Capítulo 25: Devoción a un bando u otro.
Lania intentaba agarrar los brazos de su hermano, pero la rabia que tenía contenida contra Creni era demasiado. El Onegrot se quedaba impactado ante el rencor que tenía, mirándole y poniendo sus manos en su espalda.
—Le he dicho calmadamente que no lo hiciera, pero no entiende que mis magias me protegen —respondió Creni, arqueando la ceja.
—¡Déjame en paz, Lania, esto es algo personal! ¡Me da igual que fuera un mandado! —exclamó Zarik.
A Lania le costaba mucho creer la situación en la que estaban metidos, creyó por un momento que su hermano podría dejar a un lado ese rencor para poder cumplir con la misión principal, pero no era alguien que olvidara, más ante las miles de veces que tuvo conflicto con Creni cuando usaba su telepatía de forma rastrera.
—Ahora que me has dicho eso, me acabo de acordar de muchas cosas —admitió Creni, sonriendo con cierta picardía—. Fue divertido.
—¡Maldito!
Su rabia fue tan grande que casi se le escapa de las manos de no ser que Mikuro logró congelar las piernas, obligándolo a estar en el sitio.
Mikuro, mirándolo con una mirada llena de cansancio y molestia, le habló con un tono claro:
—Quietecito, ¿entendido?
A lo que Zarik solo pudo agachar su mirada, apretando sus dientes y manos.
—¿Mikuro? —preguntó Creni. La mencionada se giró—. Sigues viva, pero ese no es tu cuerpo.
—No, no es mi cuerpo, ni mi arma... Han ocurrido muchas cosas —respondió Mikuro mientras mantenía retenido a Zarik.
—Recuerdo varios de esos problemas... —Creni frenó sus palabras y negó con su cabeza rápidamente—. Es una sorpresa verle aquí, ¿qué tanta suerte has recibido?
—Una divina —respondió Mikuro, Creni sonrió aliviado—. ¿Por qué lo dices?
—Puede que mis acciones hayan hecho algo más que solo ayudarte en esa pelea —contestó Creni con una leve risa—. Que los Números te bendigan, Mikuro. Me es un gran gusto verte aquí, pero veo que aún siguen los problemas con las anomalías, creí que las habíamos derrotado.
—No, por desgracia. Han ocurrido demasiados cambios, varios de los antiguos héroes murieron, aunque hemos creado otro grupo para acabar con ellas —contestó Lania.
—Entiendo. —Creni miró hacia Lania para luego mirar a Mikuro con un rostro más amable—. Me adaptaré muy rápido a ellos como hice con los demás. Igual es una pena, a muchos les tenía cariño como el señor Kano Kae y la señora Kimi Kae.
—Es mejor que te olvides de ellos —intervino Zarik, notándose el desprecio en sus palabras—. Han muerto como muchos otros más.
—Qué pena que no muriera usted. Devoto a los Errores —murmuró Creni con una sonrisa poco amigable.
—Supongo que tendrás que aguantarme durante más rato.
Creni movió un poco sus hombros, manteniendo esta vez una sonrisa más cordial.
—Señor Zarik, se le ve más distinto que antes, ¿ha asimilado que no puede matarnos a todos?
Zarik chasqueó la lengua.
—Esas palabras las dije cuando estaba...
—¿Controlado? Así que lo admite —interrumpió Creni, sonriendo victorioso—. De igual forma, no se retractó de sus palabras. No que haya escuchado.
Zarik desvió la mirada hacia Lania. Creni soltó una leve risa.
—Su hermana hace un trabajo muy complicado para que aprenda que las deidades que juró lealtad no son seres que pueda confiar. Son destructores, son los elegidos de Caos como las anomalías y los virus, ¿lo entiende? —preguntó Creni.
—¿Elegidos de... Caos? —preguntó Mikuro.
Creni se quedó en silencio para soltar otra risa.
—Caos se hace referencia también a los Errores. Creía que era de conocimiento obvio —comentó Creni, mirando a Mikuro—. Eso, o solamente lo conocen algunas galaxias ya que esta es la última y la olvidada.
—En la galaxia E se le llamaba como el Supremo o Los Errores, pero ¿Caos? —preguntó Lania, frunciendo algo el ceño.
—Según me informaron. —Creni señaló su cabeza—. Hace cientos de años atrás lo llamaban así. Que luego lo cambiaran fue a lo mejor para ocultar la historia.
Zarik chasqueó de nuevo la lengua, rodando sus ojos.
—Aunque sea de un bando, ¿qué me asegura que tú no seas de ese mismo bando?
Creni sonrió como nunca, y con ello, levantó su mano derecha en un gesto de respeto al ponerlo en su corazón, inclinándose un poco.
—Déjame decir, señor Zarik, que tus palabras pueden ser tomadas como una falta grave de respeto a nuestra especie. ¡Somos Onegrots! —Se puso firme con la mano aun en su corazón—. ¡Magos devotos a los Números! ¡Magos protectores de nuestras galaxias! ¡Dos por cada! Encargados de protegerlo todo.
—¿Protegerlo todo? ¿¡Incluso antes cuando eras un enano?! —gritó Zarik, frunciendo el ceño.
Antes Creni era muy pequeño, no llegaba ni al metro de altura. Vestía con una sola prenda negra con capucha que cubría todo su cuerpo, a excepción de sus pies vestidos con unas botas marrones. Esa prenda tenía bordado unos símbolos dorados que parecían ser destellos, y detrás de su espalda tenía una mano cuyos dedos eran estrellas. Con ella, podía usarla con su mente y mover objetos.
Antes se le consideraba como un pequeño ser sin alma, pero ahora todo era muy diferente.
Para empezar, tenía una apariencia, un cuerpo. Su altura era superior a los demás, cerca de los tres metros. Su cabello era azul cian y corto junto unos ojos muy inusuales. El ojo derecho tenía un símbolo antiguo que —según podían intuir— representaba el nombre del sistema, Omega. El izquierdo era un destello de cuatro puntas en cuyo interior había un ojo del cual podía ver a todos.
Su piel era una mezcla de color gris y azul con una vestimenta muy elegante. Portaba una pequeña chaqueta amarillenta que no llegaba al estómago y la largura de sus mangas no llegaba ni a la mitad de sus hombros. Tenía un solo broche, tres círculos que eran atravesados por una flecha. Debajo de la chaqueta tenía una camisa larga con una línea azul marino, lo demás era dorado. Sus manos eran redondas con dedos muy delgados. Cinturones decoraban su cadera con una pequeña bolsa auxiliar. Sus piernas eran vestidas con unos tejanos negros y, por último, unas botas marrones.
—Vine aquí para cumplir mi función. Una muy tardía, cierto es, pero aquí estoy. Alejarme de la B.G.C no es fácil cuando eres un aprendiz, aunque mi maestro vio conveniente que lo hiciera al darme cuenta que no había evolucionado en el tiempo estipulado —explicó Creni.
—¿B.G. qué? —preguntó Zarik.
—Base de Guardado Conservado.
—¿Qué es esa estupidez? ¡Desde que llegaste aquí no hiciste nada!
Creni miró a Zarik con aires de superioridad.
—Protejo vuestro sistema. Idiota. —Soltó una leve risa para luego mirar a Lania y Mikuro—. Me encargo de que todo lo que existió en el planeta al que me dirijo, se guarde en el planeta al que pertenezco. Todas las especies, fauna, flora y todo lo que te puedas imaginar, se conservan en nuestra correspondiente Base de Guardado Conservado. Un planeta que, tranquilo, me aseguraré de que no tengas acceso a él.
—Entonces viniste aquí no solo para evolucionar, sino porque este planeta iba a morir, ¿no? —preguntó Mikuro, mirando a Creni con los ojos bien abiertos.
Creni soltó un leve suspiro.
—Inteligente y admirable, Guardiana de Hielo. No me es de extrañar que en Hïel·la te admiraran —respondió Creni, manteniéndose aun firme—. Y sí. Por desgracia no vine para ser parte de vuestro grupo, eso solo era una pequeña coartada para camuflarme y salvar a las especies antes de que todo fuera a peor.
—¡Ibas a traicionarnos y abandonarnos!
—En verdad iba a llevaros a la B.G.C, pero lo ocurrido con Mikuro y la evolución hizo que mis planes se destrozaran. —Suspiró y puso las manos en su espalda—. Al menos me alivia saber que algunos animales estarán a salvo a manos de Ciuries.
—¿¡C-Ciuries?! —gritó Lania con asombro—. ¡D-Decían que eran mitos! ¡Ciervos imposibles de ver! ¡Entes mágicos que desprendían una luz encantadora y que lideraba a todos los animales terrestres! ¡Daba igual de qué planeta fuera!
Creni sonrió con dulzura a Lania.
—Puede ser que esos mitos no sean solo eso —respondió con una leve risa. Tras eso se recompuso y tosió brevemente—. De igual forma, mi cometido aquí ha cambiado bastante, y sé que en que situación nos encontramos ahora mismo. Al menos la que me han podido informar hace unos diez minutos.
—¡Ja! ¡Ya, claro! ¿¡Quién te lo dijo?!
Creni aclaró su garganta.
—No me es de mi especial agrado saber que Morgan es quien tiene una anomalía en su interior, sufriendo de una injusticia y guardando un secreto que no debe. Es interesante que haya dos Harinas y un Gemyti. Según me informaron mis amigos Onegrots de la galaxia Maldita, son poco y nada compatibles. —Movió su mano derecha con delicadeza—. Es agradable saber que hay seres de otros núcleos, pero lo que capta más mi atención es la joven chica llamada Andrea.
Zarik se quedó sin palabras al ver cómo Creni no iba mal encaminado.
—Como verá, señor Zarik, estoy enterado de la situación. ¡Soy un Onegrot! Tengo contacto directo con Cordura. Me habla y yo obedezco.
—¡¿C-C-Cómo?! —preguntó Mikuro, temblando sin parar—. ¿¡C-C-Cordura e-e-es...?!
—Los Números. —respondió Creni sin titubeos y luego alzó la ceja—. Son curiosas sus reacciones, ¿no sabían tampoco su otro nombre?
—R-Recién lo sabemos por ti, Creni —admitió Lania.
Creni alzó un poco los hombros.
—Si indebido he sido, no tengo problema en recibir el castigo que me pertoca —habló, cerrando sus ojos. Esto hizo que los presentes se alejaran un poco a excepción de Zarik, que se puso un poco tenso. Creni solo pudo reír y abrir uno de sus ojos—. Me alegra ver que haya aun respeto por ella, aun siendo un antiguo devoto de Caos.
Zarik chasqueó la lengua, y a punto de decir algo, sintió como el hielo de sus manos se había deshecho. Se levantó, mirando hacia Creni aun con desconfianza.
—Entonces, ¿obedeces a ella? —preguntó Zarik.
—Fuimos creados por ella, es obvio que la obedecemos. Le debemos la vida, al igual que todos deberían hacerlo al preservar sus mundos en el nuestro —aseguró Creni.
Mikuro puso la mano en su frente sin saber bien qué decir. No era la única, lania necesitaba apoyarse un momento para procesar la información.
—¿Q-Qué vas hacer ahora que te has despertado? —preguntó Mikuro, siéndole difícil mirar a Creni.
—Ayudar en lo que sea posible. Este planeta aún sigue bajo amenaza por las anomalías, aunque por desgracia sé que ha pasado lo mismo en otros planetas que no he podido intervenir —murmuró Creni con pesar—. Mi maestro trató de intervenir, pero no fue nada fácil cuando en su momento el Sistema Ji sufrió una masacre planetaria que queremos evitar aquí.
—¿M-M-Masacre? —preguntó Lania, siéndole ya difícil mantenerse de pie.
—Sí. La galaxia olvidada es un punto de interés para los devotos de Caos. Es la última galaxia creada y sabían que Cordura estaba muy debilitada, por ello aprovecharon la oportunidad para atacar de la peor forma. Esto no ocurre en otras galaxias.
Mikuro puso la mano en su frente mientras que Zarik soltó una gran risa.
—¿¡Qué no ocurre?! ¡Díselo a los cazadores que se unieron al bando de Itliebto.
—No es fácil que un Onegrot puede encargarse de un sistema entero. Aun si es solo dos planetas. Le recuerdo que esos planetas tienen varias cadenas.
—Códigos encadenados. ¿y qué?
—No es tan fácil acceder si los propios devotos de Caos ponen obstáculos. Las magias en su momento no eran tan fuertes. Ahora cobran importancia —aclaró Creni.
Zarik miró a otro lado, apretando los dientes. Creni solo pudo suspirar.
—No puedo hacer mucho al respecto, y no es fácil romper con la manipulación en las mentes más vulnerables, señor Zarik.
—¡¿Qué has dicho?!
Estaba dispuesto a pegarle, pero Zarik se lo pensó muy bien al ver a Creni. Bajó su puño y apretó aun más sus dientes que parecía incluso quebrárselos de la rabia.
—Me gustaría hacer más, señor Zarik, pero dos Onegrots por galaxia es lo necesario para que puedan proteger todo. no le puedes pedir mucho cuando Cordura también ha sufrido demasiado. Por suerte, parecen que los brillos van saliendo en las galaxias, aunque este definitivamente debe de tener uno antes de que sea demasiado tarde —contestó Creni con seriedad, manteniendo su postura firme—. Es por ello que los ayudo, no solo para proteger este lugar y cumplir mi prometido, sino por una mayor misión que debo hacer.
—¿Acaso son esas dos diosas que menciona Andrea? —preguntó Mikuro.
Creni se quedó en silencio sin mirar a nadie. Solo enfrente.
—Mis palabras son las justas para decir que ellas... no son tanto el problema, aunque participen voluntariamente o no en ello.
Escalofríos inundaron la piel de los presentes a excepción de Creni, que solo pudo suspirar y agachar un poco la cabeza. Tras eso, la levantó un poco y siguió hablando:
—Una vez que termine mi cometido, debo regresar con mi maestro. No me es un orgullo decirlo, pero si bien tengo la información que me pidieron, no tengo el dominio de las magias que involucran las demás galaxias. Solo las de la Olvidada, y no es que sea suficiente para un Onegrot. Debe conocerlas todas y enseñarlas a los más indicados.
—Sigues teniendo tus poderes telequinéticos ¿no? —preguntó Lania.
Creni afirmó.
—Ayudaré a Morgan en lo que haga falta, al igual que a los demás. Contarme dentro para el grupo de héroes.
Lania y Mikuro se miraron sin saber que decir. Creni ya no era como antes y parecía ser muy poderoso a pesar de haber dicho que no disponía de todas las magias. Aun con ello, se mantenían positivas. Si era cierto lo que decía, podrían hacer frente al problema con más facilidad.
El asunto era esas diosas. Eso era lo que más las angustiaba.
—Iremos al almacén —decidió Lania, mirando a Creni con ojos más serios—. Si puedes ayudar a Morgan, sería genial. También contamos con que puedas enseñar a los demás.
—Sí, pero también me gustaría hablar con Andrea. Según sé, estaba en búsqueda de una espada que contenía una anomalía.
—Así es —respondió Lania, tragando saliva—. ¿Qué ocurre con ella?
Creni mantuvo la calma mirando al frente para empezar a caminar.
—Las personas tienen números favoritos, pero saben que los Números ¿tienen personas favoritas?
Tales palabras dejaron atónitos a los presentes mientras que Creni soltaba una leve risa mientras se movía. No eran capaces de procesarlo. Tampoco era fácil teniendo en cuenta que a lo mejor Andrea estaba siendo vigilada para algo mayor.
Sin perder mucho tiempo, se fueron dirección al almacén, yendo a una gran velocidad a diferencia de antes ya que Creni ejecutó un hechizo de magia para poder ir más rápido. Pronto llegaron sin apenas problemas, siendo Creni quien frenó sus pasos para mirar desde la lejanía el almacén, como si estuviera analizando a cada uno de los seres que había en su interior.
—Bien. Es como me dijeron. Dos Arinas impuras, hay dos Noilens de secretos contenidos. La herrera divina, Yue y Morgan, los dos Licreixos, la humana y falta el Gemity.
—¿A donde se fue ya Florian? —susurró Lania con cierto fastidio.
—No se preocupe, señorita Lania —respondió Creni con optimismo—. Esto no interrumpe lo que tengo en mis planes.
—¡Espera, que...!
Antes de que Zarik pudiera decir nada, Creni se movió a una gran velocidad hacia el almacén. Fueron tras él, encontrándose en un escenario que puso a todos los presentes en tensión. Creni estaba en los aires encima de todos.
—¿Q-Qué está pasando? —preguntó Ann.
—Creni, ¿qué traes entre manos? —preguntó Lania, posicionándose por si acaso ocurría algo.
—Señorita Lania, ¿recuerda lo que ocurrió en el anterior grupo? —preguntó, viéndose como de sus manos iba formando líneas para ir creando lo que parecía ser una magia—. Era solo secretos ocultos y mentiras piadosas que al final nos llevó aquí. Yo quiero evitar eso de la forma más rápida y eficaz posible.
La posición de aquel Onegrot demostraba soberbia e importancia, provocando que todos los presentes en aquel almacén lo miraran con un gran temor encima.
—Sabes bien que hemos intentado hablarlo, pero...
—Me lo puedo creer, señorita Lania, pero no puedo permitirme perder el tiempo. Veo corazones puros aquí, pero están contaminados. Y como sabrá, cualquier mla visible, es alimento para el caos.
Cuando Mikuro intentó hablar, Zarik salió disparado hacia Creni para dar el primer corte en toda su espalda. Tal acto hizo que el Onegrot se desviara a un lado, viendo como Zarik impactaba al suelo justo al lado de Morgan para luego apuntar su látigo espada a Creni.
—Creni, siempre que te vi me pareciste un maldito problema, ¡¿qué manera de actuar es esa?! —preguntó Zarik, irritado.
—Habló el que estuvo a favor de Caos, de hecho, apostaría mi brazo derecho a que seguirías de su lado —contestó Creni, mirándolo con desprecio para luego observar a los demás—. Mis palabras no son nulas, señor Zarik. Desde que os vi y escuché me di cuenta de que hay palabras dichas con piedad para evitar una verdad dolorosa.
» Y como tal, es un error que Cordura no desea que se repita. No desea que haya conflictos que logren agravarse, por ello mismo deseo acabar con esas mentiras, aun sabiendo que no es algo que me involucre.
» Todo porque sé que hace la locura y cómo se aprovechará de eso contra ustedes.
Aquellas palabras hicieron que entre ellos se miraran como si las palabras salieran de sus ojos a la vez que sus secretos. Mensajes que Creni podía ver, provocando que respirara con profundidad mientras juntaba sus manos.
—Esto es solo un favor que haré, una magia que agotará mucha de mi energía —continuó—, pero prefiero esa verdad dolorosa, una que haga fluir los sentimientos más puros, antes que una insensibilidad donde la mentira entra y sale como si nada.
Y antes de que nadie pudiera hacer nada, separó sus manos formándose una línea blanca en medio. Giró sus brazos, creando un círculo donde el lenguaje extraño que solo Creni.
—Regla número diez —pronunció Creni con claridad, viéndose una pequeña sonrisa mientras todo el escenario se volvía blanco—. Si tanto os queréis, demostrármelo, porque quiero ver la verdad antes de que nos gane ante la locura.
La respiración lenta se escuchaba en medio de los disturbios, trataba de descansar a pesar de las graves heridas que su cuerpo había recibido. ¿Cómo seguía con vida? Era algo que ni siquiera Solace podía explicar, permaneciendo ea su lado mientras trataba de curar a Andrea con todo lo que tenía. Lo bueno era que no estaba solo, Alias también intentaba hacer algo.
—¿¡Acabo de oír bien?! ¿¡Acabo de oír bien!?
—Alias...
—¡Renunció su humanidad, renunció su...!
—Alias, tranquilízate.
Solace, con cuidado, logró agarrar las manos de Alias. Era posible porque la espada se había movido de forma que Andrea lo agarrara, siendo así que pudiera curarla.
—¡Es algo inédito! ¿¡No es así!? ¡Dijiste que ningún ser haría algo igual!
Solace soltó un leve suspiro.
—Sí, Alias, aunque eso no es algo que quiera pensar —murmuró, mirándola con angustia—. Quiero saber el porqué.
Alias tragó en seco y de pronto se puso a llorar.
—¡No quise, no quise! ¡Me agarró sin aviso alguno y me dijo que debía participar quisiera o no! ¡Si no lo hacía me moriría sin descanso alguno porque me dijo que era una contaminada! ¡Que era una inútil si no obedecía! —chilló angustiada, sin poder controlar sus lágrimas.
Solace no dudó en abrazarla, dejando que se apoyara.
—¡Me dijo que os engañara! ¡Sabía que veníais! ¡Dijo que quería pasarlo bien! —continuó. Frenó sus palabras y respiró hondo para no trabarse en medio de sus palabras—. Y-Yo hice caso, ¿s-sabes? Me mencionaste sobre ellos. Los elegidos de los Errores. Me dijiste que podían venir en algún futuro para cumplir su cometido y...
—No era un elegido de los Errores, Alias.
Vio como sus ojos le miraban directamente. Solace soltó un largo suspiro.
—Renací cuatro veces. Una fue aquí, otra también en esta galaxia, la tercera fue en la galaxia E. Duré bastante con vida ahí, demasiado como para que las demás anomalías me envidien —admitió Solace, agachando su cabeza—. Si morí fue por ese evento... que todos odian.
—¿A-A qué te refieres? —preguntó Alias.
—A qué yo y unos pocos más fuimos testigos de ese día donde perdimos la esperanza... hasta hace poco que me doy cuenta de que al parecer nos engañó a todos —respondió Solace, temblando sin parar y sin saber donde mirar.
—¿E-Entonces...?
—No quiero saber nada de él. —Solace apretó sus puños, frunciendo el ceño—. No deseo siquiera estar a su lado por las mentiras y por lo que te ha hecho. Si fue así contigo, ¿qué me asegura que no sea así con los demás? No. Lo hace por diversión, no por la promesa que hizo.
—¡¿P-Pero que vamos hacer?! ¡Luchar contra él es imposible! ¡no podemos hacer nada!
Solace iba a decir algo, pero pronto sintió como el cuerpo de Andrea empezaba a moverse. Cuando quiso hacer algo, escuchó el gruñido de dolor y molestia de su parte, logrando dejarle atónito.
—¡S-Sigues viva! —chilló Alias.
—D-Demasiada g-guerra voy a dar —murmuró Andrea con dificultad, escupiendo sangre por su boca—. Ese hijo de puta...
Solace no dudó en moverse. Trató de enfocarse en las heridas más graves al igual que Alias. En todo momento, Andrea se quedó inmóvil y con los ojos cerrados, apretando sus dientes en ocasiones.
—Solace —pronunció con cierta dificultad, captando su atención—. Has dicho... que le conociste.
Solace se quedó en silencio, frenando sus acciones.
—Sí.
Andrea soltó una leve risa.
—Por eso te lo callabas tanto antes, ¿eh? Sabías muchísimo, mamonazo.
Solace rodó un poco sus ojos.
—Normal que lo hiciera, Andrea. Si lo decía, era posible que no me creyeras o te metiera en un problema.
—Pues estas empezando a hablar y nada grave ha ocurrido —comentó Andrea.
Tanto Solace como Alias alzaron la ceja.
—¿Es una broma? —preguntó Solace.
—No. Bueno a ver. Sí y no. —Chasqueó la lengua—. Yo que sé. Sigo viva, ¿no? Pues ya está.
Alias parpadeó varias veces los ojos.
—¿De verdad es humana?
—Técnicamente no —respondió Andrea con una leve risa, aunque pronto bajó la cabeza por el cansancio. Soltó un gruñido y apretó sus manos—. Hice una idiotez.
Ambos afirmaron a la vez. Andrea soltó un leve suspiro.
—Qué remedio. Lo hecho, hecho está. Ahora, lo que me interesaría es saber todo lo que visite Solace, al igual que tú Alias.
—Y-Yo... no recuerdo haber revivido —admitió Alias, moviéndose con cierta angustia.
Solace soltó un suspiro.
—Porque es la "primera" vez que vives como anomalía. Esta es tu primera vida como tal —admitió Solace.
Andrea abrió los ojos y su boca para luego mirar a otro lado.
—Fue contaminada.
—A-Así es... —respondió Solace, notándose el arrepentimiento en sus palabras—. Bajó su guardia. Dejó que la atacaran y en vez de matarla por completo, consumieron lo que importaba. El alma, para corromperla.
Andrea afirmó en silencio, sintiendo un leve escalofrío en su espalda, aunque pronto frunció el ceño al darse cuenta que a ella no le había pasado eso al renunciar su humanidad.
Al preguntar, Solace le especificó que la forma de contaminar no era la misma en todos. Por ejemplo, un Virus atacaba de forma más discreta, envenenando el cuerpo del usuario para que el cuerpo y alma se volvieran como uno.
De pensarlo, Andrea solo sintió angustia por aquellos que pudieron acabar afectados y que ahora no recordaban nada más que un cometido que no les iba a servir de mucho si aquel que los lideraba les mentía.
—Háblame sobre él —pidió Andrea. Solace agachó la cabeza—. Tío, me temo que no te queda de otra cuando sabes todo de mí.
—Lo sé. Es el pacto que hicimos —respondió con una leve risa. Al final suspiró y afirmó con su cabeza—. Escucha bien. Será largo.
—Tengo tiempo mientras me recupero.
Solace afirmó y con ello tomó aire.
—Sabes que mi primera vida, al igual que Alias, no es recordada. No sabemos cómo fuimos contaminados. Empezamos a recordar las vidas que tenemos como anomalías. Como tal, he tenido tres oportunidades como anomalía, cuatro si cuento la vida normal que pude tener. Con Alias, son dos.
—Comprendo, aunque creo que mencionasteis que una anomalía podía revivir más de veinte veces —comentó Andrea.
—Y más, porque como tal, no morimos. Revivimos en este cuerpo para cumplir siempre una misión a no ser que hagas como yo —explicó Solace, sintiendo un escalofrío en sus hombros—. En ese caso no sé si muero para siempre a modo de castigo o qué.
—Entiendo.
—El asunto es que la segunda vida que tuve es la que más importa, ya que la tercera apenas duré con vida y la cuarta es la que he tenido contigo —continuó Solace para luego soltar un suspiro—. Entre las Anomalías y Virus hay algunas que destacan. Un privilegio. Por ejemplo, entre los Virus dicen que aquellos que hagan ciertas hazañas, reciben un nombre. El más conocido era Eón. El que sirvió fielmente a-a Caos.
—¿Caos? —preguntó Andrea, alzando la ceja.
—Es el nombre por el que se conoce más. Los Errores es un mote que tiene. Hace referencia a su poder, entre otros —aclaró Solace. Andrea afirmó en silencio—. Yo tuve un nombre en su momento. Reoira. La anomalía bendecida. Una que poseía poderes que Caos me dio en su momento.
—Esos poderes...
—Son los que tienes ahora.
Andrea se quedó en silencio sin saber dónde mirar.
—Me cago en...
—El asunto es que yo era el que lideraba a las anomalías, pero morí en el día que los Números se liberaron y lucharon contra los Errores —explicó Solace.
—Me imagino que los Números tiene también un mote —supuso Andrea.
Solace afirmó en silencio, siéndole difícil tragar saliva e incluso hablar.
—C-Cord-dura... Ese es el otro nombre. —Cerró sus ojos, temiendo que le ocurriera algo por decir su nombre, pero nada inusual había ocurrido a su alrededor, algo que le dejó atónito a Solace—. C-Creí que...
—¿Qué? —preguntó Andrea, sin comprender nada.
Solace parpadeó varias veces sus ojos y miró a Alias. Ambos se quedaron en silencio como si se leyeran la mente para luego mirar a Andrea.
—¿Qué pasa? ¿Me perdí algo? —preguntó Andrea.
—No. Nada. Es solo... que tras ese día, yo morí junto a otros y se nos hizo creer que él estaba muerto.
—Caos.
—Exacto.
Andrea se quedó en silencio hasta que tragó saliva con dificultad.
—Pero no lo está.
—No.
Andrea empezó a temblar como nunca.
—He luchado contra él.
El silencio de Solace y Alias lo dejó todo en claro, provocando que Andrea impactara la cabeza contra el suelo. No supo que pensar ni que decir, aunque ahora mismo su cuerpo de gelatina lo decía todo en claro.
—He querido hacer un speedrun* y me han humillado —susurró Andrea con dificultad.
Alias frunció el ceño ante esas palabras. Solace soltó un largo suspiro y afirmó.
—No tan así. Después de todo Alias dijo que era parte de su idea. Él... tiende a hacer cosas tan imprevistas con tal de pasarlo demasiado bien.
Solace se dio cuenta de que Andrea no era capaz de reaccionar y sabía que su mente no le daba más para asimilar la situación. Mucha referencia a los videojuegos podría hacer que sabía que no era un común ver que el más peligroso, interviniera de esta forma.
De igual forma, Solace era consciente de algo importante. Él actuaba así y lo había hecho siempre. Incluso se temía que lo habría hecho de esta manera en otros planetas de esta galaxia.
—Y ahora que coño hacemos —susurró Andrea sin alzar aun su cabeza—. Puede aparecer como le de la gana y matarnos.
—No del todo —respondió Solace, viendo como Andrea alzaba un poco su rostro—. La forma en como actuó y lo que he podido ver me ha dado esperanza. Los Números no están tan dormidos como esperaba y parece ser que hay algo que le impide actuar con total libertad.
—Entonces... es un contrarreloj —supuso Andrea, tragando en seco.
—Parece ser que sí, sino no me explico el porqué su forma de actuar.
Andrea afirmó con su cabeza e intentó levantarse. Esta vez si que pudo, escuchando algunas piedras moverse a un lado a la vez que escuchaba sus huesos y músculos quejarse de dolor. No se rindió, y apoyándose en la espada, pudo mantenerse de pie.
—No se me da bien ser rápida en los juegos —comentó Andrea con una risa nerviosa, una que delataba sus miedos en su cuerpo tembloroso—, pero tengo claro que debo moverme ya y avisar a los demás. Esto no solo me afecta a mi, sino a todos. Quiero evitar que esto sea peor por culpa de él.
Tanto Solace como Alias estaban de acuerdo, aunque era obvio sus temores por hacer frente al que habían servido, al menos por parte de Solace, ya que como tal Alias se dejaba guiar por su compañero.
A duras penas pudieron curar las heridas de Andrea. No era tan fácil cuando la chica se movía para ir en dirección al almacén.
Esta información debían saberla todos antes de que fuera demasiado tarde.
SpeedRun: En los videojuegos, hay personas que en vez de pasarse el juego de forma típica, lo hacen a la mayor velocidad posible. Esto se considera competición en el ámbito de los videojuegos, ya que aquel que consiga hacerlo en el menor tiempo posible, consigue como el "título" de haber pasado el juego en el menor tiempo.
Igual forma no es algo que se haga con rapidez. Se requiere de horas de práctica, conocer bien el juego, aprovecharse de los fallos que tenga, entre otras.
Un ejemplo os lo puedo dejar aquí con el juego más conocido Mario 64 x)
https://youtu.be/W-MrhVPEqRo
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