18 | восемнадцать
Si el dinero va delante, todos los caminos se abren.
Alicia apretó sus labios entre sí. Su pierna derecha se movía con una ansiedad desbordada mientras su sangre recorría cada parte de su cuerpo con adrenalina. Sentía como sus manos sudaban frío mientras intentaba evitar hacer contacto visual con cualquiera dentro de la sala de juntas, los cuales estaban todas las organizaciones más ella. Como era habitual reunirse para revisar los avances que habían hecho durante la semana. Alicia debía de entregarle lo que había hallado sobre Brasil y México, como se lo había pedido en la reunión con el Consejo de Seguridad.
Había pasado gran parte del día. Argentina había estado con ella, haciéndole compañía mientras tomaban unos mates y trataba de mejorar su estado de ánimo. Alicia no le contó el porqué de su estado y él tampoco preguntó, algo que le había agradecido internamente. No se sentía bien como para poder contarle todo lo que estaba atormentándole. Al final, llegó la hora en la cual ella debía reunirse con ONU y los demás, por lo que Argentina le acompañó hasta la sala de reuniones y le dijo que se quedaría a esperarla. Por lo que él, se encontraba tras la puerta a sus espaldas.
Podía escuchar a OMS hablar sobre el avance de México, contando como había evolucionado y esperaba que despertara hoy u mañana a más tardar. El holograma en medio de la mesa había sido reemplazado por unos documentos que la peliazul había puesto para mostrarles a todos en la sala los avances hechos en México. Se notaba un cambio drástico en el interior de su cuerpo, poco a poco se estaba recuperando, algo que era muy positivo para todos.
Sin embargo, Alicia quería huir y escapar de ese sitio. Se sentía muy asustada y estaba paranoica, creía que todo lo que estaba a su alrededor quería atacarla o agredirla de algún modo. Intentó con todas sus fuerzas aparentar estar correctamente bien y sin mostrar una sola gota de preocupación o miedo, sin embargo, su tic nervioso le delataba sutilmente.
—Alicia. ¿Tienes información sobre Brasil y México? —la voz de ONU le interrumpió su pequeño mundo, sacándola de vuelta al mundo real.
Le miró con ojos aterrados para después mover con frenesí su cabeza, tomó los documentos separados por un clip. Se levantó de su asiento y caminó hasta él. ONU los tomó en manos y le sonrió, intentando relajarla, pero no pareció surgir efecto por lo que ella giró sobre sí misma y volvió a su lugar.
—¿Estás bien? Te noto un poco... nerviosa diría yo.
Alicia volvió a tomar asiento a un lado de Frank, y este le miró con la misma preocupación que todos en la sala. La azabache fijó su atención en cada una de las personas en la habitación por pocos segundos para después mostrar una inmensa sonrisa, eliminando de todas las personas la extraña sensación de que algo no andaba bien en ella.
—Sí, solo que no dormí nada. —comentó con una sonrisa falsa que aparentaba ser sincera.
Pareció convencer a un par de ellos que devolvieron su atención a las pantallas de sus tabletas o notebooks. Alicia notó que Frank y ONU le miraban demandantes, como si la examinaran de cerca para no perderse un solo detalle de su comportamiento. Sin embargo, Alicia continuó sosteniendo su papel despreocupado.
Aclaró su garganta para hablar.
—La mafia de México son unos narcotraficantes de metanfetamina, éxtasis y marihuana. Comercian para todos los países del mundo, especialmente Colombia. Pero debido a los últimos cambios en la seguridad fronteriza de Estados Unidos, las importaciones por tierra y aire se redujeron. Según lo que tengo los policías estadounidenses, les incautaron más de mil toneladas en drogas provenientes de México.
—Probablemente por eso están amenazando al presidente mexicano —comentó CIA, rompiendo el contacto visual mortífero de William y Frank sobre la azabache. Ella le miró y asintió levemente, agradeciéndole mentalmente por haber quitado un peso tan incómodo de encima—. ¿Tienes nombres o algo?
Alicia asintió. Tipió un par de cosas en su teclado y pronto los documentos de OMS fueron opacados por unas plantillas policiales repletas de cargos delictivos graves. Eran tres personas las que había hallado. Frank miró los nombres y los rostros para después tratar de buscarlos dentro de su base de datos.
—¿Y sobre Brasil? —preguntó William, hojeando los papeles que Alicia había impreso.
Sus ojos le miraban con una seriedad y una pizca de duda que ella no podía evitar reconocer. La azabache tragó en seco, demostrándole con un sutil gesto sus nervios. Fijó su atención al frente.
—El tema de Brasil es peor. Es una trata de personas, trafican mujeres y niños blancos. —comenzó hablando y captó la atención de todos en la sala.
Alicia sintió como las miradas se clavaban sobre ella como estacas perforándole lentamente. No fue capaz de entender por qué todos giraron a mirarle como si hubiese dicho una blasfemia en medio de una misa católica. Sintió como su ansiedad aumentaba al mismo tiempo que su tic nervioso, ahora sus manos estaban heladas y un extraño hormigueo comenzaba a apoderarse de sus dedos.
—Las personas secuestradas salen del país al cabo de una semana, los esconden en un almacén en Rio de Janeiro. Y luego los envían por barco a los países de Tailandia, India y Taiwán. No pude dar con nombres ni personas, solo apodos y seudónimos.
—¿Qué apodos encontraste? —preguntó Mason y ella le miró por unos segundos para después teclear del mismo modo que antes, se mostraron unos chats de Facebook y Messenger en portugués.
Se mostraba perfectamente como un secuestrador se hacía pasar por un chico y trataba de entablar una relación entre ambos hasta que finalmente la víctima accedía en quedar con su presunto amigo. Eran capturas con nombres distintos y personas diferentes, pero que todas acababan igualmente desaparecidas. La chica de ojos disparejos mostró una lista de números de teléfono extensa que estaban al nombre de un Luiz Alves. Frank observaba casi como si hubiese visto una joya, no podía creer cómo Alicia había adquirido toda esta información de forma tan rápida y simple. No tenía sentido, las mafias de tráfico de personas eran muy complicadas y extensas. Era perfectamente una red, no servía de nada atrapar a uno mientras el jefe que movía todo continuaba afuera.
Buscó en su base de datos aquel nombre y lo encontró con cargos de atentado contra la paz, intento de asesinato, portación de sustancias ilegales y arma sin licencia. Llevaba prófugo de los Estados Unidos cuatro años. Era buscado debido a su alto cargo en una mafia de narcotráfico en Texas. Al parecer, estaban correlacionados.
Alicia le miró, notando la impresión de Frank. No entendía por qué estaba tan impresionando de algo que había hallado dentro de la Dark Web.
Aclaró su garganta, llamando la atención de ONU.
—Los contactos que tiene esta mafia con sus vendedores se hace a través de Dark Web. Hay... hay videos no aptos para personas sensibles en ese sitio provenientes de tres chicas secuestradas. Según pude investigar, Ana Paula Pereira. Luciana De Oliveira, y Juliana Silva. Todas de diecisiete años —continuó hablando Alicia, notó la mirada de William observándole expectante. La cara de la contraria mostraba una notoria emoción repulsiva al recordarlo—. Llevan desaparecidas entre cinco y ocho meses cada una.
—Impresionante. —comentó María. La azabache le observó y le sonrió al sentir como el ambiente a su alrededor parecía aligerarse debido a que su paranoia mental se disipaba.
La reunión transcurrió una media hora más hasta que finalmente todos salieron de la sala, Alicia iba junto con Frank quien le hablaba de algo de lo cual no tenía ni idea, sentía como si le estuviese hablando en otro idioma. Su mente estaba fuera de ella y perdida en alguna parte del mundo.
Vio a Argentina acercarse a ella con una inmensa sonrisa, llevaba una caja de cartón oscuro mientras en manos tenía un alfajor de chocolate negro. Los ojos de Alicia se fijaron sobre el dulce que el peliceleste estaba comiendo. Extendió la caja hasta ella, ofreciéndole uno y con una emoción desbordada tomó uno de los alfajores de la caja. Frank hizo lo mismo.
Caminaron en dirección a uno de los ascensores del edificio, Alicia tocó el piso nueve y las puertas lentamente se cerraron mientras se deleitaba del alfajor de chocolate que le había dado. Se sentía más aliviada después de la junta, su paranoia ya se había ido casi por completo. Aunque su duda y desconfianza prevalecía sobre ONU y OMS debido a la carta de su padre.
En la reunión no discutieron mucho sobre Sycorax y las vacunas, solo se enteró que todos dentro de las Naciones Unidas dejaron de utilizar la llamada Zenith, la vacuna que les otorgaba una forma humana. Algo extraño ya que Alicia sabía que era un tema muy complejo y difícil de detener, pero supuso que no tenían muchos avances ya que Pentágono y CIA estaban investigando a todos los trabajadores de aquella empresa, y tardarían un par de meses en tener algo de relevancia que les fuese útil.
Ahora había confirmado que tomaban dos antídotos, Zenith para adquirir el modo humano y Nadir, la cual funcionaba similar a un calmante o sedante que se suministraba a los representantes dependiendo sus crisis y problemáticas, a veces cuando llegaba una época dura, la dosis se aumentaba para que el país lo pudiese soportar mejor. Los representantes que casi no poseían grandes crisis tomaban pequeñas pastillas calmantes, en cambio, países latinoamericanos usaban dosis grandes de Nadir.
Era confuso hasta cierto punto, pero entendible.
Abrió la puerta de su oficina con Argentina siguiéndole las pisadas mientras tarareaba una canción que ella no pudo reconocer tan fácil. Suspiró estirando sus brazos por encima de su cabeza mientras rodeaba su escritorio, se sentó frente a su computadora encendida y colocó en su sitio a su notebook. Notó al peliceleste dejar la caja de alfajores sobre la superficie de la mesa mientras masticaba el último pedazo que le quedaba en la mano. Tomó el termo casi vacío, con agua fría y el mate con yerba usada.
—Voy a preparar mate. Ya vengo. —le avisó y Alicia le miró con una sutil sonrisa antes de mover su cabeza entendiendo. Le vio girarse sobre sus talones y dejarla sola dentro de su oficina.
Sintió el sonido del viento golpeando contra los ventanales a su espalda debido al mal tiempo que había. Apoyó sus manos sobre su teclado y comenzó a investigar más sobre el paradero de su padre, Horus podía tener problemas de recolección de datos o un par de bugs, pues aún faltaba pulir muchas partes del código y depurarlo por completo. Eso era lo más fastidioso, sin embargo, funcionaba muy bien y había hecho la tarea que Alicia le había pedido usando las cámaras.
Sentía su cabeza dar vueltas y dolerle, pues su falta de sueño le estaba pasando factura más la pesadez de la reunión que acababa de tener. ONU le había pedido amablemente que hallara un poco más de información sobre la mafia de Brasil, ya que era la más compleja, ella accedió, aunque por un lado no quería ni siquiera volver a tocar ese tema, pues su moral había estado en juego la última vez.
Continuó tecleando mientras trataba de pulir ciertas partes de su código. Había cosas que sobraban o que no surgían ningún efecto en el sistema por lo que debía reemplazarlas o eliminarlas.
Abrió Horus, con la intención de testear si no había borrado algo de más o había dañado su programa. Al ver que inició correctamente, sonrió. Volvió a tocar unas líneas de códigos que pertenecían a las funciones de búsquedas y rastreos con coordenadas. Había una línea indefinida por lo que sobraba. Probó colocando unas coordenadas pertenecientes a las Naciones Unidas, funcionó correctamente mostrándole el edificio del mismo y dándole las cámaras actualmente disponibles de las calles. Como también veía movimiento de coches y personas pasando de lado a lado.
Unos fuertes gritos le asaltaron, observó su puerta con una mirada y preparándose para defenderse de lo que sea que estuviese corriendo en su dirección. Podía oír varias voces conjuntas que se atropellaban entre sí desde el pasillo. Pronto su puerta se abrió de par en par, un chico de franjas blancas y rojas con estrellas portaba unos lentes de sol, una camiseta negra pegada al cuerpo sin mangas. Unos pantalones de cargo con estampado militar, un par de botas negras y unos guantes sin dedos. En su cuello había un collar. Podía ver que portaba tres franjas en la extensión de sus dedos. Su piel era totalmente blanca.
Se le notaba severamente enfadado. Detrás de él estaba Nueva Zelanda, lo reconoció al instante por su bandera tatuada en su cara. Canadá agarró a su hermano desde el estómago, tratando de sacarlo de la oficina de Alicia, quien miraba expectante desde su asiento. Observando paciente mientras trataba de mantener su calma y guardar su tranquilidad.
—Mademoiselle Alice, disculpe a mi hermano. —habló Canadá notoriamente incómodo soltando una risa nerviosa.
Intentaba de sacar al americano de la habitación. Nueva Zelanda trató de empujarlo por los hombros, pero el contrario parecía estar clavado al piso del mismo modo de un árbol.
USA se movió, arrastrando a sus hermanos con cada paso. Alicia observó atónita como el americano caminaba hacia ella teniendo dos representantes haciendo fuerza contraria, ni siquiera parecía suponerle una molestia caminar con ellos.
—Es inútil, me voy. —cedió Nueva Zelanda, soltando a su hermano y caminando hacia la puerta abierta de par en par.
—Fix this shit! (¡Arregla esta mierda!) —espetó USA. Se cruzó de brazos bajo la confundida mirada de Alicia, pues no entendía a qué se estaba refiriendo por lo que volvió a vociferar: —Telecommunications have been knocked out again! Fix it! (¡Las telecomunicaciones fueron tiradas de nuevo! ¡Arréglalo!)
Alicia le miró confundida. Desvió su atención a la pantalla a su frente, buscó los servicios de internet y redes sociales, notó que todo estaba fuera de servicio. Le parecía raro, ¿Quién tiraría sus telecomunicaciones de nuevo?
—Algo hicieron —excusó Alicia y el chico a su frente golpeó la mesa a su frente con una severa impotencia, sus cosas rebotaron de la superficie ante el golpe seco. La azabache le miró con furia y repentinamente asustada, pues no se esperaba ese movimiento—. Calmáte la concha de tu hermana, me vas a romper algo.
—Arregla mis telecomunicaciones. —demandó con una voz ultratumba, su mandíbula apretada y marcaba le dejaba claro lo furioso que estaba.
—¿Qué querés que arregle? No hay nada malo. Yo no puedo hacer nada desde acá. —le respondió Alicia, intentando mantener su calma y serenidad a pesar de tener un país severamente enfurecido enfrente.
—Eres Annonymous, seguro sabes qué mierda hacer —le respondió con enfado. Le miró a través de sus lentes negros y trató de fulminarla con la mirada—. Arréglalo.
—No soy Annonymous y no es una organización, ¿Qué mierda no entendés? —le respondió Alicia, desvió su atención a su pantalla y notó como Horus comenzaba a filtrar una ubicación que ella no había puesto en su buscador.
Frunció el entrecejo, confundida, sacó sus manos del teclado con la intención de no tocar nada. Quería ver qué había hecho para que su programa estuviese filtrando una serie de coordenadas mientras el planeta giraba en su posición y puntos rojos aparecían en países. Miró su notebook del otro lado, mirando que su código se estaba ejecutando. Tal vez había tocado una línea de más y sin querer estaba buscando algo desde el código. Apoyó sus manos sobre el teclado de su laptop y trató de detener la búsqueda directamente desde su programa de codificación. Pero lo que estaba filtrando parecía ser tan pesado que no podía soportar tantos datos de entrada, por lo que todo iba muy laggeado.
—Are you listening to me? (¿Me estás escuchando?) —demandó USA al notar que había perdido toda la atención de la azabache.
Ella le miró al oírle, le observó incorporarse por encima del escritorio y ante el movimiento percibió sus ojos de color turquesa. Buscaba mirar lo que estaba haciendo Alicia en sus computadoras.
—Hackea luego, necesito toda tu atención en mí.
—Qué egocéntrico. —la voz de Argentina apareció en el lugar con un termo de agua caliente y un mate vacío y limpio.
Caminó hasta Alicia y se colocó a su lado mientras observaba confundido lo que hacía, nadie más que las organizaciones podían entender qué hacía.
—Oh, miren nada más. Llegó el país que festeja cada mundial. —contraatactó USA al verle colocar el termo sobre la mesa.
El americano se alejó del escritorio para volver a cruzarse de brazos y mirarle con un semblante arrogante.
—Al menos ganamos.
—Pero no ganas las guerras.
—Es lo único que sabes ganar. —contraatacó Argentina vertiendo yerba dentro del mate con desinterés.
—¿Qué has dicho? —inquirió USA caminando hacia él con un notorio enfado.
Argentina le miró con desinterés mientras sorbía de su mate y degustaba si estaba bien preparado.
—Frère, arrête de te battre. (Hermano, deja de pelear.) —intervino Canadá tomando por los brazos al americano para hacerlo retroceder en sus pasos.
—You're lucky Canada is here, because it would kill you. (Tienes suerte que esté Canadá aquí, porque te mataría.) —amenazó USA con su dedo índice en su dirección.
—¿Esa es tu excusa? —volvió a molestar para verter un poco de azúcar en su mate.
—Enough, I'll kill him! (¡Suficiente! ¡Voy a matarlo!) —se separó a Canadá con facilidad y tronó sus dedos con las palmas de sus manos
—¡USA no! (¡USA no!)
—¡USA yes! (¡USA sí!)
Alicia parecía estar absorta de la pequeña situación que se había formado a su alrededor. Buscaba detener las búsquedas que parecían haber entrado en un bucle infinito. Podía apagar su computadora para interrumpirlo, pero había cometido el fallo de no hacer un guardado de los detalles que había hecho en su programa, por lo que equivalía a perder progreso. Miró el globo terráqueo que ya no mostraba puntos rojos en el mapa, esparcidos por el mundo. Ahora se limitaba a rastrear cámaras, frunció el ceño con desconcierto. Esto no era un bucle accidental de haber tocado su código. Horus estaba buscando algo.
—Se ha hallado una coincidencia. —la voz de su notebook interrumpió la inminente pelea que se estaba por formar entre Argentina y USA. Canadá sostenía por la camiseta a su hermano mientras el contrario sostenía su mate en manos y lo amenazaba con echarle agua caliente encima. Todos guiaron sus miradas a Alicia.
—¿Qué mierda le pasa a esta cosa? —habló Alicia y miró la pantalla de su monitor.
Veía un punto rojo titilar con suavidad en un sitio fijo de Estados Unidos. Miró su notebook de vuelta y esta no parecía recopilar más datos, pero ahora estaba intrigada en saber qué había encontrado. Tomó su tableta boca abajo en un costado y con facilidad lo sincronizó con el resto de sus programas. Dio enter y el planeta se expandió acercándole al punto titilante. Notó que había tres pares de ojos más observando con curiosidad que estaba haciendo. Los miró a los tres recargados sobre el respaldar de su silla y cerró los ojos tratando de inhalar aire lentamente para calmarse y no echarlos a patadas a todos.
El punto desapareció y pronto fijó una posición sobre una calle transcurrida de Nueva York, veía los semáforos cambiar mientras coches se detenían o avanzaban dependiendo sus carriles. Personas caminaban de lado a lado, siguiendo sus vidas y sin mirar a sus laterales.
Alicia no entendía.
¿Podía deberse a un bug? No descartaba la idea.
Pronto miró las coordenadas que mostraba en su tableta y su mirada se clavó en ella con pánico. Eran 82° 101° 116°, los mismos números que México le había dado. Y los cuales también pertenecían al número de teléfono de Bielorrusia. Esperó paciente con otros seis ojos mirando con atención la pantalla de su monitor donde la cámara enfocaba. Entonces el reconocimiento facial captó a una persona entre la multitud, encuadrándola en un pequeño cuadrado rojo mientras caminaba. Miró la inteligencia artificial de su tableta, pero esta no funcionaba, directamente salía un mensaje de undifined, queriendo decir que era indefinido, no poseía registros en ningún lado.
La persona se detuvo al borde de la acera, esperando que el semáforo se colocara en rojo. Llevaba un traje en negro y un sombrero pequeño que le cubría del ojo de la cámara casi a la perfección. Este alzó la mano al cielo haciendo un gesto de una pistola, apuntó hacia la cámara y gesticuló la acción de disparar hacia la misma. Pronto su teléfono comenzó a recibir centenares de mensajes, comenzando a vibrar descontrolado.
—Qué vergas fue eso.
Alicia no respondió al comentario aterrado de Argentina. Tomó su teléfono celular en manos mientras aún vibraba. Encendió la pantalla y su cara palideció. Eran mensajes del chat de Víctor. De repente se detuvo, entregando el último mensaje. Eran todos iguales, pero venían de diferentes aplicaciones.
—Qué elegancia la de Francia. —comentó Alicia con una sonrisa disgustosa, alguien ahí afuera le había desafiado atentado contra su propio programa denegándole información para luego sobresaturarlo. Y eso eras lo que les había sucedido a las telecomunicaciones de USA, estaba segura que la caída de estas fue causadas por el ataque DDoS.
—Are you going to tell us what just happened? (¿Vas a decirnos qué acaba de pasar?) —preguntó USA totalmente confundido al ver como su programa ahora se detenía mostrándole una ventana de error y se congelaba al instante. Alicia suspiró y no tuvo más remedio que apagar sus dos computadoras y tableta.
—No le caigo bien a alguien.
Casi se parten la madre entre argentina y usa KAHDKAKA
Que habrá sido esa persona? Mmmm 🤔
—Dato: DDos es un ataque de denegación de servicio, es un ataque a un sistema de computadoras o red que causa que un servicio o recurso sea inaccesible a los usuarios legítimos. Normalmente provoca la pérdida de la conectividad con la red por el consumo del ancho de banda de la red de la víctima o sobrecarga de los recursos computacionales del sistema atacado.
—Dato: Cuando los países sufren ataques cibernéticos se vuelven histéricos y nerviosos por la acumulación de datos, y las personas enfadadas o confundidas por los fallos de las aplicaciones.
Por lo que USA últimamente está muy irritable y quiere darse de putazos con todo lo que se mueva JAHDJAKA
Espero que les haya gustado de ser así no olviden dejar un like o comentario. Me ayudaría muchísimo a continuar escribiendo.
—Las imágenes utilizadas:
Nos vemos.
—Homicidal_Bloody
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