Capítulo 38

Los chicos me dejaron en mi casa luego de dejar a Katia en la de ella. Ahora acomodaba mi abrigo en el perchero, feliz de llegar.

Noté que había grandes maletas acomodadas en los muebles y zapatos regados por todo el lugar, supuse que mi padre se iría a un viaje importante. Entré, luego a la cocina sedienta esperando encontrar algo en la nevera. Mientras me servía, alcancé a ver a Ashton salir del pasillo y organizar varias cosas en una de las maletas.

— ¿Ya se van? — pregunté un poco ilusionada.

— Lamentablemente. — alzó su mirada mostrando el cigarrillo en su boca. — no me extrañes mucho. — guiñó levemente su ojo. Contrario a lo que había dicho, estaba feliz de que se fuera, no era capaz de verle el rostro sin querer golpearlo.

— Me sorprende que creas eso después de lo de Javier. —  escupí enojada.

El soltó una risa, se levantó, acercándose hacia mí y tomó mi mentón con su mano, poniéndome nerviosa.

— Tus amigos no son problema mío. —  susurró con una media sonrisa traviesa. Sabía que hacia todo esto para enfadarme.

— No vas a...

— ¡Ellie! — escuché gritar a mi padre que estaba parado viéndonos asombrado por la escena que, obvio malinterpretó.

— ¡No estábamos haciendo nada! — aclaré avergonzada alejándome de Ashton.

— ¡Todavía estás muy joven para hacer esas cosas! — siguió hablando, ignorando mi comentario. Ashton solo reía.

— Pero no hice nada. — repliqué enojada al ver que Ashton no colaboraba.

— Mejor ve a tu cuarto. — demandó sin dejarme explicar. Yo le hice caso. Ashton solo continuó empacando sus cosas mientras mi padre lo miraba turbio.

Al rato llegó la hora de partida de Ashton y Brad. Estaba feliz, lo admito.

El resto del fin de semana lo pasé ayudándole a mi padre con el trabajo ya que me había puesto al día con todos mis deberes.

Cuando entró la semana, salí de la escuela a organizarme para mi primer día de trabajo con Lucas. Le había comentado a mi padre, pero, siendo sincera, no creo que hubiera escuchado y preferí no insistirle pensando que más tarde le diría.

— Adiós padre. — me despedí tomando mi abrigo, lista para salir y esperando que no preguntara nada.

— ¿A dónde vas?

Rayos.

— Voy... a trabajar. — respondí abriendo la puerta, creyendo que así, me dejaría ir rápido.

— ¿Trabajar?

— Si, en el supermercado.

— ¿Con ese muchacho Lucas? — preguntó escéptico.

— Si.

Tal vez me estaba asustando por nada, después de todo en Halloween salí con Lucas y no tuvo problema, claro que ni sabia, porque estaba ocupado trabajando.

Mi padre soltó un suave suspiro que no pude descifrar.

— Está bien. — dijo sin más.

Extrañada salí de la casa y empecé a caminar. Se notaba que intentaba mejorar, hace unos meses no me habría dejado ni cruzar la puerta.

Entré al local buscando a Lucas y a Javier. Segundos después, encontré sorpresivamente a Katia sentada en el suelo con varias cajas a su alrededor.

— ¿Katia? — pregunté acercándome a ella.

— Ellie, hola. — me saludó amable. — decidí que también quiero ayudarles acá en la tienda.

— Ah. — pronuncié entendiendo.

— Espero no te moleste. — dijo apenada.

— No, no, lo contrario, creo que va a ser divertido. — contradije. — y Lucas y Javier ¿Sabes dónde están ellos?

— Creo que están...

— ¡Muestras! ¡Muestras! ¡Vengan a probar esta delicia de avena! — los gritos de Javier interrumpieron a Katia y respondieron a mi pregunta.

Estaba en la entrada de la tienda con Lucas en un pequeño quiosco ofreciéndole pruebas de avena a la gente.

— Yo quiero una. — pedí llegando hasta donde ellos.

— A vos te doy una especial. — dijo entregándome el pequeño vaso del que tomé un sorbo.

— Está deliciosa. — halagué saboreando.

— Gracias, fue difícil, pero llegué a darle el toque perfecto. — presumió sonriente. Lucas soltó una carcajada.

— Ya quisieras, yo fui el que hizo todo.

Javier gruñó estresado.

— No me dejás ni un poco de crédito.

—  Bien, ¿y yo que tengo que hacer? — pregunté lista para trabajar. Lucas pensó unos segundos.

— Javier, ve y ayúdale a Katia, yo me encargo acá con Ellie. — ordenó llenando otro vaso.

Javier aceptó y se fue dejándome sola con Lucas, quien me enseñó como hacer la avena para comenzar a servirla.

— ¿Qué tal? — pregunté asustada mientras Lucas tomaba del primer vaso que había hecho.

Él hizo una mueca al terminar que me desilusionó por completo.

— Ay no, ¿está muy dulce? Lo hice exactamente como dijiste, no sé porque...

— Ellie, está deliciosa. — habló por fin sonriente. Yo recuperé el aliento y feliz, seguí sirviendo.

Al puesto le fue muy bien. Cuando cayó la tarde la avena ya se había acabado, cosa que me entristeció porque quería seguir ofreciendo, y obviamente, mucha gente interesada entró a comprar.

— Bueno, yo me tengo que ir. — avisó Javier encontrándonos desarmando el quiosco. Katia iba detrás de él.

— Ah, hoy es tu primera cita, ¿no? — asumió Lucas. Supuse que hablaban de la terapia.

— Así es. Admito que ando un poco nervioso. — dijo rascándose la cabeza.

— No te preocupes, va a ir muy bien. — lo alentó Katia.

— ¿Tú también te vas? — pregunté.

— Si, ya se me hace tarde para mis clases de piano.

Así todos nos despedimos, le dimos ánimos a Javier, que estaba bastante intranquilo por su cita. A mí me alegraba que se dejara ayudar. Y ahora, de nuevo, quedábamos Lucas y yo solos.

— Fue un largo día. — suspiró el castaño, recostándose en la banca que hace un rato nos habíamos sentado.

La luna ya había salido y un frío acompañaba la noche con ella. Aquella banca daba con la calle dejándonos ver pasar a los carros de un lado a otro apurados.

— Si, así fue. Pero disfruté mucho trabajar contigo. — dije mirándolo alegre. Él me miró igual.

— Gracias por hacer esto por Javier. — respondió tomándome por sorpresa.

— No es nada, él es mi amigo y quiero ayudarlo. — hablé orgullosa.

Él me miró con una sonrisa, de esa que hacía a sus ojos encoger y que me gustaba tanto.

— Sigo sin creer que pronto voy a ir a la universidad. — comentó extrañado.

Eso era algo que no quería asimilar. Lucas y Javier se irían pronto a estudiar al exterior y dejarían al pueblo. A mí todavía me faltaba un año.

— ¿Ya decidiste cuál será?

— No, pero tengo varias opciones. Ahora quiero concentrarme en los exámenes. — respondió. Se veía bastante apasionado con eso.

— Entiendo. De seguro te irá bien. — intenté animarlo, pero fracasé y soné deprimida.

— ¿Qué pasa?

— Es que... te voy a extrañar mucho. — susurré un poco avergonzada pensando que él no se sentiría igual. Él soltó una pequeña risa.

— Yo también te extrañaré mucho. —  aceptó igual. — la verdad, no he querido pensar demasiado en lo que pasará con nosotros, quisiera solo aprovechar el tiempo que queda.

Escucharlo hablar de eso me asustaba. Al final iba a pasar, él se iría, esa era la realidad.

— Si, es lo mejor. Pero, sin importar lo que pase, estaré feliz sabiendo que estás haciendo lo que te gusta y cumpliendo tus sueños. — intenté convencerme de la situación.

— Ellie... — llamó. Noté que había un pequeño brillo en sus ojos. — Te amo.

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Lucas en galería.

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