Capítulo 7

Moví la manija de la puerta y la abrí expectante, entrando con Katia detrás de mí.

— Hola, padre. — anuncié colgando mi abrigo. — puedes dejar tu abrigo aquí. — le indiqué a Katia mientras me entré en la cocina buscando a mi padre.

— Ya llegué. — dije al encontrarlo en la mesa leyendo.

— ¿Como te fue? — preguntó sin mirarme.

— Bien.

Me quedé viéndolo unos segundos pensativa.

— Una... Una amiga vino para estudiar. — dije nerviosa mordiendo mi labio.

Él posó su mirada en mí.

— ¿Que van a estudiar?

— Matemáticas, bueno, geometría para ser más exacta.

— Bueno. — asintió. Yo suspiré aliviada por su respuesta. — compórtense. Y espero ver las calificaciones al final del mes.

— Si señor.

Salí feliz corriendo de vuelta al pasillo pero, antes de llegar, quise devolverme donde mi padre a darle un un fuerte abrazo.

— Gracias. — susurré y lo sentí sonreír.

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Toda la tarde estuvimos estudiando y comiendo, más que todo comiendo. Mi padre salió a trabajar dejándonos solas. Gracias a Katia, como buena tutora que es, entendí a la perfección el tema y me sentí ya lista para afrontar la clase.

Eran las tres treinta y estábamos repasando de nuevo las lecciones cuando el timbre de mi casa sonó.  Ambas nos miramos confundidas.

Me paré a abrir convencida de que sería mi padre, aunque normalmente no llegaría a esa hora.

— ¿Lucas?

Me encontré al castaño parado frente a mi puerta con Javier acompañándolo a su lado.

— Hola, Ellie.

— ¿Como supiste donde vivía? — pregunté sin recordar el momento en que le había dicho tal dato.

— La vez que tu padre te reprendió y me dijo que nunca te podía volver ni a mirar, alcancé a ver a que casa se entraron. — explicó.

— Oh. — pronuncié entendiendo. — hola Javier. — saludé. El devolvió el gesto.

— ¿Esta él? Tu padre. — preguntó inquieto, intentando mirar a través de la puerta.

— No, está trabajando.

— Agh. — bufó decepcionado. — quería hablar personalmente con él para disculparme. No es lindo saber que hay alguien por ahí que piensa que eres un criminal.

— Tampoco un criminal, no exageres.

El me dio una mirada irónica.

— El punto es que, no te puedo ayudar lo siento. — lo despedí desilusionada. — y, como bien sabes, no te debería estar ni hablando en estos momentos.

— Pero, ¿qué es todo ese numerito que se están haciendo? — interrumpió Javier. — vení Ellie, que tu padre no está, ¿o acaso tiene cámaras? — alentó.

— Es en serio, si me llega a ver...

— Eh, que no te va a ver. — se frustró. — tenés que relajarte un poquito, salgamos ya, que ni siquiera está. — incitó mirando hacia adentro.

— Lo siento, pero no puedo. — alcé los hombros sin alternativa.

— ¡Ellie! — escuché un gritó desde la sala y recordé que Katia continuaba allí.

Me asomé y le hice señas para que se acercara, cosa que hizo.

Pagaría por ver de nuevo la cara que hizo al ver a Javier.

— Pero ella si puede. — la señalé alegre. — deberías salir con ellos, diviértanse.

— Yo... No... No hemos terminado de estudiar, no podría. — negó titubeando e intentando evadir la mirada de Javier.

— Eres Katia, ¿No? — dijo él, intentando reconocerla. — Claro, ¿Como has estado?

— Bien. — respondió tímida. Yo no dejaba de sonreír.

— Vení, vamos que ya han estudiado mucho.

— Ay, ya Javier. — lo reprendió enojado Lucas — Lo siento chicas, ya no las molestaremos más. — excusó. — otro día vuelvo, ¿si?

— Esta bien.

Cerré la puerta y abracé a Katia emocionada.

— Si, se van a casar. — la miré ilusionada. Ella no paraba de sonreír nerviosa.

A eso de las cinco o seis, Katia se fue devuelta a su casa. Organicé todo lo que habíamos dejado tirado en la sala y me acosté en mi cama cansada.

Mi padre me levantó luego para ayudarle con unas cosas en la cocina, luego de hacerlo, me tomé una deliciosa colada y regresé decidida a dormir

Estaba en mi quinto sueño ya, cuando un fuerte golpe en la ventana me despertó enseguida. Confundida y algo asustada, me paré de la cama y me asomé quedando aún más confusa al ver a Lucas y Javier afuera en la calle.

— Estoy soñando, ¿cierto? — hablé con una voz ronca y frotando mis ojos.

— No, que somos nosotros, Javier y Lucas, más reales que nunca.

— Eres un estúpido, cabezota y terco, esto es una pésima idea. — escuché a Lucas quejarse.

— Ay, cállate pelotudo. — respondió en voz baja.

— ¿Que hacen aquí? No saben que mi padre está casi que al lado. — miré a su habitación angustiada.

— Por eso, entre más rápido salgás, mejor. — me apuró, Lucas seguía detrás protestando.

— No, ¿Estás loco? ¿Como piensas que voy a salir?

— Vos y tus dramas. Solo es abrir la ventana, agradecé que no estás en un segundo piso. — creo que intentaba animarme, pero eso no lo logró.

— Dejaste la cabeza en casa, ¿no? Porque esa es la única razón lógica para que estés aquí, a las tres de la mañana. —  contesté enojada.

— Dejá el drama y ven. Aprovechá que la noche es joven y tu papá ni cuenta se va a dar.

Lo que dijo me dejó dudosa. Tenía razón, si salía ahora mi padre nunca se daría cuenta y este sería probablemente el único momento en que, genuinamente podría hacerlo.

Mi yo interno me estaba gritando fuerte que lo hiciera, pero a la vez sabía que si lo hacía estaría traicionando a mi padre. No era capaz de hacerlo, no.

Pero, ¿y si esto es lo que tenía que hacer? ¿Acaso no era esto lo que los de mi edad suelen hacer? Tal vez no se moleste tanto si le digo eso.

—  Esta bien. —  tomé aire y valor.

No me malinterpreten, estaba completamente aterrada pero muy, muy emocionada a la vez.

— ¡Esa! — celebró Javier en voz baja.

— Están locos. Los dos. — alegó Lucas con sus brazos cruzados.

Yo me reí por cómo se estaba comportando, me parecía de esos chicos jóvenes que tenían mentalidad de adulto, o al menos así lo veía yo.

Revisé por una última vez la habitación de mi padre, confirmando que si estaba dormido. Luego, di un profundo suspiro, abrí la ventana y salté cuidadosamente.

Lo hice, y se sintió muy... bien. 

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Lucas en galería.

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