Capítulo 41

La semana de los exámenes había terminado. Ahora faltaban menos de diez días para la graduación de los chicos. Katia y yo logramos salir previamente de la escuela pues no tuvimos que realizar ningún examen de refuerzo. Nos fue bastante bien este año, bueno, a ella mejor que a mí por obvias razones.

Estábamos hoy, ayudándole a Javier y Lucas a elegir su esmoquin para la cena después de la graduación.

— ¿Qué tal este? — preguntó Lucas saliendo del vestidor con su elegante traje negro. Se veía bastante guapo.

—  Me gusta. Te ves bien. — opiné.

El se miró al espejo pensativo.

— Si, creo que llevaré este.

— ¿Estás nervioso? — pregunté notando lo agitado que estaba.

— Demasiado. Estos eventos me dan mucha ansiedad. — respondió mientras volvía dentro del vestidor.

— Vas a estar bien. Piensa que este será tu último recuerdo de la escuela, es mejor divertirse y pasar un buen rato. — intenté animarlo. Él soltó una bocanada de aire.

— Supongo.

Javier estaba en el otro vestidor con Katia aun probándose trajes. Él si era bastante indeciso, pero luego de un rato por fin pudo escoger uno. Decidimos luego ir por un almuerzo y volver a nuestras casas para descansar tomándonos el día libre en el trabajo. Lucas me había pedido que nos viéramos más tarde en la noche para hablar. Sabía lo que era y eso me asustó un poco.

A eso de las siete, salí nerviosa de casa hacia el lago, que fue donde quedamos de encontrarnos. Allí lo vi, sentado en la orilla, agitando sus pies con el agua.

— Hola. — saludé sentándome a su lado.

El me respondió y dejamos un largo silencio crearse, en parte porque ambos habíamos evadido esta conversación por mucho y todavía no queríamos tenerla.

— Te hice esto. — dijo sacando un brazalete de su bolsillo. Tenía una vaga sonrisa, pero se veía triste. Yo lo recibí y lo admiré unos segundos. Era un lazo negro con una pequeña joya en forma de corazón.

— Es hermoso. — aprecié, acomodándolo en mi muñeca. Quería decir muchas cosas, pero las palabras parecían no querer salir.

— Yo también tengo uno. Así, cuando este lejos, cada vez que miré esta pulsera pensaré en ti y recordaré lo mucho que llegué a quererte. — me miró con sus ojos tristes. — lo siento, eso sonó muy cursi. — sonrió burlándose de si mismo.

— Lucas...

— Quiero pedirte algo, Ellie. — volteó a mirarme y noté que sus ojos estaban llorosos. — tal vez sea egoísta, pero, cuando me vaya... no quiero que me olvides. Por favor, recuerda a ese chico que fue tu guía turístico cuando llegaste nueva al pueblo... — pidió riendo al recordar. — no me importa si... llega otra persona, no me importa si sé que te acuerdas de mí.

A este punto, estaba inmersa en lágrimas. De alguna forma, este ya se sentía como un adiós. Como si estuviera anticipando la despedida para que ese día no nos doliera tanto. Se equivocó. Sin importar lo que hiciera, iba a doler.

— No quiero que te vayas. — me acerqué abrazándolo fuerte.

— Ellie...

— No quiero a alguien más, te quiero a ti. Por favor, quiero que sigas a mi lado. — rogaba aferrándome a él.

— Así es como deben ser las cosas. No me necesitas y...

— Si, si te necesito, Lucas. Te necesito. — decía frustrada ahogándome en su hombro. — No te he visto sonreír suficiente, ni sonrojarte, ni ponerte nervioso...

— Ellie. — me alejó de él y quedamos frente a frente. — lo lograrás. Nunca me necesitaste para ser feliz.

Yo apreté los ojos, fuerte dejando más lagrimas caer.

— Escúchame, Ellie. — tomó mis manos acogiéndolas. — Llegará el día en que nos encontraremos de nuevo...

— No, no, podemos hacer las cosas funcionar...

— Y ese día, recordaremos todo lo que hicimos juntos...

— Si intentamos podemos...

— Te miraré a la cara y sabré que nunca dejé de quererte. Tal vez hasta te cases o encuentres a tu alma gemela en Paris... — ya no se veía triste, parecía haber aceptado toda esa idea que yo seguía sin ser capaz de asimilar. — no importa porque siempre me sentiré afortunado de haber podido estar a tu lado.

— Pero no digas esas cosas como si nada, podemos intentarlo. Luego de que salga de la escuela...

— En un año pueden pasar muchas cosas.

— ¡Escúchame! — estaba histérica y me daba impotencia que se rindiera tan fácil. — no planeo enamorarme de alguien más, ni salir...

— Esto es lo mejor. Entiende, por favor, Ellie. — acaricio mi rostro quitando una lagrima.

— No se supone que pasaría esto.

— Yo estoy feliz, ¿sabes por qué? — dijo sonriendo. — porque te conocí, alcancé a conocerte y disfruté cada segundo contigo. — de nuevo, yo lloraba. — te extrañaré, pensaré en ti siempre y desearé que estés allá conmigo cuando quiera contarle a alguien sobre mi día. — su voz se quebró y una lágrima cayó por su mejilla.

— Entonces, ¿es todo? —  pregunté con un vacío en mi pecho. El volteó a mirarme y más lágrimas cayeron.

— No lo digas así. Aún nos queda tiempo. — se notaba que intentaba ser positivo, aunque sabía que por dentro estaba destrozado. Siempre ha sido así. — ven, guardemos las lágrimas para después. — se levantó y me ofreció su mano. Yo la tomé y juntos caminamos de vuelta a mi casa.

Me despedí de él en la puerta, con un corto beso. Ya no había mariposas, estaba tan asustada que no aparecieron. Cuando entré a casa no pude evitar partir de nuevo en llanto, me tapé la boca evitando hacer ruido sin querer levantar a mi padre y entré a mi cuarto.

Lloraba. Lloré tanto que mi pecho comenzó a doler y mis ojos se hincharon como nunca. Cuando creía que iba a parar, pensaba en él y todo se repetía otra vez. Dolía mucho. Dolía recordar, porque lo hacía muy bien. Recordaba el día en que lo conocí en la tienda, también como se preocupaba por sus hermanas y lo maduro que aparentaba ser. Recordaba lo triste que se puso aquel día que lo culpé por los problemas con mi padre. Y el primero beso, cuando me besó y entre casi que, en pánico, ahí supe que estaba enamorada de él. Recuerdo que siempre ha intentado apoyarme y ayudar a los demás. Y su tan contagiosa risa, no me cansaré de escucharla. Extrañaré esa felicidad que me da verlo sonreír mientras me miraba, con sus ojos encogidos y su pelo desordenado. También iba a extrañar verlo pelear con Javier.

Ahora le tenía que decir adiós a todo eso, pero seguía sin estar lista, y probablemente nunca lo esté. 

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Lucas en galería.

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