CHAPTER EIGHT

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓

( peace is over, hilda! )

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CAMALEÓN SE ENCONTRABA TOTALMENTE DETENIDO POR AQUELLOS CAZADORES de dragones, Hipo bajó junto a Chimuelo, dispuestos a defender a su hermana y al Gruñón Tambaleante. El castaño sacó a relucir su espada modificada con fuego para alejar a aquellos hombres de su hermana, específicamente a uno en particular que se encontraba sumamente cerca de ella.

— ¿Están de vuelta?— preguntó éste con una sonrisa, antes de ver al Chimuelo junto a los hermanos— ¡Que me parta un rayo! Es un Furia Nocturna, creí que todos estaban extintos. Parece que nuestra suerte acaba de mejorar, muchachos.

Las manos de Hilda se aferraron aún más a sus hachas, ante el comentario del hombre, que anteriormente, le había parecido guapo.

»No creo que Drago tenga uno de esos en su ejército de dragones«, finalizó provocando que los Haddock fruncieran el ceño.

— ¿Ejército de dragones?— preguntó Hilda totalmente confundida.

— Miren, no queremos problemas— Hipo intentó apaciguar las aguas, más la risa sarcástica del líder frente a ellos, les dio una respuesta diferente.

— ¡Debieron pensar eso antes de robar todos nuestros dragones y hacer trizas nuestro fuerte!— exclamó parándose sobre un inmóvil Camaleón, antes de señalar la gran montaña de hielo.

— ¿De qué hablas?— cuestionó Hilda— ¿Creen que nosotros hicimos esto?

— Capturar dragones ya es un trabajo bastante duro, sin que unos jinetes bienhechores vengan a rescatarlos— continuó sin escucharla.

— ¿Hay más jinetes de dragones?— siguió Hipo igual de confundido que su hermana.

— ¿Además de tu amigo ladrón de anoche?— contestó el líder— ¡Tú dime! Podrás tener de tu lado a un dragón que escupe hielo, pero nosotros necesitamos cubrir la cuota— prosiguió, ahora bajándose del Gruñón Tambaleante para comenzar a rodear a los Haddock— ¿Cómo le vamos a explicar esto a Drago Manodura?

— Drago Mano... ¿qué?— dijo Hipo, sin reconocer aquel nombre—. Nada de lo que dices tiene sentido.

— Espera un nuevo cargamento de dragones para su ejército mañana, y Drago no acepta excusas— dijo otro de los hombres, ganándose un asentimiento de su líder.

— Esto fue lo que gané la última vez que llegué con las manos vacías— habló el guapo hombre, después de abrir sus ropas para mostrar su pecho. Allí una gran cicatriz residía, la cual pareció ser sumamente dolorosa y provocando que Hilda comenzara a sentir un poco de empatía—. Prometió ser bastante menos comprensivo en el futuro.

— Mira, no sabemos nada sobre un ladrón de dragones, ni sobre un dragón que escupe hielo...— comenzó a enumerar Hilda, ganando su total atención, excepto por un breve momento en el cual él miró hacia arriba—...ni sobre el loco de tu jefe y su ejército de dragones. Sólo devuélveme mi dragón y nos iremos, persona extraña y hostil a la que no conozco.

Te faltó guapo.

— ¡Qué modales los míos!— rió el líder, antes de hacer una reverencia y sacar su espada—. Soy Eret, hijo de Eret, el mejor trampero de dragones que existe—continuó, antes de apuntarlos con ésta—. Después de todo, no cualquiera puede capturar a un Furia Nocturna.

El dragón mencionado rugió, ante la espada blandida en su dirección.

— Y él es Chimuelo, y dice que nos vamos— contestó Hipo—. Ahora.

— Eso dicen todos— murmuró con una risa— ¡Ataquen, muchachos!

Pero antes de que pudieran hacerlo, Chimuelo lanzó una bola de fuego sobre ellos, provocando que el hielo callera impidiéndoles el paso. Hilda aprovechó la distracción para cortar las cuerdas que mantenían captivo a Camaleón, antes de correr y subirse sobre él, escapando rápidamente con su hermanito.

— ¡Esos dragones no seguirán siendo suyos!— gritó Eret, haciendo que Hilda volteara a verlo— ¡Drago irá por todos ellos!



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Los dragones aterrizaron en medio de la aldea, llamando la atención de todos, incluido Estoico.

— ¡Ahí están! ¡Los orgullos de Berk!— exclamó su padre, viendo cómo se acercaban a la herrería de Bocón.

— Papá, ¿podemos hablar?— preguntó Hilda, acercándose junto a su hermano.

— ¿Hay algo que mueras por decirme?— contestó abrazándola por los hombros.

— No lo que te imaginas, pero sí— siguió la pelirroja—. Queremos contarte sobre la nueva tierra que encontramos.

— ¿Hay nuevos dragones?— preguntó Patapez emocionado.

— No nos quedamos para averiguarlo, esos tipos no eran muy amistosos— habló Hipo comenzando a trabajar.

— ¿No? ¿Su Furia Nocturna y su Gruñón Tambaleante no los hicieron correr?— preguntó Bocón.

— No, esto fue diferente— explicó el castaño—. No fue la típica huida veloz que he aprendido a disfrutar, estos tipos son tramperos. Tramperos de dragones.

— Su fuerte se encontraba completamente destruido y clavado en picos gigantes de hielo, jamás había visto algo así— lo siguió Hilda— ¡Lo peor es que creen que nosotros lo hicimos!

— Ustedes dos se van a meter en grandes problemas uno de estos días— habló Bocón—. No todo el mundo aprecia esta forma de vida.

— Bocón tiene razón, hijos— afirmó Estoico—. Es mejor ser más reservados. Además, Hilda, tendrás cosas más importantes de las cual preocuparte, cuando encuentres a alguien que...

— ¡Están reuniendo un ejército de dragones!— exclamó la pelirroja, sin saber si había sido por la gravedad de la situación o el simple hecho de que no quería oír a su padre repetir aquellas palabras—. Bueno, el tipo para el que trabajan. 

— Drago Mano Sangrienta o algo así— continuó Hipo.

— Manodura, Drago Manodura— lo corrigió su hermana, quién al ver la cara sorprendida de su padre, preguntó— ¿Lo conoces?

Estoico no contestó, sino que comenzó a correr por toda la aldea gritando órdenes a todos.

— ¡Encierren a los dragones! ¡Cierren las puertas! ¡Cubran las ventanas!

Todo el pueblo comenzó a acatar sus órdenes, entrando a la fortaleza junto a sus dragones.

»¡Ningún dragón ni vikingo sale de esta isla hasta que yo diga!«

— ¿Porque un tipo al que conocías está causando problemas en una tierra muy lejana?— cuestionó Hipo, persiguiendo a su padre junto a Hilda.

— Porque Drago Manodura es un demente, sin conciencia ni piedad— contestó a sus hijos—. Y si está reuniendo un ejército de dragones, que nos amparen los dioses.

— Entonces, vayamos de nuevo. 

— Seguiremos a los tramperos para llegar a Drago y hacerlo entrar en razón— sugirió Hilda.

— ¡No! Hay que fortificar la isla— negó Estoico.

— ¡Nuestro deber es mantener la paz!

— Se acabó la paz, Hilda— finalizó—. Debo prepararlos para la guerra.

— ¿Guerra?— cuestionó la pelirroja—. Papá, si Drago viene por nuestros dragones, no podemos esperar a que llegue hasta aquí. Eso nos pondría en peligro a todos.

— Vamos a buscarlo para hacerlo cambiar de opinión— Hipo apoyó a su hermana.

— No, hay personas que no cambian de opinión. Lo que debe preocuparlos es Berk.— miró a sus hijos a los ojos, antes de centrarse en Hilda—. Un jefe protege a los suyos.

Eso es lo que trato de hacer, pensó la pelirroja antes de compartir una mirada con su hermano, sabiendo perfectamente que pensaban lo mismo.

Ambos corrieron hacia sus dragones para despegar en vuelo, antes de que las puertas se cerraran. Podían escuchar los gritos de su padre, exclamando sus nombres, pero ya no había vuelta atrás.












¡Segundo capítulo basado en la segunda película!

Espero que les haya gustado el capítulo, no olviden de votar y comentar si les gustó♥





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