Capítulo 17: Trabajo en equipo.
Escuchar las palabras del Noilen dejó a los presentes con varias dudas. Fuera del almacén, el día se presentaba con unos potentes rayos de sol que a Mikuro le molestaba, y sabía que a Zarik también, aunque ambos podían tolerarlo mientras seguían escuchando.
Por lo poco que sabían, decían que la zona donde podía encontrarse Creni estaba rodeada por varias anomalías que estaban en su búsqueda, o eso suponían porque, por lo poco que entendieron de su idioma, decían que les interesaba una espada que había en uno de los pocos edificios que se mantenía en pie.
Los presentes sospechaban que esa espada tenía que ser una de las que creó Roxy, aunque no entendían el porqué del interés. ¿Qué podía tener de especial? Lo desconocían, pero estaba claro que lo hablarían con ella cuando fuera el momento, porque, por desgracia, Florian no podía estar con ellos por mucho tiempo.
—Tengo que explicaros unas cuantas cosas sobre mí —habló Florian, mirando a los demás cuando aquel Noilen se encontraba un poco alejado, esperándole—. Sabéis que como Gemity, soy hombre y mujer, pero a veces puedo modificar mi genética y tener las propiedades de mi versión femenina y al revés.
—Explícate —pidió Mikuro con la ceja arqueada.
—Un ejemplo muy fácil. Yo soy rápido, ella es lenta. Yo soy poco resistente, ella lo es. ¿Lo entendisteis?
—Pero, si ella es resistente ¿cómo aguantaste los ataques de los demás? —preguntó Lania.
—Te di la respuesta antes, puedo modificar la genética en según qué situaciones —explicó con una sonrisa cansada—. Con esto dicho, sabréis que hay más problemas aparte de esto, así que no creo que pueda enseñarles hoy por este problema reciente y por lo de Creni. Si podéis entrenarlos en mi ausencia, os lo agradecería.
—No creo que haya problema, aparte, tenía intención de hacer una actividad que me permitiera ver cómo trabajan en equipo —comentó Lania.
Tal idea no le gustó nada a Mikuro.
«Lania, por favor... Odio trabajar en equipo».
—Genial. Os juro que no tardaré, solo darme un día para que me recupere —pidió Florian.
—¿Solo uno? —preguntó Mikuro.
—No es nada comparado con otras peleas que he tenido, créeme —aseguró Florian mientras ponía sus manos en su estómago, respirando lentamente—. Confío en que los Noilens puedan curarme con rapidez.
«Gemity tenía que ser —pensó Mikuro, soltando un suspiro en su interior—. Menos mal que yo no lo soy».
—Por cierto, hablar con Roxy —añadió Florian—. Necesito que me diga sobre esa espada que creó, más si las anomalías muestran un repentino interés por ella. Algo debe de ocultar.
—Hablaré con ella, no te preocupes —respondió Zarik.
—Gracias —respondió Florian aliviado—. Prometo no tardar mucho.
Se notaba en la angustia en Florian, los demás querían preguntarle si necesitaba algo, incluso Lania quería dejarle su medicina, pero su repentina desaparición dejó en claro que no podían hacer nada más que meterse de lleno con el entrenamiento, mejor dicho, meterse con aquella actividad que Lania tenía pensado.
En el almacén, los tres vieron como algunos habían formado sus pequeños grupos para hablar. Andrea y Anais estaban sentadas en el suelo junto con Yaina, Jame y Morgan, por otro lado, Lucas, Ann, Soleti y Luziette estaban hablando en otro lado no muy lejos. Yue simplemente daba saltos de un grupo a otro preguntando sobre qué hablaban.
Cuando llegaron, los presentes los observaron con atención, esperando cualquier orden que dieran. Lania estaba a punto de hablar, pero Mikuro le robó sus palabras.
—Florian no podrá estar hasta dentro de unas horas, así que nos ponemos en marcha con el entrenamiento con una actividad que Lania tiene pensada, pero antes de hacer nada quiero preguntaros algo.
Mikuro, mirando por un momento a Lania, pidió disculpas con sus gestos, algo que a la cazadora no le importó y dejó que hiciera la pregunta. Respiró hondo y habló:
—¿Quién de aquí es un cobarde que no quiere mancharse las manos?
—¿Perdón? —preguntó Andrea, siendo la única en reaccionar a diferencia de los demás que se quedaron sorprendidos.
«¿Por qué me esperaba que ibas a reaccionar? Fuego ardiente. Irritable siempre».
—Os voy a dejar algo claro sobre ser un héroe. Cuando empezó el primer grupo de héroes, había una variedad de poderes y armas, actitudes y valores. Todos los que pensáis que no os da miedo mancharos las manos de sangre es porque posiblemente no habéis vivido la muerte enfrente de vuestros ojos —explicó Mikuro.
—No tienes derecho a decir eso —reclamó Luziette.
—Mírame bien —contestó Mikuro mientras abría un poco los brazos—. Yo he muerto por culpa de alguien que no controlaba sus acciones, ¿no creéis que a vosotros os puede pasar algo similar?
—Menudos huevos tienes de decir esas palabras cuando todos los presentes lo hemos pasado mal, sea en este planeta o en otro lado —respondió Andrea, cruzando sus brazos—. Parece que no escuchaste nada de lo dicho antes.
—Claro que lo hice y algunos saben lo que es una anomalía, pero otros no. Aparte, asegurasteis que esas diosas podían intervenir. Por eso pregunto, ¿se ven capaces de tales problemas que nos pueden venir encima?
La inseguridad se vio reflejada en algunos de los ojos que miraban a Mikuro.
«Tanto optimismo ha hecho que estén en los cielos, Florian, y eso no puede ser así».
—Si te preocupa esas dos diosas, puedo decir que una de ellas acabó debilitada gracias Úrsula. Con su poder, logró engañarla y que perdiera parte de sus poderes, aunque no mucho —contestó Andrea, manteniendo su posición—. Si es de ellas dos, no creo que tengamos que agobiarnos, no por el momento.
—¿Y qué? Hay más dioses aparte de esas dos que tanto mencionáis —contestó Mikuro.
—Pero con la norma de por medio, dudo que quieran hacer algo —recordó Jame en un tono bajo.
—Sí, cierto, por lo que realmente no nos tendríamos que preocupar tanto, solo con las anomalías y lo que puedan hacer —añadió Andrea.
—Os confiáis como si fuera un juego de niños, ¿de qué váis? —preguntó Mikuro, frunciendo el ceño.
—Mikuro, piensa que todos han tenido que pasar por muchas situaciones complicadas, son conscientes, pero tampoco se dejan llevar por la negatividad —intervino Zarik.
Mikuro apretó sus puños.
«Zarik, no me vengas con tonterías cuando...»
Abrió los ojos en asombro y rápidamente miró a Zarik.
—Tú no tienes derecho a hablar cuando no viste lo mismo que yo. ¡Viste algo desde el cielo ese día! ¡Lo hiciste! Casualidad es que acabo de recordar ese momento en el que aparecieron para atacarnos y más con esa anomalía la cual es posible que sea Negatividad. El asunto es que ¡nadie me puede asegurar que no pueden aparecer de nuevo! —gritó Mikuro.
—No es mi culpa de que sigas con ese trauma encima, deberías superarlo al igual que todos lo hicieron con los problemas que tuvieron en el pasado —respondió Zarik.
—Zarik... —susurró Lania, cerrando sus ojos.
—No me hables en ese tono cuando no tienes ni idea de lo que ocurrió, solo Creni y yo fuimos testigos —contestó Mikuro, acercándose a Zarik con los puños que ahora estaban congelados.
—A ver ostia, no empecemos con tonterías —intervino Andrea, acercándose a ellos—. Pensemos de otra forma, las anomalías se han debilitado y esas diosas no van aparecer.
—Lo dices muy segura —respondió Mikuro, mirando a Andrea de reojo.
—Porque lo estoy.
Ahora ambas se miraban como si de sus ojos echaran ese poder que poseían, una lograba quemar todo con su mirada mientras que la otra lo congelaba todo a su paso.
—Tengo que darle la razón a Andrea. El mercado está bastante tranquilo, aunque recientemente hubiera actividad porque las anomalías están buscando lo mismo que nosotros —aclaró Lania en un tono más relajado que los demás—, pero son menos, muchísimo menos que antes.
—Una duda, así como opción, ¿no hay alguna forma de infiltrarse? —preguntó Lucas.
—No lo hemos tomado en cuenta por el mero hecho de que antes no teníamos a nadie que pudiera pasarse como anomalía —respondió Zarik, para luego mirar a Andrea y Morgan—, incluso si ellos se dejaran consumir por la anomalía, sería arriesgado, y me temo que sabrían quiénes son los infiltrados.
Hubo suspiros de preocupación tras esas palabras.
—Capaz esto tuve que preguntarlo antes, pero ¿qué pasó con el anterior grupo sobre lo ocurrido? —preguntó Jame.
Mikuro soltó una risa llena de rencor.
—Era desorganizado. No hacían caso ni a sus propias normas —contestó Mikuro, dejando de mirar a Andrea.
—Tampoco hiciste nada para ayudarnos, hacías lo que querías y nos complicabas todo —le rebatió Lania.
—No te vayas de lista, a ti no te decía. Eras de las más inteligentes junto con tu hermano, los demás... eran deficientes —respondió Mikuro.
—¡¿Perdón?! —preguntó Lania—. ¿Qué me dices de los Kae? Ellos intentaron retener a las anomalías con su poder. ¿Agnis? Fue con los Noilens más fuertes para llevar a los ciudadanos a la ciudad y acabar con las anomalías ¿Zarik? Estaba junto con los Noilens y les guiaba a pesar de haber tenido el día anterior un problema grave con su control de energía. Y ya no hablemos de Creni. ¡Fue a por ti, hizo frente a Negatividad y por tu culpa no sabemos su paradero!
Mikuro miró a otro lado, siendo invadida por recuerdos del pasado. Su cuerpo temblaba mientras se negaba aquellas palabras en su interior, acordándose del momento en el que revivió.
—¿Puedo saber que te ocurre, Mikuro? —preguntó Anais.
Esa pregunta hizo que Mikuro la mirara de reojo.
—¡No es gracioso revivir en un cuerpo que no es tuyo! ¡Era la Muerte! ¡Era ella! ¡Debía de serlo! ¡Una nueva oportunidad para ¿al final qué?!
—Te dio una oportunidad —contestó Andrea. Mikuro la miró con una notoria rabia presente en sus ojos—. No me mires así. Tuviste una nueva oportunidad, ¿vas a llorar y quejarte? No todos tienen ese privilegio. Te dio la opción.
—Y me dejó aquí sin nada —respondió Mikuro, acercándose a Andrea, viendo que no se movía ni se dejaba intimidar—. Tú al menos tienes lo que te importa, y privilegio es que tengas una anomalía a tu lado. ¡¿Lo más gracioso!? Que tienes ahora, justamente y convenientemente, a aquella que me mató.
—Eh, frena. Te dije bien que es lo que le había pasado con Negatividad. No la conoces y se arrepiente.
—¡Mucho se arrepiente al haberse reído de mi muerte!
—¡Estaba siendo manipulada!
Sus voces resonaron en todo el almacén. Mikuro, entre lágrimas pequeñas, dio unos pocos pasos hacia atrás, observando a Andrea al ver que sus ojos eran mezclados por dos colores, negro y rojo.
—¡Privilegios! ¡Ya me puto jodería, hermano! ¡¿Crees que no estoy asustada?! Todos lo estamos. Mírame bien, soy una humana y podría haber muerto por culpa de una anomalía, pero aquí estoy, viviendo una vida que no tiene sentido, pero al contrario de muchos, me lo tomo como la mejor experiencia que tendré jamás —aseguró Andrea.
—Tienes una suerte absurda a diferencia de los demás, tu raza de humanos es-
—No me cansaré la de veces que he oído decir que mi raza es inútil —interrumpió Andrea, poniendo los ojos en blanco mientras suspiraba frustrada para luego mirar a Mikuro—. Somos una burla para las demás razas, pero los muy imbéciles no son conscientes de que posiblemente haya humanos con poderes más fuertes que ellos.
—¡No puedes asegurar nada, estás mintiendo! —rebatió Mikuro.
—¡¿Entonces por qué Andrina tiene un maldito destello que duró diecisiete años en el planeta tierra?! —preguntó Andrea, gritando mientras apretaba sus puños.
—Eso cierto, pero de igual forma, no tiene sentido que un destello dure tanto tiempo —intervino Lania, intentando acercarse para calmarlas con sus gestos—. Es posible que la familia de Andrina tenga algún poder con los destellos.
Mikuro chasqueó la lengua.
—¿Y qué con eso? ¿Acaso no sientes miedo? ¿Acaso no desearías volver atrás y no saber nada de esto? —preguntó Mikuro.
—Si me dieron esta oportunidad, la voy a agarrar con fuerza y aprovecharé cada gota de este poder para demostrar todo lo que puedo y más —respondió Andrea con total seguridad—. Así que no, no voy a volver al pasado porque voy a repetir el mismo resultado una y otra vez.
» Cometí el error de ser una cobarde y no voy a dejar que ocurra una vez más. He aceptado la misión de viajar por el universo, ver los peligros y darme cuenta que dos diosas cuyo poder desconozco me pueden matar, al igual que mis amigos. —Enseñó la palma a su mano y enumeró—: Andrina, Kamico, Anais y yo. —Bajó la mano—. Somos humanos y créeme que estamos asustados, pero cuando el momento llegue, me aseguraré de hacerle sufrir y temblar a esa diosa. Que sepa que cualquier raza puede ser la más fuerte si se lo propone.
Al terminar sus palabras, Andrea respiró con cierta rapidez al saber que a lo mejor se había pasado, pero había dicho una verdad que muchos estaban de acuerdo. Los presentes se miraban entre ellos porque la culpa era escrita en tinta invisible en su cara, escuchando las voces de su pasado diciéndoles lo que habían hecho mal.
Mikuro en ese instante miraba a Andrea con varias emociones que revoloteaban en su interior. Frustración porque la culpable de su muerte se encontraba con ellas como si no se mereciera un castigo por lo hecho. Ira por como Andrea la defendía y la contestaba de esa manera. Y dolor, por que en verdad no tenía que hacerse la especial por decir que había sufrido más que otros cuando los demás tenían una condena mayor que no querían decir.
—Es mejor que nos pongamos con la actividad y entrenemos, ¿no, hermana?
La pregunta de Zarik hizo que Lania regresara de sus pensamientos y afirmara en silencio.
—Ah, sí —murmuró Lania, para luego mirar a cada uno de ellos—. Pongámonos a ello.
Mikuro solo pudo mirar de reojo a los cazadores para luego rodar sus ojos.
«Tonterías... puras tonterías propias del fuego».
Lania quiso que todos se reunieran por grupos de ataque y defensa. El ataque —cuyo líder sería Zarik —, estaba compuesto por Andrea, Luziette, Yaina, Lucas, Roxy y Yue, mientras que la defensa —cuyo líder sería Lania —, estaba compuesto por Anais, Soleti, Jame, Morgan, Ann y Mikuro.
Sabía que su grupo era especialista en protegerse y defenderse, pero quería lucharan y ayudaran a los demás, sobre todo este último punto porque podrían ser útiles si luchaban en parejas. Mientras, el grupo de Zarik sería más agresivo, pero no tanto al saber que en el otro lado se encontraban a aquellos que tanto querían, a excepción de Roxy y Mikuro.
La intención de Lania era que supieran atacar con cabeza, sin hacer locuras y distribuir bien la fuerza a la vez que saber qué hacer ante una buena defensa.
—Luchad con lo que mejor sepáis usar. No os limitéis —aclaró Lania—. Os diré vuestro objetivo, desgastar a todos y cada uno de ellos hasta que no puedan respirar. Nada de armas, solo desgaste de poder y cuerpo a cuerpo.
Esto asustó a muchos, no todos sabían luchar cuerpo a cuerpo, por lo que no les quedaba otra que usar sus poderes, mientras que los otros no sabían usar bien sus habilidades y no les quedaba otra que luchar con sus puños, aunque no parecían estar muy dispuestos al saber que en el otro lado había alguien que apreciaban.
—Quién traicione al equipo, queda descalificado y tendrá problemas, no seré nada amable con ustedes —avisó Lania—. ¡Empieza el entrenamiento!
No fue fácil iniciar porque ambos grupos sabían que en el otro lado tenían a aquellos que apreciaban o que habían hecho una buena amistad en el poco tiempo que se conocían, caso contrario con Mikuro, que cuando tuvo la oportunidad, no duró en ir directa hacia Andrea con sus manos congeladas.
Un movimiento directo, sin consultar si quiera a su grupo. Fue sola, y esto era algo que a Lania le agotó la paciencia de inmediato. Iba a ir con Mikuro, pero le sorprendió ver como Andrea, aparte de protegerse, tenía a su lado a Yaina quien le dio un puñetazo en el costado derecho a Mikuro.
—Gracias —susurró Andrea.
—No voy a permitir que te haga daño solo porque te tiene rencor —aseguró Yaina, sonriendo confiada mientras miraba a Mikuro.
Aquello fue un golpe duro para Mikuro. La rabia la consumió, intentando ir a por Andrea una vez más, pero su camino sería interrumpido por Zarik quien contuvo toda la oscuridad para darle un buen golpe, pero tal acción fue impedida por Lania al disparar con sus manos la energía pura de su cuerpo.
Ambos cazadores se observaron por unos segundos para luego hacerse frente, un gesto rápido que pilló a muchos por sorpresa.
—D-Debo ponerme enserio —se dijo Jame, moviendo sus manos desde el suelo hacia arriba para lograr alzar algunas rocas que protegerían a Lania. Tal gesto hizo que el chico se mareara, pero fue agarrado a tiempo por Morgan a la vez que usaba su telepatía para mover las rocas y con ello proteger mejor a Lania.
«Mide la cantidad de energía que usas, ha sido un movimiento arriesgado», le avisó Morgan a Jame.
—L-Lo sé...
Lania agradecía que la protegieran, pero no podían usar la defensa de esa forma tan brusca a nada más empezar. Atenta a su alrededor, usaba las rocas que tenía en medio del escenario para luego ver como Yue corría con su espada en mano, lista para atacar. No iría sola, Roxy la seguía por detrás.
Quiso avisar a Jame y Morgan, pero ambos serían protegidos por Soleti y Ann. La primera usó el fuego de sus manos para formar un círculo alrededor, evitando que las dos se acercaran, mientras que Ann, con su aguja en mano, se preparó por si Yue se atrevía acercarse.
Habían dicho que la pelea sería cuerpo a cuerpo, pero muchos no lo tomaron muy en cuenta, provocando que Lania suspirara cansada. Negó e invocó su arco para disparar a su hermano.
—¡Se pueden usar armas!
Tales palabras harían que se arrepintiera de inmediato. Zarik, nada más romper las rocas, sería acompañado por Luziette y Lucas, quienes también tenían un arma en sus manos. La Arina tenía su espada mientras que el Licreixo usaba su aguja.
—Hasiex... —Mierda, susurró Lania.
Lista para usar toda su energía, vio como las rocas destrozadas eran movidas en medio del campo para impactar en los cuerpos de Lucas y Luziette. Esto había ocurrido porque Jame y Morgan las movieron para proteger a Lania de tal peligro, siendo así una pelea justa contra Zarik.
¿Y qué pasaba con las demás? Anais era capaz de observarlo todo con el temor en sus manos delicadas, las lágrimas caían mientras pensaba en que hacer, pero no le era fácil al verse envuelta en una situación caótica del que no le daba tiempo a pensar.
Andrea y Yaina se protegían de los golpes de Mikuro, quien estaba consumida por el rencor y desprecio, decidió ir con todo aun sabiendo que no tenía mucho poder y experiencia en ese nuevo cuerpo.
Anais pensaba en una forma de hacer que Mikuro luchara contra Yaina, quería enfrentarse contra Andrea, aun sabiendo que iba a ser peligroso porque no tenía la experiencia ni el poder que ella. Consumida por la duda y el temor, dio un paso inseguro para enfrente para luego sentir una presión en su cuerpo que le daba una gran ansiedad, como si la ahogaran.
No se le daba nada bien improvisar como a los demás. Admiraba como todos luchaban con lo que tenían, como Jame con Morgan usaban los poderes en conjunto, como Soleti con Ann usaban el fuego para retener a Yue y Roxy, quienes juntas unían fuerzas para intentar detener a los dos chicos.
Y en el otro lado era similar. Luziette y Lucas intentaban entenderse con Zarik, quien indicaba como moverse para evitar aquellas rocas a la vez que buscar una forma de acercarse a Lania y detener sus ataques. Era admirable como tanto de un lado como otro sabían compenetrarse, pero no como Mikuro que fue la primera en irse.
¿Qué podía hacer? Se sentía un estorbo y no podía ayudar a su hermana porque eran de grupos distintos, sentía que a lo mejor que podía hacer era evitar que Mikuro luchara sola, que se uniera a los demás en vez de actuar todo el rato sola.
—Piensa, Anais, piensa...
Respiró profundamente para dar un paso seguro y con ello correr hacia Mikuro. Sus manos brillaban como si de su energía aparecieran unos guantes blancos, una que parecía ser un montón de estrellas que dejaba atrás. Anais, notando como si nariz sangraba, logró apartar a Mikuro para lograr frenar un puñetazo que iba a recibir por parte de Yaina.
—¡Anais!
Mikuro miró a Anais con asombro. Odiaba decirlo, pero actos hicieron que una parte del pasado se despertaran, viendo por un momento a Creni, y con ello, un recuerdo que deseaba olvidar.
Ese día en donde la oscuridad era anormal. Sentía una presión que no le permitía respirar bien, pero que aun así seguía en pie con su armadura y arma de hielo. Observaba a sus contrincantes, viendo a la mujer que tenía una apariencia similar a las anomalías, pero esta poseía ropas desgastadas y viejas,
—Ya sabes que hacer, Negatividad —habló una voz que cuando la ubicó, sintió escalofríos al ver las agujas en sus manos.
Creía que la batalla que tendría contra Negatividad sería rápida, más al ver que no tenía reacción alguna ante su presencia. Se confió, extendiendo su espada látigo de hielo para matarla en el acto.
—¡Te tengo!
Pero cuando la espada estuvo a punto de llegar a la cabeza de Negatividad, vio como esta desaparecía de su vista, para en cuestión de segundos darle un puñetazo en su espalda. Fue fuerte y directo, tirándola contra el suelo.
Cualquiera ante ese ataque se habría recuperado, pero Mikuro se quedó atónita porque las alas falsas que tenía su armadura se habían destrozado como si nada, y para colmo, no le había activado la trampa que estas poseían. No congeló a Negatividad. Era como si por un momento fuera inmune al hielo.
—¿C-Cómo ha...?
Intentó levantarse para defenderse de los ataques de Negatividad, dándose cuenta que cada golpe que daba era más fuerte. Al apartarla y girarse, se dio cuenta que su fuerza la conseguía gracias a aquella diosa que se reía sin temor alguno, mientras que la otra diosa solo estaba sentada en medio de aquellas rocas derrumbadas, viéndose el arrepentimiento en su rostro.
—¡Mikuro!
Escuchar su nombre en medio de la pelea hizo que se girara desesperada, viendo a aquel ser enano llamado Creni. Quiso hacer algo, pero se sentía tan agotada y débil, que ni siquiera pudo prevenir el golpe en su pecho por parte de Negatividad.
—¡No! ¡Mikuro!
Lo último que vio en ese instante fue a Creni extender aquella mano que tenía oculta a sus espaldas, intentando agarrarla antes de que cayera inconsciente, pero sus acciones fueron nulas cuando las dos diosas y Negatividad le impidieron sus acciones.
«¡Maldita sea! ¡Maldita sea!», chilló desesperada, alzando su rostro para despertar de sus recuerdos y ver enfrente suya a Andrea con el puño en alto, conteniendo el fuego que aquella anomalía le daba.
Las lágrimas aparecieron en su rostro. Todo pasaba muy lento, ignoraba todos los sonidos de su alrededor para escuchar ese fuego poderoso que gritaba con rabia y fuerza, pronunciando su nombre ante la imprudencia que tuvo por subestimar a todos y por actuar sola como siempre.
Se prometió cambiar, pero cometía el mismo fallo. ¿Por qué era así? Se preguntaba a la vez que levantaba sus brazos para crear un escudo de hielo, al menos uno pequeño para mitigar el daño.
Pero lo que no se esperó, fue que Anais la apartara para ponerse en medio de ese puñetazo.
Cuando todo parecía paralizarse. Mikuro vio como Andrea expulsaba aire frío que causaría un gran daño en su brazo a la vez que grandiosas cantidades de humo. En medio de esa niebla improvisada, Andrea y Anais se miraron sin decirse nada.
Los presentes se dieron cuenta de tal hecho, viéndose a Andrea respirando angustiada entre lágrimas mientras Anais la miraba desafiante.
—¿Andrea? —susurró Anais.
Pero esa situación que veían era solo una capa que cubría toda la realidad. Era un conflicto de dos energías muy distintas, dos seres que se conocían y que se miraban con desprecio al saber la verdad de todo.
—No iba hacer daño a Anais, lo sabes bien, Hertian.
—Lo sé bien, pero no puedo olvidar la vez que atacaste a Anais en la tierra, Solace.
Sus respiraciones agitadas hicieron que las hermanas poco a poco se alejaran sin decirse nada.
—Chicos —intervino Lania con suavidad—, es mejor que descanséis, creo que con esta actividad he podido ver bien vuestras capacidades.
Palabras que solo unos pocos hicieron caso, puesotros deseaban seguir entrenando a pesar de lo ocurrido. Entre ellos, Mikuro,Anais y Andrea les pareció bien reposar, y de paso analizar todo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top