Capítulo 14
— Ellie, sé cómo te sientes y te entiendo, pero, ¿no crees que deberias aprovechar esta oportunidad?
Me negaba rotundamente a todo esto y eso fue lo que intenté decirle, pero no podía evitar sentir una pequeña sensación de intriga y emoción al respecto. Esa misma de la vez pasada.
No, Ellie. No.
Aunque no creo que pueda hacerle daño. No, lo mismo dije la última vez y pasó todo lo contrario.
Dios. Es tan frustrante.
Tomé una bocanada de aire y me dejé llevar por aquel pequeño sentimiento.
— Voy a estar bien, ¿cierto? — pregunté esperando sentir seguridad en su respuesta. Es más, solo quería convencerme de eso.
— Absolutamente. — afirmó.
Me odiaré por esto.
— Supongo que lo haré.
No supe, la verdad porque dije que sí. Pensé que estaba firme ante mi respuesta, pero todo era muy frustrante y más con la presión de todos encima. No lo sé. No sé si hice mal o lo remotamente correcto, pero ya no quería pensarlo.
— Bueno, vamos. No me levanté tan temprano para nada. — abrió la puerta y salió de la casa.
Tomé las llaves, mi abrigo y cerré la entrada asegurándome de que todo quedara bien protegido.
— ¿Tu qué haces? ¿No que te querías quedar en tu casita? — se extrañó Javier cuando me vio bajando las escaleras del portico.
— Cambie de opinión. Ahora... ¿A dónde vamos?
— ¡Esa es mi Ellie! — gritó alegre Lucas abrazándome. Yo me sorprendí, pero feliz lo acepté.
Javier le siguió la corriente aplaudiendo y agarro emocionado a Katia. Ella me miró asombrada sin saber que hacer haciéndome reír.
— Y eso no es todo, mirá lo que trajimos. — dijo Javier sacando de unos arbustos las mismas patinetas del otro día.
— Pensé que sería un lindo detalle. — agregó Lucas.
— Pero Katia no sabe montar. — caí en cuenta desanimada.
— Ellie tiene razón, no sé si...
— Yo te voy guiando. — invitó Javier, yo la mire sonriente y ella, confundida tomó una y se subió.
— Yo tampoco es que sepa mucho, chicos. — agregué.
— Vamos despacio, yo te acompaño. — incitó Lucas brindándome su mano.
Y así, a muy lento paso y con algunas caídas fuimos hasta el lago. Nos dimos un gran chapuzón y jugamos un largo rato allí, Javier y Lucas mostraban sus grandiosas piruetas y saltos al agua mientras que Katia y yo nos emocionábamos cada vez que ella interactuaba con su, amado, Javier.
A eso de la una de la tarde, salimos a secarnos y decidimos ir por algo de comer, esta vez no con tantas caídas.
Nos acercamos a un pequeño restaurante que encontramos a las afueras del pueblo. En las mesas nos sentamos; Javier y Katia adelante y Lucas y yo a su frente. Pedimos hambrientos las órdenes y esperamos.
— ¿Qué tal te ha parecido todo? ¿A que no ha estado tan malo? — preguntó orgulloso Javier reposando los codos sobre la mesa.
— No, en realidad no. — acepté.
— ¿Ustedes han hecho esto siempre? — preguntó la pelirroja curiosa.
— Prácticamente, siempre hemos sido Javier y yo. — respondió Lucas mirándolo. — Deberían sentirse especiales, nuestros yo's del pasado estarían muy decepcionados.
— ¿Por qué?
— Eh, les decís y te mato. — amenazó el castaño oscuro. Lucas río travieso.
— Odiábamos a las chicas y prometimos que nunca las dejaríamos entrar al "club", así nos solíamos llamar.
— Gracias, gracias. — alzó los brazos, dramático, recostándose en su silla. — ¿Dignidad? Desaparecida. — gruñó divertido haciéndonos reir.
Nuestras órdenes llegaron y comenzamos a comer. Hablamos y bromeamos todo el rato, Javier haciéndole bromas a Katia, ella sonrojándose y Lucas y yo burlándonos divertidos, todo perfecto.
Se nos fue parte de la tarde allí.
— Ahora, ¿Que vamos a hacer? — preguntó Katia mientras salíamos del local.
— Honestamente, no tengo idea, nunca pensé que este día llegaría. — exageró burlón Lucas.
— Yo tengo que volver a casa a lavar unas prendas.
— Allá iremos entonces.
— Bueno... supongo que sí. — acepté sin alternativa.
Como ya era de esperarse, no tardamos más de cinco minutos en llegar, esa era una de las ventajas de este pequeño pueblo.
Abrí la puerta dejándolos pasar a todos para luego hacerlo yo. Colgué mi abrigo y suspiré cansada. Había sido un largo día y eso que no termina.
— Chicos, creo que...
— ¿Puedo prender la televisión? - pidió Javier interrumpiéndome.
— No, digo, sí, pero...
— ¿Dónde está el baño, Ellie? Siento que bebí como treinta litros de esa soda. — dijo esta vez Lucas, agitándose frustrado.
— Eh...
— Ellie, necesito ir a mi casa por unos libros, ¿Sabías que el lunes hay examen? — ahora Katia era la que hablaba frustrada, haciendo mi cabeza explotar.
Respiré tranquilizándome un poco.
— Javier, si puedes prender la televisión. — afirmé. Él celebró y lo hizo. — Katia, puedes irte a tu casa y no, no sabía que había examen. — respondí. Ella se despidió y se fue.
Estaba a punto de dirigirme a la lavadora, cuando escuché a Lucas aclarar su garganta.
— Claro, Lucas, lo siento. El baño esta por allá. — señalé apenada por olvidarlo. De seguro se estaba muriendo ya.
El, agradecido, corrió hasta el lugar señalado, cosa que me causó gracia.
Ahora sí, me encaminé a lavar las respectivas prendas, cosa que sabía que, si no hacía ahora, jamás iría a hacer.
Lucas y Javier su pusieron a ver algunas películas juntos, lo supe pues desde el lavadero se escuchaba sus risas y murmuros. Terminé y extendí la ropa para que se secara, solo tardé media hora haciendo todo, cosa que me alegró.
— Al fin acabé. — me presenté ante los dos chicos, frente al televisor. — ¿Que están viendo? — me acomodé en el mueble, al lado de Lucas siendo más específica.
— Es "Space Garden", la de esos muñequitos verdes que tienen un ojo. — explicó Lucas, yo lo miré perdida.
— Se llaman aliens, genio. — corrigió Javier. — y es una joya, de pequeño recuerdo que la veía todos los findes. — agregó nostálgico.
— Muñequito verde, alien, es lo mismo. — bufó el castaño rodando sus ojos.
— Ay, la niñita se ofendió. — respondió medio empujándolo en burla.
— Sabes que odio cuando hablas así. — gruñó estresado.
Todo esto se me hacía tan divertido.
— ¡Va! Dejá de ser tan tocado.
— Tu deja de ser tan estresante.
— ¿Yo estresante? — se señaló irónico Javier. — haber, hablemos de estresantes, ¿qué tal tú, detrás de una mina que no te da ni cinco de bola?
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Ellie en galería.
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