Capítulo 16: Diversidad.

Anais miraba sus manos, recordando todo lo que vivió en esa prueba. ¿Fue capaz de atacar? No, fue alguien que lo hizo y se llamaba Hertian, un tipo de ángel guardián. Mientras más vueltas le daba, más escalofríos sentía porque le parecía ilógico que desde tan joven ya tuviera... ¿poderes?

Creyó que era una humana sin más, ¿qué podía tener? Nada. Solo vivía su vida, pero esto era erróneo cuando recordaba ese día donde casi la hacen daño de no ser que ese ángel la protegió, apartando y atacando con sus poderes.

Los locos fueron ellos cuando acusaron a Anais de ser una bruja, pero ¿quién iba a creerlos en la actualidad que vivían en la tierra? En su momento podrían habérselo creído y que a lo mejor Anais fuera a la hoguera por ser una bruja, pero en la actualidad, solo era un chiste más en la sociedad.

Anais tampoco hizo mucho caso en su momento. Creyó que fue un sueño... hasta llegar a la actualidad.

«Supongo que me tocará ir conociéndolo poco a poco».

—Quiero que todos me demostréis vuestras capacidades, uno por uno, ¿os parece? —preguntó Florian con una sonrisa—. Quiero ver bien a que grupo pertenecéis, cuerpo a cuerpo, poderes a distancia o armas. Capaz algunos compartan en más de uno.

—¿Podemos nosotros primero? —preguntó Yaina, agarrando la mano de Jame. El pobre estaba consumido por la vergüenza sin saber dónde mirar.

Florian miró divertido a los dos.

—Claro, adelante —respondió Florian, abriendo sus brazos sin miedo—. Pegarme.

Tal petición dejó desconcertada a Yaina, aunque no fue la única ya que los demás miraban con curiosidad. No se veía muy decidida en golpearle así de primeras, después de todo era su compañero, pero aun así dejó a un lado las dudas para alzar sus brazos y con ello correr hasta llegar a él y darle un puñetazo en su pecho.

El aire que expulsó demostraba la fuerza que había aplicado. Florian apretó un poco sus dientes, viéndose que a su alrededor también expulsaba un aire rojizo que no duró mucho y pronto sonrió como de costumbre.

—Tengo una pequeña duda, ¿por qué esas pulseras y capa? —preguntó Florian.

Yaina bajó su mirada hacia sus manos y las enseñó.

—Es un regalo que me hizo mi madre. Me dijo que las guardara porque serían algo importante para mí en un futuro. Fue antes de que los Noilens lucharan contra las anomalías, realmente no sé bien que funciones hace. —Giró su cabeza, enseñando un poco su capa con su mano derecha y continuó—: En cuanto la capa, es un regalo de mi hermana pequeña. Decía que me veía como un tipo de heroína.

—Entiendo —musitó intrigado—. ¿Tu madre era...?

—Ajira. Compañera cercana de Agnis. Se encargaba de cuidar los demás Noilens. Era como la mejor médica que había en su momento —respondió Yaina, desviando un poco su mirada, aunque Anais se dio cuenta de sus ojos cristalinos.

—Es curioso, pero como sabes, Agnis tenía unas pulseras parecidas las cuales acumulaban un gran poder. Eran capaces de fundir cualquier material con sus puños como si lava se tratara —recordó Florian.

Pronto Anais notó como Jame tenía una gran tensión en sus hombros, mirando de reojo hacia Yaina. Parecía querer decir algo, pero su amiga se adelantó.

—Lo sé, pero no son las suyas. Mi madre me dijo que era un regalo, personal. Es posible que a lo mejor sean una copia, pero no las originales porque me las dieron antes de la batalla. No tiene sentido que él fuera a pelear sin ellas —aseguró Yaina mientras se cruzaba de brazos—. Dudo mucho que pueda dar puñetazos como nuestro antiguo líder. Nada comparable.

—Me lo imaginaba —murmuró Florian mientras miraba la capa que tenía puesta Yaina—. Aun siendo una imitación, no podemos desmotivarnos. Si Agnis podía hacer algo así con sus poderes, tu podrás llegar a su nivel. Aparte de los otros poderes como el control de la tierra, animales y lectura de mentes que tienen los Noilens más experimentados.

Yaina miró de reojo a Jame. Suspiró.

—Si soy sincera no tengo la paciencia para ponerme a practicar esos poderes. No soy como Jame, quien si tiene la paciencia y la determinación para ello —admitió Yaina, poniendo sus manos en sus caderas, viéndose como las pulseras brillaban en colores rojizos.

—Comprendo —murmuró Florian y miró a Jame de reojo con una sonrisa para luego observar a Yaina—. Contigo habrá que entrenar mucho el cuerpo a cuerpo y ver que sorpresa tienen esas pulseras, solo unos pocos tienen el privilegio de tenerlas.

—Lo sé, mi madre era muy apreciada entre los Noilens, sobre todo con Agnis y su esposa —explicó Yaina con cierta nostalgia, aunque rápidamente negó con su cabeza—. Tenía un gran corazón y me enseñó todo lo que tenía en sus manos, aun sabiendo que le costaba el doble.

—Y veo que tú estás tomando el mismo camino —supuso Florian.

Yaina desvió un poco la mirada.

—No quiero ser curandera. Mi madre siempre quiso eso. Yo no. Tengo esto en mis manos y pienso luchar sin importar la dificultad —admitió para luego mirar hacia un lado, en concreto a Andrea—. Y si voy a entrenar, me gustaría que fuera con Andrea. Me enseñó unos pequeños trucos de combate y quiero aprenderlos.

—De mi parte no hay problema. Entre varios puede venir bien aprender diversas técnicas y formas de combate —respondió Andrea con una sonrisa.

Yaina le sonrió a Andrea con total confianza. Andrea también le devolvió la sonrisa. Era gracioso como ambas tenían una actitud bastante similar, aunque a Anais le angustiaba saber que la hermana de Yaina y su madre no habían sobrevivido ese día.

«Puede que por eso luche. No quiere sentirse débil, como le pasa a mi hermana conmigo», supuso Anais, mirando de reojo a Andrea.

—En principio no habría ningún problema, Andrea también sabe luchar cuerpo a cuerpo, así que os juntaré —explicó Florian. Tras eso, soltó un leve suspiro y miró a Jame—. A lo que importa. Jame, sigues tú.

Ante sus palabras, Jame empezó a temblar sin parar mientras miraba a su alrededor. Junto sus manos cerca de su pecho, viendo como Florian ponía las manos en sus caderas con una sonrisa divertida.

—¿D-Debo?

—Claramente.

Como mejor pudo, respiró lo más hondo posible y movió su mano derecha, apareciendo algunas rocas de su alrededor. No eran de gran tamaño, pero pudieron formar dos puños de piedra que Jame pudo usar como si fueran guantes.

—Has entrenado ¿eh? —preguntó Florian con una sonrisa orgullosa—. Aunque sé que puedes hacer más que eso.

Jame tragó saliva con cierta dificultad, apareciendo gotas de sudor en su frente.

—Me dijeron que Agnis podía mover la tierra y deslizarse por esta como si fuera agua —murmuró Jame con cierta dificultad—. Yo...

—Puedes llegar a eso —interrumpió Florian—. Lania y Zarik me dijeron que Agnis era torpe cuando entrenaba, pero siempre lo intentaba cada día hasta ser quien todos conocen. Tú tampoco tienes que quedarte atrás. Seguir intentándolo.

Los ojos de Jame parecían brillar en una luz llena de esperanza y emoción. Florian vio esto de sobras, soltando una leve risa.

—Bien, bien. ¡Ahora debes pegarme!

—¿Q-Qué? ¡¿Debo h-h-hacerlo?!

Florian soltó otra risa ante su reacción.

—Claramente.

—Ah... —Jame rascó su cabeza tímidamente y tragando saliva, gritó—: ¡L-Lo siento!

Aquellas disculpas fueron graciosas para Florian y vio como Jame corría hacia él, preparando sus puños mientras le miraba con indecisión. A punto de llegar, Jame cerró sus ojos y golpeó en el rostro de Florian..

—Tranquilo, Jame —murmuró Florian, apartando el puño—. No me ha hecho daño, aunque admito que es un buen puñetazo.

—L-Lo siento —murmuró Jame, bajando su brazo.

—¿Disculpas de qué? —Rio Florian. Jame seguía sin saber dónde mirar—. ¿Puedo preguntarte porque tienes ese miedo a la hora de pegar?

—Y-Yo, ah...

—¡Mas de una vez se lo dije, pero sigue siendo igual! —intervino Yaina mientras se cruzaba de brazos. Jame miró a otro lado, cabizbajo—. Le dije que, si tenía que luchar con nosotros no tendría que tener miedo a pegar a alguien siempre y cuando sea por un motivo justificado o por propia defensa.

—¡Y-Yaina, y-ya sabes como soy! ¡Y-Yo...!

—Tendrías que ser más como tu padre, Jame. Sabes bien lo que digo —contestó Yaina, mirándole con el ceño fruncido.

Jame se quedó en silencio sin saber bien que decir. Anais sentía que algo estaba fallando en la forma de hablar que tenían. Una información que no podía ver a simple vista.

—Yaina, entiende que Jame recién entiende sus poderes. Comprendo que haya que ser duros, pero tampoco nos excedamos. Después de todo estamos aprendiendo —habló Florian con paciencia—. Jame, lo que si es cierto es que no debes tener miedo a la hora de pegar, y más cuando hablamos de anomalías.

—L-Lo siento... —susurró Jame.

Florian soltó una leve risa seguido de un suspiro.

—Si bien tu dominio con la tierra es decente, aún tenemos que mirar varios puntos más: Tu fuerza, el control de la tierra, comunicarte con animales y leer mentes. Los Noilens tenían muchas capacidades y tú no has podido demostrarme mucho más.

—Es que... no me interesé por ello hasta hace poco —admitió Jame, mirando de reojo a Florian.

—Pues deberías, los Noilens tenéis muchos poderes y habilidades. Erais muy admirados en el mercado —recordó Florian.

—Lo sé... —Jame no se atrevió a mirar a Yaina porque sabía que estaba decepcionada. Simplemente se quedó en el sitio unos segundos para luego respirar hondo y afirmar—. H-Haré lo mejor que pueda, s-sobre todo para proteger a Yaina y-y a los míos.

—N-No empieces con esa charla, Jame —murmuró Yaina, mirando a otro lado.

¿Estaba nerviosa? Al menos es lo que intuía Anais cuando la miró y vio el pequeño sonrojo en sus mejillas.

Florian soltó otro suspiro, elevando sus hombros. Cuando quiso hablar, Lania intervino:

—Chicos, comprender que los Noilens perdieron a un gran líder. Si vosotros juntáis fuerzas, podríais conseguir que al menos los Noilens sepan bien que camino escoger y luchar una vez más. Su ayuda sería una pieza importante.

Jame no supo bien que decir, solo agachaba su rostro con lágrimas que Anais pudo ver.

«¿Qué es lo que te azota tanta culpa, Jame?», se preguntó, apretando un poco sus labios.

—L-Lo siento, pero F-Florian es más líder que nosotros —admitió Jame.

—Vientos me halagan, pero no puedo aceptarlo —respondió Florian con una leve risa—. No puedo quedarme aquí para siempre, Jame. Ten en cuenta que yo soy de otra galaxia y en algún momento me tendré que ir.

Los presentes de daban cuenta de cómo era la situación para los Noilens, no lo tenían nada fácil por culpa de todo el destrozo que dejaron las anomalías. Destruyó su esperanza, su moral, creían que ningún peligro iba a ocurrir y que la esperanza sería eterna.

Si de verdad deseaban conseguir eso, Jame y Yaina tenían que entenderse. Aun si eran jóvenes de dieciocho años, tenían nombres que no pasaban desapercibidos en la ciudad.

El problema era...

—¿Sabes qué? Si Jame no consigue mejorar, lo haré yo sola —contestó Yaina, cruzando sus brazos con el ceño fruncido.

Jame soltó un largo suspiro.

—Yaina, lo hemos hablado.

—¡Maldita sea, Jame! ¡Sabes lo que pasó! ¡Sabes lo que ocurrió! ¡Todos siguen luchando a pesar de lo malo! ¡Incluso tu madre! ¡Tú eres de los pocos que tiene miedo cuando no deberías!

Estas palabras tomaron por sorpresa a todos, en especial a Anais que vio como Jame abría un poco su boca. Labios temblorosos, ojos llorosos y puños apretados. Sabía que estaba intentándolo, pero era demasiado para procesarlo, y lo entendía.

—Dale un voto de confianza, Yaina —pidió Anais, recibiendo su mirada molesta—. Jame ha estado entrenando estos días para poder ayudar y ser parte del grupo de héroes. Dale esa oportunidad.

Yaina soltó un largo suspiro y movió la cabeza al techo para luego afirmar.

—Bien, recibido. ¡Que mejore para que no tenga que preocuparme por él! ¡Es lo único que le pido!

Jame miró a otro lado sin saber bien que decir. Se notaba que Yaina no tenía mucho tacto a la hora de hablar, pero Jame sabía que no lo decía a malas ya que se conocían de muchísimos años y sabía bien esa actitud bruta.

—Para eso estamos aquí —recordó Florian.

—No, no lo entiendes —contestó Yaina, mirando a Florian—. No hay ningún Noilen que le pueda a enseñar sus poderes. Desde lo ocurrido, apenas habrá alguno que le pueda aconsejar, le costará mucho aprender sus capacidades y como no le ponga empeño me temo que no dejaré que se arriesgue para...

—Tendrías que confiar en él —recomendó Anais, a lo que Yaina la miró con el ceño un poco fruncido—. Si no tiene nadie que le enseñe es normal que se frustre, no puedes ser tan dura con él. Lo intenta, se nota y nosotros intentaremos ayudarle como mejor podamos.

—Y-Ya... —murmuró Yaina, agachó un poco la cabeza, rascando un poco su cabello rizado. Tras unos segundos, miró hacia Jame—. Me importas, no quiero que te pase nada, es como antes, decidiste usar todo ese poder para frenar a las anomalías, ¡y fue increíble! Pero d-debes ir con más cuidado...

Jame se quedó en silencio ante esto, abriendo su boca para hablar con timidez:

—Haría mil veces esa locura con tal de protegerte en el mercado, aunque no supiera usar mis poderes, aunque esa anomalía me hubiera hecho daño. Lo intentaría sin parar con tal de estar aquí y luchar a pesar de la dificultad —aseguró Jame.

Palabras que para Yaina le fueron mucho, sin saber que pronunciar. Anais sonrió con dulzura.

—Por eso estamos aquí para ayudaros y aprender —intervino Florian—. Vosotros habéis pasado por una situación horrible y exigirse es lo correcto, pero sobrepasarse trae graves consecuencias. —Florian, con calma y cuidado, tocó la cabeza de Jame, viendo cómo se ponía aún más nervioso—. Puedes descansar, chico.

—D-De acuerdo —murmuró Jame sin saber ya que decir.

Florian soltó una leve risa, aunque poco le duró cuando miró hacia Luziette y Soleti. Respiró hondo y puso las manos en sus caderas.

—Queridas Arinas gemelas, ¿estáis listas? —continuó Florian con una sonrisa confiada.

—Voy primera —respondió Luziette sin titubeos.

—Adelante.

—Yo no pego con los puños —avisó Luziette mientras caminaba a un ritmo ligero. Levantó su mano derecha, apareciendo una pequeña sombra que iba tomando cada vez más forma de un arma—. Yo me aseguro de cortarlos en trozos.

La forma en como lo dijo denotaba agresividad. Florian no dudó en expulsar aire rojizo para lograr que la espada que había invocado Luziette, no le hiciera ni un rasguño, si quiera un corte. Solo se escuchó el horrible e irritante sonido del metal más duro impactando contra la espada.

El asombro se vio en los ojos morados de Luziette, para luego alejarse de Florian.

—¡Nada mal! —halagó Florian.

—E-Era metal... e-ese pecho parecía ser metal —murmuró Luziette con los brazos bien abiertos.

—He de admitir que tu velocidad es muy buena, casi me cortas el pecho —admitió Florian—, tu corte es perfecto, sabes dominar tu espada. Eso es otro punto positivo, pero como intuirás, todo lo que te he dicho es mejorable.

—¿Cómo lo has hecho? —preguntó Soleti mientras se acercaba a su hermana.

—Secretos de Gemitys, no lo sabréis jamás —bromeó Florian mientras sonría—. A lo que importa, sabemos que no te gusta pelear cuerpo a cuerpo con tus puños, sino con tu espada, así que irás junto con Zarik.

—Bien —respondió Luziette en un tono seco.

—Ah cierto, a su vez, cuando esté disponible, te recomiendo que hables con Roxy, sabe hacer armas buenas y duras, te vendrá muy bien para mejorar la espada. Y, por último, intenta emplear el poder de Arina que tienes, al menos el de fuego —terminó de explicar Florian.

—Lo tendré en cuenta.

—Genial —respondió Florian para luego mirar a Soleti—. Ahora si tu hermana...

No le dio tiempo a terminar las palabras porque disparos se oyeron en el almacén, todos tuvieron que cubrirse los oídos menos Anais porque Andrea le cubrió sus oídos a tiempo.

Cuando desapareció el ruido, Anais vio como Soleti tenía lo que parecía ser un arma de fuego. Usaba su propia energía para crear algo así, un arma que disparaba varias bolas de fuego azuladas que impactaron unas pocas hacia Florian.

—Eso fue a traición —murmuró Florian mientras movía sus brazos, viéndose unas pocas quemaduras en estas—. Menos mal que los Gemity sabemos usar el viento.

—Las desviaste, ¿lo veías venir? —preguntó Soleti con una ceja arqueada.

—Tu energía es muy llamativa, como la de Andrea. Por ello me dio tiempo a protegerme y usar el viento, un poder que no suelo usar mucho, a decir verdad —explicó Florian, para luego mirar a su alrededor—. Igual, no desvié muchas, solo dos o tres... tienes una puntería bastante mala, Soleti, en ese aspecto no pudiste mejorar mucho.

—Me es complicado dominar tal poder, antes las bolas de fuego salían descontroladas y canalizo mi energía en esa arma para poder controlarlo, aunque no se me da bien apuntar —admitió Soleti sin mirarle.

—O sea que canalizas tu energía en un arma que puedes usar. ¿Sabéis? No os entiendo. Usáis armas, pero los Arinos no utilizaban eso, ¿de dónde habéis comprado estas armas?

Soleti y Luziette se miraron de reojo. Florian lo entendió de inmediato.

—El mercado. ¡Claramente! Pero es curioso. Vuestra raza lucha cuerpo a cuerpo, ¡en especial la cabeza! Y usa el poder del fuego. ¡Primer signo! ¡Aries! ¿Por qué no lo usáis?

La vergüenza se veía reflejada en Soleti, siendo acompañada por su hermana mayor. Florian frunció el ceño, pero negó con su cabeza y soltó un suspiro.

—Veo que hay problemas que involucran a nuestros dioses de una manera más grave de lo que pensaba —murmuró Florian alzando un poco sus hombros—. En fin, Soleti, entrenarás con Lania.

Ambas hermanas se miraron por un segundo para luego aceptar. No se las veían muy contentas y eso hacía que Anais las mirara con interés. Eran Arinas, o sea, tenían relación con Aries. Anais no había estudiado mucho sobre la astrología, pero según sabía, el primer signo se relacionaba con el fuego.

—Luziette, Soleti. —Las palabras de Florian despertaron los pensamientos de Anais, viendo como el chico las miraba con intriga—. ¿Me explicáis porque no usáis vuestros poderes de Arinas?

—N-No las tenemos, así de simple —respondió Soleti.

Florian alzó la ceja.

—Esa respuesta no me sirve, tenéis propiedades únicas y apenas las utilizáis, ¿por qué?

—Es un tema complejo, Florian —intervino Luziette, poniéndose enfrente de su hermana—. A resumidas cuentas, no somos puras.

Florian cruzó sus brazos.

—Aunque seáis Arinas impuras, no es motivo para dejar de lado vuestras raíces —contestó Florian con decisión.

—¿A qué te refieres? —preguntó Luziette con la ceja arqueada.

—No olvidéis vuestras capacidades, tienen muchas ventajas, domináis el fuego y tenéis una gran resistencia en vuestra cabeza. No importa si sois impuros, tenéis esa propiedad siempre —explicó Florian.

—Pero no la bendición de Aries —contestó Soleti.

—¿Crees que yo tengo la bendición de Géminis?

Esa preguntó pilló desprevenidas a ambas, mirándose por un momento hasta que Luziette decidió hablar.

—Entonces, ¿cómo es posible que puedas hacer tu cuerpo de hierro o que tu reacción sea casi perfecta?

Florian soltó una pequeña risa.

—Fui el elegido de Germán, al igual que ella fue la elegida de Gema, pero irme de mi planeta fue una mala decisión. Me odian y ahora solo tengo algunas pequeñas ventajas, por no decir que en verdad tengo muchas desventajas —confesó Florian—, pero no por ello dejé mis raíces y me propuse seguir siendo el más fuerte.

Se veía la sorpresa en los ojos de las gemelas, transformándose poco a poco en arrepentimiento. Esto hizo que Florian soltara otra risa.

—Aries es el más insistente de todos, un cabeza dura como los Arinos —continuó Florian—. Seréis impuras, pero por favor no olvidéis vuestras raíces. Os dije que alguien estaba intentando ayudarnos en la galaxia M y tengo un buen presentimiento.

—¿Estás seguro de eso? —preguntó Luziette, frunciendo un poco el ceño.

—Mucho más que seguro.

Las hermanas se miraron y soltaron un suspiro. No sería Soleti la que hablaría una vez que se vieron un poco más confiadas.

—Está bien, Florian, entrenaremos con lo que tenemos y nos centraremos en las capacidades que Aries nos dio —aseguró Soleti.

Florian sintió un gran alivio.

—Ya verás como luego merecerá la pena.

En medio de la conversación, Andrea se acercó un poco a Anais, mirándola de reojo con un rostro confuso.

—Anais, ¿tienes los libros de astrología aun en casa? —preguntó Andrea en un murmullo.

—Creo que están en casa de la abuela —intentó recordar Anais.

—Genial, porque así voy a saber un poco sobre los signos del zodiaco y si tienen correlación con esto —explicó Andrea.

—Ya somos dos —murmuró Anais.

—A lo que importa, —intervino Florian, mirando hacia los hermanos Licreixos—. Lucas, Ann. Vosotros sois de otro núcleo del todo que apenas tengo conocimiento. Me gustaría saber cómo funciona vuestra raza porque sé que estáis hechos de lana, hilos, tela y variantes. También invocáis una aguja del cual, si obtenéis la sangre del enemigo, lo controláis con un muñeco.

—Pues sí —respondió Lucas con cierta desgana—, venimos de otro núcleo, uno en donde nuestro planeta tenía a un rey que solo dormía mientras todo sumido en la desesperación. Los fuertes solo sobrevivían, y nosotros, débiles sin apenas capacidades, intentábamos sobrevivir cada día sin que nos hicieran las peores desgracias.

—Comprendo —murmuró Florian.

—Nuestra raza —continuó Ann con un tono más tranquilo que su hermano— está hecha de lo que puedes ver, telas, hilos y algunos fragmentos de nuestra cara son de porcelana, pero por dentro también es tela, así que realmente somos muñecos. Nuestro interior, como algunos pueden intuir, es de lana, por lo que os golpes que recibimos no son tan dolorosos, aunque si nos destrozan, puede haber unos cuantos problemas porque no podemos morir a no ser que encuentren el punto débil.

—Es como cuando destrozas un muñeco, pero puedes repararlo —supuso Jame.

—Hasta cierto punto puedes repararlo, si nos destrozan muchas veces podemos llegar a ser irrecuperables o que nuestra apariencia no sea la misma que antes —aclaró Lucas.

—¿Y qué ocurre si os destrozan varias veces? —preguntó Yue con los brazos cruzados.

—Podemos llegar a morir... más o menos —explicó Lucas, tragando saliva—. Digamos que, si no encuentra el punto débil, nos pueden recomponer tantas veces como sea necesario, pero la apariencia no será la misma, a su vez, es posible que pierdas la memoria, que tu cuerpo funcione mal al no tener los órganos de antes, y muchos problemas que son largos de enumerar.

Anais tragó saliva y miró a Lucas ante los parches que tenía en su cuerpo, en especial el cuello, estómago y brazos. Intuía que Lucas, siendo tan distante y serio, protegía a su hermana con todo lo que tuviera en sus manos sin importarle nada. De ahí que Lucas se enfadara tanto con Andrea cuando ocurrió ese desafortunado día.

—No me gusta nada saber que tenéis esas propiedades. Sois un fácil blanco de tortura y eso es lo que quiero evitar —habló Florian con seriedad.

—No te equivocas, nuestra raza es la que más sufre por nuestra condición —admitió Lucas, mirándole de reojo.

—La razón de nuestra huida es porque el rey, aparte de no hacer nada, invitaba a las demás razas hostiles. Muchos intentaron asesinarnos porque nuestro cuerpo, en algunos, se venden a buen precio, para ropajes caros...

Ann fue incapaz de seguir. Sus manos temblaban sin descanso junto a unas lágrimas que deseaban salir. Lucas se dio cuenta de ello, acercándose para intentar calmarla como mejor podía.

—No hace falta que sigas. Me ha quedado claro —pidió Florian.

—Lo siento —susurró Ann.

—No es vuestra culpa —contestó Florian, soltando un suspiro largo—. Con vosotros tengo una larga tarea, según el análisis de los profesores del centro. Erais débiles, pero con un gran potencial de estrategia y siglo, en especial tú, Lucas.

—¿A qué te refieres? —preguntó Lucas, mirándole de reojo.

—Controláis el cuerpo de cualquier ser que se os ponga en medio, quitando el hecho ocurrido con Andrea, que tenía una anomalía y la hacíais daño sin saberlo —explicó Florian—. Vuestro poder, usado con una gran discreción, puede venir bien para usar las anomalías en contra, y aún nos queda ver que potenciales podéis tener, porque dudo que solo sea eso.

—Eso de la anomalía... —susurró Lucas, mirando de reojo a Andrea con una leve sonrisa.

—No voy a ofrecerme voluntaria, si es lo que piensas —interrumpió Andrea.

—Ya, que pena, ¿miedo acaso?

Andrea apretó sus dientes y puños, pero, sorprendentemente, pudo controlarse y respirar hondo.

—No te das cuenta que tu poder se asemeja a alguien que es normal que nos asuste, ¿verdad? —preguntó Andrea, cruzando sus brazos—. No es miedo, es angustia de perder el control, por ello no voy a dejar que hagas eso con Solace.

Anais miró hacia su hermano, sus manos no paraban de temblar, por ello la agarró de la mano para calmarla.

—Tal poder como controlar a los demás puede venir bien, solo eres una exagerada —aseguró Lucas.

—Cuidado con tus pu... palabras, Lucas. Hablas como si nunca te hubieran controlado o te hubieran hecho daño —habló Andrea.

—He sufrido tanto que a estas alturas nada me puede asustar, es como si ya no tuviera alma —respondió Lucas mientras señalaba su pecho—. No me importa luchar hasta el final aun si ello pierdo todo.

—Esas palabras estarían bien vistas si no fueran tan suicidas —intervino Florian, alzando la ceja—. Entiendo tu motivo, parece que quieres entrenar y mejorar con tal de ayudar, pero no voy a dejar que nadie muera.

—No puedes salvar a todos —le recordó Lucas—. Eso tenlo seguro.

—Con esa actitud no va a sobrevivir nadie —intervino Mikuro, mirándole con cierta decepción—. Deberías de dejar esa actitud a un lado, todos estamos aquí para acabar con las anomalías, no metas la las manos en el hielo con tus comentarios innecesarios.

Anais vio como Lucas murmuraba unas palabras, pero no pudo saber bien que dijo hasta que Andrea intervino.

—Mira, imbécil. Mikuro habrá muerto, pero sigue aquí con nosotros luchando hasta el final. Pon un poco de tu parte, esfuérzate de verdad.

—Yo sigo aquí por mi hermana —respondió Lucas sin inmutarse ante la presencia de Andrea— y quiero dejar en claro que, si Ann muere, no dudaré en ir detrás del culpable sin importar el qué. Luego de conseguir mi objetivo, moriré y no porque yo quiera, sino porque si sigo vivo es por ella.

Anais miró hacia Ann, mostraba un rostro lleno de arrepentimiento, sin saber que decir ante esas palabras que pronunció Lucas. No sabía bien que había ocurrido con ellos, pero algo muy difícil de expresar, eso era seguro.

—Por los vientos, darme nuevos aires —susurró Florian con un suspiro largo para luego mirar a Lucas y Ann—. Entonces no os separaré, entrenaréis conmigo, cuerpo a cuerpo.

Ann y lucas afirmaron y tras eso se alejaron de Florian.

En medio de esa situación, Anais miró hacia Andrea. Estaba de brazos cruzados con un rostro irritado porque no le gustó la forma en como menospreciaron a Mikuro. Murmuraba varios insultos hacia Lucas, de forma que nadie la pudiera escuchar.

—A lo que importa —continuó Florian—. Morgan, tienes poderes telequinéticos y es un caso complicado. Si Creni estuviera aquí podríamos solucionarlo, pero me temo que no será el caso.

—Puedes juntarlo en mi grupo —sugirió Lania—, podemos ver que poderes tiene con la telepatía y si se puede mejorar.

—Perfecto, gracias Lania —agradeció Florian con una sonrisa para luego mirar a Yue y Roxy—. Vosotras dos, tengo claro que iréis con Zarik. Tenéis el dominio de vuestras armas, aunque Yue tenga que denominar sus poderes una vez que realice el ritual. ¿Sabéis algo sobre eso?

—Lo tenemos los papeles gracias a Lania y Zarik, ahora Morgan piensa ponerse a ello en estos días —aseguró Yue.

—Genial. Por último, quedan las hermanas humanas, Andrea y Anais —continuó Florian para luego mirarlas—. Anais controla el arco, su poder es algo que me gustaría analizar bien, pero creo que Lania hará mejor trabajo en ese sentido.

Anais suspiró aliviada al saber que no iba a tener que pegarse contra Florian. Por un momento cerró sus ojos, sonriendo calmada mientras pensaba en como de agradable sería entrenar con Lania, sentía que la cazadora parecía tener más paciencia que Zarik o Florian.

Cuando abrió sus ojos, se quedó sin palabras. Enfrente suya se encontraba en medio de una situación peligrosa.

—Pero hay dos cosas interesantes que quiero mencionar, empezando con tu poder y el de tu hermana...

Un escudo azulado había protegido a ambas hermanas de un puñetazo fuerte que iba a ejecutar Florian. Andrea se adelantó antes que el escudo, poniéndose en medio para poner sus manos enfrente, siendo consumida por la anomalía que tenía en su cuerpo.

—La energía de Anais la protege en todo momento, aunque Andrea también aparece para protegerla —explicó Florian para luego mirar a Anais con una leve risa—. Tienes una energía que te puede ayudar bastante porque es protectora, no agresiva. Siento que, en vez de ser un arquero agresivo, eres más bien un apoyo, pero eso hay que analizarlo bien. Mientras, con tu hermana es un caso especial.

—¿A qué te refieres? —preguntó Andrea, respirando con cierta dificultad—. Me dijiste que no la harías nada.

—¡Y no lo hice! ¡La protegiste! ¡Genial! —contestó Florian con una leve risa—. El asunto es que tu anomalía tiene varios poderes que no tienen correlación. ¿Cómo es posible que una anomalía tenga tanto y que encima domine el fuego, electricidad y viento? —preguntó Florian, sabiendo que Andrea no iba a poder darle una respuesta al igual que los demás—. Mi única respuesta es que tu anomalía tiene algo distinto, un privilegio.

Andrea observó a Florian, tragando saliva con dificultad para apartarse y ver sus manos.

—Contigo me encargaré de ver qué poderes tienes, pero no solo entrenarás conmigo, también con Zarik porque tienes poderes fáciles de descontrolar por tu temperamento y trataremos esos problemas a fondo para poder controlarlo —terminó Florian.

—Entendido.

—¡Perfecto, pues entonces...!

El grito repentino del exterior captó la atención de todos. Alguien llamaba a Florian, un Noilen civil que llevaba una ropa que le permitía camuflarse en el terreno del mercado, aparte de sujetar lo que parecían ser unos prismáticos.

El Gemity, intrigado, le pidió a los demás un momento a la vez que le pedía a Mikuro, Zarik y Lania que los acompañaran. La intervención de ese Noilen solo podía significar algo muy bueno.

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