Capítulo 9

Me desperté todavía sintiéndome  cansada de la noche anterior, por suerte, ese día no tenía clases ya que era el último viernes del mes y al parecer, siempre los dejaban libre.

Tomé una ducha y salí hacia a la cocina a comer algo. Eran las ocho de la mañana, mi padre ya había salido a trabajar. Aún tenía esa parte de mí que creía que él se había enterado de todo y quería matarme, pero igual intentaba estar lo más tranquila posible.

Pasé parte de la mañana haciendo deberes y organizando un poco la casa. Al llegar el medio día ya estaba esperando impaciente a mi padre, mirando a la puerta y al reloj continuas veces.

En una de mis muchas ojeadas a la ventana, logre verlo caminando, acercándose a casa. Tomé aire cuando escuché la puerta abrirse y me asomé a recibirlo.

— Hola, padre. — marqué una pequeña sonrisa y le ayudé con su chaqueta.

— Hola, Ellie. — respondió serio como siempre.

Hasta ahora no notaba nada extraño.

— ¿Cómo te fue en el trabajo? — entramos a la cocina.

— Bien. Estuvo tranquilo. — respondió sirviéndose agua. Yo afirmé con la cabeza entendiendo.

— Hoy podríamos salir a hacer las compras que faltan. — propuse. — necesitamos varios platos, vasos y almohadones.

— Si. Hoy puedo. Almorcemos primero. — dijo antes de salir al baño a ducharse y dejarme sola en la cocina.

Me sentí completamente aliviada, como si me quitarán un peso de encima. No sospechó de nada y estaba totalmente normal. Aunque es cierto que sabía que lo que había hecho estaba mal y es por seguro que no lo haré otra vez.

Tardamos maso menos una hora en almorzar para luego tomar camino al centro del pueblo. Estuvimos recorriendo todo buscando cada cosa que necesitábamos que, resulta, era más de lo esperado.

Comimos, en la tarde un helado en un pequeño local y de nuevo nos encontrábamos en las calles, explorando locales.

— Vamos al super. Nos faltan legumbres. — demandó cambiando el rumbo hacia dicha localidad.

Yo acepté y comencé a caminar con él, distraída pensando en lo que iríamos a comprar. No tomé en cuenta que Lucas estaría allí y ahora lo veía en la registradora trabajando.

Entré en pánico, pues sabía el pequeño odio que mi padre le tenía, por lo que le rogué al universo que lo pasara de largo.

— Iré por cilantro. Busca tú las habichuelas. — clamó, comenzando a caminar con el carrito sin siquiera mirar al castaño. Me alivie cuando lo hizo.

— Mi fan número uno. — comentó Lucas irónico señalando a mi padre con la mirada y una risa sarcástica.

— Lo siento, en serio. — me disculpé, apenada por él.

— Esta bien, saber que alguien me quiere asesinar, es tan satisfactorio. — alzó los hombros, de nuevo sarcástico. Yo reí.

— Ya vuelvo, iré por unas cosas.

Me fui a buscar lo antes predicho y algunos otros alimentos más. Mi padre me hizo señas para reencontrarnos y posicionarnos en la caja.

Lucas comenzó a registrar nuestras cosas y mi padre lo miraba como intentando reconocerlo.

— ¿Es este el muchacho de la otra vez? — me susurró ladeándose hacia mí, sin quitarle la mirada de encima.

— Si. Es...

— ¿Trabajas aquí? — me dejó con la palabra en la boca cuando quiso hablarle a Lucas. Él alzó levemente las cejas sin esperar esa acción y se vio dudoso por unos segundos.

— Eh... Si, si, aquí trabajo.

— Bien. — asintió, inspeccionando con la mirada. — buen lugar.

— Gracias, es de mi padre, trabajamos toda la familia aquí. — explicó.

—  Eres un buen muchacho. — admitió y lo señaló con sus dedos. Lucas sonrió por el cumplido terminando con las últimas bolsas.

— Gracias, eso es...

— Pero no para mi hija. –— la sonrisa del castaño, se borró por completo demostrando ahora una cara de decepción. A mi se me hizo un poco graciosa la escena.

— Muy inmaduro. — opinó más para sí mismo, negando con su cabeza.

— Perdón señor, pero creo que le di una mala impresión la otra noche. — trató de excusarse. — si me permitiera...

— Lo siento. Tenemos que irnos ya. — de nuevo, mi padre habló sin dejarlo terminar y agarró las bolsas saliendo serio del local. Le di una mirada de rendimiento a Lucas y salí tras él.

— Esperen — gritó el castaño acercándose a nosotros y robándose la atención de ambos. — quisiera presentarle a mi padre, creo que se llevarían muy bien. — intentó darse puntos.

Me sentía mal por el pues sabia lo mucho que quiería agradarle, pero creo que esto solo arruinaría más las cosas.

Mi padre meditó unos segundos.

— No. — negó y se volteo retomando el camino a casa, como si nada. A veces era muy infantil.

— Ya no lo intentes más, Lucas. — posé mi mano en su espalda animándole.

— Solo quisiera que me dejara de dar esa mirada de "eres un mediocre, tonto, que no sirve para nada" — imitó, pasando los dedos por su cabello frustrado.

— Muy en el fondo, le caes bien.

Él dio una mirada nada convincente.

— Lo que sea, volveré a trabajar. Te veo en la escuela.

— Adiós.

Me encontré otra vez con mi padre que iba unos pasos más adelante y caminamos unas calles más hasta que llegamos por fin a casa. Descargamos todo, lo organizamos y después, me ocupé haciendo la cena.

Disfrutamos, luego, de unos deliciosos fríjoles, cuando comenzaba a caer la tarde.

— Están muy ricos. — me felicitó mi padre, probando de la cuchara en su mano. Yo sonreí orgullosa.

— Si, admito que me lucí. — los saboree dichosa.

De nuevo, el silencio inundó la cocina. Mientras comía, comencé a pensar en lo antes ocurrido. Fue extraño notar que a Lucas de verdad le afectó como lo trató mi padre, sabía que podía llegar a ser muy duro con la gente, pero con él, ya se estaba excediendo. Tenía que hacer algo, o intentar, aunque sea.

— Padre. — llamé su atención y posó su mirada en mí. — Quería hablarte de Lucas.

— ¿El del súper mercado? — preguntó disgustado. — muy irrespetuoso.

— ¿Irrespetuoso? Lo único que ha hecho es intentar agradarte. — expuse intentando controlar la rabia.

— Pues no lo ha logrado. Y no lo hará. — respondió molesto, como siempre con su rostro tenso. Yo suspiré.

— Pero ni siquiera le has dado una oportunidad, es un gran chico, tienes que conocerlo.

— Que no, Ellie. — claramente él quería que esta conversación terminara, pero yo no me iba a rendir.

— Padre tengo diecisiete, ¿Cómo vas a hacer cuando tenga novio, entonces?

Él arqueó sus cejas extrañado por esa respuesta. Y la verdad, yo también lo estaba.

— ¿A qué viene todo esto? ¿Por qué de repente te urge tener novio?

Ya conocía el tono que estaba usando, no era nada bueno.

— No dije eso, yo solo...

— Basta, Ellie. — se levantó brusco de la mesa, con la intención de irse a la cocina. — Terminó esta conversación.

— Pero escúchame, una vez, por favor. — le pedí dejando mi plato de lado y mirándolo fijamente. Él se quedó en silencio. — es por mamá, ¿cierto?

Seguía callado.

Lo mire melancólica y triste. Me acerqué a él y le di un abrazo al que no respondió, pero sabía, necesitaba.

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Lucas en galería.

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