Capítulo 10: Primeros héroes.

Florian admitía que esta situación era complicada, aunque no surrealista. Sus ojos habían visto de todo y sabían que cualquier cosa era posible.

Humanas, ¿quién le diría? Había oído todo tipo de razas, pero no se esperaba que en algún momento se encontraría con aquellos que, según decían los rumores, eran como seres inferiores.

«Inferiores no, pero si un poco inconscientes como todos los demás seres que desconocen el Núcleo A», pensó con una sonrisa que guardó en su interior.

Consideraba que Andrea era capaz de contener la anomalía, aunque no negaba su miedo con tan solo pensarlo. Era descabellado creer que una anomalía podía... aliarse con alguien.

«Si ella lo demuestra —pensó, riendo por sus adentros—, mi teoría no sería tan loca, aunque dudo que las anomalías de mi galaxia sean tan compasivas y comprensivas como esa. No. Siquiera sabemos que intenciones tiene».

Suspiró un poco, viendo como Anais estaba con Yue en una de las salas que había en la comisaría. Esta solo tenía unos asientos con una mesa central donde tenían sus bebidas calientes favoritas. La luz del sol se adentraba por las ventanas cerradas al igual que las cortinas azules, dando un ambiente tranquilo que todos necesitaban.

«Necesito despertarlas de sus recuerdos. Y sé la forma para conseguirlo —se dijo con una sonrisa convencida, sentándose con las demás—, pero antes, quiero saber sobre su hermana».

Anais estaba con una gran tensión encima ante la mirada de Florian. Intriga y diversión. Estaba sentado con total confianza, analizándola en silencio hasta que rompió el hielo.

—No me esperaba que tu hermana reaccionara así —comentó Florian mientras se cruzaba de brazos.

—Es... complicada. Hay momentos donde no hace caso a las advertencias que le doy, aunque en este caso obedeció de inmediato —respondió Anais, jugueteando aun con los dedos de sus manos.

—Que Germán y Gema te den sus ángeles por tu paciencia, Anais. —Las palabras de Florian hicieron que la mencionada frunciera un poco el ceño, pero no preguntó nada. Quiso creer que era sus dioses—. A lo que importa. Si te ves capaz, puedes decirme todo lo que sepas y lo ocurrido.

Anais admitía estar muy nerviosa porque parecía ser un tipo de interrogatorio inusual. Vio muchas series policiacas —que era de las favoritas entre otras—, y sabía que Florian era el policía bueno que era capaz de invitarte a cualquier cosa con tal de que soltara toda la verdad.

Aun así, no tenía motivo para esconder la verdad, después de todo era algo que deseaba saber. Fue directa, hablando con total seriedad. Cómo llegaron, cómo se adaptaron y cómo poco a poco se dieron cuenta que todo iba cobrando menos sentido para ellas.

—Vamos por partes —pidió Florian. Anais afirmó en silencio—. Primero de todo, Yue, ¿sabes algo sobre los antiguos héroes? Estuviste explorando por el mercado, algo debiste de ver.

—No nada, busqué pistas de mis padres, pero aparte de ver lo ocurrido en el mercado, solo pude ver a unos sujetos que no pude hablar con ellos, pero que me imagino que serán Zarik y Mikuro por como los describió Anais —recordó Yue, agarrando la taza de chocolate caliente—. Segundo, intenté buscar a Roxy, ya sabes, la herrera prodigiosa,, pero no la encontré en su hogar, ni si quiera en el mercado... Tengo miedo de que haya muerto.

—Roxy era importante para ti, por lo que dijiste —intentó recordar Florian.

—Hacía de niñera antes de que dominara sus poderes —respondió Yue, mirando la taza de chocolate.

—Entiendo, de ahí el contacto. —Soltó un suspiro—. ¿Sabes algo más?

—I-Intenté buscar a Creni, según me dijeron mis padres, era uno de los más fuertes en cuanto poderes de telequinesia. Fui en su búsqueda porque creí que podría ayudar a Morgan, pero no vi nada. Aparte, dicen que murió junto con Mikuro al intentar protegerla —recordó Yue.

«Me preocupa que, siendo tantos héroes, no hayan sido capaces de derrotarlos, aunque antes era un planeta desecho y estaba prohibido usar los poderes porque generaban las anomalías. Las condiciones eran distintas», pensó Anais.

—Ah, sí. Con Morgan es un tema que tenemos que ver bien porque su caso me parece sospechoso. No sé si lo viste, pero se puso muy tenso cuando mencionaste tu familia —mencionó Florian.

—Sí, me di cuenta, por ello quiero hablar con él —aseguró Yue con un rostro más decidido—. Admito que cuando lo vi por primera vez, me trajo recuerdos inusuales, eso y que le detestaba porque tenía una anomalía, aunque su arrepentimiento y actitud lograron que me calmara.

—Debes ir con ojo, Yue. Sé que tienes catorce años, pero no puedes descontrolarte como el viento ¿entiendes? —Yue afirmó ante sus palabras. Florian sonrió un poco más calmado—. Tendremos que enseñarte bien y ver cómo funciona los hechizos de tu familia para que esos cuernos no consuman tu cuerpo.

—Sí, y debo hacer ya el ritual —confirmó Yue, viéndose la angustia en sus ojos—. Si no lo hago lo antes posible, me temo que las anomalías no solo serán un problema para vosotros.

Anais miraba con atención a su compañera. Su apariencia era curiosa porque parecía ser como un tipo de demonio, o al menos eso creía cuando miraba aquellos ojos delineados de color negro junto a sus cuernos pequeños que parecían tomar cada vez más tamaño. Su vestimenta era similar a la de Florian, túnicas negras y grises atadas por una cinta azulada junto a una katana atada en esta.

—Solo ten paciencia Yue. Pronto lo solucionaremos, tú confía —aseguró Florian y luego miró hacia Anais—. Bien. Por otro lado, te tenía una propuesta interesante, ¿qué te parece ir a la casa de tus "tíos"? Quiero hablar con ellos para unir el grupo que tengo junto con el suyo y hacer frente a las anomalías supervivientes.

—Eh, c-creo que vendría muy bien, aunque ¿quién sería parte del grupo? —preguntó Anais.

—Algunos los conoces, son Ann, Jame, Yaina, Lucas, Soleti y Luziette —contestó Florian con una sonrisa.

Anais miró con atención la actitud de su compañero, un hombre de unos veintidós años que poseía una vestimenta similar a la de Yue, solo que de colores blancos con una cinta rojiza que marcaba su pecho trabajado. Mostraba su único ojo visible —ya que el otro estaba vendado—, que brillaba como si fuera un rubí. Su piel parecía ser perfecta a simple vista, pero Anais se fijaba en los mínimos detalles y se daba cuenta que la vida no le trató muy bien.

Saber que Florian había sido capaz de reunir a unos pocos candidatos para un grupo de héroes fue algo que le sorprendió a la vez que le aligeraba mucho el tiempo, pero tenía cierto miedo de cómo podría reaccionar Lania, Zarik y Mikuro ante tal situación, sobre todo cuando supieran lo ocurrido con su hermana.

Sus pensamientos se dividían en dos. La primera era que creía que era fiable porque ya había estado mucho tiempo en el cuerpo de Andrea. La segunda era que creía que sería un gran problema porque era una anomalía y, por lo que decían todos, parecía ser un verdadero problema. Solo había que ver el destrozo que hubo en el mercado para darse cuenta.

Aunque había algo que no tenía sentido.

—Florian.

—¿Sí?

—¿P-Por qué las anomalías no nos atacan?

—No pareces tener mucha idea de cómo funcionan las anomalías —supuso Florian con una leve risa.

—No, realmente no.

—Déjame explicarte de forma breve. Las anomalías se dividen en dos tipos. Las recién creadas en un planeta desecho o las que ya tienen varios años encima. Las primeras son muy vulnerables a la luz, tanto que mueren de inmediato. Se desintegran. Las segundas en cambio pueden soportarla, pero no por mucho tiempo —explicó Florian.

—Pero en este planeta...

—El sol esta casi siempre presente —terminó la frase Florian—. Sí, realmente sí, por ello están en el mercado, porque ahí es siempre de noche. El planeta no rota a la velocidad que debe. Por ello mismo el día dura muchísimo más que la noche cuando llegue a la ciudad.

—Entiendo. —Anais puso la mano en la barbilla—. ¿Algo más que deba saber de las anomalías?

—Suelen atacar solas, por eso nos tomó en sorpresa que se supieran organizar. M teoría es que hay alguien que las está liderando. Alguien que aun no se ha presentado —respondió Florian, cruzando sus brazos—. El mercado es un lugar muy amplio. No es solo las calles hermosas y sus grandiosos edificios. También hay una zona montañosa desde lo lejos. Suponemos que ahí es donde se esconden.

—Tendría sentido —musitó Anais, frunciendo un poco el ceño—. ¿Y de donde vienen?

Florian y Yue se miraron de reojo.

—No se sabe bien —habló esta vez Yue—. Según en los archivos e información que tenía mi familia, las anomalías no venían de ningún lado. En sí son generaciones defectuosas que ocurren en un planeta. O sea, aparecen cuando alguien usa poderes en un planeta desecho.

Anais afirmó en silencio, intrigada por sus palabras.

—Hay rumores que dicen que su existencia surgió cuando apareció el Primer Brillo. Tendría sentido ya que como has visto, son seres que tienen una generación poco usual. Son masas anómalas que pueden pasar de un estado líquido o sólido de un color negro en el que tocarlo puede dejarte esa contaminación en su cuerpo.

—De hecho, su olor es como si fueran químicos —añadió Yue.

«Como el alquitrán», lo comparó Anais.

—El asunto es —continuó Florian, soltando un breve suspiro— que las anomalías son seres un tanto inusuales y aparecen en todos los lados. Puedo confirmar que aparecen en las cuatro galaxias, aunque en donde más están presentes en la galaxia M, mi hogar, y la galaxia O, el vuestro.

—Pero todas se mueven por un mismo objetivo, ¿no? Destrozarlo todo —comentó Anais. Florian afirmó en silencio—. ¿Por qué?

Florian movió sus hombros para luego suspirar.

—Dicen que quieren renacer a alguien que apodan como los "Errores" —explicó Florian con un rostro más serio.

—¿Errores? —Anais frunció un poco el ceño.

—Según dicen, es quien les prometerá la libertad, pero realmente es poco y nada lo que se sabe de ese "error" —continuó Yue, apretando un poco sus labios.

—Igual forma suena como algo peligroso —supuso Anais.

«Y si hablamos de errores, suena como un ordenador. Como algo que corrompe», comparó de nuevo Anais, poniendo la mano en su barbilla.

—Sí, por ello mismo vamos con muchísimo cuidado con tu hermana y Morgan —explicó Florian, viendo como Anais le miraba con total seriedad—. Posiblemente te angustie y pienses que deberíamos eliminarla, pero... hay algo que me parece curioso por parte de Andrea.

—¿A qué te refieres?

—Muy simple. Morgan en el momento que tuvo la anomalía en su interior, perdió el control de su cuerpo. Acabó "poseído" si quieres llamarlo así. Al recuperar la consciencia, se ató los ojos con una venda y se contuvo siempre, luchando contra esa anomalía. Tu hermana, en cambio, no —respondió Florian.

Anais se quedó en silencio, sin saber bien donde mirar.

—De hecho —continuó Yue, mirando a otro lado con cierta molestia—, te protegió y si perdió un poco los estribos fue porque Ann mostró un muñeco de ti. Lo tomó como una amenaza, como si Ann quisiera hacerte daño, aunque en verdad no iba a ser eso. Era solo para ponerla a prueba.

—Exacto —confirmó Florian con una sonrisa confiada—. Tu hermana no ha liberado jamás la anomalía, y hablamos de varios días donde pudo haber hecho desastres, ¡pero no! ¡Es increíble! Únicamente actuó por si misma hasta ahora, ¡y aun la anomalía a su lado, Andrea tenía parte de consciencia!

—Es consciente y la anomalía no es ¿mala? —preguntó Anais.

—¡Exacto! —Florian se levantó del asiento—. De ser así, ¡hablamos de un caso único! Una anomalía en contra de los Errores. ¡En contra de sus acciones! Y sería una gran información. Eso sí, tenemos que asegurarnos de que esa anomalía sea una aliada.

—¿De verdad crees que podría ayudarnos? —preguntó Anais.

Florian sonrió con total confianza.

—Esa anomalía sabe lo que es preciado para Andrea. Sabe lo que está bien, mal y como más o menos actuar —aseguró Florian—. Con o sin la anomalía, Andrea le habría dado el puñetazo a Ann ante esa amenaza.

«T-Tiene sentido».

—¿Sabes? Es curioso. —Florian empezó a dar vueltas por la sala—. ¿Una anomalía siendo buena? ¡Ni en la galaxia M se creerían algo igual! ¡Por todos los vientos! ¡Esa condenada tiene una suerte...! Pero supongo que hay casos excepcionales y Andrea es algo que quiero saber que oculta. Aunque claro, cuando recuerde bien quien es y demuestre que no es una amenaza —comentó Florian con una sonrisa aun poco forzada.

Anais rascó su cabeza sin saber bien que decir. Florian cruzó sus brazos con total confianza.

—Se que es confuso, pero míralo de esta forma. Se conocían de antes, la anomalía sabe que es lo que le da rabia, que es lo que le pone triste... ¡Puede que incluso fueran amigos!

—¡Florian no digas tonterías! —gritó Yue—. ¡¿Una anomalía siendo amiga de alguien?! ¡Eso es imposible!

—Bueeeno... —Florian alzó sus brazos con una sonrisa un poco nerviosa—. Solo hay que ver de qué es capaz y tengo muchas expectativas de Andrea. Igual que contigo, Anais.

—¿A qué te refieres? —preguntó Anais, mirándole con los ojos bien abierto.

—Oh, ese ataque que realizaste, esa lluvia de flechas no fue casual. Parece que tienes a alguien que te acompaña, como un tipo de ángel guardián, querida Anais.

Tal declaración dejó atónita. Miró sus manos y sintió un escalofrío en su espalda.

«¿U-Un ángel?»

—A lo que importa. Lo que deberíamos hacer ahora es hablar con Ann y luego con tus "familiares", ¿no crees? —preguntó Florian.

Inspirando profundamente, Anais se levantó del sofá para mirar a ambos, sintiendo una presión inusual en su pecho junto a las pulsaciones aceleradas de su corazón.

—Bien... Cuando quieras, Florian.

—¡Esa es la actitud!

Había pasado un largo tiempo desde la conversación que tuvieron. Mikuro no se creía que la cazadora no hubiera dicho la verdad desde el principio. ¿A quién se le ocurría tal idea? ¡Solo a ellos! Era mejor decir la verdad antes que la cuerda se rompiera.

Miraba a Lania con los brazos cruzados, esperando el momento en el que las hermanas volvieran, aunque tardaban demasiado. Sin perder más tiempo, Mikuro bajó por las escaleras de la casa, y antes de salir, llamaron a la puerta, escuchándose la voz de Anais detrás.

—Por fin —susurró Mikuro.

Abrió la puerta y la sorpresa la impactó de inmediato, encontrándose a Anais con la compañía de dos seres que no reconocía. Lania también salió y se quedó también impactada.

—¿Quién eres? —preguntó Mikuro, frunciendo el ceño.

—Oye, ni un hola ni nada, que mal educada —contestó Florian con una sonrisa divertida—. Venimos hablar de negocios, me he enterado que aquí uno se ingresa para ser parte de un grupo de héroes.

«Es un fuego vacilante. Lo que me faltaba», pensó Mikuro, rodando sus ojos.

—Repito una vez más, ¿quién eres? —preguntó Mikuro.

—Por los vientos, es cierto lo que dicen, eres como un sargento —respondió Florian con ese mismo tono que le molestaba cada vez más a Mikuro—. ¡A sus órdenes su señora! ¡Soy Florian, un Gemity de la galaxia M!

Florian hizo el gesto como si fuera un soldado dándole respetos a su superior. Este simple y estúpido movimiento hizo que Mikuro sintiera una gran tensión en sus hombros, pero negó de inmediato.

Hileney —Descansa, murmuró Mikuro sin saber dónde mirar. Era estúpido como una actitud tan idiota como Florian logró recordar un pequeño fragmento de sus memorias—. ¿Quién te acompaña? Me es muy familiar.

—Yue, señora. Pertenezco a la familia de los Kae.

—¡No puede ser! —gritó Lania.

Bajando rápido por las escaleras, pudo ver a Yue. Lania soltó un largo suspiro, poniendo la mano en su pecho.

—Te buscamos por todos los lados, creíamos que habías muerto —contestó Lania.

—No, señora. Sobreviví ayudando a algunos Noilens y buscando pistas en el mercado sin que me detectaran —explicó Yue.

—Parece que los vientos vuelan a nuestro favor y podremos hablar un poco mejor toda la situación —supuso Florian con una sonrisa y luego miró a Mikuro—. Como dije, ¿dónde me inscribo para ser parte del grupo de héroes?

—Deja las bromas a un lado, Florian —contestó Mikuro, a lo que Florian, una vez más, se puso firme como un soldado.

«Por los hielos, este hombre me va a sacar de quicio», pensó y luego miró hacia Anais, frunciendo un poco el ceño.

—¿Dónde está Andrea?

—Oh, esa es la mejor parte, pero no os lo puedo decir si no me dejáis entrar. A mí me gusta contarlo todo con la comodidad propia de una casa —contestó Florian, poniéndose en medio de la visión de Mikuro.

«¿Todos los Gemity son así?»

—¿Se ha metido en problemas? —preguntó Lania.

—Si meterse en problemas es tener una anomalía en su interior...

—¿¡Qué?!

Ambas gritaron preocupadas ante la noticia que Florian dijo sin filtro alguno. Anais y Yue se pusieron la mano en su cabeza con un suspiro largo.

—Espero que la Florian mujer sea un poco más prudente que él —murmuró Yue.

—Oh, ella no tiene apenas paciencia. Es como Andrea —aseguró Florian con una risa y luego miró a las dos mayores—. A lo que importa, ustedes sois Lania y Mikuro, si mal no recuerdo.

—Sí, lo somos —respondió Lania con paciencia.

—Ya me puedes explicar todo lo que ha ocurrido, Florian —exigió Mikuro.

—Oh, pero sargento, primero permítame entrar y explicárselo todo en un lugar donde nadie pueda escuchar, ¿no cree? —preguntó Florian, manteniendo esa sonrisa.

—Mikuro, ese es mi maldito nombre, ni sargento ni tonterías, ¿entendido?

—Sí, señora.

Mikuro rodó los ojos y se movió, escuchando una conversación que la hizo fruncir un poco el ceño.

—Menos mal que visitamos antes a Ann —comentó Yue—. Siento que vamos a tardar bastante hablando aquí.

—Sí, hicimos bien —murmuró Anais—, aunque me sorprende que siga con vida a pesar de ese horrible puñetazo.

—Ya sabes lo que dijo. Los Licreixos pueden coser su cuerpo como si fueran un muñeco, pueden despedazarlos miles de veces, pero al final se recuperan y siguen con vida a no ser que encuentren su punto débil —recordó Yue.

Todos reunidos en el comedor, empezaron las largas explicaciones en el que varias emociones fueron reflejadas. Lania ponía sus manos en su boca con los ojos bien abiertos, mientras que Mikuro prestaba atención mientras apretaba sus maños con fuerza, haciéndose daño en estas.

Les sorprendió mucho saber que Florian tenía un grupo de héroes preparado para el momento. Hablaba que con la ayuda de ellos, podrían ser la misma cantidad de héroes y con ello hacer frente a las anomalías.

—¿Quiénes son los miembros? —preguntó Mikuro.

—Lucas y Ann, los Licreixos de otro núcleo del todo del cual huyeron, porque el que reinaba era un inmaduro irresponsable —respondió Florian, intentando hacer memoria—. Luego están Luziette y Soleti que son Arinas. Mi compatibilidad con ellas es un poco justa, pero que remedio. Ellas son de la misma galaxia que yo.

» Después están Jame y Yaina, son Noilens y ambos están dispuestos en ayudar con todo.

» Y por último está Yue que ya sabéis quien es ella.

Mikuro afirmó en silencio y miró de reojo a Lania. Su mirada fija y gélida dejaba en claro lo que quería. Lania, con un suspiro breve y respirando profundamente, miró hacia Anais.

—D-Debo decir algo muy claro —murmuró Lania, observando a los presentes—. Nosotros somos de la galaxia E.

—¡Oh! ¡Cazadores! Algo oí de ellos. ¿Es cierto que cazáis a los...?

—No... Bueno, algunos sí, por desgracia, pero yo no —aseguró Lania, interrumpiéndole—. El asunto es que mi hermano y yo somos de ahí.

—¿Y nosotras? —preguntó Anais sin titubeos.

Lania abrió un poco su boca, agachando un poco su cabeza para luego negar.

—No, Anais. A vosotras dos os encontramos en el mercado, estabais en el suelo inconscientes y no erais capaces de reaccionar. Mi hermano quería dejaros ahí, pero a mí no me pareció justo. Cuando íbamos a discutir, te despertaste y mi hermano cambió de opinión.

—Entonces nuestros padres no están muertos —respondió Anais con los ojos cristalinos.

—No. Realmente no sabemos nada de vosotras. Solamente vimos cómo impactasteis al suelo y soltasteis un tipo de destello que decidí guardar en mi cajón. Ahí debería estar seguro —explicó Lania.

—¿Hemos venido con un destello?

—Poco común, pero posible —contestó Florian, alzando un poco la ceja—, usar un destello es algo excepcional. Pocos tienen la suerte de tener uno en sus manos y usarlo. Los destellos siempre son absorbidos por los planetas desechos.

Las palabras de Florian hicieron que algunso de los presentes se quedaran en silencio, aunque Anais no paraba de temblar al igual que sus labios.

—S-Si lo tomáramos, podríamos volver, saber quiénes somos. Recordar todo —murmuró Anais.

—Eso se hará si tu hermana logra pasar la prueba como anomalía —recalcó Floran, mirándola de reojo—. Si no está corrompida y demuestra que puede vivir con una, entonces os dejaremos ir, sino me temo que tendré que enfrentarme a ella y matar a la anomalía antes de que sea peor.

Anais intentó calmar sus nervios como mejor pudo, pero era difícil. Mikuro pudo percibir e intentó abrazarla de un lado, pero su idea no funcionó porque a Anais no le gustaba ese tipo de contacto con gente que aún no confiaba.

Aun con ello recibió el apoyo con la mirada compasiva de Mikuro, calmando sus nervios y mirando a Florian con total seriedad.

—Entiendo —musitó Anais, cruzando sus brazos.

—Perfecto, ¡pues con tooodo esto dicho! —continuó Florian, levantándose del sofá—. Tenemos muchísimas cosas pendientes. Hablar con Andrea de nuevo, buscar a Creni y Roxy ya que son del grupo antiguo de héroes y luego hablar también con los Noilens y los nuevos héroes sobre la situación.

—Iré a ver a Andrea, quiero saber que tiene esa anomalía con ella —reclamó Mikuro.

—Pero...

—No me vas a decir que hacer —aclaró Mikuro.

Florian arqueó la ceja y soltó un breve suspiro.

—Si, señor sargento. Vendrá con nosotros al igual que Anais, así veo cómo reacciona —contestó con cierto vacile. Mikuro rodó los ojos—. Tú también vendrás Yue, así de paso hablas con Morgan —.

—¡Recibido!

—Mientras Lania, ¿crees que podrías buscar a los dos antiguos héroes? Tienes más contacto o, bueno, quiero creer que tendrás idea que los demás —supuso Florian.

—Puedo... —Lania, antes de responder, miró hacia la gema de su collar para agarrarla con fuerza—. Puedo hacer algo.

—¡Genial! ¡Entonces no hay más que hablar! ¡Debemos apurarnos! Cuando todo esté en orden, nos reuniremos aquí... Confío en no tardar mucho para ello —explicó Florian con una sonrisa.

Había que admitir que la positividad de Florian era inusual teniendo en cuenta que la situación. Para Mikuro era ver aguas ardientes inundando su corazón gélido. La incomodaba, pero a la vez sabía que hacia falta.

Era el empujón lleno de determinación si deseaban acabar con el problema.

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