Capítulo 30
Entré a casa notando que todas las luces estaban ya apagadas, haciéndome suponer que todos estaban dormidos. Aún seguía lloviendo; estaba empapada pero no me importó mucho. Eran eso de las nueve o diez, no sabía exactamente y no pude leer bien el reloj.
Colgué mi abrigo en el perchero y me dirigí a mi cuarto, cabizbaja y exhausta. Me senté en la cama, con mi pelo goteando y empapando el tendido, la verdad no tenía ánimos de cambiarme. Solo estaba sentada recordándome una y otra vez el gran error que había cometido y en cómo podría arreglarlo. El rostro de Lucas, su mirada, era como si estuviera allí, reviviendo el momento y cada acción.
— Ellie ¿Que te pasa? Estás toda mojada. ¿Dónde estabas? — escuché preguntar a mi padre, asomándose por la puerta. Supuse que lo había despertado.
No respondí, aún seguía inmersa en mi mundo.
Luego, sentí un peso a mi lado.
— ¿Qué pasa? — volvió a preguntar, ahora sentado junto a mí.
— Nada. — dije casi susurrando. Ni siquiera lo miré, mis ojos estaban perdidos en otra parte.
— No me mientas ¿Que te pasa? — insistió.
Esta vez, alcé por fin la mirada con las lágrimas acumuladas en mis ojos y apretando los labios, intentando aguantar. Me tiré en su pecho hundiéndome en él y partiendo en llanto, cosa que él no esperaba.
— Lo arruiné todo, padre. Soy una tonta. Le partí el corazón y de seguro ahora me odia. No merezco que me quieran, no lo merezco. — dije entre lágrimas abrazándolo fuerte.
El posó su mano en mi cabello acariciándolo.
— Esta bien. Todo estará bien. Ya. — susurró.
Me ahogué en su pecho encontrando seguridad en él, mientras vaciaba mi llanto. Quería aprovechar para disculparme y terminar la tonta pelea que habiamos tenido, pero no fui capaz, me faltaban fuerzas para hacerlo.
No necesitaba que mi padre dijera algo, solo quería que estuviera ahí, acompañándome, de alguna forma, me hacía sentir menos sola.
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La molesta luz del día me levantó del profundo sueño en el que estaba. No recuerdo bien que había pasado ayer, pero suponía que me había dormido sin darme cuenta y mi padre me recostó. Seguía con la ropa mojada del día de ayer, por lo que tuve que darme un baño y cambiarme.
Es lunes y se supone que debería estar en la escuela, pero, siendo sincera, no quería salir de mi cuarto.
Ya en la tarde, solo salí para almorzar, luego de eso, volví a mi habitación con mis libros que, me di cuenta, me ayudaban en estos momentos.
— Hey. — Ashton se asomó por la puerta desconcentrándome.
Lo menos que quería era lidiar con él ahora.
— Hola. — respondí cortante, esperando que lo notara.
Él antes se adentró al cuarto y se acomodó en mi cama.
— Has estado todo el día aquí ¿No tenías clase?
— Quise faltar. — trataba de volver a mi libro, pero me era imposible con él ahí.
— Oh. — pronunció entendiendo.
— Ashton, de verdad no tengo ganas de hablar ahora ¿Podrías irte, por favor? — intenté pedir amablemente, aunque mi tono me delató un poco.
— ¿Estás enojada por la pelea de ayer? — preguntó mientras recordaba riendo.
— No, solo te estoy...
— No era cierto lo que decía, solo me divierte hacerlos enojar. — explicó. — espero no te moleste. — sonrió y guiñó levemente su ojo.
Respira, Ellie. Respira.
— Y, no te preocupes, igualmente no eres mi tipo. — alzó sus hombros excusado.
De verdad, quería golpearlo.
— Pues me alegra no ser tu tipo, porque nunca estaría con alguien que cree que el mundo gira a su al rededor. — respondí agresiva.
Él soltó una carcajada.
— Estaba bromeando. — dijo. Yo lo miré seria. — amargada.
— Gracias ¿Ya puedes irte?
— Bien. — se rindió. — espero que luego te sientas mejor. — dijo antes de salir por la puerta.
Eso fue lo más agradable que había dicho desde que nos conocimos, al menos era un avance.
Así, tranquila por fin, volví con mi libro.
Y de esa forma pasé los próximos días, encerrada en mi cuarto saliendo solo para comer. Ashton a veces entraba a molestarme, pero lo hacía salir inmediatamente.
Falté a la escuela, pero les dije que había enfermado y me dieron un tiempo extra. Tal vez era cobarde y debía afrontar las cosas, pero no estaba lista. Además, ya había leído más de diez libros, así que no desperdicié tiempo al final.
Ahora era jueves en la tarde, me encontraba adelantando unos deberes, mientras disfrutaba un poco de mi fruta picada. Creo que mi padre y Brad trabajaban, y Ashton, de seguro había salido.
Estaba concentrada en unos ejercicios, cuando de repente la puerta se abrió bruscamente, asustándome.
— ¿Es que me quieren volver loco? — Javier aparece, casi gritando.
— Dios, Javier. Me asustaste. — dije recuperando el aliento.
— Ese noviecito tuyo, está mal. No quiere salir del cuarto, que parece, por cierto, que no hubiera limpiado en años. — exclamó frustrado.
— Pero...
— Ah, no y encima se enoja conmigo por querer ayudarlo. Es que, me estresa, me estresa, y lo quisiera... — pasó los dedos por su cabello gruñendo.
— Javier...
— Y mírate vos. Encerrada también en este cuarto que al menos, no está como el de ese. — replicó mirando al rededor. — y faltaste a clase estos días, igual que él. Yo no sé qué pasó entre ustedes, pero tenés que hablarle porque, fijo, me van a hacer encerrar a mí también, de lo loco que me tienen. — se quejó casi quedando sin aire.
— No sabía que él...
— Es que me tiró una almohada, me tiró una almohada el muy chistosito ese. Es el colmo, me quemo la cabeza por él y así me responde. — protestó sentándose.
— Javier, cálmate. — le pedí divertida por su frustración. — lamento que Lucas te haya hecho eso, pero no creo que... pueda hablar con él.
— No, no, a mí no me vas a venir con esa. — río irónico. — vamos ya mismo para donde él.
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Ashton en galería.
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