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Barbie Watson
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Vacaciones: eso que muchos esperan con ansias durante todo el año. ¿A quién no le gusta la etapa vacacional? A lo largo de mi vida he visitado diversos lugares en esa época: Francia, España, Hawái, Italia, Dubai, Cuba y muchísimos más. En cada sitio al que he ido, he tenido la oportunidad de conocer un modo de vida totalmente diferente al que se lleva en Las Vegas. Gracias a mis padres y a una empresa de arquitectura, cada año conozco un nuevo rincón del mundo.

Estaba acostada en mi cama buscando en Google algún país al que no hubiera ido, algo que era un poco complicado: cada sitio me parecía más interesante que el anterior.

Alguien dio unos toques en la puerta y, acto seguido, se abrió. Mi mamá estaba con una sonrisa de oreja a oreja, su cabello rojo recogido en un moño y su vestido verde militar perfectamente combinado con los altos tacones. Se recostó al marco de la puerta y me miró con sus hermosos ojos verdes.

—¿Ya decidiste a dónde iremos este año? —preguntó.

—No, ni idea —le respondí, mirando a la pantalla de la laptop.

La escuché sonreír y dio unos pasos hasta quedar frente a mí. Tenía algo en su mano derecha.

—He elegido por ti —me dijo, extendiendo su mano ocupada.

Tomé lo que me ofreció y quedé maravillada. Era un pasaje, uno que me daba la oportunidad de viajar a donde nunca antes había ido. Sonreí como una niña a la vez que me ponía de pie y la abrazaba.

Presentía que esas no iban a ser unas vacaciones ordinarias, sino unas en las que todo podría cambiar.

¡Río de Janeiro, allá voy!