17- Una amiga
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Barbie Watson
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Nunca antes me había sentido tan incómoda y extraña en el auto de Marcos. Sentía que era un espacio muy pequeño como para que ambos lográramos mantener la paz. Ninguno de los dos hablaba, y eso ponía el ambiente mucho más tenso. El camino al hotel jamás había sido tan largo. No dejaba de pensar en la noche que tuve, en la manera en la que mis expectativas habían sido arruinadas en cuanto me enteré de que el señor engreído también asistiría a la fiesta. De haber sabido que a las dos menos diez de la madrugada iba a estar en el ya conocido Mustang con el ya conocido Marcos, me hubiera quedado en el Hilton.
Mi mirada viajó discretamente hasta mi acompañante, él se notaba un poco más relajado que yo. Iba centrado en su propio mundo, dando pequeños toques con su dedo índice en el timón, marcando el ritmo de la canción que sonaba. Gracias a que estaba de perfil, pude analizar con detalle su mandíbula un tanto cuadrada, una nariz perfectamente recta y unos labios húmedos que sobresalían. Marcos era hermoso y tenía las características de lo que podría ser mi prototipo, pero algo me impedía acercarme a él, dar ese paso que tal vez estaba necesitando. Quería aproximarme a él, sentir su tacto como aquella madrugada en mi habitación.
"Me gustas. Mierda, Barbie, me gustas mucho."
Su declaración, a pesar de haber tenido solamente siete palabras, había sido tan directa e inesperada que no me la podía sacar de la cabeza. Ahí, sentada a su lado, reafirmé que él también me gustaba.
El auto se detuvo y volví a caer en la realidad.
—¿Por qué te detienes? —pregunté.
—Porque hemos llegado —me señaló el Hilton y me sentí estúpida por haber estado tan distraída.
—Claro. Adiós —dije y me bajé del carro.
Caminé lentamente, tal vez lo hacía porque esperaba escuchar algo por parte de él, algo que nunca llegó. Al darme cuenta de que nuestra conversación había terminado ahí, comencé a apurar el paso. Entré al hotel y subí hasta mi habitación.
—¡Barbie! —exclamó mi madre a unos metros—. ¿Por qué no contestaste mis llamadas? Estuve tan preocupada —declaró, acercándose cada vez más a mí.
—Seguramente me quedé sin batería —me encogí de hombros y le dediqué una sonrisa.
—No quiero que salgas más con esa gente —comentó con seriedad—. Pensé que ibas a ir con Jeremy, pero cuando lo vi y me dijo que él no tenía ni la más mínima idea de esa fiesta, me preocupé mucho.
—Mi intención no era ir con él, mamá, iba a ser una salida de chicas.
—¿Entonces ese muchacho con el que hablas no fue?
—Sí, sí fue. No sabía que iría, pero da igual, ellos son mis nuevos amigos y quiero disfrutar mientras esté aquí.
—¡Pues disfruta con Jeremy! —soltó y yo suspiré pesadamente.
—A veces me parece que estamos en la época de antes, donde los padres se encargaban de emparejar a sus hijos. Que Jer esté aquí no quiere decir que yo deba estar pegada a él como si fuera una extremidad —proseguí—. Es tarde, voy a dormir. Hasta mañana.
—Hasta mañana. En el amanecer seguiremos esta conversación.
—No, esta conversación ya se terminó.
Entré en mi cuarto y lo primero que hice fue poner mi celular a cargar. Me cambié de ropa y me puse un pijama. En cuanto encendí el móvil, vi todas las llamadas perdidas de mi madre, diez, para ser exactos. También habían unos mensajes de Jeremy:
"Hey, me enteré de que fuiste a una fiesta. ¿Ya no me invitas a ningún lugar?"
"Sí, salí con Adriana." —resondí.
Ya era muy tarde, así que probablemente Jer estuviera durmiendo. Decidí cerrar los ojos y rendirme ante el sueño.
Horas después escuché una notificación y me odié por no silenciar el celular antes de dormir. No tenía ganas de revisar el teléfono, pero me obligué a hacerlo. Tomé el aparato entre mis manos, pensando que Jeremy se habría despertado y habría visto mi respuesta, pero me sorprendió ver que él no había sido. La notificación era de un mensaje de Marcos, eso me hizo sentarme de un tirón. Mi corazón volvía a palpitar rápido y, por si fuera poco, algo en mi estómago se removía.
"¿Cómo pretendes que te olvide si apareces en todos los lugares a los que voy?"
Releí dos o tres veces el texto, pues no podía creer lo que mis ojos veían. Marcos había estado cortante y raro durante toda la noche. Lo menos que me esperaba era leer eso a las cuatro de la mañana. Quise responder, pero no tenía ni idea de qué decirle. Luego pensé en ignorarlo y volver a dormir, aunque esa opción fue descartada de inmediato.
"A mí tampoco se me está haciendo fácil sacarte de mi cabeza."
Envié la respuesta y yo misma me sorprendí por lo que acababa de decir. No sabía si era la hora o que simplemente estaba aburrida de ignorar la situación, pero lo solté tan rápido que ya era demasiado tarde para borrarlo.
"Entonces, ¿qué hacemos, Sirenita Ariel?"
"No lo sé, señor engreído."
"Creo que es estúpido que sigamos fingiendo que nada de esto está pasando. Ya sé que te dije que te dejaría seguir con tu vida y que te hicieras la idea de qué tú y yo nunca existimos, pero sí existimos, pelirroja. Estamos aquí, y no quiero dejar de estar aquí mientras tú también lo estés."
No pude evitar la sonrisa que se me formó. Era Marcos, él había escrito eso, él acababa de abrirse a mí por segunda vez, a pesar de que en la primera ocasión no le fue muy bien. En ese momento sí me había quedado sin más que decir, cualquier cosa que tecleara se iba a sentir estúpida. Estaba a punto de apagar el celular cuando recibí otro mensaje suyo.
"Pasado mañana hay clases de surf. Si quieres te puedes quedar un rato extra para perfeccionar algunos detalles, quiero que seas la mejor de mi clase."
"¿Crees que podría llegar a serlo?"
"Siempre y cuando me dejes enseñarte todo lo que sé."
"Te dejaré enseñarme todo lo que quieras. Es tarde, creo que debemos dormir."
"Tienes razón. Hasta mañana, Sirenita Ariel."
...
Desperté con una música que provenía de quién sabe dónde. Abrí lentamente mis pesados párpados que parecían estar bajo el efecto de algún sedante de psiquiátrico. Traté de sentarme, pero me era imposible. La música seguía y no parecía acabar pronto. Finalmente hice el descubrimiento de mi vida: el sonido salía de mi celular. Tomé la llamada entrante sin siquiera mirar de quién se trataba.
—Buen día —dije con la voz soñolienta y mis ojos aún cerrados.
—Hola, Manzanita, ¿cómo amaneció la chica más guapa del mundo? —era la voz de Jeremy.
—Aún no amanezco, Jer. ¿Por qué no me llamas a eso de las nueve?
—Son las diez y media —informó, y eso bastó para ponerme de pie en cuestión de segundos.
—¡¿Qué?! —escandalicé—. ¡No puede ser!
—Tranquila, Manzanita, no llegas tarde al colegio —comentó entre risas—. Estoy afuera de tu habitación, llevo veinte minutos tocando.
—Lo siento, ya te abro.
Colgué y me dirigí a la puerta. Abrí y encontré a un alegre y deslumbrante Jeremy. Éste llevaba un juego de pantalón corto y pullover de varios colores llamativos. Caminó hasta el interior del cuarto y se sentó en una esquina de la cama, luego me miró fijamente.
—¿Alguien se pasó de tragos anoche? —interrogó.
—Claro que no, ¿tengo aspecto de haberme emborrachado?
—Un poco, sí —se encogió de hombros y sonrió de lado.
—De acuerdo, eso ha sido un golpe bajo. Voy a cambiarme y hacer que te lleves una mejor impresión de mí —añadí a la vez que buscaba qué ponerme.
—Siempre me llevo una buena impresión tuya, Manzanita —prosiguió con un tono dulce.
Le ofrecí una sonrisa antes de meterme en el baño para asearme y ponerme el vestido verde militar con estampado de mariposas. Escuché una notificación que provenía de mi teléfono, pero se había quedado afuera y no podía saber de qué se trataba.
—Oye, tienes un mensaje —informó Jeremy—. Te lo leeré.
En ese momento me comencé a poner muy nerviosa. ¿Y si era Marcos? Eso sería un auténtico desastre. Y, en caso de que no fuera él, Jer podía entrar al chat por curiosidad y descubrir la conversación que habíamos tenido. Quise salir y arrebatarle mi móvil, pero estaba semidesnuda.
—Dice: "Me gustaría que saliéramos mañana a un museo, luego podríamos ir a comer algo. Puedes ir con Jeremy, yo llevaré a un amigo. Una especie de cita doble" —terminó de leer—. Es de Clara, creo.
—¿Crees? —dije, saliendo apresuradamente del baño y arrebatándole el teléfono de un tirón.
—Por Dios, qué agresiva —comentó.
El mensaje era de Instagram, y efectivamente se trataba de Clara. Me pareció muy extraño que ella, precisamente ella, me escribiera. No éramos las mejores amigas, apenas habíamos hablado, ¿y me estaba proponiendo una cita doble?
—¿Qué vas a decirle? —preguntó Jer.
—No lo sé, me parece raro.
—Ya sé, yo tampoco he tenido una cita doble.
—No, no es por eso, es que no entiendo por qué nos invita —proseguí, mi vista fija en el mensaje.
—Porque le agradamos. Anda, iremos a un museo. Tú has salido a conocer más lugares que yo, vamos —pidió.
—De acuerdo.
Le dije a Clara que iríamos con ella y con su amigo, aunque lo seguía viendo todo muy turbio. Pero, en cualquier caso, Jeremy estaría ahí conmigo. En cierto punto sería un poco incómodo teniendo en cuenta lo que sucedió entre ellos.
—¡Iremos a un museo! —exclamó Jer repentinamente, levantándose de la cama y pasándome un brazo por encima de los hombros.
Reí y le di un abrazo de costado, luego salimos de la habitación. Iríamos con nuestros padres a sentarnos un rato en la orilla de la playa, nada de bañarnos, una especie de picnic.
Llegamos a nuestro destino y Alice extendió una gran toalla de playa azul. Nos sentamos y mi madre sacó de su bolso unos recipientes con comida. Todo estaba delicioso. Hablábamos y contábamos anécdotas, pero en un momento mi vista viajó inconscientemente por todo el lugar. Sabía que a esa hora era muy probable que Marcos estuviera por ahí con sus amigos practicando surf, pero no di con él.
—¿Qué crees de eso, Barbie? —preguntó Alice con lágrimas en los ojos producto a la risa.
—¿De qué? —cuestioné con el ceño fruncido al notar que todos eran víctimas de un ataque de risa.
¿En qué momento pasó todo esto?
—Tu padre dice que si pierde el partido de cartas de esta noche saldrá en tanga a la piscina —informó mi madre entre risas.
—¿Qué partido? —hice otra pregunta a la vez que reía un poco por lo que mi mamá había dicho.
—¿Dónde estabas? —intervino Jeremy con una expresión graciosa.
—Simplemente pensaba en lo hermosa que es la vista —respondí y todos asintieron.
—Tienes razón —añadió Alice—. ¿Quieren que les tome algunas fotos? Aquí traje la cámara —se dirigió a mis padres y ellos asintieron.
Los tres se pusieron de pie y fueron hasta la orilla, en donde empezó la sesión de fotos. Reían e inventaban poses raras y divertidas. Escuché a Jeremy suspirar a mi lado y volteé a verlo. Él tenía la mirada fija en nuestros padres y estaba un poco serio... o triste.
—Ellos se ven tan felices —comentó y supe que se refería a mi mamá y mi papá—. Ojalá... —sus ojos se cristalizaron y bajó la mirada, negando con la cabeza.
—Lo siento, Jer —tomé su mano y le di un pequeño apretón.
Sabía lo difícil que resultaba para Jeremy el tema de su padre. Siempre había sido algo en lo que le costaba abrirse. Trató de superarlo de muchas formas, pero, a pesar de que él decía que ya todo estaba bien, yo sabía que le seguía doliendo mucho. A parte de su dolor, también estaba el de su madre, que era igual o peor que el de él.
—No te preocupes, esas cosas pasan -—se encogió de hombros.
—Lo sé, pero ojalá no le hubiera pasado a una persona tan buena como tú —proseguí.
No dijimos más nada, simplemente nos quedamos ahí sentados, observando el agua.
—¡Hola! —sentí una voz a mis espaldas. Al dar la vuelta vi que era Adriana.
La muchacha usaba una trusa rosada y tenía una tabla de surf más pequeña que la que le había visto en otras ocasiones. Su cabello hecho una trenza y un poco mojado, como si hubiera salido del agua hacía poco tiempo.
—Qué bueno verlos por aquí. ¿Qué tal todo? —preguntó.
—Todo bien —añadí con una sonrisa.
—¿Me puedo sentar con ustedes?
—Claro —dije a la vez que Jeremy.
Adriana encajó su tabla en la arena y tomó asiento a mi lado. Más de cerca, noté que estaba completamente bañada en protector solar; por eso tenía la piel tan blanca siempre. Tal vez debía aprender de ella.
—Jeremy, ven a tirarte una foto conmigo —habló Alice desde su lugar.
Mi amigo se puso de pie y corrió hasta llegar al resto. Por el rabillo del ojo podía notar a Adriana mirándome fijamente, por lo que giré mi rostro hacia ella. Al parecer quería decir algo, pero lo estaba dudando.
—¿Son novios? —me cuestionó finalmente.
—No, sólo amigos —informé.
—Oh, comprendo. ¿Y que vas a hacer con Marcos? —bajó la mirada, como apenada por su intromisión.
—¿A qué te refieres?
—Ya sabes... tú le gustas, y creo que él a ti. ¿Pensaste qué hacer? —me miró con curiosidad.
—Eh... —realmente no sabía que responder—. No he pensado mucho. Jeremy siempre me ha gustado.
—Entiendo, entonces... ¿Por qué te fijaste en Marcos? Tal vez estás confundiendo tu amistad con Jeremy. Ustedes realmente me gustan como pareja, pero creo que Marc siente algo diferente por ti, ¿me entiendes? Está distinto, hoy ni siquiera vino a la práctica porque quería planear unas cosas para su clase —hizo una pausa y me sonrió—. ¿Sabías que él inició esa clase solamente por ti?
—¿Qué? —no oculté mi sorpresa—. Pero si él ya llevaba tiempo en eso.
—¿Eso te dijo? —soltó una carcajada.
—¿No era cierto? —entreabrí mis labios con escepticismo.
—No, para nada. Él tuvo que buscar personas interesadas a última hora. Era muy gracioso verlo parado en la arena sonriendo cada vez que alguien decía que se apuntaba.
—Wow, es... increíble.
—Lo sé. Por eso te digo que tal vez debas darle una oportunidad —sugirió—. Antes él tenía una amante nueva todos lo días, pero hace un tiempo está más tranquilo. Ahora me doy cuenta de que es por ti, él realmente está interesado.
—¿Eso no te molesta? Es decir, ustedes estuvieron saliendo hasta hace poco y...
—No te preocupes —me interrumpió—. No me importa en lo absoluto. Últimamente me he dado cuenta de que hay otro chico que me interesa más que Marcos, y creo que podría llegar a funcionar —sonrió soñadora—. Me merezco una relación seria, algo diferente a lo que tenía con Marc. Todos nos merecemos lo mejor del mundo —sus palabras me hicieron esbozar una sonrisa.
Saqué un emparedado de jamón y queso de uno de los recipientes y se lo ofrecí a ella. Lo tomó y yo agarré otro. Algo era seguro: en estas vacaciones iba a engordar.
—No sé si esto sea bueno para la agencia de modelaje —se refirió al emparedado—. Pero ¿qué más da? —le restó importancia y le dio un bocado.
—Clara me invitó a salir —informé y ella abrió mucho los ojos.
—¿Por qué?
—No lo sé, dice que una cita doble. Yo iré con Jeremy y ella con un amigo.
—No creo conocer a ningún amigo suyo. A menos que... —se quedó pensativa por un momento—. Ten cuidado.
—Me estás asustando —sonreí, un poco nerviosa.
Miré hacia la orilla, en donde mis padres intentaban hacer una pirámide en la que Alice era la punta. Jeremy reía a carcajadas con la cámara entre sus manos, grabándolo todo.
—Clara es un poco distinta a nosotros. Jorge, Freitas, Marcos y yo siempre nos apoyamos en lo que necesitamos y estamos ahí para echarnos una mano. Pero Clara está más a su onda: se pasa la vida pendiente a ella, hace lo que sea mejor para sí misma y aplasta a quien tenga que aplastar para triunfar. Es nuestra amiga y la queremos, pero a veces es mejor tener cuidado —nuestras miradas se encontraron y ella pareció percibir el miedo que me estaban produciendo sus palabras—. No te preocupes, hasta ahora no ha asesinado a nadie —aclaró sonriente.
—Entonces tendré cuidado, tal vez sea hora de meter un cuchillo en mi bolso en caso de que me quiera volver su primera víctima. En el comedor del Hilton hay unos muy afilados —bromeé y ambas reímos.
—Debo irme, deberías tomarte algunas fotos con ellos —señaló a los que seguían haciendo una pirámide... o tratando.
—Gracias por decirme todo esto —le dije con sinceridad.
—No hay problema. Debes tener muchas amigas, pero aquí estoy yo por si me necesitas.
—En realidad no tengo muchas —declaré—, bueno, se puede decir que ninguna —bajé la mirada, un poco apenada.
—En ese caso, yo no tengo problema en ser tu amiga —me guiñó un ojo y se fue luego de recoger su tabla.
Tal vez mis vacaciones estaban siendo algo complicadas y extrañas, pero había conseguido algo que siempre quise tener: una amiga.
📝Nota de autora:
¡Hola a todos!
¿Qué les pareció el capítulo?
Gracias a los que están leyendo, en especial a los que votan y comentan cada parte. Espero que continúen con la lectura y les guste cada vez más.
Saludos, Rosaine. ❤️
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