2 | два

El pasado es un prólogo.




 

Estados Unidos miraba enfurecido a FBI a su frente, quien tecleaba y escribía en su portátil sobre su escritorio. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho con un notorio enfado e impaciencia debido al zapateo de su pie contra el piso.

El rostro del representante portaba la bandera estadunidense, su cabello era abundante, recaía sobre su cara con franjas rojas y blancas.

El federal a su frente tenía el logo del FBI con una piel blanca, su cabello blanco estaba oculto debajo de una gorra azul marino. Tenía un uniforme policial, incluyendo un chaleco antibalas.

—Ya te dije que no puedo hacer nada —volvió a decir por tercera vez en el día, se notaba un acento inglés—. What do you fucking want? (¿Qué diablos quieres?)

—¡Debilitaron mi seguridad! —espetó alterado apoyó sus manos sobre el escritorio de FBI, golpeándolo con sus puños—. Quiero que los rastrees.

—Estás hablando de un grupo de hackers anónimos, USA —aclaró el federal. Unió sus manos entre sí—. Literalmente tienen información que le sacaron a NASA. Deberías enfocarte en lo otras cosas, ¿No crees?

—I don't give a fuck what's going on. (Me importa una mierda lo qué está pasando.) —sentenció USA, se estiró por encima del escritorio para acercarse de forma amenazante hacia él—. Find them. (Encúentralos.)

Se alejó de FBI enfurecido, y comenzó a caminar hacia la salida de la oficina. Tomó el pomo de la puerta, apretándolo con fuerza y luego cerró detrás de él con un furtivo golpe.

El federal soltó un sonoro suspiro de exasperación mientras se quitaba su gorra y la lanzaba sobre la mesa a un lado de su computadora. Removió su cabello blanco con un notorio estrés y frustración.

¿Cómo se supone que rastrearía a uno o algunos de los miembros de un grupo disperso de hackers alrededor del mundo? USA debería estar preocupándose más por lo que realmente está sucediendo. La mafia Anarchy estaban intentando rastrear a los representantes, buscando constantemente dar con ellos a través de hackeos masivos en todos sus dispositivos, secuestros y acosos. Lo peor de todo era el hecho de que casi logran dar con Reino Unido y quien, gracias a la extrema y gran seguridad que posee, no fue posible.

No tenía suficiente con tener que pedirle ayuda al CNI y el Pentágono que ahora tenía al caprichoso de USA pidiendo rastrear a Annonymous.

Sumado a que ese no era el único ataque que estaban intentando contra ellos, FBI tenía la sospecha que Anarchy se había involucrado en los mercados de tecnología, medicina y biología. Manipularon los principales jefes de las empresas reguladoras. Obligándolos a alterar las vacunas que los representantes utilizaban para poder camuflarse entre los humanos. OMS no estaba muy segura de cómo revertir aquello, ya se habían exportado millones de vacunas con la formula alterada, había enviado a descontinuar toda la facción presuntamente alterada, pero, aún no podían asegurar al cien por ciento que ya no estaban entre ellos.

OMS no estaba muy positiva de qué es lo que hacía la nueva fórmula, pero tampoco quería saberlo. Lo que sí le tenía muy preocupada era el hecho de que, posiblemente, muchas de esas vacunas ya habían sido utilizadas por representantes alrededor del mundo. Al final, el llamado de la situación había sido notificado hacía tan solo dos meses atrás, y la nueva fórmula había sido alterada hacía siete meses.

Le sonrió con amabilidad antes de entregarle el cucurucho de helado que había pedido. Se despidió del cliente para volver mirar a una pareja de amigos, preguntándoles los gustos de helados que querían y el tipo de helado. Alicia llevaba un delantal amarrado a su cintura de color blanco con el logo de la heladería, una gorra del mismo color que evitaba que su cabello cayera sobre el producto. Unos pantalones de mezclilla azules con una camiseta blanca la cual tenía su nombre grabado en el lado derecho con el logo del otro lado.

Eran alrededor de las siete de la noche, y la gente entraba y salía de la heladería de forma constante. Su compañera a su lado se encargaba de cobrar los helados de las personas que llegaban, mientras ella se limitaba a servirlos.

Entregó una taza de plástico con tres bochas de helado y prosiguió con otro pedido que un joven de quince años había hecho. Su compañera al ver que no entraba nadie más, pidió los gustos del restante del grupo para ayudar a su amiga, quien parecía acelerada y cansada al mismo tiempo. Llevaba un par de ojeras debajo de sus ojos, por lo que supuso que no había dormido o, al contrario, se había levantado muy tarde.

—Muchas gracias —agradeció sonriente. El grupo de amigos se voltearon hacia la salida. —, chao.

Ella suspiró agitada para limpiar sus manos en el delantal, el cual estaba ligeramente manchado y con un par de manchas. Caminó hacia la bodega donde estaban los helados guardados en refrigeradores. Se sentó en una silla de plástico y colocó su notebook sobre sus piernas, continuando con su trabajo. No lograba resolver una parte del código pues, saltaba algún tipo de error entre las líneas anteriores que había hecho uno de sus compañeros. Lo peor no era el error que arrojaba el IDE, sino que, si ella lo alteraba o reemplazaba, salían más errores.

—Estos hijos de puta qué vergas hicieron acá. —maldijo frustrada, mirando la pantalla de su notebook. Leyó la línea de código, borró la mitad y la reemplazó por otro método. Intentó ejecutarlo, pero entonces, salieron cinco errores más en las líneas más arriba.

—¿Todo bien? —la voz de Melina interrumpió su pensamiento. Alicia alzó la vista para verle y le sonrió con amabilidad.

—Si, estoy haciendo un proyecto de mi carrera, pero creo que mi grupo programó en hebreo. —se quejó con un notorio enfado. Entonces la campanita de la puerta anunciando la entrada de más personas, le interrumpieron.

—Voy yo, tranqui. —le respondió la rubia y Alicia se lo agradeció con una enorme sonrisa. Devolvió su mirada en la pantalla en tanto el cuerpo de su compañera de trabajo desaparecía del umbral de la puerta.

Miró las líneas que daban un error en distintos tipos de métodos, no entendía por qué lanzaba tantos errores si solo había puesto una sola línea. Y peor aún, no sabía cómo resolverlo sin borrar todo el código y hacerlo ella por su propia cuenta. Fue una idea muy interesante que rondó por su cabeza y que estaba considerando seriamente de hacer si no lograba encontrar una solución a los errores que saltaban en los métodos declarados.

Miró a su alrededor, buscando su teléfono móvil pero no lo encontraba. Supuso que estaba en la barra. Suspiró con molestia para dejar su notebook sobre el asiento de la silla y caminar hacia el mostrador donde estaba su amiga atendiendo un grupo de amigos. Repasó el sitio con la mirada hasta encontrarlo a un lado de los envases de plástico. Lo tomó y guardó en su bolsillo trasero para enfocar su mirada en las personas a su frente, saludándolos con una sonrisa. Eran un grupo de casi siete personas.

Comenzó a pedir sus pedidos con tranquilidad, mientras los oía hablar. Supo casi al instante que eran de otro país al percibir sus acentos distintos al argentino. No sabía identificar muy bien los acentos de otros países que no fuese el español o chileno.

Su amiga le entregó un helado de cucurucho a un sujeto a su lado, portaba una camiseta de la selección argentina. Le sonrió agradecido y ella le devolvió la mirada amable para luego tomar el pedido de la persona a su lado.

Alicia se volteó sobre sí misma para entregarle un batido de granizado a uno de ellos, unos ojos marrones con unos cabellos negros y lleno de rulos. Le agradeció para hacerse a un lado y salir del local junto a su amigo, hablando entre ellos mientras probaban sus helados. Los ojos disparejos se fijaron en la mirada severa de un sujeto a su frente, era muy alto para su gusto, sus ojos eran celestes y su rostro muy definido con una piel muy blanca. Parecía ser muy frío y reservado.

—¿Qué desea? —le preguntó con amabilidad, secando sus manos en el delantal. El sujeto a su frente enfocó su mirada en la cartelera sobre la cabeza de Alicia y ella le esperó paciente.

—Un... ¿americana? ¿Qué es crema americana? —cuestionó y ella notó al instante que no era, ni siquiera latino.

—Es... básicamente leche helada, azúcar, crema… —respondió con una sonrisa. El chico no le observó y continuó leyendo la cartelera. Alicia fijó su mirada en su amiga quien continuaba atendiendo a sus amigos.

—Quiero menta granizada, marayuc... maracuyá y limón. —respondió intentando leer la cartelera, Alicia le sonrió con ternura pues le costaba leer algunas palabras.

—¿Taza o cucurucho? —volvió a preguntar mientras tomaba una cuchara para helados del lavado y el chico le miró por unos segundos. Pareció no entender qué fue lo que le preguntó y ella lo entendió.

—¿Qué es cucuroc... cucurucho?

Ella tomó uno de los conos apilados y se lo dejó a la vista.

—Esto es un cucurucho. —le respondió con tranquilidad y vio a Melina cobrarle a uno grupo de chicos a su lado.

—Хорошо. Khorosho. (Está bien.), quiero eso. —respondió.

Alicia se extrañó por la palabra que había dicho, no sabía qué idioma era, pero decidió restarle importancia. Así que buscó con la mirada en los congeladores a su frente cuales eran los de granizado, maracuyá y limón.

—¿Estás de turismo? —preguntó Alicia y el chico le miró con el ceño fruncido, ella le dedicó una mirada curiosa antes de colocar la bocha sobre el cono. Cerró el congelador y abrió el que estaba a su lado para clavar la cuchara dentro del balde de helado.

—Да. Da. (Sí.)
 
—¿Es ruso, cierto? Tuve un amigo ruso en la Uni —comentó para luego colocar una bocha de maracuyá sobre el cucurucho—. ¿Qué visitaste? La Patagonia es muy linda.

—He visto Mendosu. Es muy bonito. —respondió. Alicia supuso que no era una persona de muchas palabras y su semblante frío era como si hablara con un glaciar patagónico.

La castaña colocó la última bocha de helado encima del cucurucho y al final se lo extendió.

—Son $300 —le respondió y el ruso hizo una mueca. Ella se rio ante la reacción—Three hundred.

El ruso asintió y le extendió el dinero justo y ella lo tomó con amabilidad. Se despidió de él mientras sus compañeros comían sus helados fuera del local, en lo que le esperaban. Alicia los observó con curiosidad antes de enfocar su mirada en Melina.

—¿Se dará cuenta que puse mi número en la tacita?

Alicia estalló en risa ante la pregunta para dirigirse hacia la bodega y continuar con su proyecto.

—Se va a dar cuenta cuando se entere que su helado sabe a tinta. —le respondió Alicia, sentándose nuevamente en la silla plástica con la notebook sobre sus piernas.














El ruski? O no? O si? Who knows

Espero que les haya gustado, de ser así no olviden dejar un like o comentario. Me ayudaría muchísimo a seguir escribiendo.

Nos vemos.

—Homicidal_Bloody

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top