Capítulo 42

Llegó el día de la graduación. Era un viernes y todos los padres y familiares estaban sentados en unas bancas frente a la gran tarima. Ya que Katia y yo somos amigas tuvimos que ir un poco atrás, igualmente logré saludar a la familia de Lucas y a los padres de Javier, que fueron bastante amigables.

Comenzaron a llamar por sus nombres y mi emoción empezó a crecer. Me sentía bastante emocional y nostálgica, algo así como una madre orgullosa viendo a su hijo crecer, era extraño.

— Creo que ya sigue Javier. — dijo Katia emocionaba, señalando la plataforma. Yo alcé mi cabeza intentándolo buscar entre la multitud.

— Javier Ambrose West. — llamó un señor por el micrófono sosteniendo el diploma en su mano.

Javier salió de la esquina feliz y subió a recibir su título. Todos le aplaudimos feliz y el sonriente posó para la fotografía. Verlo tan feliz me hizo encoger un poco el corazón, estaba orgullosa de él.

Luego de otros estudiantes, llamaron por fin a Lucas.

— Lucas Ace Patterson. —  habló, de nuevo el señor por el micrófono.

Lucas se asomó alegre y subió con su birrete al estrado. Sabía que estaba nervioso, pero parecía divertirse. Eso me puso feliz. Al igual que Javier, sonrió feliz a la cámara mientras el público aplaudía.

Tristemente, no pudimos estar en la cena de la ceremonia pues solo estaban permitidos familiares, pero sabíamos a qué horas terminaba y los esperamos en la entrada.

— ¡Felicidades! — gritamos juntas cuando salieron del salón. Venían riendo entre ellos.

Ambos corrieron y alegres nos abrazaron.

— Gracias. — dijo Lucas dándome un beso entre una gran sonrisa.

— ¿Ves que no fue tan malo?

— En realidad, no. Estaba nervioso al principio, pero todo salió mejor de lo que esperaba. — contó motivado Lucas. Y recordé, de nuevo, cuanto lo iba a extrañar.

— Y mirá que casi que no me acomodo esta corbata para la cena. — habló Javier riendo. — que, por cierto, estaba deliciosa. Ojalá hubieran estado.

— Está bien. Podemos hacer algo nosotros. — propuse entusiasmada.

— Si, si, tenés razón. — concordó pensativo.

— ¿Qué les parece si...

— ¿Qué tal si vamos al lago? — interrumpió alentado, Javier.

— Yo iba a decir eso. — lo miró enojado el castaño.

— A la próxima. — guiñó travieso su ojo sabiendo que eso le molestaría más.

Siguiendo la idea de Javier corrimos felices al lago. Él, sin pensarlo y gritando en celebración se tiró al agua con su traje todavía puesto.

— Javier, ¿estás loco? — lo admiró Katia riendo.

— Vamos, que son nuestros últimos días, vengan. — respondió sumergiéndose más en el agua.

— Y de nuevo, le hago caso. — rodó los ojos Lucas antes de tirarse también al agua, seguido por Katia y yo.

Pasamos el resto del día allí. Charlando y riendo de los trucos que hacía Javier. Al caer la noche, medio nos secamos y nos sentamos en la cercana vieja casita.

—  Sí, sí. O cuando tuvimos que escondernos detrás de unos arbustos por el papá de Ellie, ¿recordás? — contó entre carcajadas Javier. Lucas también río recordando.

— O cuando casi lloras porque Katia tenía novio, pero resultó ser el primo. — relató Lucas riendo. Yo también solté una risa.

— ¿En serio? — preguntó la pelirroja sorprendida y riendo.

— No, pelotudo, eso no se cuenta. —  regañó avergonzado Javier. Nosotros reímos más.

— Perdón, es que... — Lucas ni podía hablar de la risa.

—  No me da risa. — cruzó los brazos el ofendido.

— Bueno ya, lo siento.

— Cambiando el tema... ¿Qué van a hacer en navidad? — preguntó interesado Javier.

Es cierto, en dos días ya sería navidad.

— Mi familia vendrá de Denver por esas fechas. — respondió Katia.

— Yo estaré con mi padre. — contesté igualmente.

— En mi casa hacemos una...

— Bueno, ¿Qué les parece si luego de las doce, cuando ya terminen todo en sus casas, nos reunimos aquí y nos entregamos regalos? — propuso Javier.

— Hey, yo estaba hablando. — se quejó Lucas. Ya esto parecía rutina.

— Ya sé, pero vos hacés siempre lo mismo.

— Puede que no. Puede que me fuera a Francia. — defendió sarcástico.

— No seas pelotudo y dejá de decir estupideces. — le pegó levemente en la cabeza. Lucas se defendió.

— A mi me parece una buena idea. — opinó Katia ignorando su disputa.

— Si, a mi también.

— Bueno, entonces nos vemos ese día. — anunció Lucas levantándose, y esquivando a Javier que lo quiso golpear.

—  Y no olviden los regalos. — dijo Javier parándose igualmente.

— Si señor. — aceptó sonriente Katia.

Todos luego nos despedimos y volvimos a casa con el plan de navidad en mente.

Lo primero que hice fue quitarme la ropa mojada y darme un buen baño. Ayudé a mi padre a acomodar en la sala el pequeño árbol de navidad que teníamos y encendí las luces que hace unos días había colgado.

Compré el pavo y los ingredientes para la cena que mi padre y yo siempre realizábamos en noche buena. Era, algo así, como una tradición.

Al llegar el día, pasé la tarde con mi padre en la cocina siguiendo la tan famosa receta de mi madre. Mi padre me contaba que, en todas las navidades ella hacia un delicioso pavo con salsa de manzana y que sabe que a ella le gustaría que siguiéramos la costumbre. Me aprendí los ingredientes de memoria y, cada vez necesitaba menos leer de la receta.

— Bien, está listo. — saqué la comida del horno y la organicé en la mesa con los platos mientras mi padre preparaba los jugos.

Eran las ocho treinta cuando nos sentamos a comer. Partimos nuestras porciones y disfrutamos del delicioso pavo. Siempre servíamos otro plato para mi madre pensando que tal vez nos acompañaría esa noche. Me gustaba imaginar eso.

— ¿Crees que le guste? — pregunté mirando el plato de mi madre.

— Seguro que sí. — afirmó tomando de su jugo.

— ¿Y a ti? Esta vez creo que si me pudo quedar exacto como el de ella.

Siempre he intentado replicar su receta esperando que mi padre pueda probarlo y recordarla a ella de alguna forma, pero todas las veces fallo.

— Ya te dije, Ellie. No tienes que presionarte. Quedó bien. — respondió desanimándome.

— Está bien.

Terminamos de comer y proseguimos a abrir los pocos regalos que había. Me gustaba ponerlos debajo del árbol porque le daba un lindo toque.

— Este es el mío. — le entregué a mi padre arrodillada en el suelo. El estaba sentado a mi lado.

Lo recibió expectante y al abrirlo se sorprendió cuando vio el elegante reloj que le había comprado.

— Wow.

— ¿Te gusta?

— Si, es muy fino. — lo acomodó en su muñeca.

— Así es, había muchos, pero ese fue el que más me gustó para ti. No lo vayas a extraviar, por favor. — amenacé sabiendo que siempre lo hacía.

— No lo haré. — dijo sonriendo ligeramente. — abre el tuyo.

— Claro. — emocionada tomé el mío y lo destapé. Era un largo y hermoso vestido celeste, lleno de perlas con un lindo collar.

— Quiero que lo uses para tu graduación. — pidió ilusionado.

— ¡Me encanta! Es precioso, gracias. —  acaricié feliz la tela. — ¿en que momento lo compraste?

— Tuve que ir a un lugar fuera del pueblo. Y Katia, tu amiga, me ayudó a escogerlo.

— ¿Hablaste con Katia? — a veces ni lo reconocía. — hicieron una buena elección.

—  Si. Es una muchacha muy simpática y amable. Me alegra que sean amigas.

— Si lo es. — era lindo saber que se llevaron bien.

— Bueno. — bostezó. — me voy a dormir. Suerte con tus amigos. Cuídate. — se despidió luego de entrar y dormirse en su cuarto. Mi padre no es de los que trasnochara mucho.

Aún faltaba una hora para las doce así que me quedé recogiendo los platos y organizando.

Me cambié por algo más cómodo y al llegar la hora, salí de casa hacia el lago. Empezaba a creer, que pasamos más en el lago que en cualquier otra parte.

— Eh, al fin llegás. — me recibió Javier, al parecer llevaban esperando un largo tiempo.

— Perdón, se me fue el tiempo. — era cierto, esta vez caminé más lento de lo normal.

— Bueno, ya podemos empezar. — anunció Lucas, sacando una gran bolsa.

— Ellie, pon tus regalos acá. — pidió el castaño, yo lo hice.

El sacudió la bolsa y se la ofreció a Katia, que sacó un regalo.

— Este es... de Lucas, para... mí. — leyó tomándolo sorprendida. Él la miraba sonriente y expectante a su reacción.

Al abrirlo encontró una pequeña libreta con un lindo estampado al frente, acompañado con un colorido atrapasueños. Siempre le habían gustado.

— Lucas, todo está bellísimo. Muchas gracias. — lo alabó para luego darle un amistoso abrazo.

— Me alegra que te haya gustado, tuvimos poco tiempo para comprar los regalos por lo que me preocupe un poco, pero sabia cuanto te gustaban los atrapasueños. — habló nervioso.

— Si, si, bueno. Sigamos. — dijo, celoso, Javier.

Ahora era mi turno de sacar.

— Bien, este es de... Katia, para Javier.

Javier lo recibió emocionado y Katia se puso algo nerviosa.

Eran dos camisas de una de sus series favoritas.

— ¡No! ¡Sos una masa! Que belleza. — dijo feliz admirándolas y plantándole un beso.

— Me alegra que te gusten.

— La calidad, la imagen, tremendas joyas me diste. — siguió celebrando.

— Continuando, sigo yo. —  le cortó la alegría Lucas, en venganza a lo de hace unos segundos. Él lo miró enojado. — este es... de Ellie... para mí. — dijo tomando el regalo y emocionándome.

Eran unos pantalones y un paquete de sus donas favoritas, que no se encuentran muy fácil si soy sincera.

— No puede ser. De verdad las conseguiste. — me miró feliz. Parecía un niño pequeño, recibiendo nuevos juguetes. — gracias, gracias, gracias. —  se tiró a abrazarme, agradecido.

— Bueno, pero compartí con el público. — pidió atrevido Javier.

— Si, si, ya les doy.

— No tienes que darnos. — rechazó apenada, Katia.

— No, está bien.

Lucas abrió la caja y nos repartió de una dona a todos. Entiendo porque eran sus favoritas, sabían delicioso.

Continuamos después abriendo y repartiendo los regalos. Terminé con tres camisetas, una taza y muchos dulces que no resistí en comerme en seguida. Todos me acompañaron a casa y me dejaron en la puerta, creo que a eso de las tres o cuatro de la mañana, la verdad el tiempo se nos fue volando. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top