Capítulo 3
Llevaba toda la mañana inmersa en mis libros haciendo deberes. Me levanté temprano, le ayudé a mi padre con su desayuno y luego me fui a mi cuarto con las complicadas matemáticas
Una hora, dos horas, tres... El día se me fue en un abrir y cerrar de ojos. Mi cuello empezó a doler, lo cual me obligó a tomar un descanso y en donde opté por ir a la cocina a prepararme algo.
Disfrutaba de unos ricos fideos cuando escuché a la puerta abrirse, se me hizo raro pues mi padre siempre salía de trabajar a las cuatro.
— ¿Padre? — pregunté asomándome en la sala.
— Ellie. Hola. — lo encontré quitándose su chaqueta.
— ¿Qué haces aquí? Saliste temprano.
— Si. Salí más temprano. — se tiró cansado en el mueble.
— Te puedo hacer té si quieres. — ofrecí.
— Si. Gracias.
Lo preparé rápidamente y se lo serví tal como le gustaba.
— ¿Qué tal la escuela? - preguntó tomando un sorbo.
— No muy bien, pensé que las personas serían más amigables. — dije desanimada. — extraño a Francis, Olivia... — él me miró agotado.
— Estamos aquí y ahora, Ellie. Ya no se puede hacer nada. — reafirmó su creencia.
— Tal vez sería diferente con mi madre.
Sabía que no debí haber dicho eso, sabía que el tema era intocable para él y lo sabía más, por cómo sus ojos expresaron ofensa al mirarme.
— Tu madre no está, las cosas están como deberían estar y se acabó el tema. No más. — replicó exaltado.
— Lo siento. — me excusé apenada sin mirarlo.
El silencio invadió la sala por varios minutos.
— Un chico me invitó a cenar. — comenté. Él no reaccionó. — Me dijo que podría presentarme el pueblo, darme, algo así, como un tour. - agregué divertida esperando que olvidara mi reciente comentario.
Él terminó su taza y se paró.
— No vas. — dijo antes de irse a la cocina y desaparecer por la puerta. Yo, confundida, lo seguí.
— ¿Que? ¿Por qué no?
— Apenas lo conociste, ¿no? Puede ser peligroso. — respondió sin expresión alguna y dejando el plato en el fregadero.
— Pero, es el único en todo el pueblo que ha sido de verdad amable conmigo. Vamos, padre. — intenté convencerlo. Él solo me miró, volteo su cabeza y tomó la chaqueta que había colgado en el perchero.
— Iré a comprar unas cosas. No tardo. — informó para, después cerrar la puerta y salir.
Sabía que quería protegerme, pero ya tenía diecisiete años, distinguía muy bien lo que era el bien y el mal, sabía que, si alguien no era bueno para mí, lo alejaría, eso es lo que él siempre me había enseñado. Era un hombre duro, trataba de entenderlo, pero me era imposible. Esto de ser optimista se hacía cada vez más difícil.
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El fin de semana pasó rápido, mi padre trabajando y yo adelantando deberes que, por ser todavía nueva, se me habían acumulado.
Ahora de nuevo me encontraba caminando a la escuela, aunque esta vez, sabía ya lo que me esperaba. Sin ilusiones ni expectativas, quería pensar neutralmente y estar tranquila.
La primera clase empezó: Geometría. Saqué mi libreta y comencé a anotar lo que el profesor decía sin entender ni una sola palabra, las matemáticas no eran mi fuerte en realidad.
— Ellie Jones. — escuché al profe pronunciar. Mis ojos se dirigieron rápidamente hacia él tomándome por sorpresa.
— ¿Sí?
— ¿Cuál sería el resultado aquí? — preguntó señalando una ecuación del tablero. Yo me bloquee por completo.
— ¿Dos?
La gente río.
— Incorrecto. Katia, ¿nos puedes decir? — inquirió refiriéndose a la chica sentada detrás de mí.
— Es 43,5. — respondió sonando insegura. Él profe sonrió y le afirmó.
— Tal vez puedas explicarle a Ellie. — incitó señalándome para después continuar con la clase. Yo me deslicé avergonzada en mi asiento.
Mientras más avanzaba, menos le entendía al profesor y más continuaba perdiéndome en todos esos números. Es por eso, que preocupada por esto, decidí hacerle caso a su propuesta.
— Hola, Katia ¿cierto? — me dirigí al terminar la clase a la pelirroja, que guardaba sus libros.
— Si. — respondió apenada con una vaga sonrisa.
— Lamento molestarte, pero me gustaría que pudieras explicarme algunas cosas sobre este tema, bueno, la mayoría, no soy muy buena para esto.
Seguía sin conseguir respuesta.
— Lo siento, no pensé que...
— No, está bien, si, ¿cuándo nos podríamos ver? — respondió dándome una cálida sonrisa que me alegró.
— Cualquier día puedo, si quieres vienes a mi casa, todavía esta algo desordenada por la mudanza, pero no es problema. — le ofrecí mientras salimos del aula y comenzamos a caminar por el pasillo.
— Creo que en tu casa estará bien. — aceptó alzando levemente sus hombros. Yo sonreí.
— Bien, aquí tienes la dirección, te veo el viernes ¿vale? — le entregué el papel con esta.
— Vale.
Ambas separamos nuestros caminos y retomamos nuestras clases. Yo feliz de que por fin pude hablarle a una chica agradable.
De nuevo en el almuerzo, volví a hacerme en el gran árbol que se ubicaba cerca de la cancha de la escuela. La diferencia esta vez, era que si lo disfruté y, sí empezaba a gozar de mi propia compañía, eso se sentía bastante bien.
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El día terminó por fin, y me hallaba haciéndole unas compras a mi padre en el mercado, ya era de noche y las calles se encontraban solas. Opté por volver a ir al lugar de Lucas pues era el único que, hasta ahora, conocía.
Tomé las cosas que necesitaba y me dirigí a la caja en donde sorpresivamente, encontré al castaño.
— Miren quién está aquí. — habló irónico alzando sus cejas y empezando a registrar mis productos.
— Es un gusto verte igual. — contesté sarcástica.
— ¿Qué haces tan tarde afuera? ¿No sabes que hay una bruja rondando este pueblo? — expresó intentando sonar tenebroso. Yo me mantuve seria.
— Ah, casi se me olvida. — recordé. — Lamento tener que cancelarte así pero mi padre no me dejó ir a la cena. — le comenté desanimada.
— ¿No? ¿Por qué?
— Me dice que eres "peligroso", un maniático. — intenté copiar su imitación tenebrosa de antes.
— Primero, no vuelvas a hacer eso. - dijo con cara de repulsión la cual se me hizo chistosa. — y segundo, ¿cómo sabes que tu papá sabrá que salimos?
— Porque él lo sabe todo, no lo entenderías, pero tiene como otro ojo.
— Y, ¿acaso alguien le va a decir algo para corroborar la historia? — preguntó incitador . — Ellie, vas a ir a la cena y yo te voy a ayudar.
Empezaba a creer que nada bueno saldría de juntarme con este chico.
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Katia en galería.
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