Capítulo 36 (Especial Halloween)

Han pasado dos semanas y aún no he encontrado el momento adecuado para hablar con Lucas sobre Javier. Y las veces que se me ocurre decirle, algo sale y me quita la palabra.

Sabía que las cosas se pondrían raras entre Javier y yo, pero no pensé que tanto: cada vez que hablo me mira amenazante y se aleja de mi cuando intento acercarme. Eso hace las cosas difíciles.

Ahora que se acerca Halloween, quiero dejar de posponer lo que le tengo que decir a Lucas y hacerlo ese día, guardarlo ha sido más que una tortura y lo voy a hacer por el bien de Javier.

Quedamos en que nos reuniríamos ese día después de clases, en la casa de Katia para preparar todo y allá disfrazarnos. Menos mal era viernes.

Y a allá me dirigía, llevaba mi disfraz en una pequeña bolsa y compré unos bocadillos para llevar. Fue difícil, pero al final decidí llevar el traje de vaquera que apenas ayer había comprado, más que todo porque era sencillo y básico, justo como quería.

Toqué varias veces hasta que Katia abrió la puerta y me recibió sonriente. Dejé las cosas en la sala, entramos a su cuarto y nos empezamos a organizar, ella se iba a disfrazar de reina de corazones y yo, sabiendo un poco de maquillaje, quedé en ayudarla.

Llegué más temprano de la hora acordada, sabiendo que tardaríamos más que los chicos y, efectivamente así fue, al pasar de una hora ellos llegaron y yo apenas terminaba con el maquillaje.

— Eh, pero por poco y no te conozco. — reaccionó Javier al ver a Katia con su maquillaje.

— No, no exageres. — dijo apenada sonrojándose.

— Si, te ves muy bien, Katia. — habló igual Lucas. Tenía razón, le había dibujado pequeños corazones en el rostro e hice resaltar sus largas pestañas con un poco de rímel. Quedó muy hermosa.

— Gracias, pero creo que el crédito es de Ellie, ella lo hizo. — me miró agradecida.

— ¿Que decís? Sos vos la que le da vida al maquillaje. — replicó ofendido Javier. — además, te ves hermosa. — dijo cruzando los brazos, un tanto ruborizado.

Katia se quedó apenada sonriendo en silencio por unos segundos.

— Bueno, ustedes también vayan a organizarse, corran. — los apuró echándolos de la habitación.

Todos terminamos a eso de las siete. Javier y Lucas solo se pintaron los ojos de negro y se pusieron camisas sueltas de botón. Mientras nos arreglábamos, comimos todos los bocadillos, así que lo primero que hicimos al salir fue comprar más para el resto de la noche.

Fuimos al parque a caminar un poco y ver a la gente. Estaba lleno de niños y sus padres felices, acompañándolos a pedir dulces. Todas las puertas abiertas, listas para recibir a los niños y no faltaron, claro, las fiestas en los bares. Todo el pueblo parecía una familia al verse tan unido, era lindo.

Después paseamos un rato en las patinetas. Fue un poco complicado con los disfraces, pero logramos hacerlo. Aunque estuviera nerviosa por lo que tenía que hablar con Lucas, sentir el viento en mi rostro mientras bajaba por las calles fue muy tranquilizante y pacífico.

Un poco más tarde, descansamos en una tienda y probamos unas deliciosas baguettes calientes que nos templaron en el frío clima que llegó con la noche.

Dejamos las patinetas y llegamos caminando hasta el lago. Encendimos una fogata y calentamos los malvaviscos que habíamos traído.

— Bueno, me lucí con estos, ¿o no? — dijo Javier tragando su quinto malvavisco.

— Solo los compraste, tampoco tienes que presumir, señor "miren lo que hago" — bromeó Lucas provocándolo.

— No, no, perdonáme, pero elegí la mejor marca. — defendió señalando la bolsa.

— No hay mejor marca, son malvaviscos, cualquiera sirve. — respondió obvio Lucas.

— ¿Cómo qué...? Katia. — se interrumpió para hablarle. — decile, ¿Vos que crees?

— Yo... creo que sí importa. — habló nerviosa al ser metida en el debate.

— ¿Ves? Pelotudo. — celebró pegándole en la cabeza.

— Esa dolió. — gruñó Lucas para luego devolver el golpe. Javier solo reía divertido.

— Espera, ya sé. — dijo, de repente Javier, al parecer con una idea. — Katia vení conmigo, vamos por algo. — la tomó de la mano levantándola. — les va a gustar, van a ver. — gritó esto antes de desaparecer con la pelirroja por los árboles.

Ay, no. Estaba sola con Lucas. Era hora de decirle. No esperaba que fuera tan pronto.

Vamos, Ellie, todo es por Javier.

— Lucas, quería...

— Ellie, creo que no te dije lo linda que te ves hoy. — halagó sonriendo y mirándome. Creo que me sonrojé un poco pero ahora no era capaz de concentrarme en eso.

— Gracias. Tú también te ves muy guapo. — hablé de vuelta. Él sonrió de nuevo y tomó un malvavisco dándome otro a mí.

— Creo que deberíamos...

— ¡No! — lo interrumpí sabiendo que, si lo dejaba hablar, perdería yo la voluntad de hablar ya del tema. Él alzó las cejas tomado por sorpresa. — lo siento, es que tengo que decirte algo.

Él se acercó más a mí, prestándome su atención.

— ¿Qué pasa? ¿Está todo bien?

— Si, es que... — había practicado unas mil veces esta conversación, pero ahora me sentía presionada y me olvidé de todo.

Lucas seguía atento esperando.

— Javier... — iba a seguir, pero algo me detuvo.

¿Y si estaba cometiendo un error? Tal vez si podía manejarlo solo, como había dicho. No. Imposible. Como amiga, tengo que ayudarlo. Esto es lo correcto. Eso espero.

Abrí mi boca para hablar cuando vi a Javier viniendo feliz de lo lejos con Katia.

¿Qué hago? Esta era mi única oportunidad.

— Ellie, ¿estás bien? — preguntó Lucas al verme inmersa en mi crisis.

— Yo...

Es ahora o nunca.

— Vi a Javier fumar. Javier está fumando y nos lo oculta a todos. — solté con el poco valor que me quedaba.

Lucas lo miró confundido, pero más que todo amenazante, esperando que no fuera verdad. Ambos, Katia y Javier escucharon. Javier nunca me había mirado con tanta decepción y desprecio.

— No es cierto, ¿verdad? — le preguntó serio. Katia también esperaba una respuesta. Javier no respondió, no parecía capaz de mentirles.

— Yo... — agachó su cabeza arrepentido sin querer mirarlos a la cara. Eso lo dijo todo.

— ¡Pero qué mierda, Javier! — gritó exaltado Lucas levantándose bruscamente y asustándonos. El regañado ni se inmutó. — al menos dime que era cigarrillo. — susurró esperanzado Lucas.

— No. — respondió alzando su cabeza, aceptando sus acciones.

Lucas pasó las manos por su cabello, suspirando decepcionado. Por otro lado, Katia parecía no reconocerlo.

— Te dije que no les dijeras. — me reprendió Javier enojado, casi gritando.

— Lo siento, pero yo...

— ¿De verdad le pediste eso? — preguntó riendo irónico, Lucas. — ¿Cuándo pensabas decirnos, entonces? Si Ellie no te hubiera visto, hubieras seguido como si nada, ¿cierto? — decía acercándose a Javier.

— ¡Mierda, ya! — gritó, de nuevo. — ustedes no saben nada. Ni vos, ni vos... — paró cuando tuvo que señalar a Lucas. — ni vos. — dijo más bajo.

Lucas se sorprendió y en sus ojos pude ver cuánto le dolió eso, aunque hubiera intentado esconderlo.

Esto no iba por buen camino y ya no podía volver atrás. 

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