Capítulo 6
— Padre, yo...
— A casa. Ahora. — ordenó recto.
— Señor, podemos dialogar esto, le puedo explicar. — intentó ayudar Lucas.
— No hables ni conmigo ni con mi hija. Nunca. — respondió mirándolo directamente a los ojos, amenazante. - Vámonos. — clamó antes de darnos la espalda y empezar a caminar.
Yo le di una mirada desconcertada a Lucas, para voltear mi torso y caminar detrás de mi padre.
En todo el camino no me dirigió la palabra ni una vez, quería explicarle, quería decirle que no había hecho nada malo, pero me acobardaba y callaba.
Llegamos a casa, el aún sin mirarme. Colgó su chaqueta en el perchero y se metió en la cocina a lavar unos platos que había.
— Esta bien, yo puedo lavarlos. — dije sin obtener respuesta. — Padre, solo escúchame por favor... — él siguió en silencio. — es que no quería perder la oportunidad de conocer bien este lugar...
Al ver que seguía sin contestar proseguí.
— Me mostró un hermoso lago y la gran iglesia que tanto te gustó cuando la viste. — describí. — y.... fui a cenar con su familia, fueron muy amables, es un chico muy querido y te prometo que no...
— No sabes nada, Ellie. — respondió interrumpiéndome. — No lo conoces. Apenas si se han hablado.
— Pero un pequeño paseo no le hace daño a nadie. — intenté apaciguar las cosas.
— No pienso tener esta conversación contigo. — negó frustrado mientras ponía los platos en el fregadero.
— Pero no es justo. Padre, no hicimos...
— ¿Tú que vas a saber que es justo y que no? Hago lo mejor para ti. Te intento proteger. — explicó irritado, cansado de esta conversación.
— ¿Protegerme? — empezaba a salirme de humos. — lo estás arruinando todo.
Él me ignoró.
— Padre, entiende, no me va a pasar lo mismo que le pasó a mi madre, ya déjalo — dije exhausta. Él abrió sus ojos sorprendido.
— ¿Qué?
Tragué saliva dándome cuenta del error que acababa de cometer.
— Eres una egoísta, Ellie. — dijo mirándome decepcionado. — De la escuela a casa y de la casa a la escuela. No más.
Yo, aterrada, preferí no decir más y correr a mi cuarto.
Dios, ¿Como fui capaz de decir algo así?
Desgraciadamente, esto no era sorpresa, siempre tenía ese problema, no medía mis palabras y no sabía cuan dolorosas podrían llegar a ser para los demás. Dolía demasiado saber que llegué a herir a mi padre con las acciones que tomé. Sabía que lo había defraudado.
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La clase de historia había empezado. Admito que no estaba tan concentrada como quería, tenía mucho sueño y con lo de mi padre, no lograba centrarme en Grecia y sus miles de batallas.
Continué así, incluso en clase de Geometría. En esa estuve a punto de dormirme, hasta que un dedo tocó mi hombro azarándome.
— Ellie, ¿Sigue en pie lo de hoy? — escuché la suave voz de Katia preguntar.
Rayos, lo había olvidado. No creo que le vaya a molestar a mi padre, digo, a él siempre le cayó bien Francis y Olivia, tal vez podía pasar lo mismo con Katia.
Estaba claro que me estaba mintiendo a mí misma.
— Claro ¿Entonces en mi casa?
— Si.
— Ok, podemos encontrarnos a la salida. Iré a almorzar. — dije cuando noté que la clase había acabado — ¿Vienes? — intenté invitarla, pero negó, cosa que respeté.
Como siempre, me dirigí al mismo árbol de siempre a almorzar. Desde allí, podía visualizar a los estudiantes caminando de un lado a otro parloteando y riendo. Me gustaba observar y ahí me pasaba el rato.
Luego de unos minutos, las risas bullosas de varios chicos llamaron mi atención, los reconocí inmediatamente; Lucas y sus amigos.
— Eh, pero mira quien está aquí. — habló Javier sonriente al notar mi presencia. — ¿Como está la nuevecita? — confiado, a mi lado se sentó.
— Tu novio ha estado muy preocupado por ti. — me comentó un rubio burlón refiriéndose a Lucas.
— La mencioné una vez y ya somos novios, genial. — alzó sus manos estresado. — con ustedes no se puede hablar, todos son unos inmaduros. — agregó rodando sus ojos. Los chicos rieron al igual que yo.
— Vamos que has encontrado al más galán del pueblo. — insinúo Javier, posando su brazo a mi alrededor. — altico, bonito, inteligente. — lo describió señalándolo cosa que me causo gracia.
— Nunca te cansas, Javier. — respondió irritado Lucas, aunque un poco halagado. — ¿Que te ha dicho tu padre? — preguntó dirigiéndose a mi.
— Nada. — intentaba olvidarme del tema. -— me castigó y, como ya sabes, no puedo ni hablarte, ni acercarme a ti. — expliqué. — eres como un asesino para él. — exageré bromeando.
— Vaya, que apenas unos días y ya la has metido en problemas. — comentó Javier sorprendido.
— No es para tanto. — intenté quitarle importancia.
— Lo siento mucho, todo es mi culpa Ellie.
— No te me vayas a poner pesado, aquí vinimos a pasarla bien. — animó el chico a mi lado levantándose. — sal con nosotros hoy Ellie, ¿Qué tal?
— No puedo, hoy voy a estudiar con una amiga. — expliqué. El gruño decepcionado.
— ¿Que no entiendes, Javier? Su padre me odia, y estoy seguro de que, si te conoce a ti, no seré el único en la fila.
— Vamos, que estás exagerando. — contestó ofendido.
— Ya tengo que volver a clases. — dije notando la hora y parándome. — pero algún día se podrá. — comencé a caminar aun mirándolos.
— Cuando los cerdos vuelen, tal vez. — comentó irónico Lucas. Yo alcé los hombros y me volteé para empezar a caminar a clases.
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Esperaba impaciente a Katia en las afueras del colegio, quedamos con que nos veríamos allí para salir directo a mi casa.
La logré notar luego a lo lejos buscándome con la mirada a lo que le hice señas.
— Pensé que no te encontraría. — dije dándole un abrazo el cual noté que no esperaba. — ¿Vamos?
Propuse para a continuación empezar a tomar camino a mi casa.
— ¿Siempre has vivido acá? — quise preguntar para crear tema de conversación.
— Si, algo así. — dijo meneando su cabeza.
— Pues yo llegué hace poco, obviamente. — reí. — y admito que me ha encantado. — moví mis manos entusiasmada. Ella soltó una pequeña sonrisa.
— Si, es un lindo lugar.
— Y... ¿Te gusta alguien? — cuestioné curiosa sonriendo.
— ¿Que? -— dijo con sorpresa hacia mi inesperada pregunta.
— Solo preguntaba. — alcé los hombros riendo. Ella seguía apenada.
— Tal vez. — murmuro pícara luego de unos segundos de silencio.
— ¿En serio? — pregunté emocionándome. — cuéntame.
— No es nada. — dijo sonrojada.
— Yo no creo que sea nada. — le di un pequeño empujón animándola.
— Bueno. — se rindió. — no creo que lo conozcas igualmente.
— No importa, dime.
— Se llama Javier. No es de nuestro grado, por eso no creo que lo conozcas.
— ¿¡Es en serio!? — dije casi que gritando. — no puede ser.
— Al parecer si lo conoces. — asumió aturdida.
— Claro, es una larga historia, pero, ¿tú como lo conoces? — me interesaba escuchar eso, pues sus personalidades eran completamente diferentes
— Una vez hicimos un proyecto juntos, se tenían que unir dos grados y nos tocó juntos. — contó feliz.
— Y...
— Y siempre me ha gustado, no es un pueblo muy grande así que siempre lo veo por ahí. — explicó. — siempre que me ve me saluda. — agregó ilusionada.
Me parecía tierna la manera en que se expresaba.
— Pues los apoyo completamente. Son tal para cual.
— ¿En serio? — se extrañó.
— Si, y espero hablemos del mismo Javier.
Sin darnos cuenta, ya estábamos en la esquina llegando a mi casa, solo era caminar un poco más y estaríamos en la puerta. Tenía nervios de como reaccionaria mi padre, pues de él nunca se sabía que esperar.
Pero intentando quitar todos esos pensamientos de encima, preferí quedarme con el único que me ayudaba ahora: "Las cosas no podrían empeorar"
Eso creo.
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Javier en galería.
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