Capítulo 12: Lágrimas de una herrera.

Oscuridad, eso era lo que había en la habitación. No era un elemento que a Lania le trajera paz. Hacía que sus peores miedos tomaran una forma grotesca que tenía en sus pesadillas, obligándola a cerrar sus ojos. Agarraba el collar con su mano derecha para llenarla de luz y así abrir sus ojos, viendo a Zarik tambalearse al haberle liberado de las cuerdas.

No sabía si era buena idea haberle desatado, no sabía si quiera si el collar que tenía en su mano iba a funcionar, pero había que intentarlo al haber dejado una gran parte de su poder en su interior, la luz.

Sin dudar, se acercó rápido a él para ponerle el collar. Tras eso, agarró sus manos con una visible angustia en sus ojos.

—Dime que estás conmigo, Zarik...

La luz lo rodeó, tratando de contener la oscuridad en su cuerpo. Pronto los gritos de desesperación surgieron de la boca de Zarik. Pedía ayuda, pero Lania le impedía que pronunciara sus nombres. Impedía que ellos los ubicaran.

Lágrimas caían sin descanso. No era la primera vez, pero verle tantas veces así la destrozaba por dentro. Apretaba sus dientes, pidiéndole a sus dioses que la ayudaran, aunque había un nombre que siempre repetía.

—Vigilante de la Naturaleza. Aquella que protege nuestro hogar. Aquella que nos venera con su sabiduría y paciencia. Ayúdame, poderosa Wayra.

No se dio cuenta, pero sus manos tomaron un color verdoso, como si por un momento fuera el viento que llevaba consigo diversas hojas y flores que se adentraban en el cuerpo de Zarik. Sus gritos cesaron y con ello el silencio que ambos necesitaban.

Se mantuvo atenta a él, incluso lo agarró al darse cuenta de que casi perdía la paciencia. Escuchó su respiración lenta y profunda, sintió como la agarraba del brazo para mantenerse sentado y la miró con los ojos cristalinos.

—Casi os mato, ¿no?

Los sentimientos de Lania protegidos bajo un escudo de madera fueron quebrados. Rompió a llorar en silencio, abrazando a su hermano con todas sus fuerzas.

—No pasa nada, Zarik. Te dije que estaría aquí siempre —susurró Lania con una sonrisa aliviada.

Zarik no dijo nada, solo correspondió el abrazo. Con ello, escuchó todo lo que había ocurrido en el tiempo que estuvo inconsciente.

El arrepentimiento se veía en su cuerpo tenso cuando comprendió la situación.

—Si que me he perdido mucho —murmuró Zarik con una leve risa—. Me sorprende que me pidas ayuda cuando sabes lo que me ha ocurrido.

—Con el collar que te di, confío en que podamos contenerlo mientras intentamos buscar alguna solución —explicó Lania, agarrando sus manos con cuidado—. Es necesario hablar con Creni a la vez que buscar a Roxy.

Zarik chasqueó la lengua ante el nombre de Creni.

—¿Tenemos que buscarle? —preguntó Zarik a desgana.

—No queda otra —respondió Lania.

Zarik suspiró con pesadez.

—Creni será más difícil de encontrarle —contestó, moviendo los ojos a un lado e intentar levantarse. Lania le ayudó en todo momento—. Es mejor ir donde está Roxy. Creo que sé dónde está.

—¿Seguro?

—Sí. —Zarik con su mirada mostró calma y seguridad, lo único visible que tenía de su rostro—. Recuerda que Roxy era como mi herrera personal.

—Aun si era una novata —añadió Lania con una sonrisa dulce.

Zarik afirmó para luego mirar hacia la entrada de la puerta.

—Pongámonos en marcha. No me siento cómodo en esta habitación.

Obedeció y con ello se pusieron en marcha hacia Tron-Axt. Según indicaba su hermano, debía estar por la zona cercana al muro, donde la mayoría de los Noilens experimentados se quedaban vigilando por si acaso ocurría algo grave.

Lania apenas tenía conocimiento de Roxy. Las pocas veces que la vio y habló con ella, fue por su hermano. Solían ir al centro del Mercado Extra-Sistema, donde los edificios más altos se encontraban presentes y con ello las mejores tiendas que a cualquier ser le interesaba. Aprendizaje de magias, conocimiento de libros de diversos mundos o armas totalmente nuevas.

Roxy, junto a su familia, era uno de esos. Herreros que habían conseguido una gran reputación.

En Tron-Axt se encontraron con una realidad que a muchos les era complicado afrontar. Noilens que atendían aun a los afectados, ayudaban a los más necesitados, proteger la ciudad o mantener la línea de hábitos que tenían antes del desastre, aunque era complicado al notarse la tensión en el ambiente.

Caminaban a ritmo ligero, prestando atención a su alrededor por si algún casual se encontraban con Roxy o con alguno de sus familiares que sobrevivieron al mercado.

—Lania —habló Zarik, mirándola de reojo—. Al principio decías que la oscuridad de esta galaxia era pacífica.

—Sí, al menos eso nos apreció —recordó Lania—. ¿Por qué lo dices?

—En el momento que llegamos, era pacífica. Ahora, por alguna razón, todo se ha vuelto desastroso. Lo sentí desde que fuimos atacados y por como las anomalías parecían ser más fuerte ante esa oscuridad agresiva —contestó Zarik, avanzando sin perder el ritmo.

—Va a ser como en la galaxia E —musitó Lania con cansancio.

—No. Es muy distinta —murmuró Zarik, frenando sus pasos para mirarla—, porque esta, a diferencia de los Cuatro Cardinales, es demasiado compasiva.

Lania frunció un poco el ceño, mirándole con detenimiento.

—Sabes que cada galaxia tiene un concepto distinto a la oscuridad. No es lo mismo en todos los lados.

—Sí, lo sé. Ocurre lo mismo con la luz —recordó Lania, cruzando sus brazos.

—Bien. Entonces como sabes, en nuestro hogar, la oscuridad de allí era destructiva y caótica. En cambio esta, en el tiempo que estuve inconsciente... era agresiva, pero no con todos. —Tragó con dificultad, sin saber donde mirar—. Juro, Lania, que cuando la vi, parecía mirarme con lástima y me dejó en paz porque parecía que algo o alguien la llamaba.

Lania frunció un poco el ceño para luego mirarle con cierta angustia.

—¿Por qué me dices esto ahora y no antes?

—Porque creí que era una confusión. Después de todo sabes que los Cuatro Cardinales, el Norte, está encima de mí cuando puede. Cuando estaba bajo ese efecto, sentí por un momento como esa oscuridad pasaba a ser menos violenta conmigo —explicó, cruzando sus brazos—. Y no lo entiendo porque en todas las galaxias la oscuridad siempre ha sido agresiva.

—¿Crees que es consciente de lo que ocurre y que no desea hacer ese mal? ¿Qué de verdad busca un equilibrio como dicen los libros? —preguntó Lania con una clara esperanza en su tono.

Zarik la miró de reojo para luego bajarla.

—No lo sé. Sabes que el equilibrio ha sido algo que se destrozó desde el principio, al menos es lo que mencionan —murmuró Zarik, poniendo las manos en los bolsillos de su pantalón—. Si fuera una oscuridad justa y necesaria que sabe compenetrarse con la luz, hablaríamos de algo jamás visto en años.

—Por eso...

—Por eso puedo tolerar parte de tu luz —interrumpió Zarik, provocando que Lania abriera los ojos con asombro—. Mientras no estén ellos encima, no tendré que pasar por ese sufrimiento, incluso puede que haya una salvación.

Lania agarró las manos de su hermano con fuerza.

—De ser así podríamos ver alguna solución. Podríamos contactar con ellos o...

—No creo que sea prudente contactar con ellos. Es traer el desastre, y estamos hablando de la galaxia Olvidada —interrumpió Zarik con severidad—. ¿No recuerdas como de complicado fue acceder con la nave? Quedó casi destrozada aun entrando por la conexión entre galaxias o por los portales de sistemas.

Su agarre pasó a ser uno más suave, de hecho, iba soltar sus manos, pero Zarik agarró sus manos antes de soltárselo.

—No te pienses que es un no definitivo. Solo tenemos que salvar este planeta y luego volver. No podemos dejar que ellos descubran este sitio —explicó Zarik, viendo como Lania le observaba con decisión.

—Entonces vayamos con Roxy y reunámonos con todos lo antes posible.

El único punto de referencia que tenían era la casa de los abuelos de Roxy. Un sitio que pudieron conocer una vez por como Zarik tuvo que acompañarla para pedirle a uno de sus abuelos un pequeño favor.

Zarik había tenido largas conversaciones con la joven de dieciocho años. Era normal en su familia que llevara una máscara para identificar a cada uno, y era muy específico el diseño porque los colores indicaban la experiencia (Rojo para los expertos y el azul para los novatos) u otros la edad del usuario (Amarillo para los que tenían más de treinta años y el verde para los que tenían menos de treinta).

No solo eso, cada máscara era la representación de un animal. En el caso de Roxy, era la de un zorro, y ambos sabían que la joven llevaba tal máscara en el lateral de su cara. Nunca cubierta, y todo porque no veía necesario cubrírsela más que cuando estuviera en combate.

No podía evitar la nostalgia cuando Zarik tuvo la oportunidad de conocerla. Vestida con las vestimentas descuidadas y sucias de su trabajo con la máscara a su lado. Los colores eran Azules y verdes.

—Los de tu familia suelen llevar la máscara puesta, no al lado —comentó Zarik mientras dejaba su espada látigo en la mesa de enfrente, donde estaba Roxy al otro lado.

—Me es más cómodo para respirar, aparte que me quita cierta visión para mi trabajo —explicó Roxy con sinceridad. Dejó a un lado la espada que estaba forjando con sus manos, un domino de magias principiante, pero que a muchos de su familia les hubiera gustado tener en su momento. Se giró y le sonrió con dulzura—. ¿En qué puedo ayudarle?

Reconocía la tienda. Al principio era muy humilde ya que habían conseguido comprarla, pero con el tiempo pasó a ser uno de los más llamativos tanto a fuera como por dentro por los miles de diseños de armas, que la mayoría eran de Roxy.

—Tu padre, Helian. Sabe que tengo una espada que es fácil de desgastar, él sabe cómo funciona y arreglarla —explicó Zarik.

—Oh, me temo que mi padre no podrá estar aquí —explicó Roxy con timidez—. Se encuentra mal el día de hoy, por lo que hoy le voy a sustituir por estos días.

Una parte de Zarik desconfiaba en que pudiera hacer tal trabajo, más si era muy quisquilloso, pero cuando miraba a su alrededor, sabía que si su familia había conseguido este local en tal edificio reconocido era gracias a Roxy.

—Bien. Sorpréndeme —contestó Zarik, cruzando sus brazos—. Confío en que puedas hacer un espléndido trabajo, prodigiosa herrera.

Roxy no solía ser muy expresiva con sus gestos, pero en este caso sonrió con total confianza para tomar la espada, analizarla con cuidado y decirle las verdades que ni si quiera su padre, Helian, supo ver.

—¡Vaya! Que una Luz Impactante le diera este látigo debe significar que confiaba mucho en usted y en que podría dominar la espada —murmuró Roxy.

—No es así, chiquilla. Es una espada que se creó para que el usuario decida si escogerla o no. No tiene más misterio —explicó Zarik mientras observaba a Roxy—, aunque si es cierto que ellos las creaban con la ayuda de su Luz Sistemaria.

—Que amables tuvieron que ser —murmuró Roxy, mirándole de reojo.

Zarik soltó una leve risa.

—No lo creas...

Al principio no compartían mucha información, era solo una conversación entre cliente y encargado, pero cuando Roxy demostró que podía hacer un espléndido trabajo con la espada, su amistad fue pasando a una donde la confianza iba creciendo poco a poco.

Zarik sentía que Roxy era una herrera inocente que le quedaba mucho por conocer, pero que su actitud tan amable y valerosa la llevaría a ser alguien reconocida, y quien sabe si una próxima heroína.

El problema fue... cuando llegó la maldita guerra en el mercado.

Pronto llegaron al hogar de los abuelos de Roxy. Lania admitía que la casa era muy humilde a la mayoría que había en Tron-Axt. Era de un solo piso de colores amarillentos que dejaban en claro la antigüedad de esta. Nada más llamar la puerta, un sujeto mayor con su máscara puesta —la cual simulaba ser un dragón—, la abrió, observando a ambos con cierto desagrado.

—Vaya, Lania y Zarik, que sorpresa veros aquí.

—No eres Rais, ¿dónde está el abuelo de Roxy? —preguntó Zarik.

—Se encuentra en cama, descansando por las heridas y su enfermedad. Soy el tío, Eios —se presentó, para luego cruzar sus brazos—. Me imagino que buscáis a Roxy, ¿verdad que sí?

—Sí, necesitamos hablar con ella —respondió Lania.

—Ya no vive en esta casa. Roxy renunció a la familia tras lo ocurrido —explicó. Ambos se quedaron impactados ante esas palabras—. Se enfadó con nosotros porque le dijimos la verdad. Tendría que haber salvado a sus padres, no haberse escondido como cobarde. ¡Si sabe usar armas, también sabe dominarlas!

Lania se quedó muda ante esa declaración, caso contrario a Zarik que le observó con total desprecio.

—Roxy no sabía luchar —contestó Zarik en un tono grave—. Ninguno de vuestra familia sabía, solo nacéis con habilidades que permiten ayudar a otros, la creación de específicos objetos, pero nada más. No le recrimines tal hecho cuando tú te quedaste en casa sin hacer nada.

—Querido Zarik, tan borde e irritante como siempre —contestó Eios con cansancio—. Como sabrás, mis manos crean medicinas específicas y tuve que estar cuidando de mi familia.

—¿Y no a los Noilens? —preguntó Zarik, arqueando la ceja.

—No me esperaba tal hecho.

Zarik soltó una risa tenebrosa.

—Y en vez de ayudar, ¿decides quedarte en casa sin hacer nada más que cuidar a los tuyos? ¿Quién es el cobarde? ¿Ella por aprender vuestras despreciables manías o tú por ser el propulsor de la cobardía?

Eios observó con odio a Zarik, apretaba sus labios, deseando contestarle de alguna manera, pero sabía que cualquier palabra que le dijera, sería devuelta con un golpe duro de realidad.

—Al menos dinos donde se fue Roxy y no os molestaremos con vuestra gran ayuda a la ciudad.

Lania observaba a Zarik con asombro, no porque contestara de esa manera, sino porque no se esperaba que tuviera aprecio por Roxy.

—Yo qué sé. Ya no es mi maldito problema —contestó Eios.

Cuando iba a cerrar la puerta, Zarik puso la mano en medio para abrirla de golpe, acercándose a él para empujarlo e impactarlo contra la pared. Eios, aterrado y confundido, vio los ojos rojizos de Zarik.

—Donde, está, Roxy.

Sus labios temblaban mientras veía al cazador de apariencia oscura. Su figura permanecía firme, no había sacado su arma, solo fueron sus manos y fuerza para demostrar que le daba igual quien fuera, era capaz de hacerle frente con tal de conseguir la información.

Lania podría hacer algo al respecto, pero opinaba más o menos igual. Eso sí, habría sido más comprensiva y paciente, pero teniendo en cuenta que el tiempo importaba, sabía que Zarik lo resolvería a su manera, siempre y cuando no hubiera violencia.

—S-Se fue hacia esa calle. —Señaló Eios con su mano izquierda hacia uno de los callejones que, por desgracia, iba hacia el mercado—. Murmuraba palabras, de-decía que iba a buscar a alguien.

—Quiere buscar a Creni o alguien de los antiguos héroes, maldita sea —supuso Zarik, soltando a Eios de golpe para salir de casa, aunque antes de hacerlo, frenó sus pasos y le miró de reojo—. Gracias por tu amable ayuda.

La intensidad de aquella palabra logró dejar helado a Eios, viendo como ambos cazadores se iban al mercado. Lania ante esto, solo pudo soltar un leve suspiro.

—A veces eres irremediable, Zarik.

—No iba a irme sin dejarle la culpa de su lado, Lania —explicó Zarik sin mirarla—. Su familia se aprovechaba de ella, nunca le enseñó nada, ¿y le tienen que decir que es su culpa?

Lania desvió la mirada a un lado por unos segundos.

—En eso te doy la razón.Corrieron y sacaron sus armas para prepararse de cualquier peligro que pudiera haber. Tenían claro que su búsqueda ahí iba a ser de alto riesgo, más si allí era de noche, aunque a su vez era una ideal acompañante de Zarik porque le daba fuerzas.

Les sorprendía que los Noilens no hubieran detectado la presencia de Roxy en dirección al mercado. Cuando les preguntaron, les aseguraron que no vieron nada, ni una presencia, lo que les hacía sospechar que, a lo mejor antes de irse, hubiera tomado algún brebaje que en el mercado solían vender, ya que, aparte de interesarle el mundo de las armas, también mostró interés por la creación de pociones mágicas.

—No debiste haberle enseñado los brebajes de fuerza o discreción —le reclamó Lania a Zarik.

—Era muy curiosa y no pensé que iba a ser tan lista para usarla en una situación así —le respondió Zarik, sin perder el ritmo.

Lania soltó un suspiro, viendo el cambio una vez más. Las calles estaban destrozadas y ensuciadas, ningún puesto del mercado había sobrevivido al igual que los grandes edificios que fueron derrumbados, muriendo así miles de seres que no tenían ninguna culpa de tal desgracia.

Cada paso que daban era dejar atrás el empeño y cariño que los mercaderes habían creado con sus manos. Era dejar atrás la felicidad y compañerismo que había entre ellos y los clientes.

Ambos hermanos se temían lo peor, y más si alguien tan inexperta como Roxy caminaba por las calles llenas de maldad.

El ambiente oscuro no era para nada relajante para Lania, ni tampoco para Zarik al estar en el mercado donde toda esa masacre ocurrió, solo podía escuchar el murmullo de almas condenadas a la vez que olía la sangre de diversos seres, siendo así un olor putrefacto del que se vio obligado a cubrir su boca y nariz ad. Lania también lo hizo con un paño que sacó de los bolsillos de su vestido.

Pronto pudieron escuchar unos pasos más distintos a los suyos. Buscaron a su alrededor para poder ver a lo lejos a la adolescente. Zarik fue el primero en reaccionar, corriendo en su dirección, viendo como la joven giraba su cuerpo con temor.

—¡¿Z-Zarik?!

El asombro e ilusión se vieron reflejados en su rostro casi cubierto por su máscara casi destrozada. Su cabello castaño atado con un moño dejaba a la vista su cara y hombros de color carne junto a sus ojos marrones. Vestía con una falda rojiza, una camisa destrozada que dejaba visible su pecho vendado junto a unas piernas que no estaban nada protegidas, ni si quiera tenía unas botas o calcetines.

—¡Cuidado!

El grito claro de Zarik provocó que Roxy se defendiera con la espada que tenía en sus manos, bloqueando el ataque de una anomalía. Lania pudo verlo y no dudó en disparar varias flechas. Mientras tanto, Zarik agarró la mano de Roxy para salir de ahí lo más rápido posible.

—¿¡A quién se le ocurre ir sola al mercado!? ¡Podías morir! —le recriminó Zarik.

Roxy no respondió ante la culpa. Solo cerró sus ojos para contener sus lágrimas, aunque no por mucho tiempo porque tuvo que moverse y protegerse. Pronto llegó al lado de Lania.

—Roxy, quédate a mi lado, nosotros intentaremos sacarte de aquí —avisó Lania.

—Y-Yo creía que no había anomalías —murmuró Roxy sin saber bien qué hacer—. Decían que allí no habría más al crear aquella norma en los documentos y...

—Ya ves que no es así —explicó Lania, viendo el arrepentimiento en los ojos de Roxy—. Dime, ¿por qué viniste aquí? Podrías haber muerto.

—Vine aquí varios días, vigilando la zona desde la lejanía, fue justo hoy cuando quise adentrarme y ves si había supervivientes. Q-Quería ser útil.

Lania soltó un suspiro largo mientras mantenía su posición, viendo como su hermano, con su arma látigo en mano, indicaba cuando moverse y cuando no. Mientras salían, Lania agarraba de la mano a Roxy para intentar calmarla, aunque no funcionara del todo.

—Quería demostrarle a mi tío que podía salvar a alguien, quería b-buscar el cuerpo de mis padres para darle un digno funeral, pero yo...

—No te atormentes, Roxy. Ahora es mejor que salgamos de aquí, luego me explicarás todo cuando estemos a salvo, ¿vale? —pidió Lania.

Roxy se esperaba que le dijeran miles de palabras despreciables por no ser capaz de defender a los suyos, pero en vez de eso, recibió las palabras amables que lograron tranquilizarla y centrarse.

Observó hacia Zarik, viendo como estaba protegiéndolas. Sonreía aliviada, pero con rapidez negó y trató de centrarse, obedeciendo a las órdenes que ellos le pudieran dar.

—A mi señal —murmuró Zarik, levantando su mano izquierda.

El silencio envolvía a los tres en ese momento. Si salían corriendo de ahí, lograrían salir y ver la luz de un sol que tanto ansiaban. Sus pulsaciones se aceleraban cada vez más, siendo Zarik el único que controlara tal órgano y fuera envuelto en esa insensibilidad para poder dar la señal.

Cuando estaba listo para hablar, sintió el temblor en el suelo y vio pronto a varias anomalías ir a por ellos. Moviendo su látigo con brusquedad, gritó a Lania para que le ayudara porque los habían detectado.

—¡Muce ah wi! ¡Nuih wi Ahmwa ie Uuxbewe! (¡Luz a mí! ¡Guía mi alma y cúbreme!

Ante su grito, el arco se iluminó más de lo normal, alumbrado el campo a su alrededor. Se dio cuenta que no había precisamente pocas anomalías en el lugar, pero aun así se mantuvo firme, disparando varias flechas que se movían como serpientes de luz que atacaban directamente las cabezas de los enemigos.

De mientras Zarik, con movimientos erráticos y bruscos, movía su látigo de un lado a otro para despedazarlas sin piedad alguna, corriendo a gran velocidad hasta llegar a ellas.

Al girarse y ver que Lania iba a ser atacada a sus espaldas, intentó extender su espada, pero para su sorpresa, Roxy pudo reaccionar y mover su espada con cierta torpeza, logrando bloquear el ataque de la anomalía.

Ver como ese ser abría su boca con aquellos colmillos que aumentaban de tamaño hicieron que Roxy temblara sin parar, pero para su suerte no duró mucho cuando la espada de Zarik destrozó la cabeza sin apenas darle tiempo a reaccionar.

—¡Ahora!

La velocidad de Zarik era mayor al estar en oscuridad, por lo que pudo agarrar a Roxy y a Lania para salir del mercado antes de que vinieran más anomalías. Sentir el Sol en su cuerpo no le hizo ninguna gracia, quejándose mientras que su hermana le pedía que frenara el paso y la soltara.

Obedeció, llegando así a una de las calles de Tron-Axt donde Zarik impactó contra el suelo, respirando con cierta angustia mientras Lania se acercaba a él para ver si estaba muy herido. No le gustó ver como en sus brazos tenía rasguños, aunque no parecían ser muy profundos.

—Roxy —llamó Lania con severidad.

—¡Ah! ¡Sí!

Al girarse, vio como Roxy tenía lágrimas cayendo sin descanso por lo ocurrido. Suspiró, dándose cuenta que no iba a ser la única que reaccionaría así.

—Ayúdame a llevar a Zarik, vamos a ir a casa.

—¡R-Recibido!

No pasó mucho tiempo en llegar a casa para dejar a Zarik en el sofá tumbado. De mientras, Lania fue a su habitación para buscar la medicina específica que los cazadores tenían.

Roxy, sentada al lado de él, miraba a todos los sitios, pero no a sus ojos.

—Roxy... ¿Por qué se te ocurrió esa idea tan tonta? —preguntó Zarik con un notable cansancio en sus palabras.

—Por mis padres, y por venganza —admitió Roxy, agachando su cabeza.

Tales palabras lograron que Zarik suspirara con cansancio, ¿cómo se lo iba a decir si después de todo tuvo esos sentimientos?

—Comprendo que estés así, pero ¿ibas a ir con ese poco dominio de la espada? —preguntó Zarik, a lo que Roxy le miró con arrepentimiento—. Podrás crear muchas armas que podrás impactar en la cabeza de las anomalías, pero eso es un gran desgaste de energía.

—Yo no lo pensé de esa manera —admitió Roxy, mirando sus manos llenas de cicatrices y suciedad.

—Tranquila, creo que no eres la única que ha sentido esa rabia, más si tu familia te culpa de un sentimiento que todos ellos tienen —explicó Zarik mientras miraba el techo.

—Me dijeron que tenía que haber protegido a mis padres, pero ¿qué podía hacer? Me encontraba con uno de los niños que solía cuidar de niñera y cuando todo ese caos ocurrió, tuvimos que salir corriendo del edificio —explicó Roxy entre lágrimas—. N-Nos escondimos. T-Tapé los oídos del pequeño porque no quería que se traumatizara ante los gritos de sufrimiento de los demás, ¡c-claro que deseaba hacer algo! Pero no pude y... confiaba en que los héroes pudieran hacer algo.

Zarik suspiró, poniendo su mano izquierda en sus ojos.

—Lo siento, Roxy.

—N-No es vuestra culpa, vi lo que hicisteis y... la verdad, era difícil hacerlas frente —contestó Roxy, mirándole de reojo—. Mikuro murió, no sabemos nada de Creni, pero a lo mejor haya muerto, al igual que Kimi, Kano, Agnis... F-Fue una horrible guerra en la que las anomalías ganaron con todo.

—Pero eso no nos impide volver con fuerzas.

La intervención de Lania hizo que Roxy se girara y la mirara con asombro, viendo como traía un pequeño cuenco de madera en sus manos con un líquido morado que no se veía nada apetecible para la adolescente, de hecho, se había cubierto la boca y nariz ante tal olor que desprendía.

—Ay no me fastidies, Lania —murmuró Zarik con cansancio.

—Es la mejor que tienen los Hunxert's, específicamente sus Yinax's. Venían muy bien para reducir el daño y regenerar las heridas —explicó Lania.

—Qué remedio —susurró Zarik, incorporándose para poder tomar la medicina de aquel cuenco a desgana.

Tras beber todo con un claro disgusto en su rostro, miró hacia Roxy.

—¿Es posible... que me expliques todo? —pidió Zarik.

—Yo... —Roxy miró hacia sus manos temblorosas. Respiró hondo y afirmó—. Creí que era buena idea crear una espada para poder hacer frente a las anomalías, pero antes de hacerlo, me encargué de dejar al pequeño que cuidaba a uno de uno de los supervivientes.

—¿Qué espada creaste? —preguntó Lania.

—Era una que iba a tener poderes de fuego y viento. Quería crear ventiscas de fuego que hicieran frente a las anomalías, quemarlas —explicó Roxy—, pero al hacerlo... la espada no me obedecía y se quedó clavada en el suelo, siendo imposible de sacarla y ello tuviera que huir.

Zarik suspiró, cruzando sus brazos.

—¿Y luego que ocurrió? —preguntó Zarik.

—Pues, me aseguré de que el pequeño estuviera bien, de hecho, se encontró con su familia —explicó Roxy, sintiendo el orgullo de haber hecho algo útil—, pero cuando volví a casa...

Roxy no quiso seguir explicando. Zarik soltó un largo suspiro.

—Roxy, tu cabeza está llena de problemas y creo que lo mejor que puedes hacer ahora es tomarte una ducha y vestirte con una ropa más adecuada —sugirió Lania. Roxy la miró de reojo con los ojos llorosos—. Puedo dejarte la mía, creo que te vendrá bien y es de cazadora, lo que es ideal para el combate.

—Oh, por favor, no tomes tanta molestia, pensaba en ir a mi casa y...

—No vas a ver a tu familia para que contesten de esa forma —intervino Zarik en un tono brusco—. Si eso ya vámonos nosotros y tomamos lo que te haga falta.

La vergüenza inundó las mejillas de Roxy, mirando hacia su alrededor para rascar su cabeza y sonreír.

—G-Gracias.


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