Capítulo 23: Magias de una galaxia Olvidada.
El orgullo inundaba a Lania al ver como todos los héroes se ponían en serio con el entrenamiento. Veía como los que estaban con Zarik le metían cada vez más empeño, al igual que su grupo, que se encontraba en un pequeño descanso.
De igual manera la calma no podía estar ante la preocupación constante de Anais y Andrea. Según le prometió Mikuro, estaría a su lado cuidándolas hasta que se despertaran y se recuperaran, pero para que eso ocurriera iban a tardar un buen rato.
Así pues, a modo de despeje, dio pequeñas vueltas alrededor del almacén, teniendo incluso la idea de ver cómo se encontraba Florian, ya que le había dejado descansando tras darle una de las pocas medicinas que aliviaran el dolor, pero en su camino se encontró con las gemelas Arinas.
—P-Perdón por interrumpir, Lania, pero queríamos saber si era posible que le explicaras todo sobre las energías a mi hermana —intervino Soleti con cierta timidez.
Lania sonrió con dulzura.
—Claro, no me es problema explicarlo todo de vuelta.
En medio de su explicación, Lania no podía evitar fijarse en su alrededor. Se daba cuenta como Zarik entrenaba con los suyos, en especial con Roxy que era la más inexperta.
Se podía ver en el rostro de Roxy la angustia y preocupación, fallando en ocasiones sus movimientos y teniendo que tomar un descanso de por medio. Lania intentaba no darle mucha importancia, pues sabía que tras explicar todo a las gemelas, hablaría con ellos junto a Florian para saber qué ocurría.
Una vez que terminó, las gemelas le agradecieron su tiempo y con ello empezaron a poner en práctica, aunque con un gran cuidado. Lania estaría atenta a ellas, pero sus intenciones serían detenidas cuando Mikuro, junto Anais y Andrea, llegaron al almacén.
—Mikuro, te dije que las dejaras descansar el tiempo que necesitaran —le recriminó Lania.
—Lo sé, pero ellas me dijeron que no querían perder tiempo —explicó Mikuro—. Intenté convencerlas, pero nada...
—Está bien... —Suspiró Lania, mirando hacia Andrea quien tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta—. Entonces si no queremos perder tiempo, hablaremos con los demás.
Así pues, Lania pidió a Roxy y Zarik que vinieran con las demás para reunirse con Florian. Una vez juntos, empezaron la conversación.
—Creo que primero debería dar unas disculpas —empezó Florian—. Mi versión femenina es un poco...
—¿Caótica? Lo hemos visto —interrumpió Mikuro.
—Lo siento —murmuró Florian un poco cansado—. Es una condición que tenemos, y la versión femenina tiene problemas graves con las anomalías.
—No hace falta que lo jures —susurró Andrea.
—De igual forma, lo que decía ella no estaba muy mal encaminado, quería ponerte a prueba, Andrea, ver si la anomalía era una aliada de verdad para... ver si podías soportar lo que se venía a continuación —explicó Florian mientras miraba de reojo a Roxy.
—¿A qué te refieres? —preguntó Andrea.
Roxy, tosiendo un poco, logró llamar la atención de los presentes.
—Y-Yo —tartamudeó, agarrando sus manos mientras miraba hacia la derecha con sus ojos—. La espada... ¿Recuerdan que tenía un alma? P-Pues en verdad tiene una anomalía...
Antes de que pudieran decir nada, Andrea empezó a toser con cierta fuerza y de pronto vieron como Solace salía de su hombro derecho.
—¡Fuiste tú! —gritó, tomando a todos por sorpresa—. ¡Lo recuerdo! ¡Pensé que había sido alguien externo a nosotros, pero ¡al final eras tú! ¡Tú encerraste a mi compañera!
Roxy abrió un poco la boca, como si quisiera decir algo, pero al final solo pudo suspirar.
—Y-Yo creé la espada y pensé que había encerrado un alma, no una anomalía —explicó con cierta dificultad—. Me di cuenta porque tengo la capacidad de ver que requisitos ponen ciertas espadas. Algunas como que son muy concretas a la hora de ser agarradas porque tienen un poder concreto, ¿saben? Por ello cuando me di cuenta que esa espada ponía unas condiciones tan raras... Como que solo quería que su amigo la alzara.
Pequeñas lágrimas salieron de los ojos de Solace, un hecho que a todos les impactó.
Las anomalías... ¿Tenían sentimientos?
—La reconozco y sé a qué se refiere —murmuró Solace sin saber dónde mirar—. No lo mencioné, pero creo que es importante decirlo ahora. Las anomalías renacen en un mismo cuerpo y al principio olvidan sus anteriores vidas. En mi caso, sé que esta es la cuarta vez que reviví.
Florian se puso la mano en la cabeza.
—Tendrías que haber dicho eso antes —murmuró Florian.
—No podía si había... En fin. El asunto es que antes de estar con Andrea, estuve aquí en el Mercado Extra-Sistema. Yo conocí esa anomalía. Vi como se encerraba en esa espada sin querer. —Tras eso, se escondió en el hombro de Andrea, como si sintiera culpa—. Y-Yo quería ayudarla. Era tan novata y asustadiza...
Lania abrió sus ojos como nunca.
«No puedes decir que una anomalía tiene miedo. No puedes decirme eso y... No. No puede ser».
—¡T-Tenemos que ir a por ella! —decidió Solace, mirando hacia Andrea.
—Yo no tengo problema, pero no sabemos dónde está —contestó Andrea.
—Según los pocos Noilens que se atrevieron a explorar e informar, me confirmaron que la espada que se encuentra en el edificio donde trabajaba Roxy. En la zona centro del mercado.
—Pues habrá que hablar con otra anomalía. —Andrea soltó una leve risa—. Qué cosas. Si está dentro de una espada, va a ser como la Excalibur.
—No hagas ese tipo de comparación, Andrea —intervino Anais frunciendo el ceño.
—¡Pero es verdad! A estas alturas seré la mujer que susurraba a las anomalías .
Anais soltó un largo suspiro. Los demás no comprendían bien a qué se referían, pero no le dieron mucha importancia.
—Menuda prueba —susurró Andrea con la ceja arqueada.
—De igual forma, no debes confiarte —pidió Roxy—. Después de todo esa anomalía no es como Solace.
—Si hablo con ella capaz pueda ayudarnos —contestó Solace.
—¿Tan seguro te ves para convencerla? —preguntó Florian, alzando la ceja.
Por primera vez, vieron algo en Solace que ninguno se podía creer. ¿Sus mejillas...?
—Y-Yo creo que sí —contestó Solace con cierta dificultad.
Andrea sonrió al verle así apra luego cruzar sus brazos.
—Yo no veo problema. Puede que incluso nos eche un cable en algunas cosas más —comentó Andrea.
—Sí, pero igual forma esta conversación no ha terminado aquí —aclaró Florian, mirando a Solace—. Tengo que hablar con él sobre temas que aun no hemos concretado. Esa información sobre las anomalías la desconocía.
—Cualquier cosa que haga falta, lo diré —contestó Solace con una clara decisión.
—Bien. —Tras eso, Florian miró hacia Zarik—. Ahora el siguiente tema...
—Es sobre Creni —intuyó Zarik.
—Vientos revoltosos. No me das tiempo ni hablar y ya sabes a quién me refiero —respondió Florian, poniendo su mano derecha en su cadera.
—Sabes que no le soporto, aparte de que lo hemos buscado por muchísimos lados y no sabemos gran cosa, incluso lo buscamos por donde murió Mikuro que era en la zona Xort del Mercado —recordó Zarik con cierto fastidio en sus palabras.
—Lo sé, pero hemos hecho otra investigación porque no me creo que Creni esté muerto siendo un Onegrot —explicó Florian.
—¿Y qué tan convencido estás de que no murió? —preguntó Zarik, mirando hacia Florian con una cara poco agradable.
—Zarik, te reservas esas miradas conmigo, eso es lo primero —pidió Florian. Zarik desvió la mirada a otro lado con cansancio—. Entiendo que con él no te llevaras nada bien, pero comprende que es un Onegrot y estaba aprendiendo. Mi suposición, al igual que los Noilens, es que no ha muerto, sino que se encuentra en algún lado evolucionando.
—Como que, ¿evolucionado? —preguntó Lania.
—Su raza debe evolucionar, sino será un ser sin propósito, sería un ser sin alma.
—Es cierto que Creni era un ser raro, luchaba con nosotros porque así tenía algo que hacer, un cometido —recordó Mikuro mientras ponía su mano en la barbilla.
—¿Un cometido? ¿Qué tontería es esa? —preguntó Zarik—. Los Onegrot's tenían su propio planeta, entrenan sus magias y sus poderes relacionados a la telepatía. Un Onegrot fuera de su planeta es casi imposible, si lo hacen es cuando hay un problema mayor.
—¿Estás seguro que es solo por eso? —preguntó Florian—. Porque, que yo sepa, vosotros no sabíais nada de que era un Onegrot.
—S-Son solo mitos sobre ellos, por lo que tampoco puedo asegurar nada —respondió Zarik.
—Me lo temía —murmuró Florian, cruzando sus brazos—. Aun así, ¿alguna vez dijo algo sobre él?
—No, solo su nombre y que controlaba poderes en relación a la telepatía. Algo parecido como Morgan —respondió Lania.
Mikuro abrió la boca un poco, viéndose como sus labios temblaban.
—C-Chicos, decís que Creni nunca hace nada a no ser que le manden.
—Eso es relativo, a veces me atacaba solo porque me veía como un peligro, por tener energía negativa —murmuró Zarik.
—Eso lo sé, pero yo nunca le dije que atacara a esas diosas —comentó Mikuro—, es más, le dije que se alejara, pero luchó contra ellas.
Florian sonrió interesado.
—Supongo que en ese momento Creni estaba evolucionando.
—Ese maldito inútil —susurró Zarik con rencor.
—No era un inútil, lo sabes bien hermano —respondió Lania con seriedad.
—Correcto, no son nada inútiles, Zarik —habló Florian—. Dominan las magias del multiverso y enseñan a otras generaciones, incluso a otros jóvenes de distintos planetas. Son encargados de proteger, cuidar a los suyos y, cuando les mandan, actúan para eliminar las anomalías y los virus. Son seres que protegen el universo, a su manera.
—Muy bien no protegen el universo si hay anomalías causando un gran caos en la galaxia M —replicó Mikuro.
—El viento te da la razón Mikuro, por eso dije "a su manera" —reconoció Florian.
Zarik se desesperó al saber esa información.
—¿Me estás diciendo que Creni es un Onegrot joven que aterrizó aquí sin querer y ahora está, posiblemente, evolucionando en alguna zona de este planeta? —preguntó Zarik. Roxy afirmó con suavidad—. ¡Soyeb! (¡Joder!) Lo que me faltaba por escuchar.
—¡Zarik! —gritó Lania, mirandole con cierta decepción.
—Se lo merece, ¿¡tú sabes lo que nos podría haber ayudado en su momento?! —preguntó Zarik.
—Y aun con uno solo le costaría hacer frente a todo —contestó Lania—. No sabemos nada de él, ni siquiera por qué fue enviado.
—A lo mejor fue enviado aquí para que aprendiera y protegiera este planeta cuando fuera el momento —supuso Florian.
—Esos malditos inútiles no hacen nada, siempre están quietos ahí en su bonito planeta.
—No hables sin saber Zarik, son seres extraños y apenas sabemos cómo actúan, aunque sean mayores, son incluso mandados por un ser superior —respondió Florian.
—¡Entonces no tienen libertad para pensar por ellos mismos! ¡Si alguien superior les manda que hacer, no son libres de nada! ¡Son como robots! —contestó Zarik.
—No son robots porque ellos pueden elegir que hacer, pero si alguien que es más fuerte y sabio les pide u ordena hacer algo, será porque es necesario —rebatió Florian—. Creo que son conscientes de los peligros del universo, pero solo se encargan de los más graves.
—¡¿Entonces por qué hay un Onegrot aquí?!
—Será porque este planeta está en graves problemas, ¿no recuerdas lo que te he dicho antes? —preguntó Mikuro, agarrando la muñeca de Zarik para calmar sus nervios—. ¡Dos malditas diosas vinieron a este maldito planeta y no sé qué ha ocurrido con ellas! ¡A lo mejor el cometido de ese Onegrot es acabar con ellas o proteger el código de ese peligro! ¡Dos diosas no es algo que cualquiera pueda derrotar!
—¡Ni que fueran los Nueve Controladores o los Cuatro Cardinales! ¡No hay punto de comparación! —replicó Zarik.
—Llámale el nombre que quieras, pero son dioses, deidades, es lo mismo y posiblemente tengan un poder igual de grave o similar. El caso es que este planeta está en peligro y que esté aquí un joven Onegrot es una señal suficiente para ponernos en serio y buscarle —contestó Mikuro.
Sorprendió mucho como por un momento Zarik y Mikuro se miraban de una manera que podían matarse ahí si lo quisieran, pero Andrea logró agarrar a Mikuro para apartarla a la vez que Lania apartaba a Zarik con tal de evitar el conflicto.
—Ese es el propósito principal —intervino Lania con la mayor calma posible—, vamos a buscar a Creni de una vez mientras Andrea va a por la espada, así sabremos todas las respuestas.
—A ese... pienso reventarle la cabeza hasta que no le queden ganas de vivir —contestó Zarik.
—¿No que eran seres desalmados? —preguntó Mikuro, a lo que Zarik le miró con odio—. Hacer eso será un sin propósito. Date cuenta, sé que tienes algo personal con él, pero necesitamos su ayuda, así que compórtate.
—Lo que sea —murmuró Zarik aun irritado, dándole las espaldas a todos.
Lania no pudo evitar suspirar con pesadez ante la actitud de su hermano mientras los demás se quedaban mirando sin poder hacer mucho al respecto. Solo pedían que Zarik se comportara una vez que se encontrara con Creni.
Con Andrea el caso parecía ser un poquito más fácil, aunque la preocupación era presente. Roxy le pedía a Andrea que fuera con cuidado ya que el lugar no era fácil de acceder, algo que confirmaba Florian porque en el tiempo que estuvo vigilando con los Noilens, se dieron cuenta que las anomalías eran más presentes.
—Igual podremos hacer algo de ruido para que vayan a por nosotros —sugirió Lania—, así te evitamos problemas en la búsqueda de esa espada.
—Me parece genial —respondió Andrea.
Antes de que se pusieran en marcha, Anais le agarró del brazo con cuidado.
—Puedo hacer que Hertian te acompañe o te deje algo de mi poder, o incluso...
—Anais, no te preocupes por mí, es una prueba que seguro superaré y más con la ayuda de Solace —contestó Andrea, acariciando la cabeza de Anais—. Tu no te rayes, todo irá genial, tú confía —le aseguró Andrea, guiñándole el ojo.
Anais solo pudo aceptar, viendo como Andrea se iba en busca de esa espada mientras que Zarik, Lania y Mikuro iban en busca de Creni.
Aquel lugar donde una vez brilló con diversos colores junto al bullicio de un mercado pasó a ser un recuerdo que, para muchos, fue una estaca en su corazón. Lania miraba todo su alrededor mientras caminaba junto a los demás, manteniéndose en alerta por si más anomalías había en el lugar.
Le dolía como las calles estaba abarrotada de gente que compraba diversos objetos junto a los pequeños que correteaban por las filas había sido destrozado sin compasión alguna. Pasó a ser fúnebre, viéndose los cuerpos de seres inocentes que solo deseaban descansar tras tantas miserias.
Estos sentimientos eran algo que solo Lania sentía, pues Zarik y Mikuro intentaban omitirlo aunque era difícil cuando voces del pasado les susurraban.
—Separémonos —pidió Zarik—. Capaz así encontremos algo antes.
—No creo que sea buena idea —murmuró Lania.
—¿Y que perdamos más tiempo? Me niego, encontrar a Creni en este mercado tan extenso va a ser como buscar un muuieltana en un bosque —respondió Zarik, frunciendo el ceño.
—No me compares las luciérnagas de nuestro bosque a un Onegrot —pidió Lania—. Ten paciencia, es lo que te pido.
—Tengo, pero no tanto.
Y ante esto, Zarik no dudó en alejarse de las dos, provocando que Lania soltara un suspiro muy largo.
—Wayra, por favor, dame paciencia... —susurró Lania.
—Cualquier problema, avisa, estaré cerca de ti —aseguró Mikuro.
—Prefiero que estés atento a mi hermano, yo iré con cautela —pidió Lania.
—Hecho.
Tras separarse, Lania prestó de nuevo a su alrededor, doliéndole el hecho de que los edificios grandes estuvieran destruidos por la mitad —o ni eso—, siendo consumidos por la oscuridad. No pudo evitar suspirar de nuevo, sintiendo que buscar a Creni por el mercado no iba a tener mucho sentido. ¿No era mejor esconderse en un lugar menos arriesgado o acaso su evolución era forzosa?
Lo desconocía por completo, pero seguía buscando entre los escombros, entrando al primer edificio de la izquierda. Iluminando la zona con las flechas contra las columnas, apartaba los escombros o miraba por debajo de las piedras para ver si veía algo, pero no encontró nada.
Intentó pensar en algo lógico, en algún lugar que fuera medianamente seguro para esconderse. Si estuviera evolucionando, posiblemente haría algún ruido o luz, por lo que en ese sitio no estaba. Decidió ir al otro edificio, aunque no era tan fácil si su cuerpo temblaba involuntariamente al recordar bien lo que tuvieron que hacer todos los héroes cuando este caos ocurrió.
Frenó sus pasos y sintió la angustia al serle difícil respirar. Recordó el día que todos los héroes luchaban con todo lo que tenían, incluso usando sus poderes del que tanto temían usar. Se acordó bien de ese día en el que se mantuvo al lado de Kimi y Kano, quienes usaban las magias mientras mataban a las anomalías que atacaban los ciudadanos.
No podría olvidar jamás los gritos de los inocentes. No podría olvidar como algunos de ellos se defendían con sus armas con tal de seguir con vida u otros que simplemente huían con sus naves.
—¡Lania, a tu derecha!
Sin querer Lania se giró a ese lado para preparar su arco y disparar. Tembló sin querer, dándose cuenta que en verdad no había nadie ahí. Era una voz del pasado, la voz firme y valerosa de Agnis.
Lágrimas caían de los ojos mientras veía esa flecha clavada contra la pared del edificio, temblando sus manos sin parar.
—No te merecías esa muerte Agnis. Debí haber ido, salvarte, p-pero...
Se sentía desgraciada e inutil. Ese día, en vez de salvar a los demás, huyó, pero no porque quisiera, sino porque su hermano la había obligado. Habían unos pocos supervivientes y debían llevarlos a Tron-Axt.
—¿Por qué? —se preguntó Lania, poniendo sus manos en sus ojos—. Quería salvarlos, podía hacerlo, me daba igual si gastaba todo mi poder y perdía mi consciencia. ¡Soy purificación! ¡Podía haberlos salvado!
—Y con ello haberme quedado solo con esta corrupción que crece en mi interior, llegando ese día donde los mataría sin importarme nada.
Lania se giró de inmediato para ver a Zarik con un rostro que demostraba decepción y preocupación. Vio como se acercaba para secarle las lágrimas de sus ojos.
—Sé que lo que hice fue egoísta, Lania —murmuró Zarik mientras trataba de calmarla—, pero era eso o que muriéramos ahí sin conseguir nada.
Lania no podía contener sus lágrimas, apretaba sus dientes y apartaba la mirada, pero Zarik, con cuidado y delicadeza, la agarró de su mejilla para que la mirara.
—No eres una cobarde ni una inútil, Lania. Sé que habrías luchado allí hasta el final hasta perder tu aliento —continuó Zarik con una sonrisa apenada.
Lania solo pudo negar con su cabeza para luego respirar con profundidad.
—Juro que será distinto. Esta vez acabaremos con las anomalías, traeremos la paz a este planeta. Lo juro.
—Me lo creo, hermana, y esta vez lo conseguiremos.
Con cuidado, Zarik la abrazó. Lania sintió la debilidad y lloró un poco más. Aquello no le importó a Zarik a pesar de ser alguien que no soportaba el contacto físico entre otras cosas, pero con Lania siempre hacía esas excepciones.
—Tranquila. Lo conseguiremos, te lo prometo.
—Siento haberme puesto así —murmuró Lania, apartándose con cuidado del abrazo para luego mirar a su hermano mientras se secaba las lágrimas—. Me imagino que venías por algo más, ¿no?
—Sí, Mikuro al parecer encontró algo.
Lania afirmó en silencio y con ello apuraron el paso para llegar a donde estaba Mikuro. Vieron como miraba a su alrededor con un temblor claro en sus manos y cabeza, incluso parecía llorar por algo que, según intuía Lania, debían ser los recuerdos de un pasado que no deseaba revivir.
—¿Mikuro? —preguntó Lania.
—¿Eh? —Mikuro giró su cabeza, viéndose como contenía las lágrimas de sus ojos—. A-Ah. O-Os estaba esperando, ¿todo bien?
—Sí, ¿Y tú? —preguntó Lania.
Mikuro sonrió y afirmó.
—Seguirme, creo que encontré algo en ese edificio. Brilló por unos segundos en colores amarillos y creo que vi unos símbolos —respondió Mikuro sin perder el tiempo.
—¿Creéis que es él? —preguntó Lania.
—Mas o menos. Es un cincuenta por ciento de probabilidades.
—¿Estáis seguro que lo podéis tocar? —preguntó de nuevo.
Mikuro ignoró por completo la duda de Lania, yendo hacia el edificio. Ante esto Lania no pudo hacer mucho más que ir a por ella mientras Zarik las seguía.
Adentro, Lania, usando sus flechas de luz, fue iluminando el lugar mientras avanzaban con cuidado en medio del destrozo que interferían en su camino, subiendo por las grandiosas piedras ellas hasta llegar a encontrarse un objeto que tenía similitud con un huevo.
—¿Es una broma? —susurró Zarik con la ceja arqueada.
Zarik no tuvo cuidado, se acercó para intentar tocarlo, pero al hacerlo, un gran brillo logró iluminar todo el edificio, logrando cegar a todos los presentes. Quien más sufrió al respecto fue Zarik, quien se quejaba de dolor mientras se apartaba.
Tras unos segundos, la luz amarilla desapareció, pero a cambio surgió lo que parecía ser un contador, al menos es lo que intuían los demás porque veían cómo se cambiaban las letras de aquel idioma que desconocían.
—Creo que no fue buena idea —susurró Zarik.
—Oh, ¡¿de verdad?! —preguntó Mikuro, sacando su espada para prepararse de cualquier peligro—. Tenemos que proteger este huevo, algo me dice que Creni está ahí.
—Maldita sea. Como si nos sobrara tiempo —susurró Zarik. Lania intentó acercarse a él para calmar el dolor ante aquella luz, pero su hermano se lo impidió poniendo su mano en medio—. No te preocupes por mí, toma tu arco e ilumina la zona.
Aceptó y empezó a disparar varias flechas para mantener la luz. De vez en cuando miraba hacia sus espaldas para ver el estado de aquel huevo cuyo interior podía estar Creni.
—Chicos, ¿estáis seguros de que sea él? —preguntó mirando hacia Mikuro y Zarik.
—No lo sabemos, solo queda confiar —contestó Mikuro.
Lania tragó saliva mientras miraba a su alrededor. Tampoco les quedaba mucho, solo quedaba confiar. Negó con rapidez, preparando su arco en cuanto escuchó algo moverse por las paredes del techo.
—Están aquí.
—Entonces que se preparen para morir —contestó Zarik, invocando su arma látigo para moverse directamente hacia el ruido.
Sin dudar, Lania disparó para que Zarik pudiera ver a su alrededor, encontrándose de frente a una de las anomalías que no dudó atacar. Giró su cabeza, moviéndose de golpe hacia un lado para evitar un ataque sorpresa de una de las anomalías que estaba encima del huevo.
—¡Cuidado! —avisó Lania.
Mikuro con aquella arma inusual, soltó varios rayos a su alrededor, creando una cúpula protegería a las dos. Mientras, Zarik se movía a una gran velocidad, eliminando una por una las anomalías afectadas por la electricidad. Lania se fijó en el huevo, dándose cuenta que se había destrozado.
—¡Ya no está! —gritó Lania—. ¡No está dentro de la esfera!
De golpe Mikuro dejó de generar electricidad, una vía libre para que las anomalías atacaran desde el techo. Zarik, ante esto, intervino, extendiendo el látigo para matar a varias de estas anomalías para después juntarse con ellas, cubriendo cada uno sus espaldas, viendo como cientos de ojos desde las sombras.
—Lania —murmuró Zarik.
—No.
—Pero-
—¡Dije que no! —gritó Lania aún más nerviosa.
—¡Cuidado! —gritó Mikuro.
Mikuro rápidamente clavó la espada en el suelo para generar más electricidad para que las anomalías no pudieran tocar el suelo. De sus manos empezó a invocar hielo, yendo hacia el techo para que resbalaran y cayeran en la cúpula de electricidad. Lania siguió su idea e intentó apuntar al techo para disparar una esfera de luz para cegarlos en cuanto la estallara.
—Chicos...
Una voz familiar sonó encima de ellos. Todos se quedaron inmóviles, más ante el poder que poseía. Mirando como mejor pudieron, vieron la presencia de un ser alto de vestimentas elegantes con las manos guardadas en los bolsillos de su pantalón, mirando a las anomalías de su alrededor. Con calma y educación, sonrió al reconocerlas figuras que tenía debajo suya, ya que estaba levitando.
—¡Qué cambiados estáis!
—¡¿C-Creni?! —preguntó Mikuro.
—Regla número ochenta.
La sala se iluminó como si el Sol del mediodía apareciera. Miles de lazas se crearon por la luz, moviéndose agresivamente hacia las anomalías, siendo atravesadas sin piedad alguna. Observando con asombro, verían como Creni bajaba poco a poco hasta tocar el suelo, estirando un poco sus manos para sonreírles.
—¡Qué bonito es usar las magias! —admitió con alegría—. Los Onegrot's tienen miles de magias que no sé por dónde empezar a utilizarlas y aprenderlas.
—¿Creni? —preguntó Zarik con sorpresa.
—¡Así es! Tanto tiempo Zarik, que gusto verte.
—Qué bueno verte con esta nueva apariencia —murmuró Zarik mientras se acercaba poco a poco a Creni.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Creni ladeando su cabeza hacia la derecha.
—Porque al menos tengo un blanco fácil para dar un puñetazo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top