Capítulo 37 (Especial Halloween Parte 2)
— Javier, no te dejaré hacer esto. — afirmó enojado, Lucas. Javier solo negaba con su cabeza.
Katia y yo nos sentíamos excluidas en su discusión. Creo que ambas queríamos ayudar, pero sabíamos que hablar solo empeoraría las cosas.
— No me pienso quedar de brazos cruzados y verte recaer.
¿Recaer?
— Déjame ayudarte esta vez. Déjanos ayudarte. — corrigió nombrándonos.
— ¡Cerrá la puta boca, Lucas! — gritó furioso. Nunca había visto a Javier así y me asustaba.
— Escúchame...
— ¡Vete a la mierda! — gritó de nuevo con más rabia en su voz, tanta que las lágrimas no tardaron en rodear todo su rostro. — yo no quería esto, no lo quería. Es horrible. — su intimidante posición se desvaneció y ahora estaba tirado en el piso cabizbajo llorando.
Todos nos miramos expectantes y nos acercamos a él. Lucas fue el primero en abrazarlo. Javier se aferró a él soltando cada lágrima que tenía a su hombro.
— Todos estamos contigo. — le dijo Lucas al terminar el abrazo.
— Soy un pelotudo, perdón. — río limpiando sus lágrimas.
Katia luego también en lágrimas se tiró a abrazarlo.
— Lamento no haber estado para ti. No voy a dejarte solo. Por favor, confía en mí. — habló ahogada en su hombro.
Javier recibió el abrazo con gusto. Yo aún me sentía insegura para decirle algo.
— Gracias a todos por preocuparse por mí. — sonrió. Parecía todavía no creer que alguien se interesara en él.
De verdad quería ayudarlo.
— No... estamos muy bien económicamente en casa. Despidieron a mi mamá del trabajo y por más que intente ayudar, el dinero no es suficiente. — hablaba con un poco de gracia en su voz, como si no quisiera que lo tomáramos en serio, aunque se notaba que necesitaba a alguien que lo escuchara.
— ¿Por eso es que has estado trabajando más conmigo, en la tienda?
— Si. Intento ayudar en casa, pero... no alcanza. Mi mamá se ha endeudado y mi papá... — hizo una pausa y río irónico. — él se desquita conmigo.
Esto último nos tomó por sorpresa a todos. ¿Cómo es que no nos había dicho nada? Sin embargo, callamos y continuamos escuchando atentos.
— El día que ese boludo de Ashton me ofreció, pensé "bueno, una probadita no estaría mal" Y cuando me di cuenta, llevaba quince. — se notaba que le costaba hablar sobre eso. — todos los días luego de trabajar, iba y soportaba a Ashton y sus amiguitos, solo para conseguir un poco. Se siente asqueroso.
No pude evitar sentirme mal por no notar lo horrible que lo había estado pasando. Estaba tan concentrada en mis problemas que no me fijé en las personas que tenía a mi alrededor. Javier siempre intentaba apoyarme en todo y se preocupaba porque me sintiera mejor. Ahora me sentía como una pésima amiga.
— No les había dicho porque pensé que lograría dejarlo solo, que no necesitaba de nadie, pero, siendo sincero... todo esto da miedo. — admitió sonriendo y abrazándose a sí mismo, aunque lo que menos estaba era feliz. Se veía perdido y triste. — no quiero seguir así, de verdad que no. Quiero ser un pibe normal que hace reír a sus amigos, solo eso. Lo siento. — pronunció antes de agachar su cabeza y esconderse mientras dejaba sus lágrimas caer.
Lucas puso la mano en su hombro apoyándolo y amable le sonrió.
— Puedes trabajar conmigo el tiempo que quieras y le pediré a mi padre que te haga un préstamo.
— No, no, no puedo...
— Encontraremos a alguien con el que puedas hablar. — siguió hablando ignorando a Javier que lo rechazaba.
— Yo conozco a alguien. — se ofreció Katia.
— Yo puedo trabajar con ustedes y te ayudo con mi salario. — dije intentando ayudar.
— Eh, oigan, de verdad no es necesario...
— Javier, queremos hacer esto. - insistió Katia.
— Bueno, pero les quedo debiendo el favor, eh. — nos miró amenazador. Nosotros celebramos felices su confirmación. — Y perdonen que me bajonee así, ya me siento mucho mejor.
— No hay problema, creo que es saludable que...
— Pero ¡qué pelotudo soy! — gritó de repente Javier, interrumpiendo a Lucas y cayendo en cuenta de algo. — me había olvidado. — fue a correr hacia que los bolsos.
— Estaba inspirado, no había necesidad de interrumpirme. — se quejó ofendido Lucas.
— Perdona, de verdad gracias por apoyarme, pero... miren estas joyas. — presentó las luces de bengala que traía en su mano. Katia y yo saltamos emocionadas al verlas.
— ¿En serio podemos encenderlas? — preguntó ilusionada la pelirroja.
— Obvio, vení y la encendemos.
Todos tomamos una y comenzamos a dibujar en el aire con ellas.
— Mira Javier, hice un corazón. — mostró orgullosa Katia.
— Está lindo, pero miren todos esto. — anunció comenzando a dibujar un rostro, un tanto deforme en el aire. — ¿Qué tal? Una obra maestra.
Katia se quedó confundida intentando descifrar lo que había retratado, al igual que Lucas y yo seguíamos pensando.
— Eh, pero serán lentos. Es Lucas. — aclaró como si fuera obvio. No era nada parecido a él. — ni siquiera estaba tan mal.
— Creo que le hiciste la cabeza muy grande.
Eso no era lo único, si soy sincera pensé que era un alienígena.
— ¿Si crees? Bueno, pero si te fijás bien, su cabeza si es medio grande.
— ¡Hey! Escuché eso. — le pegó enojado Lucas.
— Solo digo la verdad. — alzó los hombros, inocente.
Ellos continuaron alegando mientras Katia y yo nos divertíamos dibujando formas en el aire.
Luego de un rato nos sentamos al borde del puerto disfrutando de la tranquilidad del lago, Javier y Katia abrazados mientras que yo estaba recostada en el regazo de Lucas.
— Chicos... — todos volteamos poniendo nuestra atención a Javier. — los quiero. — dijo con una pequeña sonrisa.
— Ay, pero que ternura. — bromeó Lucas molestándolo.
— Bueno, entonces olvídenlo. — gruñó disgustado.
— Nosotros también te queremos, Javier. — dije alegre, esperando que no tornaran esto en una pelea.
— Si. Yo también te quiero. — coincidió igualmente Katia mirándolo sonriente.
— Bueno, donde vos dijeras que no, ahí si me ofendo. — respondió luego de darle un corto beso entre sonrisas.
— Oigan, creo que ya deberíamos ir a dormir. — bostecé soñolienta.
Todos aceptaron mi propuesta y, como ya habíamos planeado antes, entramos en la pequeña casita a alistarnos con las colchonetas que ya habíamos llevado.
Al final, las cosas no fueron tan mal como pensaba. Fue una linda noche.
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