Capítulo 5

Estábamos parados frente a una gran puerta dentro de la tienda de Lucas. La puerta que antes había llamado mi atención.

— Espera. — me asusté al ver que iba a abrirla.

— ¿Qué pasa?

Yo respiré un par de veces y pasé mis manos, nerviosa por mi cabello.

— Ahora sí.

— Tranquila, no nos vamos a casar, Ellie. — bromeó burlándose de mi clara crisis.

— Lo siento, ya, ya puedes abrir.

Él me echó un ojo antes de sacar sus llaves, mover la manija y abrir la puerta frente a nosotros. Unas largas escaleras nos recibieron y comenzamos a subir. Con cada escalón que pisaba, más los nervios me invadían.

Lucas abrió otra puerta que nos encontramos en el pequeño pasillo al que nos adentramos. Se presentó ante mí, una gran e iluminada sala con un amplio balcón de fondo .

Me invitó a pasar, cosa que hice y que luego imitó él. Escuché varias voces femeninas a lo lejos riendo y gritando.

Había varios juguetes tirados por todo el piso y un hermoso mueble café rústico resaltaba toda la sala. Frente al mueble, se encontraban dos sillones del mismo color y entre las tres cosas, una pequeña mesita.

— Llegamos. — se anunció Lucas cerrando la puerta.

Yo continuaba ansiosa.

— ¡Lucas! — salió feliz corriendo de un cuarto, una pequeña niña, de unos once o doce años.

— Carly. — sonrió feliz el castaño abrazándola.

— ¿Porque te demoraste hoy? Y no trajiste nada de comida, genial. — se quejó la rubia.

— Traje a una amiga. — respondió mirándome. Carly volteó.

— ¿Como estás? — sonreí amigable descendiendo levemente mi torso .

— No eres su novia, ¿o sí? Porque eso sería asqueroso.

— ¡Carly! — Lucas la reprendió avergonzado. Yo reí.

— No, no lo soy. — respondí aun riendo.

— Esta bien. — entrecerró sus ojos sospechosa y musitó con su boca. — volveré con las chicas, estábamos viendo una película. — habló dirigiéndose a Lucas para luego salir corriendo por el pasillo.

El castaño dio un fuerte suspiro y se tiró en el mueble. Yo, seguía parada a su lado.

— Siéntate, no te quedarás ahí parada como un fantasma. — incitó haciéndome espacio a su lado.

Acepté y me acomodé a su costado.

Antes de que pudiera sacar una palabra de mi boca, un señor alto con barba salió del largo pasillo.

— Hasta que por fin apareces. — resopló estresado el hombre con su mirada fija en Lucas, luego, se percató de mi presencia e intentó reconocerme.

— ¿Te conozco?

— Soy Ellie, acabé de llegar a la ciudad y soy...

— ¡Ellie! — pronunció feliz para luego darme un apretón de manos emocionado. — Eres muy bienvenida, espero te esté gustando el lugar.

— Si, es muy hermoso todo. —respondí conmovida por su reacción.

— Ya era hora, Lucas. — lo miró complacido. — siempre me ha gustado conocer a todos mis vecinos... — comenzó a caminar hacia la cocina. — sabía que te llevarías bien con este muchacho.

Era un hombre muy enérgico.

— Ve llamando a las niñas para que vengan a comer. — ordenó hablándole a Lucas quien se paró a hacer lo ordenado.

El olor a carne proveniente de la cocina, invadió mis fosas nasales y me abrió el apetito.

Lucas, luego salió diciendo que ya vendrían todos y comenzó a organizar la mesa, me pidió que me sentara rechazando la ayuda que le habia intentado ofrecer. Él, al terminar, se sentó a mi lado. 

— Ni siquiera fue tan buena, me gustó más cuando todos terminaron en el bosque. — escuché las mismas agudas voces acercarse.

— ¿Como vas a decir eso? Esta fue la mejor.

Cuatro niñas se asomaron charlando y hablando entre ellas. Dos que pude reconocer, una era Carly, y la otra la  había conocido anteriormente en la tienda.

— Oh, espaguetis, mis favoritos. — se saboreó sonriente una pequeña nena, sentándose.

— Sabes que no me gustan las albóndigas, papá. — se quejó la teñida de la tienda.

Lucas al darse cuenta que no habían notado mi presencia carraspeo fuerte su garganta llamando la atención de todas, que comían felices.

— Niñas, ella es una amiga. Se llama Ellie y es nueva aqui en el pueblo. — presentó educado.

— Mucho gusto. — contesté trazando una sonrisa.

— Ah, yo te conozco. — dijo la teñida señalándome con su tenedor. — creo que una vez viniste a la tienda, sí.

— Tienen un lindo lugar, ¿todos trabajan en ella? — pregunté curiosa tomando de mi vaso de agua.

— Yo me rehúso a trabajar. — contestó una pecosa enojada, de unos trece o catorce años. — vi en las noticias que los estudiantes no deberían trabajar. Es lo más justo, estudiar es agotador. — argumentó.

— Yo trabajo y estudio, ¿qué te parece eso, Brook? — respondió Lucas petulante con un tono divertido.

— Ya, basta. — los calmó su padre. — ¿De dónde vienes, Ellie?

— New Jersey, trasladaron a mi padre acá. — expliqué.

— ¿No es tu novio de New Jersey? — preguntó traviesa una chica a la teñida de la tienda.

— Cállate, Payton. — replicó abriéndole los ojos, enojada.

— Ellie, en serio lo siento, a mis hermanas les falta un tornillo a veces. — dijo apenado Lucas.

— Es cierto, niñas, compórtense por favor que tenemos visita. — les pidió sereno su padre. — además, su madre esta dormida.

— ¿Como son las cosas en New Jersey? — preguntó Carly curiosa.

— He visto que tiene un gran parque de diversiones, con una gigantesca rueda de la fortuna.

—Es cierto. Yo soy de Atlantic City, que está en la costa del atlántico. — comencé a contar captando la atención de todos. — hay muchos casinos, playas y lo más turístico es el Boardwalk. Recuerdo una vez con mi padre, en mi cumpleaños, a él se le ocurrió la maravillosa idea de salir a correr con unos amigos...

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Pasamos la cena riendo y contando anécdotas. Por fin me pude aprender los nombres de todas las cuatro hermanas; Payton, con 15 años, Chloe, la teñida con 16, Carly de 11 y Brook de 13. Resulta que todas eran muy amigables y cercanas. Era extraño ver a Lucas siendo el único hombre ahí, pero se notaba que se querían y se preocupaba por ellas.

Llegó la hora de irme, y les prometí que volvería pronto, alegrándome de que les hubiera caído bien. Eran ya las diez con treinta y me encontraba acompañada por Lucas quién se había ofrecido a llevarme a casa, le dije que no varias veces, pero su padre se negaba a dejarlo desistir. No era tan largo el camino, unas tres o cuatro cuadras, máximo.

— Gracias por la cena. — hablé rompiendo el silencio de hace ya unos minutos.

— De nada, no era necesario decirlo tantas veces, pero se aprecia el esfuerzo. — respondió sarcástico. Yo reí. — Fue mi padre el de la idea, desde que supo que habían llegado, me dijo y cito, "Lucas... — engrosó su voz — ... tienes que hacer sentir muy bienvenidos a los recién llegados, si es necesario, invítalos a cenar". — dijo burlón. Yo reí de nuevo.

— Pues cumpliste tu misión. — lo felicité.

— Me alegra. — sonrió satisfecho. — la verdad pensé que serias una niñita mimada.

— ¿En serio?

Él movió su cabeza afirmando.

— Pues, espero no...

— ¡Ellie! —  una voz gruesa gritó a lo lejos.

Lucas y yo volteamos encontrando a mi padre caminando enojado hacia nosotros, casi sacando humo por las orejas.

Tiene que ser una broma.

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Ellie en galería.

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