Capítulo 8
— Ahora, como dije antes, la noche es joven, vamos. — dijo feliz Javier, dando pequeños saltos entusiasmado.
— Admito que es divertido. — confesé sonriendo dichosa y caminando con él.
Lucas también se puso a nuestro lado.
— Quiero que sepan que no estoy de acuerdo con esto. — dijo amenazador. — pero si, es divertido. — intentó esconder una sonrisa, cosa que no funcionó.
— Que nos vamos a divertir, Lucas. — se acercó a él y le pego levemente en la espalda. — ahora corran, que nos vamos es a pasarla bien. — agregó, Javier feliz antes de comenzar a correr.
— Espéranos. — le pedí riendo e intentando alcanzarle el paso.
— Claro y a mí me dejan atrás. — se quejó el castaño, ya persiguiéndonos.
Pasamos por todas las calles riendo y bromeando, yo todavía seguía sin saber a dónde nos dirigíamos, pero realmente no me importaba. La estaba pasando bien y eso me bastaba.
Luego de unos minutos, noté que estábamos saliendo de la ciudad, así que por lógica lo deduje. Íbamos al lago.
Nos adentramos en él y nos sentamos, justo donde antes me había sentado sola con Lucas: en el muelle. Yo al lado de ambos, quedando en la mitad.
— Ves que no fue tan malo, santita. — Javier me miró burlón y me empujó levemente.
— Si, no está nada mal. — admití admirando la vista.
Por la oscuridad de la noche, el pueblo se veía totalmente negro con unas pocas luces al fondo. El sonido del agua correr, tal y como la última vez, era relajante y pacífico. La luna estaba grande y alumbrante, por lo que no necesitábamos de linternas o alguna luz superficial.
— No creas, este pillo también se escapó de su casa. — me dijo inculpándolo divertido. — no es tan perfectico como parece. — murmuró esperando que la víctima escuchara.
— Javier. — pronunció irritado con un poco de gracia. — no es como si no lo hubiera hecho antes. — alzó los hombros.
— Uy, cuídadito, si es que tenemos a un "bad boy" por acá. — dijo señalándolo y fingiendo sorpresa. A todo esto, yo solo disfrutaba verlos discutir.
— Ya vas a empezar. — rodó los ojos estresado.
— Párense. — ignoró el comentario del castaño — les quiero mostrar algo. — incitó levatándose. Lucas y yo nos miramos confundidos, pero lo hicimos.
Javier suspiró dudoso.
— No creo que me vayan a perdonar esta. — yo reí por lo dramático que se veía.
— ¿De qué...
Lucas no alcanzó a terminar su oración pues ya estaba tirado en el agua, al igual que yo. Javier nos había empujado feliz y juguetón, para luego tirarse el.
— ¡Pero que mierda, Javier! — gritó furioso el castaño, cuando salió a la superficie. — eres un imbécil.
Javier solo reía a carcajadas.
— Ahora me dará un resfriado. — me quejé enojada.
— Vamos par de amargados, anímense. — alentó.
Yo sonreí.
— Bueno ya nos mojamos. — dije mirando a Lucas, quién echaba fuego por las orejas.
— Ah, no, esta no te la perdono. — contestó acercándose a Javier y tirándosele encima. Él lo esquivó.
— Pero que esto podemos dialogarlo, ¿Eh? — respondió divertido por la situación.
— Oigan cálmense. — traté de tranquilizarlos.
— Que no. — alegó Lucas lanzándole una oleada de agua con las manos, acción que también me afectó a mí.
Le di una mirada asesina.
— No, Ellie. Podemos dialogarlo. — expresó asustado, aunque con una pequeña sonrisa burlona.
— ¿Ah, sí? Toma esto. — le devolví el gesto divertida.
En efecto, una acción llevo a otra y terminamos en una guerra de agua los tres. Nos tiramos y lanzamos como bombas, y parecía que ya no era necesario bañarme pues ahí ya lo había hecho.
Luego de varios minutos allí, y gracias al frío que comenzaba a dar, salimos del agua e intentamos secarnos un poco.
A eso ya de las cuatro, aún sin el sol salir, tomamos camino de vuelta a casa. Gracias al cielo mi padre siempre se levantaba a las siete para trabajar, así que por él no me preocupaba. Al menos, hasta ahora.
Lucas tuvo que irse devuelta corriendo, pues sus padres ya se despertarían y quería aprovechar para dormir hasta el mediodía que trabajaba, dejándonos a Javier y a mi solos.
— Aunque lo que hiciste no me gustó para nada. — lo miré rencorosa. — me divertí mucho hoy.
— Que va. — respondió ofendido. — conmigo siempre se pasa bien, me alegra que te hayas divertido. — me miró con una orgullosa sonrisa.
— Si, no te negaré eso. — asentí, dándole la razón. — ¿Por qué quisiste invitarme?
Quise preguntar, pues la verdad es que con él no había interactuado mucho, antes de todo esto claro.
— No lo sé. — hizo una mueca. — me gusta hacer sentir bienvenida a la gente. — alzó los hombros.
Yo me quedé algo sorprendida.
— Eso es lindo. — contesté dándole un pequeño empujón.
— Nah. — dijo quitándolo importancia. — ¿Acaso no es eso lo que haces vos también?
— ¿Que?
— Vas por ahí saludando a todos e intentando incluirlos en cada cosa que podes. — explicó. Yo medité unos segundos.
— Entonces supongo que los dos nos parecemos mucho. — reí. Él sonrió y comenzó a jugar con las hojas de los árboles mientras caminaba.
— ¿Nunca antes habías hecho esto? — preguntó. — salir así.
— Creo que no. — respondí. Ya estábamos a una cuadra de mi casa. — y siendo sincera, todavía me siento mal por hacerlo. — agregué ansiosa.
Él me miró agotado.
— Vamos, Ellie. — me dio un empujón de ánimo. — no sos mala hija por salir a divertirte. Mírame a mí. — se señaló burlón haciéndome reír.
Ya estábamos en mi casa.
— Ya tengo que entrar. — dije mirando hacia la ventana. — fue muy divertido.
— Te dije que lo sería. — suspiro pasando sus manos por su cabello. — y perdóname por mojarte.
— Esta bien, ya no me tendré que bañar. — bromee.
— Eh, que eres una asquerosa. — dijo alejándose y tapándose la nariz, burlón.
— Si me bañare, era una broma. — aclaré riendo, cosa que el también hizo.
— Bueno, te veo luego, adiós. — comencé a aproximarme a la ventana.
— Adiós, no te sigás torturando, igual lo rudo a ti no te queda. — le di una mirada seria antes de abrir la ventana y adentrarme en mi habitación.
Muy cuidadosamente y haciendo el menor ruido posible, logre mi objetivo. Me metí al baño a cambiarme, quitándome la ropa mojada y me tiré cansada en la cama cayendo muerta a dormir.
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Javier en galería.
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