13- Un simple abrazo

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Barbie Watson
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Vi a Marcos caminar hasta la playa. La vista trasera que tenía de él era lo suficientemente llamativa como para mirarlo durante horas. Tenía una estatura que lo hacía lucir muy apuesto, la espalda ancha, los músculos marcados en ella y en sus brazos, el pantalón se ajustaba a su trasero de una manera interesante; sin dudas, Marcos Carvalho era consciente de lo que un chico debía hacer para ponerse bueno.

El viaje a Santa Teresa había sido de lo más admirable. Era un barrio artístico y antiguo a la vez. Disfruté bastante, aunque es cierto que compartir un día con el señor engreído, después de lo ocurrido, no podía ser normal. Estuve nerviosa gran parte del tiempo y realmente no ayudaba que él estuviera tan provocativo. Yo lo único que quería era serle fiel a mis sentimientos. Si hubiera viajado sola a Río de Janeiro, posiblemente me hubiera acercado más a Marcos, pero Jeremy estaba conmigo, recordándome a cada rato lo enamorada que estaba de él.

Luego de ver al brasileño adentrarse en la arena, lo perdí de vista. Volteé y me dispuse a subir a mi habitación. Por el camino pensé que tal vez debería visitar a Jer, pues él se había mostrado muy interesado en la mañana y yo tuve que hacerlo de lado e ir con Marcos. Desvíe la ruta y caminé hasta encontrarme frente a la puerta de Jeremy y Alice. Di unos toques y abrieron rápidamente. Mi mejor amigo estaba de pie frente a mí. Sus ojos cansados y el pelo revuelto.

—Hola, ¿qué has hecho? —añadí.

—Nada interesante, solo dormía un poco —informó a la vez que tapaba un bostezo con su mano derecha.

—Eso es... aburrido —declaré—. No deberías gastar tu tiempo en eso.

—Lo sé, pero la persona con la que quería pasar tiempo se fue con otro —me dijo, una beta de tristeza en sus ojos.

—¿Tú madre? —bromeé.

—No —prosiguió y se le formó una sonrisa divertida—, la futura madre de mis hijos.

Reí y sentí la emoción correr por mi interior. Pensar que Jeremy me tenía en cuenta para su futuro realmente me animaba. Hay personas que simplemente te quieren para el presente, para divertirse en el momento y disfrutar mientras llega alguien más interesante. Pero existen personas diferentes, unas que, al verte, dicen "quiero estar contigo cada día", que planean cosas para más adelante. Esas son las que realmente valen la pena. Enamorarse implica muchas cosas, algunas negativas y otras positivas. Si el amor era correspondido, todo lo negativo se hacía a un lado, pues lo más importante lo tenía delante.

—¿Quieres pasar y ver algo? —propuso.

—¿Cómo "ver algo"? Estamos en un hotel, Jer, existen cosas mejores que ver algo —añadí con entusiasmo.

—Tienes razón, podemos ir a la piscina un rato. Voy a ponerme un atuendo más adecuado. ¿Quieres cambiarte tú también?

—Sí, iré a mi habitación. Te veo allí —sonreí.

...

Llegamos a la piscina del último piso. No había ido ahí desde que Jeremy y Clara se besaron. Aún no entendía cómo había sucedido eso, es decir, él literalmente me borró del mapa y se fue con una completa desconocida. Ni siquiera sabía qué estaba haciendo ella en ese sitio. De todas formas, no era momento para recordar ese desastre de noche. Quería disfrutar con el muchacho que llevaba un short azul cielo. Antes de ir al agua, pasamos por la barra y pedimos unos refrescantes tragos. La tarde estaba soleada, transmitiendo así un inmenso calor. Caminamos hasta llegar a unas tumbonas y nos sentamos. Noté que mi amigo estaba más bronceado que la última vez que estuvo en Las Vegas. Yo también había sido víctima de los inevitables efectos del sol. En realidad no eran inevitables, pero siempre se me había olvidado aplicarme protector solar.

—¿Cómo te fue con él? —soltó Jeremy de repente.

—¿Con quién? ¿Con Marcos? —pregunté y él asintió—. Me fue bien. Cada día conozco más lugares.

—Comprendo —su mandíbula se tensó.

—Si tanto te molesta hablar de él, ¿por qué sacas el tema? —indagué.

—Yo no estoy molesto —mintió.

Luego de tantos años de amistad, conocía todos los gestos de Jeremy. Sabía cuando estaba feliz, triste, nervioso y molesto. La verdad, mi amigo se puede considerar un libro abierto, o una casa sin techo. Es una persona fácil de descifrar, como los productos del uno.

—Deja de mentir. Está claro que Marcos no te hace mucha gracia, pero creo que deberías conocerlo. Él es listo, agradable de vez en cuando, sexy —cerré mi boca de inmediato.

Yo no dije "sexy", ¿cierto?

—¿Qué dijiste? —preguntó, la expresión de su rostro era de escepticismo.

—Yo no... eh... no, fue un error —fingí una tos para darme tiempo y pensar en algo que justificara mi totalmente desubicado comentario—. Tú, tú eres el sexy —mentí. Obviamente Jeremy era sexy, pero por supuesto no me refería a él. Supe por su expresión que no me creyó, ¿quién me creería?

—Creo que debemos dejar de hablar de ese hombre.

—Totalmente. Él es un cero a la izquierda en estos momentos —le resté importancia.

—Entonces... ¿Tienes planes para mañana? —me preguntó.

Esa pregunta no era la mejor para hacer. ¿Por qué? Porque debería sacar nuevamente un tema que incluía a Marcos, y eso era lo último que quería.

—Bueno, yo... tengo clases en la mañana —informé con la mirada en cualquier sitio menos en él.

—¿A qué te refieres?

—Clases de surf.

—¿Te apuntarte a clases de surf sin decirme nada? Podíamos haber ido juntos —reclamó.

—No ibas a querer ir —le dije, mirándolo.

—¿Por qué? —frunció el ceño.

—Marcos las imparte —añadí finalmente.

Jeremy se tensó. Hacía un minuto habíamos decidido dejar de lado al señor engreído y ahora volvíamos a hablar de él. Definitivamente no nos estaba yendo tan bien como me gustaría.

—Iré —soltó después de unos segundos.

—¿Que? —lo miré con los ojos como platos. Nunca hubiera imaginado que quisiera ir.

—Lo que escuchas. Obviamente no seré su alumno, eso sería demasiado bajo, pero te quiero acompañar. Él puede ser peligroso y...

—No es peligroso, Jer, deja de ver CSI —volteé los ojos. Una cosa era que Marcos no le cayera bien, y otra muy distinta era decir que es peligroso.

—Claro, es sexy —sonrió. No sabía definir si su sonrisa expresaba diversión o rencor. Tal vez una mezcla de ambas.

—Creí que eso ya estaba aclarado. No quiero tener que aguantar tus celos inmaduros —expresé casi sin pensar.

Siempre había odiado a las personas que se comportaban de una forma celosa y posesiva. Jeremy no era una de esas personas, pero, por el camino que iba, le faltaba poco. Mi última relación terminó porque mi novio no podía verme con Jer, lo cual me molestó muchísimo: no me alejaría de mi mejor amigo. Finalmente, mi ex tenía razón, yo estaba enamorada de Jeremy. Pero la situación con Marcos era muy distinta. Yo jamás me interesaría en alguien como él, por lo que necesitaba que Jeremy lo aceptara como mi nuevo amigo.

—Tienes razón, tienes razón. Lo siento. Mañana te acompañaré a las clases y te demostraré que puedo llegar a llevarme bien con ese idiota.

—De acuerdo.

...

Me puse mi trusa blanca, unas gafas de sol Dior y unas sandalias grises. Me introduje en una bata azul a la misma vez que tocaban mi puerta. Caminé hasta ella y la abrí para encontrar a Jeremy con un short blanco y una camisa del mismo color. Sonrió e hizo un movimiento con la cabeza para que saliera. Luego comenzamos a caminar.

—Hija —me llamó mi padre, el cual se acercaba a mí.

Cuando estuvimos frente a frente, sacó algo del bolsillo y me lo entregó sonriente.

—Te hice el collar con la concha que encontré el otro día en la playa —pura emoción en su voz.

Observé la prenda. Estaba perfecta. Un cordel con varias bolitas de colores y una concha en el medio. No podía creer que él la hubiera hecho con sus propias manos. Se veía tan profesional y trabajada.

—Gracias, papá, es hermoso —proseguí y él asintió.

—Bueno, debo volver —nos sonrió—. Y si ven a una señora vendiendo unos iguales a la entrada de la playa, es que me robó la idea —bromeó y se marchó. Por supuesto que lo había comprado.

—Dame, te lo pongo —dijo Jer a mi lado.

Le di el collar y él se posicionó detrás de mí. Me lo pasó por el cuello, esquivando mi cabello.

—Listo —comentó.

—Genial. Vamos.

Salimos del hotel y llegamos a la playa. Luego de ver a la "copiadora" que mencionó papá, caminé en la dirección que dábamos las clases y localicé a Marcos, el cual hablaba con el resto. A su lado estaba Adriana, sentada en la arena como la otra vez. Me acerqué más y el rubio notó mi presencia. Me miró fijamente, ignorando a un muchacho que hablaba sin parar en portugués. Le sostuve la mirada, algo que se me estaba complicando. Me guiñó un ojo, removiendo algo dentro de mí. Luego miró a mi lado, en donde se hallaba Jeremy. Ambos mostraron seriedad y no dijeron nada. Nos reunimos todos y la primera en hablar fue Adriana.

—Hola, ¿cómo están?

—Muy bien —le sonreí y ella hizo lo mismo.

—Bienvenida de nuevo, pelirroja —habló Marcos, captando mi atención.

Asentí con una sonrisa. Jer se acercó al chico y le dijo un "hola" para luego sentarse junto a Adriana. Intentó ser amable, pero era obvio que estaba incómodo.

Las clases comenzaron. Como la otra vez, Marcos se dirigió primero al resto de aprendices y luego me comenzó a traducir.

—Decía que hoy quiero practicar una posición sobre la tabla.

—¿En el agua?

—Aún no, Sirenita Ariel, deberás conservar tu forma humana por un tiempo más —dijo, provocando que yo riera.

—Aún no tengo tabla, ¿recuerdas?

—Sí tienes —declaró.

Comenzó a caminar hacia una parte más alejada. Se veía la forma de una tabla, la cual estaba cubierta por una gran tela azul. Observé a Marcos caminar con el traje de neopreno hasta que se paró frente a ella. Jaló la tela y dejó al descubierto una tabla con la Sirenita Ariel, tal como me había dicho. Pude verla antes en el taller, pero terminada estaba aún más bella. Realmente me encantaba, tanto que comencé a correr en su dirección con una sonrisa de oreja a oreja. Me detuve frente a ella y la acaricié con las yemas de mis dedos. Era una completa obra de arte. Yo no hubiera conseguido un resultado así ni con diez años de trabajo. Aparté la vista de la tabla y miré al autor, éste tenía una expresión de autosuficiencia. Había hecho un buen trabajo y lo sabía. Sin pensarlo, me lancé sobre él y envolví mis manos alrededor de su cuello, abrazándolo con emoción y agradecimiento. Al principio él pareció sorprendido por mi reacción, pero después correspondió a mi abrazo. Sus manos atraparon mi cintura y me atrajo aún más a su cuerpo. Olía a agua salada y a colonia. Cerré los ojos y hundí mi rostro en su cuello, sintiendo aún más fuerte su aroma; nunca pensé que esa mezcla de olores me atraería tanto. Una de sus manos se deslizó aún más abajo y se detuvo en mi espalda baja, casi tocando mi trasero. Me tensé y mi respiración se cortó. Mi corazón se aceleró al sentir su respiración clavada en mi cuello con intensidad. El también parecía absorber mi aroma. Solo habían transcurrido unos segundos, pero a mí me parecieron horas. El corazón me latía cada vez más rápido, incluso llegué a pensar que él podría sentirlo debido a nuestra cercanía. Me sentía extraña en sus brazos, como si... no quisiera que me soltara.

¿Qué me está pasando?

Me separé de él y nos miramos a los ojos durante un micro segundo. Di un paso hacia atrás y busqué la fuerza en mi voz, la cual se había perdido junto a mi noción del tiempo.

—Gracias —susurré, bajando la mirada.

—De nada —dijo en un tono tan bajo como el mío.

Agarré la tabla y volví con el grupo. Todos alternaban la mirada entre Marcos y yo. Incluso Jeremy, quien se removía incómodo con el rostro rojo. No podía creer que se hubiera puesto así por un simple abrazo.

Un simple abrazo.

Eso no se había sentido como un simple abrazo. Había sido mucho más que eso. Últimamente me ponía nerviosa con tan solo mirar los ojos verdes de Marcos, cosa que no me sucedía al principio. Supongo que todo cambió en el momento en que entró en mi habitación aquella madrugada. Me empecé a sentir diferente. Él era un hombre muy bien parecido, cualquiera se podría sentir atraída físicamente por él. Pero lo mío era diferente.

A nadie se le acelera el corazón por una atracción.

📝Nota de autora:

¡Hola a todos!

Si has llegado hasta aquí, te agradezco mucho por darle una oportunidad a la historia. Los invito a seguir leyendo, cada vez pasarán cosas más interesantes.

Los celos de Jeremy, los abrazos de Marcos y las confusiones de Barbie.

Entre otras cosas, busqué la imagen de una tabla en blanco e intenté hacer una simulación de la nueva tabla de Barbie. Espero que les guste.

No olviden votar y comentar.

Saludos, Rosaine.❤️

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