Capítulo 43
Esa semana continué trabajando con Lucas en el negocio. Se supone que podíamos descansar pero preferí aprovechar los días libres y trabajar, ya que no tenía más para hacer.
El día de año nuevo, si lo tomé libre. No planeamos ninguna salida, ya que esta fecha era más especial para sus familias, cosa que me entristeció un poco pues me hubiera gustado pasarlo con ellos.
Como todos los años, me senté afuera en el pórtico con mi padre escuchando su estación de radio preferida que hacía la cuenta regresiva y le daban la bienvenida a un nuevo año. Todo lo acompañamos con una rica taza de té.
— Feliz año nuevo, padre. — me levanté a abrazarlo.
— Feliz año nuevo. — respondió al gesto y volvimos a sentarnos a admirar los coloridos fuegos artificiales estallar en el aire.
La gente gritaba feliz en celebración y la música retumbaba fuerte en las casas. Todo transmitía paz y felicidad, y me alegraba poder estar allí con mi padre. Desearía poder quedarme en aquel momento por siempre.
Empecé ese nuevo año muy entusiasmada. Iba a trabajar todos los días con los chicos. Era feliz porque podía verlos todos los días y disfrutaba pasar estos últimos momentos con ellos. El dinero que recogimos pudo ayudar a los padres de Javier y nos dijo que ir a terapia le estaba ayudando bastante, cosa que nos alegró a todos.
A veces, también me quedaba en casa y practicaba algunas recetas en la cocina pero casi siempre fracasaba y juraba que no volvería a hacerlo. Le ayudaba, igualmente a mi padre en su trabajo cuando podía. Y en eso se resumen la mayoría de mis vacaciones.
Pensaba que me había calmado y aceptado lo que pronto iba a suceder pero no fue así. El día antes de la despedida, cuando volví del trabajo, llegue a casa a llorar. Mi padre me quiso animar un poco pero, honestamente, no había nada que pudiera hacerlo, yo solo seguía llorando deseando volver al día que los conocí. No quise llorar frente a ellos porque no quería preocuparlos, pero sabía que ellos estaban igual. Y aun cuando sabía que mañana sería el último día que los iría a ver, seguía sin asimilarlo. Todavía pensaba que todo era una pesadilla; que volvería a la escuela y los encontraría a todos, sentados en el pasto riendo en las horas del almuerzo. Pero la realidad era otra.
Mañana todo eso acabará.
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17 de enero.
Estábamos reunidos en la estación de buses, sentados y en silencio. Los buses de Lucas y Javier ya estaban estacionados frente a nosotros, y los padres de Katia la esperaban listos en el auto.
Llegó la hora. Había llegado el momento al que tanto le temía.
— Bien. — Lucas se levantó, triste mirándonos.
— Es hora. — habló Javier, también levantándose.
Katia y yo, luego lo hicimos, creando un pequeño círculo. La pelirroja soltó una lágrima y sonrío.
— Los voy a extrañar mucho. — habló. Todos nos veíamos desanimados pero de alguna forma sonreíamos.
— Y pensar que sólo fue un año. — dijo irónico Lucas.
— No se bajoneen, sé que algún día vamos a volver a vernos y vamos a reír recordando todo lo que hicimos juntos. — consoló Javier.
— En serio, estoy feliz de haberlos conocido. — los miré a todos a punto de llorar.
— Yo también. Son los mejores amigos que he tenido. — agregó Katia limpiando sus lágrimas.
— El lago quedará solo. — dijo Javier, con un poco de gracia. — espero que no se olvide de nosotros.
— No creo que lo haga. — respondió afectiva Katia.
— Lo peor es que... — Lucas miró divertido a Javier, con los ojos ya húmedos. — voy a extrañar pelear contigo.
Javier también río, pero las lágrimas no le tardaron en llegar.
— Es cierto, ya no podré burlarme de lo pelotudo que sos.
Todos reímos.
— Y la nueva del pueblo es la que se queda. — dijo, con ironía el castaño, nombrándome.
— No será lo mismo sin ustedes.
— No digás eso, podés hacer nuevos amigos. — intentó alentarme, Javier.
— Pero no hay otro Javier en el mundo...ni otro Lucas, ni otra Katia. — había pensado en eso, pero decirlo me hizo caer en cuenta.
Todos me sonrieron agradecidos, antes de sacar unas cuantas lágrimas.
— Quisiera tener más tiempo, quisiera una última ida al lago. — deseó ilusionada, Katia.
— Ya no se puede. Esto es lo último que tenemos. — respondió Lucas.
— Los voy a echar de menos. — nos miró emotivo Javier. — ojalá se pudiera volver en el tiempo.
— Creo que sería bueno un último abrazo grupal. — propuse.
Esas palabras crearon un vacío en mi pecho.
Todos accedieron y abrieron sus brazos, que felices recibimos.
— Los quiero. — dije acurrucada entre ellos.
— No quiero irme, no los quiero dejar. — protestó Katia aferrándose a nosotros.
— Al menos nos quedamos con él recuerdo. — recalcó optimista Lucas, cortando el abrazo.
— Así es, los tendré siempre en esta memoria. — habló Javier, sonriente, señalando su cabeza.
Luego, comenzamos a abrazarnos entre nosotros soltando más lágrimas.
— Katia, espero te vaya muy bien allá. No olvides a tu vieja amiga, por favor. — susurré recostada en su hombro, sentí una lágrima suya caer por el mío.
— Quisiera haberte visto con ese hermoso vestido en la graduación. — mencionó triste. Yo la abracé más fuerte.
Noté que Lucas y Javier también se abrazaban.
— Te voy a echar de menos, pelotudo. — dijo golpeando levemente su espalda. — no vayas a conseguir otro amiguito por allá, yo soy el único que te puede molestar, eh.
Ambos rieron. Yo me separé de Katia y me acerqué con Javier.
— Vos, vení para acá. — me abrazó fuerte. — te vas a cuidar mucho, ¿oíste? Y no dejés que nos roben el lago.
Yo solo asentía sin ser capaz de hablar, sabiendo que esa podría ser la última vez que escuchara su voz.
Ahora, Lucas. No fue sino verlo para que toda mi cara se empapara de más lágrimas y mi corazón se encogiera. Todo fue gracias a él, todo comenzó por él.
— Ellie, nos volveremos a ver, está bien. — susurraba sobando mi cabeza.
Yo no paraba de llorar. Algo me decía que esta era la última vez que tocaría su cuerpo.
— Recuerda, siempre estaré contigo, sin importar que, estaré ahí. — sabía que también lloraba, solo sostenía mi cabeza para que no lo notara. Quería hacerse el fuerte.
— ¿Por qué te rendiste tan fácil? — pregunté frustrada.
— No me rendí, Ellie, no lo hice. Esto es lo correcto. — parecía querer convencerse de aquello.
— No me dejes...
— Aquí estoy, Ellie. Estoy aquí, no te voy a dejar. — me aferré fuerte a él, sabiendo que cuando lo soltara se iría y probablemente, fuera para siempre.
Luego, escuché la bocina de ambos autobuses, era hora. Yo apreté más fuerte.
Un minuto más, por favor. Solo un poco más.
— Ellie. — Lucas alzó mi cabeza y sus labios tocaron los míos de la manera más dulce y apasionada que alguna vez había imaginado.
Grabaré este beso en mi memoria. Tengo el primero y ahora el último.
Ahora me soltó. Suavemente, pero lo hizo y lo vi caminar, triste hacia el transporte. Javier también y Katia se había ido a su auto. Antes de montarse, los miré a todos y ellos a mí. Fue la mirada del adiós. Aquí acabó todo. Cuando me di cuenta, los autos ya se movían y se alejaron cada vez más hasta desaparecer de mi vista. Estaba sola y ya no tenía a nadie a mi lado.
Se acabó.
No había más ruido en el lago, ni risas en el almuerzo de la escuela. No más peleas entre Javier y Lucas ni salidas en patineta. Ya nadie tocaba a mi puerta, y dejó de emocionarme ir a la tienda. No más besos ni miradas. No más chistes de Javier o quejas de Lucas. Y ya nadie se asomaba a mi ventana pidiéndome salir. Quiero volver a emocionarme por ver a Katia hablar con Javier. Quiero volver a ponerme nerviosa por conocer a la familia de Lucas. Quiero que Lucas me expliqué más de física y quiero ver de nuevo a Javier, sonreírle feliz a la cámara. Solo quisiera correr y gritar por las calles, otra vez. Quisiera contemplar los carros pasar, con Lucas, una vez más. Quisiera maquillar a Katia, otra vez.
Sentía que le decía adiós a mi hogar. Tal vez solo éramos cuatro simples adolescentes vagando por ahí pero, para mí, ellos le daban vida a este simple pueblo. Sé que todos llevamos una parte del otro en nuestro corazón.
Les deseo lo mejor porque lo merecen. Y si volviera en el tiempo, quisiera conocerlos otra vez, pero esa vez disfrutaría los momentos un poco más.
Está bien. Todo tiene un final y este era el nuestro. Aquí acaba este corto capítulo de mi vida que pude compartir con ustedes. Solo me queda agradecerles.
Gracias, Katia.
Gracias, Javier.
Y especialmente, gracias a ti, Lucas. Sin ti, nada hubiera sido posible. Gracias por ser una de las mejores personas que conozco, cumpliré mi promesa y no voy a olvidarte.
Ahora sí. Adiós, chicos. Espero volverlos a ver. Les deseo lo mejor.
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