerta para su escape. Hipo y Astrid pudieron salir, sin embargo, cuando Hilda estaba a punto de llegar a la salida, el fuego del dragón lo evitó.
La pelirroja corrió en dirección contraria para que el dragón no se acercara a su familia, de repente calló al suelo con un golpe de su cola, antes de ser aprisionada por sus garras. El dragón gruñó frente a su rostro. Si la razón de su muerte era salvar a su familia, la recibiría con gusto.
— ¡Hilda, no!— gritó su hermanito, justo antes de que un agudo sonido, ya conocido, se escuchara.
Una explosión se escuchó, antes de que toda la arena se rodeara de humo, imposibilitando la vista. Una gran mancha negra atacó al Pesadilla Monstruosa sobre ella, dejándola libre.
El humo se dispersó, dando una clara imagen de un Furia Nocturna. Hipo se escapó del agarre de su padre, corriendo hacia su hermana, quién aún se encontraba impactada por la escena.
¿Acaso aquel Furia Nocturna los estaba defendiendo?
Su hermanito la ayudó a levantarse, cuando el Pesadilla Monstruosa se alejó vencido; para luego acercarse al dragón negro.
— Chimuelo, vete— le hablaba confundiendo aún más a la pelirroja—. Sal de aquí.
Pero el dragón no le hacía caso, viendo como muchos vikingos venían hacia ellos con sus hachas en alto, entre ellos Estoico. El dragón gruñó, viendo la amenaza, comenzando a alejar a quienes se quisieran acercar a los hermanos.
El Furia Nocturna terminó acorralando a su padre, a punto de activar el fuego de su interior. Pero la voz de Hipo lo detuvo.
— ¡Chimuelo, no!
El dragón se giró a verlo reprendido, antes de que el resto de la aldea comenzara a golpearlo para retenerlo.
»¡No lo lastimen!«
Hilda no entendía nada de lo que ocurría, su mente había dejado de prestar atención a la escena frente a sus ojos hacía ya bastante tiempo. Lo único que sabía, era que aquel dragón le había salvado la vida.
Rompiendo con todos los esquemas que alguna vez había creído de ellos.
Lo próximo que Hilda supo, era que el pueblo se encontraba preparando los barcos. Irían a la Isla de los Dragones, gracias a que Estoico utilizaría al Furia Nocturna. Solo un dragón podría encontrarla.
Habían atado a Chimuelo, como su hermanito lo había llamado, en el barco principal. Hilda lo veía luchando, sin embargo, al conectar su vista con ella se detuvo. La pelirroja se acercó lentamente, antes de preguntar por lo bajo.
— ¿Por qué me salvaste?— murmuró, acercando su mano hacia él. Pero los gritos de su padre acercándose la detuvieron.
— ¡Hacia las puertas de la Oscuridad!— gritó dando marcha a que los barcos se movieran hacia su destino.
La mente de Hilda comenzó a ir a miles de kilómetros, dudando de todo, en especial de ella misma. Nunca esperó hacer lo que haría a continuación.
Exclamaciones de sorpresa se escucharon, provocando que Estoico girara sobre su eje, encontrándose con que su hija había bajado del barco, justo antes de que se alejara del muelle.
La miró con sorpresa, confundido. Aquella bestia no solo había puesto a su hijo en su contra, sino que también a su hija. La furia comenzó a crecer en él, antes de acercarse al dragón en su barco.
»Llévanos al nido, demonio«.
Nuevo capítulo finalmente, perdón por tardarme pero la enfermedad de mi mamá está complicada y no puedo estar pendiente de wattpad como antes.
Ocurrieron varias cosas interesantes...
Chimuelo defendió a Hilda sorpresivamente, aunque aquella no fue el único encuentro que tuvo Hilda con un dragón en este capítulo ;)
Estoico furioso por sus hijos rebeldes jasjajs
Espero que les haya gustado el capítulo, no olviden de votar y comentar si les gustó♥
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