cupido no tendrá su final feliz
Advertencia: historia con contenido explícito (smutt). Se pide y se agradece discreción, así como evitar escribir comentarios fuera de lugar tanto para la historia como para la autora. Si no te gusta este tipo de contenido te invito a que abandones la historia para así evitar malos momentos, en el caso de que quieras continuar con la lectura espero que la disfrutes y muchas gracias por leer esto.
Te contaré la historia de cupido, el primer ángel que compartió su amor sin recibir nada a cambio...
O al menos eso era lo que debía pasar ¿no?
Bueno... Lee con atención...
Hace algunos años... Un catorce de febrero de un amor tan puro y especial, nació un niño curioso y lleno de belleza. Al nacer fue arrebatado de los brazos de su madre, para subir al cielo y cumplir su nuevo deber, como exigía la profecía...
Al llegar al cielo fue recibido por los cálidos brazos de Venus quién no dudo en darle de su dulce calor maternal impidiendo que niño creciera sin amor.
Con el pasar del tiempo Venus y Marte decidieron adoptar al pequeño, el cual nombraron cupido para darle el cariño y el amor que sus padres no pudieron darle al nacer y lo criaron como si fuese su propio hijo.
Durante los primeros años cupido fue preparado para su misión, pues para eso había nacido, luego de haber pasado una larga parte de su vida en el cielo donde jugó y salto entre las nubes su cuerpo se convirtió en un templo lleno de belleza, inocencia y pureza.
Digna de un ser divino, un ser angelical.
De su espalda nacieron dos alas tan blancas como las nubes que lo hicieron aún más hermoso.
Los ángeles estaban enamorados de él y su radiante belleza.
Y por más que confesaban su amor por el joven, Cupido sabía que su voluntad no era corresponder ese amor.
Cuando la labor de Cupido comenzó, el reino de los cielos colocó su propio grano de arena...
Ares quiso diseñar flechas especiales para el infante con la ayuda de Afrodita y Eris quienes crearon las flechas que hoy en día cupido usaba.
Las flechas de Afrodita estaban llenas de amor inocente y cariño, en cambio las flechas de Eris eran de odio y discordia.
Cupido sabía cuáles usar y cuáles no, porque para ello habia nacido.
En su sexto cumpleaños fue enviado a la tierra para hacer uso de sus nuevas flechas y asimismo hizo en cada uno de sus cumpleaños, cumpliendo la profecía al pie de la letra...
Ese día en el que cupido bajó a la tierra por primera vez, lo llamaron San Valentín. En honor a él y a lo que hacía.
Y Zeus se regocijaba al notar que todo iba perfecto para el joven... Sin saben lo que ocurriría en un par de años...
Hoy en su décimo octavo cumpleaños cupido iría nuevamente a la tierra a dar y arrebatar el amor a las personas que lo merecían.
Porqué Cupido no era alguien malo solo era alguien justiciero que hacía su deber al pie de la letra, alguien que hacía lo que le dijesen o pidiesen...
Aunque algunas veces era un chico travieso y hacía algunas cosas malvadas...
Solo para jugar, claro, era demasiado inocente como para hacer algo con verdadera malicia.
Pero hoy, hoy era el día en el que cambiaría todo para su vida...
La profecía decía que hoy, cupido conocería algo para lo que no fue preparado.
El joven de cabellos rubios estaba preparándose para ir a la tierra, vestía sus mejores trajes blancos y su aureola dorada sobre su delicada cabeza. Entre sus manos estaban sus flechas y arco, luciendo tan relucientes como siempre.
Y suspiró un par de veces intentando relajarse por lo que haría a continuación.
Pocas veces Cupido había bajado a la tierra y las veces que lo había hecho solo hacía lo mismo, no podía disfrutar de aquel lugar que para él parecía maravilloso, lleno de cosas extravagantes que en su mundo no había.
Porque Cupido era un pequeño ángel curioso, deseoso por conocer más allá de lo que su mundo le mostraba.
El joven se encaminó a las puertas del cielo, escuchando la voz de su madre deseándole un buen día.
Cupido extendió sus alas tan blancas y puras como él. Comenzando a hacer un lento y parsimonioso volado por los cielos sintiendo el aire fresco chocar con su rostro acanelado.
Jugó entre las nubes sintiendo la suavidad de ellas en su cuerpo y sonreía sin parar mientras comenzaba a descender lentamente. Al tocar tierra su cuerpo se estremeció por el tacto.
Había pasado exactamente un año desde que fue a ese lugar y se sentía como si fuese la primera vez.
Miró algunas personas pasear de la mano, otras caminar en soledad y muchas más hacer su vida con normalidad, para algunos "San valentín" no era un día especial, sino, un día como cualquier otro.
El chico se escondió detrás de un arbusto - a pesar de que él no era visto antes los ojos de los humanos - y vio una pareja de amigos, comer helado tranquilamente.
Ambos eran chicos. Uno de ellos era azabache y el otro castaño con piel nivea y ojos grandes.
Con cuidado sacó una de sus flechas de amor y las colocó en su arco dorado, preparándose para disparar.
La flecha estaba hechizada con un simple toque te enamorarás de la persona que también haya sido flechada.
Apuntó al chico de cabellos castaños y lo flechó...
Cupido sonrió felizmente cuando vio sus pupilas dilatarse y el color de sus mejillas aumentar.
Tomó otra flecha y apuntó al azabache.
Soltando un suspiro disparó, y espero pacientemente a que la flecha hiciera su efecto y cayeran perdidamente enamorados.
Pero los planes no sucedieron así, mientras el corazón del castaño latía con rapidez el azabache no sentía nada, absolutamente nada.
Cupido indignado por lo que había sucedido se acercó al azabache y sacó la flecha de su cuerpo.
Esta no había herido al chico así que no se tenía que preocupar por si llegase a sentir dolor.
Agudizó su vista y comenzó a examinar la punta de la flecha buscando algún defecto en ella...
Y al no ver nada frunció su ceño tocando la flecha con uno de sus largos y hermosos dedos. Pero no había nada, la flecha estaba en perfectas condiciones.
Lo que no espero fue que... La flecha hiciera efecto en él...
Y comenzó a sentir algo nuevo...
Sintió su corazón latir con fuerza y unas inmensas ganas de vomitar... Era la primera vez que sentía algo así y era muy raro, pero, amaba la sensación.
Su estómago daba mil vueltas y sus mejillas se sonrojaron.
De alguna manera u otra, el castaño que había flechado anteriormente podía verlo y se sintió tímido ante la mirada que aquel humano le concedía.
Era curiosa, muy curiosa y sobretodo llena de amor.
El castaño se acercó a él invadiendo su espacio personal.
Cupido tragó en seco al verlo tan cerca.
Y sin avisar el castaño dejó un dulce y diminuto beso en sus rosados labios haciendo que cupido suspirara asustado por las sensaciones que le provocó.
Deseaba salir volando de aquel lugar para perderse del castaño, el joven ángel no tenía ni idea de que las flechas tuvieran tanto efecto en una persona, pues jamás las había utilizado en sí mismo y después de esto no lo volvería a hacer jamás.
Cupido dio varios pasos hacia atrás y se dio la vuelta rápidamente tomando vuelo hacia el cielo.
Pero el castaño tomó su tobillo, impidiendo que se fuera.
──No te vas a ir~ ── susurró.
El rubio sintió el terror invadir su cuerpo e intentó aletear un poco más rápido para seguir subiendo. Pero eso hubiera funcionado si el chico no estuviera aferrado a su tobillo.
A causa de que no pudo seguir subiendo dejó de aletear y sus pies descalzos volvieron a tocar el suelo, se giró para encarar al castaño que sólo lo veía lleno de amor y emoción.
"No debes caer en la tentación de enamorarse" escuchaba la voz de su padre una y otra vez sin parar mientras era jalado de la muñeca por el chico.
Nervioso intentaba hallar la manera de escapar de él, no quería hablarle ni mucho menos lastimarlo. Comenzó a clavar sus acanelados pies en el suelo intentado detenerlo pero aún así no funcionaba. El humano era más fuerte.
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El ángel no sabía cómo había llegado allí, en ese momento estaba acostado en lo que parecía ser una cama, su arco y sus flechas estaban lejos de su alcance y su cuello era devorado entre besos y mordidas suaves por el castaño.
Que fue bajando poco a poco hasta su pecho cubierto por la suave tela de la camisa que cubría el pecho del ángel y obstruían el dulce camino húmedo de besos que había formado el castaño.
──¿Cuál es tu nombre? ── cuestionó el castaño entre los besos.
El rubio se sentía un poco incómodo y agobiado, esto era una experiencia totalmente nueva para él, jamás había sentido el placer y la excitación recorrer su cuerpo.
Era un pecado y lo sabía perfectamente...
──TaeHyung... Me lla-llamo... TaeHyung... ── respondió entre titubeos, jadeando suave y suspirando.
El castaño comenzó a desabrochar cada uno de los botones que poseía la camisa del acanelado y con sus pálidas manos el más joven deslizó con delicadeza la camisa de su contrario por sus bronceados hombros, con cuidado quitó la camisa sin hacerle daño a las hermosas y elegantes alas blancas que portaba cupido en su espalda.
Al quitar por completo la prenda blanca del rubio, el chico se percató del escote que esta tenía en la espalda e intuyó que era por sus hermosas alas y sonrió por ello.
El pecho del joven ángel se veía terso y delicado a los ojos del castañito, sus pupilas se dilataron y el deseo inundó su sistema, cupido se sentía asfixiado, la oscura mirada del humano lo ponía nervioso, el deseo de reflejaba en sus brillantes iris y pasó saliva con fuerza, lo quería, lo necesita, algo dentro de él gritaba por aquello ocurriera.
Quería que el desconocido le hiciera olvidar quién era, de dónde venía y cuál era su verdadera misión.
Algo le decía que debía pecar...
El castaño ensimismado se cernió sobre el delgado cuerpo del ángel y se quitó su camisa con desesperación, anhelaba ese contacto que se sentía tan prohibido por alguna razón.
Se acercó con sutileza a los labios contrarios, las respiraciones se combinaron y se hicieron más pesadas, el humano estampó sus labios contra los del rubio y un lento y constante vaivén entre sus lenguas que se hizo notar, los sonidos húmedos y lascivos inundaban el lugar.
TaeHyung se sintió desfallecer, esa sensación tan satisfactoria, tan placentera, sentía que iba a explotar, cada célula de su cuerpo se sentía tan caliente. Se sentía tan jodidamente bien, y no quería parar.
Por otra parte el castaño quería más, anhelaba poder hacer completamente suyo al angelical chico, sus labios eran tan suaves y esponjoso, eran dulces, sensiblemente exquisitos.
El humano se acomodó mejor en el blando colchón y le quitó los pantalones blancos que portaba el rubio, poniéndose entre sus piernas, logrando ocasionar una deliciosa fricción entre ambos miembros.
El acanelado soltó un gemido, estaba nervioso, era la primera vez que cometía tales actos mórbidos, la primera vez que se dejaba llevar por aquel sentimiento tan primitivo como lo era la lujuria, sus nervios fueron desvaneciendo de a poco con cada caricia y beso que le proporcionaba el castaño en su menudo cuerpo.
El más pálido fue bajando sus besos de los rosados labios del contrario hasta su cuello donde se dedicó a succionar y lamer con fervor la carne tierna del lugar, ocasionándole pequeños espasmos al rubio.
El castaño descendió nuevamente rozando sus labios con la tersa piel del acanelado, se detuvo en el centro del pecho de este y plantó un sonoro beso allí y se dirigió a uno de los marrones pezones del chico y seccionó con delicadeza, dando pequeñas lamidas y besitos.
TaeHyung gemía bajito soltando uno que otro jadeo, se sentía tan bien, pero deseaba más, quería más, lo quería todo del castaño.
Sabía que estaba mal, pero eso lo hacía mucho mejor.
Con sus delicadas manos tomó las hebras marrones entre sus dedos delgados y despegó la boca del chico de su pecho, lo miró a los ojos y pudo ver en ellos el mismísimo deseo y no resistió ante tal provocación.
Acercó el rostro contrario y estampó sus labios con los contrarios, a pesar de su inexperiencia dio todo de sí en ese beso.
El castaño sintió un pequeño y doloroso tirón en la cabecilla de su pene y soltó un gemido ahogado, el rubio cegado por el placer, enredo sus piernas en la cintura del contrario y se restregó contra su eminente erección ocasionándole un exquisito espasmo por fricción.
Sin aguantar más el menor arrancó la última prenda de ropa que el ser alado portaba y la tiró a algún lugar de la habitación, haciendo que se perdiese entre la oscuridad de esta y realizó lo mismo con su propia ropa faltante.
Se encontraban de piel contra piel, la sensación caliente del delicado cuerpo del acanelado le estaba matando lenta y dolorosamente, se acomodó entre las suaves y delicadas piernas del rubio y trazó con sus largos dedos un camino de pequeñas caricias desde su tobillo hasta la parte interna de sus muslos.
El miembro del humano se encontraba duro contra su vientre, con el líquido pre-seminal brotando y empapando el glande haciendo brillar la cabecilla roja, TaeHyung lo vio detenidamente y sintió una punzada en su vientre, se relamió los labios inconscientemente y levantó las caderas ansioso por ser despojado de su castidad.
El menor empezó a acariciar con sus manos la quijada del ángel, con su pulgar delineó su labio inferior y lo fue introduciendo de a poco entre sus belfos, el rubio no sabiendo muy bien que hacía, se dedicaba a lamer, chupar y morder suavemente su dedo, el castaño cerró sus ojos dejándose llevar por aquella extraña sensación de placer que le provocaba la caliente y húmeda lengua del chico al envolver su lengua en su dedo.
Sacó su pulgar empapado de la saliva del chico y puso enfrente dos dedos para que lamiera de igual forma y el rubio sin rechistar lo hizo envolviendo los falanges del pálido con su lengua. Sin saber bien lo que hacía.
──Hagamos esto, TaeHyung...
El castaño los sacó de la boca del mayor y bajo su mano con sutileza acariciando la pequeña entrada del chico.
Cupido soltó un chillido al sentir como uno de los dedos del chico se inmiscuía en su dentro de sí acariciando sus paredes internas, y cuando menos lo esperó otro dedo se coló y empezando con movimientos circulares y abriéndolos como si fuesen tijeras.
Ardía, Joder, ardía un puto infierno, pero aún así se sentía tan bien, ese ardor, ese dolor, no era nada comparado con el infinito placer que le ocasionaban los dedos del pálido, sentir la firme virilidad de este contra su muslo izquierdo causándole cosquillas por el roce y gimió fuerte.
La brillante aureola que el ser angelical portaba había empezado a tornarse opaca, del color oro brillante ya casi no quedaba nada...
La profecía se estaba cumpliendo lenta y dolorosamente.
Los dedos del chico salieron de su interior y soltó un quejido lastimero al sentirse vacío, pero inmediatamente fue reemplazado por un sonoro y gutural gemido al sentir la caliente y dura erección del chico ingresar dentro.
Ahora era negra, tan negra como el carbón...
El castaño se cernió sobre el menudo cuerpo del rubio y le propinó una fuerte estocada que descolocó al acanelado y le hizo perder la noción de espacio y tiempo.
Las embestidas empezaron a ser constantes, cortas y rápidas, el castaño gemía como si la vida se le fuese en cada empuje y el rubio no podía evitar clavar sus uñas en los anchos hombros del chico soltando pequeños gemidos.
Unieron nuevamente sus labios en una armoniosa danza la cual sus belfos parecían saber de memoria, sus lenguas se entrelazaban y el castaño sentía la dulzura de la boca del acanelado recorrer su paladar.
Ambos se habían unido, cometiendo pecado carnal, ese el cual es el más difícil de enfrentar, ese el cual nos hace a todos pecar. Pero quien no lo cometería, quien no restaría la paciencia de Dios a cambio de tal placer y éxtasis.
Los ojos de ambos se unieron y el rubio pudo percibir ese hermoso brillo en los ojos de bambi de su contrario creyendo que se volvería adicto a ver su mirada, sus hermoso y oscuros iris brillar como la galaxia estrellada...
Y ahora, van a sufrir...
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El sol se colaba por la ventana, la iluminación que producía molestaba al chico de cabellos castaños que sólo dormía en tranquilidad. Abrió sus ojos lentamente y vio un bulto envuelto entre sus sábanas. Sonrió al pensar que su querido YoonGi estaba allí.
Quitó suavemente las sábanas que tapaban al chico a su lado, lo primero que vio al descubrir su cabeza fueron sus cabellos rubios y sin vergüenza acarició lentamente sintiendo lo sedoso y suaves que eran.
Siguió apartando lentamente las sábanas hasta llegar a los hombros de acanelado.
El chico estaba de lado, dándole la espalda al más pálido que no entendía lo que sucedía. Se acercó un poco y pudo ver su rostro. Tan angelical y hermoso.
Tenía suaves facciones sin dejar de lado su masculinidad, su respiración era calmada, tenía sus ojos cerrados y las pestañas caían delicadamente sobre sus mejillas.
Con su dedo el castaño pico la mejilla del ángel, que se removió incómodo sin abrir sus ojos. El chico siguió picando de esta hasta que escucho una leve risa y algunos murmullos.
──¡Dionisio basta! ── volvió a reír y seguidamente de eso se levantó lentamente frotando sus ojos con el dorso de su mano. Y soltando un bostezo volvió a hablar. ──Tuve un sueño muy raro, estaba... Haciendo esas cosas que hacen los humanos con... Un chico... ¿Mmmh? ¡Este no es mi cuarto!
Cupido abrió sus ojos exageradamente y comenzó a girar su cabeza en distintas direcciones. Cuando se dio la vuelta completamente vio a un chico de piel blanca y cabello castaño. Justo como el de sus sueños.
Y los recuerdos volvieron a su cuerpo como un balde de agua fría.
──¿Tú... Tú quien eres? ── se sentía expuesto, desnudo, se sentía extraño.
Sus caderas dolían y sentía una extraña sensación en la espalda baja.
──Soy JungKook... ¿Cómo te llamas? ── el joven lo miraba curioso, impactado por la belleza del ángel.
──Cu-cupido... P-pero puedes decirme TaeHyung... ── susurró ligeramente avergonzado.
El chico - que ahora sabía que su nombre era JungKook - siguió observando al ángel tranquilamente.
Cupido se sintió un poco incómodo por la mirada del chico sobre él, y se dio cuenta de algo...
No traía ropa...
El rubio se dio la vuelta avergonzado y comenzó a buscar su ropa por todo el lugar. Estaba en una habitación grande y cómoda que claramente no conocía.
Tenía algunos muebles y cosas que en su mundo no había, era simplemente impresionante, siempre había tenido curiosidad por los humanos.
Ya vestido y arreglado volvió a darse la vuelta para encarar al chico. Asustado por lo que podría suceder.
Este lo miraba con sonrisa, sus pupilas estaban dilatadas y tenía un leve sonrojo. Extraño...
──¿Tienes... Hambre? ── preguntó despacio, realmente no quería asustar al chico, pero tampoco sabía cómo reaccionar.
──Yo creo que debería... Volver a mi casa. ── dijo con seguridad, quería huir de ahí porqué no había qué hacer.
Tomó su arco y flechas preparado para salir de aquel lugar que desconocía en su totalidad.
JungKook se levantó de la cama rápidamente para detener al chico, a diferencia de TaeHyung el si se había colocado su ropa la noche anterior.
──¡No puedes irte sin comer! ── una excusa barata que el inocente ángel creía pues nunca había sido engañado por una persona.
Cupido aceptó lentamente, con miedo.
El desayuno había pasado tranquilamente, JungKook había preparado algo que se llama sándwich de crema de maní y mermelada algo que cupido jamás había probado, también hizo algunas bromas que nuevamente cupido no entendía.
Sus mundo era totalmente diferente, las personas eran más serias y calladas.
En cambio en el mundo de jungKook era un poco más liberal y divertido, o al menos eso era lo que él había visto hasta ahora.
Horas después ambos se encontraban en el patio de la casa del antes mencionado, TaeHyung estaba preparándose para irse a su casa y no volver hasta el próximo año o a lo mejor hasta nunca.
Lo que había sucedido con JungKook sólo había sido algo provocado por las flechas, si le explicaba a Zeus la situación sabría que lo entendería.
Pero aún así no podía evitar sentir algo en lo más profundo de su ser, algo le decía que quería quedarse allí y vivir una vida junto al castaño.
Pero no podía, no debía hacerlo...
──Mmm... Creo que ya debería irme... ── murmuró decidido, teniendo en mente olvidar todo lo que sucedió.
──Oh, si... ¿Un último beso de despedida? Es de buena suerte. ── dijo el humano con una sonrisa pícara.
TaeHyung negó divertido y se acercó a él para dejar un suave y dulce beso sobre sus rosados labios.
Ambos sintiendo una corriente eléctrica al separarse.
Eso era amor ¿verdad?
Se dio la vuelta y extendió su alas blancas, siendo observado por los grandes ojos del castaño. JungKook miraba desde atrás como el rubio comenzaba a volar y alejarse.
Una diminuta lágrima corrió por su mejilla hasta perderse en el pequeño pasto que apenas empezaba a crecer.
Cupido volaba por los cielos rápidamente, tocando las suaves nubes y sentiendo el aire fresco chocar con su rostro.
Cuando llegó a las puertas del cielo, respiró profundamente, estaba seguro de que tal vez recibiría alguna reprimenda por parte de su madre por no haber llegado el día anterior.
Tocó el suelo del palacio sintiendo la tranquilidad recorrer por su cuerpo y a la vez culpabilidad, intentó caminar hasta su habitación pero sintió como su cuerpo era detenido.
Marte, su padre, estaba detrás de él sujetando su hombro, este tenía una cara de desaprobación. Algo que incomodaba al chico alado.
Este lo llevó hasta la sala del trono, donde se encontraba Zeus observando algunas copas que estaban a su lado.
Estaba esperando a TaeHyung...
Cupido bajó la mirada ante él, sintiéndose más pequeño de lo normal.
──He vuelto, mi señor... ── saludó el joven con un tono cordial.
Esperaba una reprimenda y una advertencia, en cambio sintió como uno de los guardias de allí le arrebataba su arco y sus flechas.
Frunció su ceño sin entender lo que sucedía y Zeus alzó la mirada para encontrarse con la de cupido que estaba llena de confusión.
──Mirate... Estás sucio...── su voz era profunda, llenando de miedo al chico.
TaeHyung miró su atuendo, estaba completamente limpio.
No entendía a lo que se refería.
──¿Te has visto en un espejo? Estás lleno de marcas en el cuello... Y tu aureola... Da pena... ── Zeus tomó un espejo de mano y se lo tiró al chico.
Con dificultad TaeHyung pudo atraparlo y se miró en el, era cierto su cuello estaba lleno de marcas moradas y rojizas.
Su aureola estaba negra... Cual carbón eso significaba una cosa.
Él había pecado... Justo como decía la profecía.
Había cometido el acto más terrible que un ángel podía hacer.
El pecado carnal...
Y había perdido toda su pureza angélica que portaba.
Y peor aún había sido con un humano...
Aquellos seres tan sucios y pecaminosos.
Zeus hizo una señal con su mano y varios guardias sujetaron a TaeHyung de los brazos, otro se acercó a él y le arrebató su querida aureola.
Cupido comenzó a removerse intentando zafarse de aquellas personas que lo tenían retenido.
Estaba asustado... Muy asustado...
Al ver que intentaba escapar, algunos ángeles fueron a sujetarlo y el rubio comenzó a llorar sin parar sintiendo como era retenido.
──Háganlo.──manifestó Zeus con la poca paciencia que le quedaba.
──Zeus no hagas esto. Por favor es solo un niño... ── Su madre Venus comenzó a defenderlo. Tratando de calmar la furia del dios.
──Shhh, vimos la profecía y él sabe que debe pagar por el pecado que cometió. ── respondió con un tono severo, recordándole a la mujer lo que había visto el día anterior cuando el rubio no estaba. ──Es la ley y TaeHyung lo sabe.
Dos personas tomaron sus alas extendiendolas hasta el punto de lastimarlo. Empezando a jalar y a jalar, cada vez más y más, con todas sus fuerzas.
Estaban arrancando sus alas y no podía haber nada contra ello.
Iba a pagar y así sucedió.
El sonido de su llanto se podía escuchar por todo el palacio pero nadie sería capaz de ir contras las reglas de Zeus y desafiar al dios.
Su hermosas alas blancas fueron arrancadas sin piedad, arrebatando todo.
Sin nadie que lo detuviera...
Sin nadie que lo ayudará...
Aquellas alas cayeron al suelo haciendo un sonido seco y TaeHyung fue soltado por los guardias.
Giró su cuerpo y contempló cómo sus alas comenzaron a tornarse negras al igual que su aureola.
Sus lágrimas no paraban de salir, su espalda dolía, ardía, sentía su cuerpo morir.
Lo siguiente que sucedió fue la expulsión de TaeHyung...
Más nunca volvería a llamarse cupido y pronto nacería alguien más que sería su reemplazo por siempre y para siempre.
Y TaeHyung no encontraría a su amado jamás.
Ni en esta ni en las próximas vidas...
Caminaría por la tierra sin un final donde detenerse o donde descansar y el mundo sabría el error que había cometido. El joven viviría el infierno en tierra, siendo el peor limbo de todos, tal y como lo decía la profecía.
Porque el deseo es el pecado mas asqueroso y horrible del mundo.
Y TaeHyung debía pagar su condena por haber caído ante el deseo carnal.
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