Capítulo 19
— No lo hará. — negué firme. — perdón padre, pero esta vez, quiero que tengas una razón válida para pedirle eso.
Él cruzó los brazos.
— Se van a sentar, se van a conocer y, luego de eso, ahí sí, podrás dar una opinión real sobre él.
Ambos se miraron pensativos.
En realidad, estaba sorprendida conmigo misma; nunca pensé que llegaría el día en que le llevara la contraria a mi padre, hacía lo que decía, sin peros ni discusiones, siempre.
De lo que dudo ahora, es si debería estar haciéndolo o no.
— ¿Y bien? — pregunté volviendo a un tono inseguro, por como respondería de mi padre.
El, sin decir nada, se fue y se sentó en la mesa de la cocina. Le hice señas a Lucas de que lo siguiera e hiciera lo mismo.
Ahora, los dos se encontraban cara a cara, esperando reacción alguna del otro.
— Es una tontería. — gruñó mi padre, levantándose de la mesa, listo para retirarse.
— No, padre. — lo detuve con mis manos sentándolo cuidadosamente. — solo es cuestión de tiempo. — dije esto último mirando a Lucas amenazante, incitándolo a hablar.
— Eh... ¿A qué equipo apoya? ¿En fútbol? — yo golpeé mi frente, irritada. Mi padre odiaba el fútbol.
— No me gusta. Es una pérdida de tiempo.
— Ah, claro.
De nuevo, el silencio inundó la casa. Ahora no dejaba de pensar en que todo terminaría en desastre.
— Lucas, ¿Qué tal si le cuentas sobre tu trabajo en la tienda? Es que eres tan trabajador y responsable. — propuse sonriente y sentándome entre los dos.
Mi padre alzó levemente las cejas, expectante.
— Bueno, yo trabajo con mi padre en un supermercado, es de mi familia en realidad. — contó orgulloso. — pero creo que ya sabe, usted me vio allá hace unos días.
— Y... — pronunció esperando a que siguiera hablando y apoyando sus codos en la mesa, dando a entender que estaba interesado. Yo celebré internamente.
— Entre todos nos repartimos el trabajo; somos cinco hermanos, pero el trabajo lo hacemos solo tres. — explicó. — Yo arreglo estantes y le ayudo a mi padre con el inventario.
— ¿Dónde piden la mercancía?
— Es complicado. A veces la pedimos con un amigo muy cercano de mi papá que vive en California, así que tarda un poco en llegar, otras...
Ellos continuaron hablando un largo rato. Bueno, mi padre solo decía unas dos palabras y dejaba a Lucas cargar con casi que toda la conversación, pero creo que salió bien.
Yo, al contrario, estuve sentada entre ambos sin decir absolutamente nada y escuchándolos parlotear, eso no fue tan divertido.
— Bueno, creo que ya es hora de que te vayas. — los interrumpí levantándome de la mesa.
— Claro. — aceptó mi padre parándose igual.
— Fue un gusto conocerlo, señor. — despidió Lucas ofreciéndole su mano.
— Igualmente. — respondió con una pequeña sonrisa, luego ambos apretaron sus manos.
Todo fue un éxito. Poco a poco se irían conociendo más, hasta que pueda dejar todo ese drama de lado.
Acompañé a Lucas a la puerta, feliz por como todo había salido.
— ¿Viste eso? Definitivamente, le agradaste.
— ¿Tú crees? — inquirió inseguro poniéndose su buzo.
— Claro, cien por ciento segura.
Él sonrió satisfecho y algo sorprendido.
— Entonces... ¿estamos bien? — dijo ya parado en la puerta.
— No. Lo que hiciste es imperdonable. — respondí intentando mantenerme seria.
— ¿Qué? — abrió sus ojos sorprendido y con un tono de ofensa. — pero intenté de todo, hablé con tu padre de cosas que ni entendía y saque mi lado más intelectual para caerle bien ¿Tengo que hacerlo de nuevo? Porque...
— Lucas. — lo interrumpí. — era broma, claro que te perdono. — dije divertida por su pequeño ataque.
— No vuelvas a hacer eso. — se quejó riéndose.
En los pocos segundos de silencio que el dejó crear, ambos coincidimos miradas; no sé si esperando a que algo pasara o sin razón alguna, pero sé que sintió bien. Si era él, siempre se sentía bien.
— Y.... si de verdad le agrado a tu padre, no creo que tenga problema con nuestra amistad ahora.
¿Amistad? ¿En serio?
— No, no creo. Es solo una linda amistad. — respondí sarcástica esperando que lo notara.
— Porque eso es lo que queremos, ¿cierto?
Auch.
Yo moví mi cabeza afirmando sin querer hablar más.
— Bien, bien. — afirmó agachando un poco su cabeza. — Te veo luego entonces. — se despidió dándome la espalda y caminando de vuelta a casa.
Y, de nuevo, ocurre algo cuando empiezo a creer que las cosas iban bien.
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Lucas en galería.
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