10 | десять

El aspecto exterior pregona muchas veces la condición interior del hombre.


Habían pasado tres días desde que Alicia avisó a William que había filtración de toda la información de los representantes de los países y, como consecuencia, sabía de dónde provenía. Por lo que, Frank y ella se pusieron a trabajar con la misión de rastrear la MAC que Alicia vagamente recordaba. Ya que sabía que iniciaba en 101gg:67 pero no recordaba los últimos números.

También, mientras ellos se dedicaban en rastrear su vieja notebook, Mason se encargó de cambiar las identidades de todos los representantes de los países—principalmente ellos—. CNI se había puesto manos a la obra rastreando e investigando a los científicos que estaban trabajando en Sycorax. No iba a ser muy sencillo, pero no era imposible, solo les llevaría un poco de tiempo hasta que encontraran algún escrúpulo dentro de la empresa.

Era un día un poco lluvioso y Alicia caminaba en dirección a las oficinas donde trabajaba. Llevaba un poco tarde debido al haberse quedado dormida.

Miró el reloj de mano en su muñeca mientras bajaba del coche que le llevaba y traía del trabajo a su departamento. Pertenecía al FBI. Cargó en manos su bolso mientras colocaba en su boca el pedazo restante de su pretzel, jaló del borde de su falda de tubo negro hasta abajo con molestia. Odiaba usarlas, la próxima vendría con unos pantalones holgados.

Se acomodó la ropa y caminó con prisa hacia la entrada de las Naciones Unidas. Empujó la inmensa puerta de cristal y entró al sitio. El coche negro que esperaba se fue en tanto corroboró que ella había ingresado al edificio. Tomó el pretzel a medio comer y lo mordió, masticando la mitad que le quedaba.

Presionó con su dedo meñique el botón para llamar al ascensor, miró los números sobre las puertas metálicas cerradas y vio que se encontraba en el décimo quinto piso. Suspiró enfadada mientras movía su pie derecho con impaciencia.

Frank le iba a regañar con severidad.

Sus oídos percibieron unos gemidos adoloridos a lo lejos. Se giró sobre sus talones para ver hacia las puertas de cristales del frente y no vio nada más que personas comunes caminando de lado a lado mientras coches pasaban con normalidad.

Desvío su atención al pretzel en manos y le dio otro mordisco, quedándose con un pequeño pedazo sostenido por sus dedos índice y pulgar. Miró los números que bajaban y ahora se detenía en el piso décimo. Suspiró intranquila mientras continuaba masticando.

Nuevamente sintió un quejido perfectamente audible. Su cuerpo se petrificó en su posición, incluso dejó de masticar al notarlo. Frunció las cejas con confusión y giró su mirada por sus alrededores. No había nada cerca de ella.

Se despegó del frente de las puertas del ascensor y comenzó a registrar todo su alrededor con cautela y preocupación. Metió el último trozo a su boca y lo masticó rápido para después tragarlo.

Caminó unos pocos pasos hasta encontrarse con unas puertas de roble al lateral izquierdo, era un pasillo que llevaba hacia otro sitio el cual ella no tenía ni idea. Pronto sus ojos enfocaron un cuerpo recargado contra la pared a un lado de la puerta, se acercó rápidamente hasta notar que se trataba de una chica.

Los ojos disparejos de Alicia se fijaron en las notorias heridas y hematomas en el rostro de la chica. Era delicado, y pequeño. Su cabello rubio estaba totalmente enmarañado, sus ojos celestes estaban llenos de lágrimas e incluso uno estaba rodeado de una mancha rojiza. El labio inferior estaba partido y perdía sangre poco a poco. Su suéter de lana azul estaba estirado y desacomodado.

Alicia se acercó hacia ella y se agachó a su frente con una preocupación notoria.

—¿Qué te pasó? —preguntó Alicia y rápidamente buscó su teléfono móvil de su bolsillo de su chaqueta americana negra.

Las manos temblorosas de la chica se posaron sobre el teléfono de Alicia, impidiendo que llamara. Ella le miró desconcertada y confundida. Quitó su mano de encima y de igual modo marcó al número de emergencia para llamar una ambulancia.

Colocó teléfono en su oreja mientras esperaba unos cortos segundos a ser atendida. Miró a la rubia a su frente, quién intentaba levantarse, pero su cuerpo flaqueaba tanto que no era posible hacerlo.

—Hello. Send an ambulance to 76th Oregon Street. There is an injured girl. Don't be late please. (Hola. Envíen una ambulancia a la calle 76 Oregón. Hay una chica herida. No tarden, por favor.) —habló Alicia por teléfono.

Understood. An ambulance is going there. (Entendido. Una ambulancia va hacia allá.)

Alicia finalizó la llamada y guardó el teléfono en su bolsillo.

—What is your name? (¿Cuál es tu nombre?) —le preguntó. Notó que la chica intentaba levantarse pero no era posible.

—Anya. —le respondió con dificultad.

—Do you speak Spanish? (¿Hablas español?) —interrogó y la chica asintió—. ¿Quién te hizo esto?

Anya no respondió, se notaba a simple vista que estaba muy asustada y aterrada. No quería hablar sobre quién fue, y Alicia lo entendió perfectamente. Notó que la rubia quiso ponerse de pie nuevamente por lo que ella intentó ayudarla colocando sus manos por debajo de sus hombros y ayudándole a erguirse. Anya soltaba quejidos de dolor, al parecer, le dolía todo el cuerpo no solo su rostro.

Intentó caminar hacia la salida del edificio en tanto notó el sonido de la ambulancia hacia su dirección. Empujó las puertas como pudo y esperó con paciencia a que la ambulancia llegara hasta ellas.

No tardó mucho en aparecer a su frente. Dos paramédicos se acercaron a Alicia con una camilla, la tomaron con cuidado y la recostaron sobre la misma. La morocha le miró con preocupación mientras metían la camilla en el interior de la ambulancia y cerraban las puertas detrás de ellos.

La chica de ojos disparejos se giró sobres sus talones en tanto la ambulancia salía del lugar. Notó un pequeño grupo de personas que se habían formado tras ella, observando con curiosidad. Miró la hora en su reloj de mano y suspiró de frustración. Eran las nueve y media, y su horario de entrada a trabajar iniciaba a las siete. Tenía mucha suerte si Frank no la echaba por la ventana.

Caminó de vuelta hacia el edificio y notó las puertas del ascensor abiertas. Suspiró mientras apretaba el paso y se acercaba al elevador con su bolso tirado en el suelo justo al frente. Lo agarró en manos y entró mientras apretaba de forma compulsiva el botón de su piso. Cómo si esa acción haría que las puertas del elevador se cerraran más rápido.

Lentamente se cerraron bajo la ansiosa mirada de Alicia con su pie moviéndose en un tic nervioso. Miró los números de los pisos que, con lentitud se iluminaban al pasar por estos.

Suspiró.

No sabía que le había ocurrido a Anya, pero estaba claro que le habían agredido dentro del edificio en el que se encontraba. No estaba muy segura si ella pertenecía al grupo de los representantes de las Naciones Unidas, o era una empleada más. Sin embargo, eso iba a descubrirlos por su propia cuenta usando las cámaras del edificio. Si encontraba al culpable iba a presentarle las pruebas a William para que tomara cartas en el asunto. No iba a permitir que eso ocurriera de vuelta.

Las puertas se abrieron y con trote apurado corrió hacía su oficina. Abrió la puerta de par en par y se halló con el cuerpo de Frank sentado sobre su escritorio con una severa mirada cargada de enfado. La morocha le miró en silencio desde su posición. Se giró sobre sí misma y cerró la puerta detrás de ella.

—Do you have any idea what time it is? Where the fuck were you? (¿Tienes idea de qué hora es? ¿Dónde carajo estabas?) —espetó Frank y Alicia no respondió.

Caminó en dirección a su escritorio en el cual él estaba sentado. Frank se giró sobre sí mismo para verle por encima del escritorio.

—Why the fuck is your shirt stained with blood? What the hell did you do? (¿Por qué diablos tu camisa está manchada de sangre? ¿Qué mierdas hiciste?) —volvió a decir y Alicia en silencio se sentó en su silla—. You better have an answer to this, Alicia. (Espero que tengan una buena respuesta, Alicia.)

La chica tomó su bolso en manos y lo abrió para colocar su notebook sobre la mesa.

—¡Alicia!

—¡No te estoy entendiendo una mierda, Frank! ¡La concha de la lora! —vociferó Alicia exaltada, abrió su notebook y la encendió. Frank inhaló una gran cantidad de aire para después exhalar por la nariz.

—¿Dónde estabas? ¿Por qué tu camisa está manchada de sangre? —volvió a decir y Alicia suspiró.

—Mi alarma no sonó, y desperté tarde. —habló, respondiendo la primera pregunta—. Estaba esperando el ascensor y me encontré una chica herida.

—¿Herida de qué? —cuestionó Frank, ahora se notaba más relajado.

—No sé. No me quiso decir. Llamé una ambulancia y se la llevaron. —respondió Alicia con un ligero tono de enfado.

Frank suspiró, relajándose. Se separó del escritorio en silencio para después mirar el rostro ligeramente herido de Alicia. El cual estaba sanando poco a poco. Su mejilla ya no estaba inflamada y parte del moretón estaba disipándose. Su labio inferior aún estaba herido, pero sanaba lentamente. El corte de su frente ya no llevaba una gaza, por lo que la herida estaba cicatrizando.

—No le diré a William que has llegado tarde. Pero la próxima no voy a dejarlo pasar, Alicia —advirtió Frank y ella asintió mientras tecleaba en su notebook—. ¿Tienes la MAC?

Alicia asintió.

Tomó un papel que estaba debajo de un lapicero y se lo extendió sin mirarle. Desvió su atención a su computadora de escritorio. Él lo tomó en manos y observó los números.

Caminó hacia la salida de su oficina y en silencio salió del lugar. Alicia alzó la mirada a la puerta de roble que acababa de cerrarse. Enfocó su atención en la pantalla grande y comenzó a teclear mientras buscaba entre las grabaciones de las cámaras de la entrada principal. Retrocedió las grabaciones a unas horas antes de que ella llegara y pronto se encontró con lo que buscaba.

El cuerpo de Anya bajaba de un coche negro y con rapidez intentó salir mientras corría hacia el edificio. Parecía huir de la persona que estuviese en el auto con ella.

Apretó los botones del ascensor con desesperación, pero esa acción no aceleraba la bajada del elevador. Pronto un cuerpo más grande y masculino bajó del vehículo, llevaba un gorro con orejas a los lados y su rostro no era perceptible al ojo de la cámara. Notó que sus manos estaban dentro de sus bolsillos de su saco negro.

Anya se giró sobre sí misma y volvió apretar el botón de forma compulsiva, pero el elevador no abría. Intentó alejarse de él, corriendo hacia el lateral izquierdo dónde Alicia la había encontrado. Saliendo del ojo de la cámara.

Volvió a teclear, buscando otro ángulo. Encontró uno, pero no era muy visible, pues enfocaba un pasillo debajo y la puerta de roble se veía hasta la mitad. Notó a Anya intentando entrar al sitio, pero no podía abrir la puerta al estar cerrada con llave.

Pronto notó las piernas del sujeto detrás de ella y Alicia desfiguró su mirada al ver cómo la alzaba del suelo sosteniéndola desde el cabello o cuello. Luego la empujó contra la pared del otro lado, cayendo al suelo con un golpe duro. Alicia continuaba sin ver bien lo que sucedía, pero claramente la estaba atacando.

Notó como el cuerpo del hombre atacaba con puños y golpes a Anya hasta que finalmente el cuerpo de la rubia dejó de moverse, cayendo inconsciente contra la pared. El sujeto de gorro se alejó de ella en dirección al ascensor principal.

Alicia le siguió el rastro. Solo veía su espalda. Las puertas del elevador se abrieron y él avanzó hasta posarse en medio. Se giró sobre sus talones y apretó un botón. Pudo percibir muy poco el rostro del chico del otro lado, solo notó un mechones de pelo negro.

Gorro con orejas. Saco negro, camisa a rayas azules. Pantalones negros.

Tenía su forma de vestir, ahora le tocaba ubicarlo. Lo buscó por todas las cámaras del edificio, intentando dar con él y especialmente ver su rostro. Así podría buscarlo en la base de datos, saber quién era y luego ir con William y mostrarle lo que había sucedido.

Pronto la cámara principal que enfocaba hacia la Sala de Juntas le llamó la atención. Se abrió de par en par mientras un grupo reducido de personas salía del interior. Detrás de ellos estaba William, quien hablaba con una chica de cabello oscuro mientras le sonreía con amabilidad. Se hizo a un lado y entonces el mismo chico de antes salió a la luz. Llevaba un rostro pálido, ojos oscuros, y cabello negro.

Era un representante.

Hizo una mueca de incomodidad y molestia. ¿Cómo un representante de un país podría ser tan violento como para atacar a una persona?

Alicia no tenía idea, pero iba a obligar a ese chico arrepentirse de sus actos. No era Némesis como para poder hacer algo, pero sí era hacker.

Buscó en las bases de datos de William un chico que encajara con sus rasgos faciales. Rápidamente lo encontró como el representante de Rusia, bajo el nombre de Lev.

Pinchó sobre su nombre y pronto una lista con su horario programado se dejó ver con facilidad. Tenía una reunión preparada para dentro de dos días a las diez con el presidente Lion en Rusia para discutir unos asuntos.

Alicia sonrió con una descarada malicia.

Unos golpes en la puerta de su oficina le devolvieron al mundo real. Cerró con habilidad la página que estaba viendo y abrió su programa de codificación.

—Adelante. —invitó Alicia y la puerta se abrió lentamente para ver el cuerpo de un chico asomarse, llevaba un gorro con una coleta detrás. Una camisa roja a cuadros y una camiseta básica debajo.

Su cabello color ceniza lleno de rulos se veía perfectamente debajo del gorro. Llevaba un par de pecas en el rostro aparte de unos ojos azules oscuros casi grises. Se acercó a Alicia lentamente bajo la atenta mirada de ella.

—¿Qué necesitas? —le preguntó y este le observó un poco nervioso. Jugando con los dedos de su mano y fue una acción que no pasó desapercibida por ella.

—Oye, Do you... Do you have control of everything we do? (¿Tienes control sobre todo lo que hacemos?) —le preguntó. Alicia le miró un poco confusa.

—Why do you ask? (¿Por qué preguntas?) —le interrogó. Desvío su atención a la pantalla a su frente, notando que el tal Lev caminaba con William a su lado en dirección al elevador—. Are you trying to hide something? (¿Intentas ocultar algo?)

—Well, do you know who I am? (Bueno, ¿Sabes quién soy?) —le preguntó con un tono nervioso.

Alicia desvió su atención a él. Lo escaneó con la mirada de arriba abajo, fijándose en cada detalle de su atuendo y postura. Su modo de vestir le sonaba de algún sitio, pero no estaba segura de dónde. Por lo que, para disipar sus dudas buscó dentro de la bases de datos de William hasta dar con su rostro.

Representante de Canadá. Su nombre era Owen.

Alicia alzó la mirada hacia el chico a su frente. Él notó inmediatamente la mirada de ella y le miró con una sonrisa ladina para después apoyar su espalda contra el respaldar de su silla, se cruzó de brazos con una mirada retadora. El chico a su frente comprendió al instante el por qué estaba ahí.

—Can you pretend you've never seen my google history? (¿Puedes hacer como si nunca hubieses visto mí historial de Google?) —le preguntó con un notorio nerviosismo.

—I'm going to pretend I haven't seen your Google history in incognito mode either. (Voy a pretender que nunca he visto tu historial de Google en modo incógnito.) —le respondió y Owen pareció tener un ataque al corazón—. But don't think that I will let your morbid and sadomasochistic pursuits pass you by just because you are asking me to. (Pero no creas que dejaré pasar tus búsquedas morbosas y sadomasoquistas sólo porque me lo estás pidiendo.)

—What can I do so you don't tell William? (¿Qué puedo hacer para que no le digas a William?) —se acercó un poco al escritorio, nervioso e intimidado bajo la mirada arrogante de Alicia.

—If you stop the dolphin hunt in Canada, maybe I won't talk to William about your disturbing sexual fetishes. (Si detienes la caza de delfines en Canadá, puede que no le diga a William sobre tus perturbadores fetiches sexuales.) —intentó negociar Alicia.

Canadá suspiró, vencido.

—Okay, I'll try. (Está bien, lo intentaré.)

Alicia le sonrió con arrogancia antes de enfocar su mirada en su pantalla de su notebook. Miró unos códigos en rojo. Se acercó a la mesa para apoyar sus manos sobre el teclado, pero antes de que pudiese tipiar, la puerta se abrió de manera brusca exaltando a los dos dentro de la habitación.

—¡Canad... Owen ya vámonos! ¡USA está como loco! —habló un chico de cabello rojizo. Owen se giró sobre sus talones y Alicia le miró desde lejos. Sus ojos saltaron de sus cuencas al ver al chico con un koala colgando de su hombro.

—Se toca antes de entrar. —avisó la chica.

—Esa frase me recordó a mí padre. —rio el pelirrojo. Y le dio una pequeña hoja al animal de pelaje gris.

—¿Quién es tu padre? —cuestionó ella, fijando su atención en la pantalla de su notebook.

—Un señor muy estricto.

—Y amargado.

—¿Conoces a su padre? —preguntó Alicia, alzando la mirada de su pantalla para ver a los dos hombres parados frente a ella.

Se refería a Inglaterra.

—Eh... Sí.

Realmente eran familia. Una vez que un país adquiría colonias, automáticamente se los consideraba hijos. Pues estos llevarían costumbres, culturas y el lenguaje heredado por sus colonizadores. Una vez que los países tomaban su independencia, dejaban de ser mantenidos y protegidos por ellos. Esto también tenia consecuencias enormes, pues una colonia recientemente independizada también era propensa a ser colonizada por otro país.

—¿Podés salir de mí oficina con el koala? Sé que son adorables pero la verdad, no me gustan sus garras. —pidió Alicia un poco descolocada.

—¡Ay, por qué! Si son tan lindos. —habló con un tono agudo, mirando al koala que colgaba de su hombro y comía su hoja.

—Calculo que sos el representante de Australia.

—¡El mismo! ¡Soy Isaac! —le saludó con un enérgico movimiento de manos. Ella tomó su rostro entre sus manos, intentando contener sus ganas por lanzarse a través de la ventana.

Pronto sintió algo jalando desde su falda hacia abajo, miró por debajo del escritorio y estalló en gritos mientras soltó una patada al aire. El koala se soltó de ella y rápidamente se puso de pie sobre su silla, alejándose del animal.

—¡Sacáme esa cosa de acá! —vociferó a todo pulmón, apuntando en dirección al koala aterrorizada. Sabía que eran adorables, pero también eran muy violentos y agresivos.

—Tranquila, no te hará daño —habló Isaac con una enorme tranquilidad que Alicia no supo entender. Tomó al koala en brazos y lo cargó igual que un bebé recién nacido—. ¿Quién es el bebé más tierno? ¡Tú! ¡Sí, tú!

Alicia se bajó lentamente de su silla e intentó contener sus inteligentes impulsos por lanzarse por la ventana. Realmente está situación estaba sobrepasando sus límites.

—¡Aquí estás hijo de la gran perra! —una tercera voz estalló y allanó la oficina de Alicia. Dándole un susto y pegando un pequeño brinco de su asiento. Miró a un chico rubio de lentes de sol.

—Merde. (Mierda.) —maldijo Owen. El australiano rio mientras acariciaba su animal de mascota en la barriga.

—Considérate muerto. —habló Isaac.

—¡Qué le hiciste a mí camioneta, animal!

—¡Qué mierdas les pasa! —espetó Alicia, se levantó de su asiento—. Primero aparece el morboso del grupo a pedirme no divulgar sus búsquedas. Luego se me aparece un raro con un koala en el brazo y luego el que es estadounidense y se proclama americano buscando al canadiense y gritando como si fuese un mundial. ¿Se pueden ir todos de mí oficina?

—Si soy americano.

—¡No sos americano puto egocéntrico!

—¡Que sí!

—¡Salí de mí oficina!

—¡Estás en mí país!

—¡Me la mama tu país!

—Why the fuck do you talk like Argentina! (¡Por qué estás hablando como Argentina!)

—¡No sé qué mierda dijiste pero escuche Argentina así que no metas a mi país en esto!

—¡Voy a despedirte!

—Hazlo y saboteo todas tus telecomunicaciones, egocéntrico. —sentenció Alicia y apoyó las palmas de sus manos sobre la superficie de su escritorio.

—You wouldn't dare... (No te atreverías...) —le respondió, achicando sus ojos a través de sus lentes.

—Oh, claro que sí. —le respondió sonriéndole con arrogancia.

—Ali... cia. What the hell is going on? Everybody get out of here. (¿Qué diablos está pasando? Todos salgan de aquí.) Tienen reunión con William. —el cuerpo de Frank apareció con una tableta en manos.

Los tres cuerpos de los representantes de tres países ingleses salieron del sitio al oír la voz de FBI. El castaño cerró la puerta detrás de él y miró a Alicia sosteniendo su cabeza entre sus manos con los codos apoyados sobre su escritorio.

—¿Sucede algo?

—Dame un AK.



Akfhialsls pobre Alicia, casi se lanza por la ventana con los hermanos

El Rusia ya valió bien veeeergas 😈😈

—Nota: en el apartado de Elenco están las apariencias de Australia, Canadá y Ucrania. 💃

Espero que les haya gustado de ser así no olviden dejar un like o comentario. Me ayudaría muchísimo a continuar escribiendo.

Nos vemos.

—Homicidal_Bloody

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