Capítulo veintiuno: Fuera de estigmas.
Todo se volvió oscuro y de pronto, vio todo de un segundo a otro. Escuchó como todo empezaba a activarse. Sonidos propios de un ordenador iniciando junto a la rueda de carga que pronto se terminó. ¡Estaba operativo!
Se puso de pie de inmediato y miró de un lado a otro. Analizando. ¡Sí! Era un desierto, o al menos era lo que concebía como uno por lo que le había explicado Negatividad. El suelo árido de polvo y arena junto a unas pocas casas hechas de madera que estaban abandonadas.
«Qué extraño. Desiertos con casas. Negatividad no me mencionó eso... Bueno, lo apuntaré en mi sistema y le preguntaré cuando la encuentre».
Lápiz y papel. Lo apuntó en uno de los documentos propios de sistema. El nombre era "Preguntas que debo hacer en el momento indicado" ¿Cuál era el momento? Este no, definitivamente, y más al no encontrar a Negatividad a su lado.
Ya recordó lo que había pasado. Eni. Exclamaciones aparecieron en su pantalla. ¡No estaba solo! Eni y Hain. ¡Eso es! Esos dos líderes habían intervenido para conseguir los documentos. ¡Unos más importantes que los suyos! Tenían que ir a por ellos, aunque ¿cómo? Habían sido llevados a otro sitio, uno que desconocía por completo. ¿Y estaba solo? ¿No había nadie más ahí?
La respuesta la obtendría de una forma. Explorar. Caminó a ritmo ligero y miró todo lo que le ofrecía su alrededor.
«El aire parece ser puro, no noto apenas contaminación como en la Base Cinco. Las casas si están hechas de madera, o al menos por lo que puedo analizar a simple vista. El suelo. —Frenó sus pasos y lo pateó con cierta fuerza—. Ah. Sí. Parece tierra de verdad. El polvo se levanta y se ha adentrado en mi sistema. Limpiando».
Expulso aire de su cuerpo y continuó caminando. Siguió observando, viéndose varias interrogantes en su televisión.
«El cielo no parece como el de Suqueia o Rimerit. Parece... metal. ¡Sí! Falso. No es un color similar a los cielos que he visto. Aunque Negatividad me mencionó que muchos eran de colores más tenebrosos, pero este finge ser un color agradable que no es real».
Frenó sus pasos y bajó la mirada. Justo enfrente pudo ver una figura. Acercó su visión y pudo identificar a una mujer de vestimentas azules al igual que su cabello, el cual parecía ser agua. Los sistemas de Renic se alertaron un poco.
«Es Gaia. —Alarmas naranjas se activaron. En su interior todo se iluminaba de ese color—. Debo ser amable con ella. No le gustan los robots como yo. Espero que no haya problema».
A punto de avanzar en su dirección, vio como la chica se movía de inmediato y movía sus brazos. Burbujas de agua habían salido de un frasco que tenía atado en su cintura. Su rostro agresivo pasó a uno de disgusto.
—Ah, Renic, ¿no es así?
—Afirmativo.
Gaia soltó un chasquido de su boca, guardando las burbujas de su frasco.
—Tus pasos son demasiado ruidosos. Me asustaste.
«Reducir el ruido de mis pasos. Tarea pendiente».
—Lo siento, señorita. Lo tendré en cuenta.
Gaia se quedó en silencio mirándole. Renic hizo lo mismo, viendo que su ropa era bastante delicada para alguien como Ella. Una camisa de tirantes junto a una falda corta y zapatos abiertos. Todo de colores azules.
«¿Color favorito azul? Adjuntar pregunta a documentos de dudas sobre ciertos usuarios... Hecho».
—Me sorprende verte aquí, pensé que todos estaríamos solos —habló Gaia, mirándole con cierta desconfianza.
—Sí, yo también lo creí, pero en parte es mejor no estar solos.
—Podía ser con alguien que no fueras tú —susurró Gaia.
Renic lo había escuchado de fondo. No lo mostró en su pantalla, pero esas palabras en parte le habían afectado. De igual forma se mantuvo firme, quería convencerla de que él no era como esos robots que había tenido que hacer frente.
Se hizo un silencio un poco incómodo, pero no duró demasiado cuando Gaia mró hacia su alrededor con una clara angustia. Renic supo identificar ese sentimiento.
—¿Señorita? ¿Se encuentra bien? —preguntó Renic.
—Ah, sí. —Gaia le miró de nuevo y soltó un suspiro—. Estaba preocupada pensando en varias cosas. Tengo un mal presentimiento.
—Me alegra ver que no soy el único que piensa eso. Tenemos que irnos y buscar a los demás —sugirió.
Gaia le miró incrédula, pero no le dijo nada. Solo afirmó en silencio y empezaron a buscar. Renic se mantuvo enfrente a diferencia de su compañera.
—¿Por quién fuiste creado? —preguntó Gaia.
Renic la miró con una interrogación en su rostro.
—Pensé que lo sabía por la reunión de antes —contestó Renic.
—Ah... Se me ha olvidado —respondió, cruzando sus brazos.
Renic mantuvo la interrogante en la pantalla, pero al final movió un poco sus hombros.
—Por Negatividad, me creó en la tierra con la finalidad de ayudarla y a los que la acompañaran. Me dijo que tenía esa misión, pero que también tendría mi propia voluntad de pensar y hacer lo que fuera correcto.
—¿Y qué es exactamente?
—Negatividad me dijo de protegerlos, pero en sí es algo que me sale solo —explicó con cierta ilusión, de hecho, mostró una cara amable en su pantalla.
Gaia le miró incrédula, pero sin abrir los ojos.
—¿Quieres conocer a otros seres?
Renic mostró varias exclamaciones y un rostro lleno de emoción.
—¡Sí! Me parece interesante la forma de expresarse que tienen o incluso de habalr. Me gusta saberlo todo en sí. Desde que fui creado he tenido muchísima información que no solo me ha ofrecido Negatividad, sino que también los demás. ¿Y sabe? No soy el único. Me di cuenta que Anais es igual de interesada como yo —respondió con ilusión.
Gaia alzó un poco la ceja.
—¿Anais?
—Es la hermana menor de Andrea. No está aquí porque está ayudando a los Iruins en Suqueia. Es donde tenemos nuestra base.
Gaia afirmó en silencio.
—¿Y porqué ese interés? ¿Qué tramas con eso?
Renic frenó sus pasos. Gaia también hizo lo mismo. Cuando se miraron, Gaia pudo ver como Renic mostraba varias interrogantes en su pantalla.
—Perdón que pregunte sin antes responder su duda, pero ¿tiene malas intenciones esa pregunta?
—No... —Alzó un poco sus hombros—. Es solo curiosidad.
—¡Ah! Bueno, en ese caso. Mi intención es más que nada ayudar. Recopilo toda la información por petición también de Negatividad. Cada detalle es genial para ella porque así sabemos que es lo que tenemos o no. Y es genial porque puedo ayudar en todo lo que sea necesario. Salgo beneficiado, al fin y al cabo. Conocimiento, ayudar y proteger nuestro sistema.
Gaia abrió por fin sus ojos llorosos. Verdes. Un color que a Renic le tomó por sorpresa, pero no reaccionó para no incomodarla. Se quedó en silencio, viendo como la mujer se quedaba en silencio con los brazos cruzados, hasta que vio como apretaba un poco sus labios.
—¿Se encuentra bien? —preguntó Renic.
Gaia le miró de reojo y afirmó.
—Sí, solo que... es raro.
—¿Por lo que he dicho? —Gaia afirmó—. Oh, no sé qué concepción tiene de los robots, pero...
—Los robots de este código son seres sin alma y asesinos —interrumpió Gaia con firmeza—. Lo que me acabas de decir no tiene ningún sentido.
—Siento sorprenderla, pero es lo que pienso y no soy el único. Kamico, el hermano de Andrina, es un cyborg.
—Pero es su hermano como bien dices, es humano y no le ha quedado otra que ser un robot por motivos que desconozco. Me compadezco de él por esa desgracia y de verdad que...
—Tiene una visión errónea de nosotros, señorita Gaia —interrumpió Renic con la mayor educación posible—. Yo no soy de este planeta, ni Kamico tampoco. Él iba a morir y Negatividad le dio una nueva oportunidad, a mí me creó para ayudar y proteger a los demás. No soy violento a no ser que hagan daño a mis amigos.
Gaia abrió un poco sus ojos para ver a Renic, su posición era firme con la cabeza un poco torcida hacia la derecha como si mirara a la mujer con curiosidad. Renic se dio cuenta como era incapaz de pronunciar alguna palabra por su boca medio abierta.
«Aplicar lógica y compañerismo».
—Y si se lo pregunta, usted es una compañera para mí porque ayudará a Negatividad al igual que ella a ustedes. Si no fuera así, usted estaría peleando contra mi —añadió Renic.
Vio como Gaia parpadeaba sus ojos varias veces y luego daba unos pasos hacia atrás. Cruzó sus brazos por un momento, frunciendo el ceño y mirando hacia el suelo apra luego negar con su cabeza y darle la espalda.
«Sin resultados disponibles. ¿Ha sido positivo el método o no? Ah. Cables cruzados. ¡Qué compleja es!».
—L-Lo siento... —Gaia por fin habló, logrando que Renic la mirara con atención—. He sido muy desconfiada y ruda contigo.
«¡Eficaz! ¡Pero precaución! —Las luces de su sistema pasaron amarillas—. No pasarse de confianza. Cordialidad y amabilidad».
—No se preocupe, no me ha molestado y puedo entender el odio hacia los robots
—Qué curioso que un robot pueda entender. Creo que alguien no va a dormir esta noche, ¿eh, Gaia?
Gaia y Renic se giraron ante esa voz masculina, viendo en los techos lisos de los edificios rústicos a Jareth sentado encima de una de las torretas que creó.
«¡Aliado de interés! ¡Jareth!».
—Tranquilo Renic, a mí no me tienes que explicar todo lo que le has dicho a Gaia —continuó Jareth, soltando una leve risa—, lo he escuchado mientras construía esta torreta con mi medio corazón. Me sorprende que no me hayáis escuchado, me orgullece saber mi velocidad y sigilo.
«Afinar el sistema auditivo. Tarea pendiente».
—Me es un alivio verte aquí, Jareth —habló Gaia con una voz más tranquila—. ¿Te has encontrado con alguien más?
—No y me temo que estaremos los tres solos aquí porque creo que estamos en el sistema de simulación de Hain. Hasta que alguien no mate a ese cerdo o rompa el poder de su medio corazón, no saldremos de aquí —explicó mientras colocaba bien su casco amarillo—. Lo recomendable sería vigilar nuestro alrededor.
—¿Crees que vendrán Rieits Impuros y Robots creados por ellos mismos?
—Son los líderes, es obvio que lo harán y más por parte de Hain —explicó Jareth, poniéndose de pie para mover su mano derecha. Su medio corazón apareció con cuatro elementos. Entre ellos, uno brillaba en amarillo y tenía la forma de un plano—. Quien me preocupa de todos es Sigilo.
—A él le tiene rencor por lo ocurrido en el pasado —murmuró Gaia.
—¿Qué ocurrió en el pasado? —preguntó Renic con interés.
Gaia frunció un poco el ceño. Jareth sonrió con calma.
—Le quemó y rajó la mitad de su cara. Un cuadro de sangre como titula Sigilo.
Tras esas palabras, Jareth agarró los planos para que del suelo se construyera sola una torreta nueva. Renic se quedó fascinado al ver las piezas salir de una bolsa que tenía atada en su cintura, construyéndose en cuestión de segundos.
Al terminar, Jareth soltó un suspiro de cansancio y se sentó en una de las torretas. Renic se quedó en silencio anotando lo que había visto y guardando aquella grabación en una de sus carpetas llamada "Habilidades posibles de implementar".
—Tengo una pequeña duda, ¿los líderes son los que controlan las bases que tienen en su mundo? —preguntó Renic.
Vio como Jareth movía un poco la boca en señal de confusión.
—Sí y la verdad estos líderes son cada vez más imbéciles. Una panda de neirdoos —se burló con suavidad—. Creer que es buena idea hacer que los Rieits tengan el corazón entero para ser más fuertes con los elementos. Todo por ambición de poder. A veces no saben darse cuenta que es mejor dejar las cosas como están.
—Si te pica aún más la curiosidad —intervino Gaia mientras se cruzaba de brazos—. Su idea provoca que los seres como nosotros tengan corrupción, que se vuelvan en seres impuros por culpa de los experimentos fallidos en otros años, pero ver que gracias a nosotros han conseguido lo que querían, causará un gran problema.
—Y más con esas diosas —recordó Renic, apareciendo varias exclamaciones en su pantalla—. Aunque, no entiendo porqué tenían ese objetivo de antes.
—Poder, chico. No hay nada más corrupto que la ambición por algo en demasía. Los líderes deseaban tener más poder por como poco a poco iban descubriendo más cosas del exterior. Libres antiguos que algunos de ellos pudimos robar.
—¿¡Libros?! —preguntó Renic con una clara emoción.
Jareth soltó una leve risa.
—Sí. Creo que a ti y a tu grupo les interesará un poco al meterse en ciertos problemas que se relacionan con el exterior —supuso Jareth. Renic afirmó sin dudar—. Me lo temía, aunque ya os aviso que esto no será suficiente. Los pocos libros que tenemos son un poco viejos o tienen páginas arrancadas. Fueron listos por primera vez y se llevaron lo necesario cuando los traicionamos.
—Oh. ¡Eso me recuerda! Me enteré gracias a Negatividad que ustedes trabajaron para ellos. ¿Cómo es posible eso?
Los labios de Jareth pasaron a una expresión clara de arrepentimiento. Y porque tenía sus ojos cubiertos por aquellas grandes gafas, sino también se vería ese sentimiento reflejado.
—Chico, en ese momento las cosas que hacíamos eran solo por dinero. Dependíamos de ello y nuestras vidas no eran las más fáciles que digamos.
Gaia miró de reojo a Jareth con una clara decepción, pero se mantuvo en silencio.
—¿Vivir en ese entonces era complicado?
—No lo era en años anteriores cuando vivía Frenso. Las historias sobre él decían que era el líder de todo esto. No había divisiones, todo era un extenso lugar lleno de naturaleza del cual vivíamos en paz y calma. Fue morir... y que Thour lo cambiara todo —explicó Jareth, cruzando sus brazos.
—Thour no hizo las cosas bien.
—No, para nada. Y esa necesidad surgió más por su culpa y la forma de administrar todo. De ahí solo fue una cadena de horrores que nos llevó a este punto. —Suspiró, agarrando el casco que tenía puesto para secar el sudor—. Una cadena... que parece ser una desgracia a escalas mayores.
—Aun con ello no nos rendiremos —intervino Gaia con total seriedad y seguridad—. Protegeremos a los ciudadanos y lucharemos con todo lo que tenemos para conseguir lo que una vez Frenso nos dio.
—Pero ellos tienen los documentos —respondió Renic un poco angustiado.
—Sí, pero no son puros si algunos de ellos se han modificado para tener poderes o han dado la mitad de su corazón. Por lo que crear una norma no es tan fácil porque es matarse. A no ser que tenga a alguien que tenga el corazón completo, no podrán hacer nada —contestó Gaia con una sonrisa confiada.
—¿Falta de energía? —preguntó Renic para asegurarse.
—Sí. Exacto. No tienen lo que por ejemplo tú podrías tener de forma infinita.
—Pero los robots no pueden crear normas ni hacer nada con los documentos. ¿no? —preguntó Renic.
El silencio en ese momento dejó en claro una posibilidad que a Renic le dejó con la pantalla congelada por unos segundos.
¿Un robot podía usar los documentos?
Pronto se descongeló su pantalla cuando escuchó la melodía de una guitarra. Tal hecho le tomó por sorpresa, mirando hacia Jareth para ver que tenía tal instrumento en sus manos. Antes de poder preguntar, se dio cuenta que cada nota que tocaba, hacia que las torretas hicieran una acción u otra. Las controlaba mediante la melodía.
—Curioso, ¿eh? —preguntó Jareth con una leve risa—. De joven tocaba la guitarra y era el mejor en su momento. Cuando di mi medio corazón, mi pasión por la ingeniería y la música se mezclaron en esta combinación que ves.
—Es muy interesante que ceder su corazón le dé esto —admitió Renic.
—Nuestros elementos son extraños, pero muy útiles. No te debe tomar sorpresa que, por ejemplo, Sterling, pueda volar cuando tira el lanzacohetes debajo suya. En su momento el quería ser un aviador parte de los militares, pero no lo consiguió hasta que al ceder su medio corazón... Le llevó a esa habilidad tan curiosa.
—C-Comprendo.
«Los Rieits tienen habilidades de lo más curiosas que involucran mucho su alma».
—Chicos, no bajéis la guardia en ningún momento. —Las palabras de Gaia tomaron por sorpresa a los dos, viendo como la chica tenía las manos en el suelo encharcado que había creado con su poder del agua—. Creo sentir algo desde la lejanía.
Se pusieron en posición, Renic veía como Gaia movía sus manos para crear burbujas de agua a su alrededor mientras que Jareth tocaba una nota de la guitarra para que sus torretas apuntaran hacia el norte. Renic se acercó a él para tomar altura y con ello atacar mejor.
—Escúchame algo, Renic —pidió Jareth en un susurro. Renic le miró con atención—. Mis habilidades no son como las de Gaia, no soy tan fuerte ya que mis ataques son a distancia y limitados, pero sé apañármelas por mi inteligencia y habilidad.
Renic afirmó, lo que hizo que Jareth suspirara con angustia.
—Quiero que sepas que si las cosas se ponen complicadas, no dudaré en crear un robot que pocas veces he invocado por su peligrosidad.
En su pantalla aparecieron varias exclamaciones.
—Sé que te toma por sorpresa. —Soltó una leve risa—, pero es algo que... siempre he querido crear desde joven. No por nada bromeé con Negatividad sobre eso. El asunto es que este robot no es... uno como tú.
—Entiendo.
—Tu misión es no interponerte en su camino porque él arrasará con todo, da igual a quien —informó, preocupado.
Nueva misión:
✔ No interponerse en el camino del robot de Jareth.
...
¿No interponerse? ¿No supondría eso un peligro? ¡Lo es! ¡Debería...!
Misiones disponibles: Proteger a los aliados. No interponerse en el camino del robot de Jareth.
Dentro de la cabeza de Renic las cosas no iban tan bien como creía. Había un conflicto que su sistema no parecía detectar del todo y eso hacía que dos tipos de alarmas se activaran. Amarillas y Naranjas.
Mientras su interior luchaba por una lógica, Gaia y Jareth estaban atentos al norte, viendo a algunos de los enemigos que podía ver desde la distancia. Ante esto, Gaia no dudó en preparar varias pompas alrededor de su cuerpo y algunos un poco lejos para estallarlos cuando fuera necesario.
Renic dejó a un lado sus conflictos y se preparó para la batalla, apareciendo en sus manos varias chispas de electricidad. Sin dudar, fue hacia ellos para empezar a disparar chispas eléctricas de su mano derecha. Este acto sorprendió a los dos adultos y siguieron las acciones de Renic.
El problema empezó cuando Gaia estalló las burbujas de agua, afectando una de esas a Renic.
Las alarmas naranjas pasaron poco a poco a ser unas ma's rojizas. Se quedó inmovilizado en el sitio. Apareciendo varias señales de peligro. Estaba a punto de colapsar, de no ser que sintió como el agua de su sistema desaparecía de inmediato, seguido de un golpe en su espalda que logró restaurar todo su sistema.
Antes de que pudiera decir algo, se movió para golpear a uno de los Rieits Impuros, matándolos de un solo golpe. No se sintió tan orgulloso cuando vio como pegarles, era como si estos se deshicieran en ceniza, como si sus cuerpos no pudieran tolerar nada ante los experimentos que habían sufrido.
Aun con ello, siguió luchando hasta que Jareth los disparó con su torreta, dándole un poco de espacio a Renic. Se giró en dirección a Gaia, viendo el arrepentimiento en sus ojos.
—Lo siento, yo...
—¡No pasa nada! —interrumpió Renic con una sonrisa—. Tu intenta controlar bien el agua de forma que no me entre en mi cuerpo.
Gaia alzó su cabeza sorprendida y afirmó.
«No está acostumbrada. No la culpo. Tiene buena fe —pensó Renic y miró a Jareth, viendo como tenía un martillo en su lado derecho, desvaneciéndose poco a poco—. Y ese golpe en mi espalda fue de Jareth. ¡Parece que tiene una habilidad de restauración inmediata! ¡Qué bueno!»
Se puso de nuevo en combate. Vio como Jareth movía las torretas atacaran a los robots, una tarea fácil, pero aún quedaban los Rieits Impuros. A punto de moverse, vio como una de las burbujas de Gaia se deslizaba con velocidad, atacando directamente las cabezas de cada uno de ellos. Ante esto, Renic tuvo la idea de disparar las chispas de electricidad hacia esas burbujas, creando una descarga que afectó a la mayoría de los Rieits Impuros que había en el lugar.
Lograron acabar con todos los presentes en cuestión de minutos. La calma tras el ruido era algo que ponía en alerta a los presentes, sin creerse que eso fuera lo único que debían hacer frente.
—¿Ya está? —preguntó Renic, pateando un poco el suelo con nerviosismo.
—Sí, por favor, cálmate —pidió Gaia.
Renic se giró al ver como su compañera estaba con las manos en el suelo, sintiendo las vibraciones de su alrededor. No dudó en frenar los golpes contra el suelo.
Gaia cerró sus ojos y frunció el ceño.
—Por favor, Renic, para de moverte. No oigo nuestro alrededor.
—N-No me estoy moviendo.
https://youtu.be/7xPeXqymriM
Gaia giró la cabeza hacia Jareth, tampoco se estaba moviendo, de hecho, estaba sentado en sus torretas. La angustia se vio en sus ojos y apunto de poner las manos en el suelo, sintieron como el suelo temblaba con más violencia, como si algo quisiera salir del suelo.
«¡Alerta! ¡Peligro! ¡Protegerlos!»
Rojo era el color que alertaba todo su sistema. Renic no dudó en acercarse a Gaia y agarrarla con sus brazos. Se movió de nuevo, esta vez en dirección a Jareth, pero no le dio tiempo cuando del suelo, un ser grandioso salía del suelo, rompiendo todo a su paso y con ello, separarlos de Jareth.
En medio de ese desastre, Renic buscó la forma de esconderse de ese grandioso ser similar a una ballena de colores verdosos cuya piel parecían ser plumas de un ave que lo protegían de cualquier ataque que pudiera recibir. Sus ojos estaban cerrados, pero su boca de gran tamaño iba abriéndose, tomando aire poco a poco.
—¡Aléjate! —chilló Gaia con desespero. Renic obedeció de inmediato, buscando un sitio donde esconderse—. ¡Es un Teros! ¡Es un animal sagrado! ¡No podemos hacer nada contra él, hay que huir!
—¿¡Por qué!? —gritó Renic. Pronto encontró un lugar, aterrizando en el techo de una de las casas que había.
Gaia cayó de rodillas contra el suelo temblando de miedo.
—Son seres divinos que aparecen en específicos años que normalmente suelen purificar la zona —explicó Gaia con cierta dificultad.
Renic se acercó a ella con tal de tranquilizarla, pero sus actos cambiaron al ver como una de las tablas que volaron por los aires iba a impactar contra ellos
—¡Ah! ¡No!
Gaia intentó protegerse con su poder de agua, pero Renic reaccionó antes, abrazándola para crear un escudo a su alrededor. Se mantuvo así durante unos segundos, sintiendo como Gaia le abrazaba con todas sus fuerzas, temblando sin parar.
—¿Se encuentra bien? —preguntó Renic en un suave susurro. Gaia afirmó con su cabeza—. ¿Cómo puedo hacerles frente?
—N-No puedes. Son imposibles de eliminar. Son sagrados, son seres que aparecen muy pocas veces y... y...
Renic vio que Gaia no podía explicar más por el miedo, por ello mismo se aseguró de que no tuviera ningún rasguño o herida grave a la vez que intentaba pensar en algún plan.
—Jareth —logró susurrar Gaia, mirándole con angustia—. Por favor, Renic, por favor, busca a Jareth y sálvalo.
—Prométame que estará en un lugar seguro mientras yo le busco.
Gaia le miró con temor para luego aceptar moviendo su cabeza.
Nueva misión:
✔ Busca y salva a Jareth.
—Recibido.
Y con ello, dejó a Gaia en el suelo con delicadeza para dar un salto y buscar a Jareth a una gran velocidad.
Poco tardó en llegar donde en principio estaba Jareth. Vio que las torretas estaban destrozadas junto a la casa, logrando preocuparle y que con ello le buscara por el único camino que había. Para su pequeña suerte, se encontró a lo lejos al hombre malherido en el suelo, escupiendo sangre mientras agarraba sus gafas para romperlas con su mano derecha.
—¡Jareth!
El nombrado le miró ante su grito. Unas pocas lágrimas cayeron de sus ojos marrones a la vez que su cuerpo empezaba a brillar en colores verdes y amarillos. Antes de que Renic pudiera llegar, Jareth le gritó con todas sus fuerzas.
—¡Renic, sal de aquí!
Pero Renic hizo caso omiso a sus palabras. Su nueva misión era buscar a Jareth y llevarlo a un lugar seguro. A punto de conseguirlo, frenó sus pasos al ver como en las espaldas del mayor se iba construyendo poco a poco un ser robótico parecido a Renic.
—¡Recuerda mi orden! —gritó Jareth—. ¡No te interpongas en el camino de mi robot!
Misiones disponibles:
Proteger a los aliados. No interponerse en el camino del robot de Jareth. Busca y salva a Jareth.
¡Discrepancia detectada! ¡Misiones incumplidas! ¡Discrepancias detectadas!
✘ Proteger a los aliados.
✘ Busca y salva a Jareth.
⚠ No interponerse en el camino del robot de Jareth.
Renic se apagó, al menos era lo que parecía por fuera, porque por dentro estaba en un conflicto demasiado grande. Salvar a Jareth o no intervenir ante el robot de Jareth. Su sistema empezó a dar varios fallos. Tenía que hacer algo de inmediato antes de que fuera demasiado tarde, pero ¿el qué? Dos misiones conflictivas, ¿qué debía hacer?
Reiniciando.
¿Reiniciar?
No. No reiniciar.
Jareth se dio cuenta de que a Renic le ocurría algo, por ello intentó levantarse del suelo y hablarle.
—¡Renic! —gritó con todas sus fuerzas, resonando su voz—. Escucha, sé que Gaia te ha dicho que es un ser divino, pero no lo es. ¡Es una copia! Por ello invoqué al robot, te pido que por favor no... N-No...
Le costó continuar con sus palabras. ¿Qué le ocurría a Renic? Temblaba al ver como en la televisión de Renic todo era ruido blanco como si buscara un canal, pero que no mostraba ningún color e imagen porque no encontraba señal.
—¿R-Renic? D-Dime que estás ahí, por favor. —Tragó saliva, temblando aun, pero tomó el valor para ordenarle con todas sus fuerzas—: ¡Te ordeno que...!
—¡M E N I E G O!
Esas palabras aparecieron en su pantalla para luego pasar a una totalmente roja. Ante esto, Jareth ello agachó su cabeza, escuchando varios ruidos metálicos que destrozaban sus oídos, pero que desparecieron de inmediato. Levantó un poco su cabeza para ver a Gaia a su lado.
—¡¿G-Gaia?! —preguntó Jareth.
La mencionada solo señaló al cielo, viendo como Renic había agarrado al otro robot para ir directo al Teros. Jareth tembló nervioso y quiso gritarle para que no lo hiciera, pero recordó rápidamente sus dos palabras, me niego.
Ahí se dio cuenta que Renic había decidido por sí solo y que por mucho que le mandaran, no haría caso.
El ser divino vio a los dos robots acercándose, abrió su boca para cargar un rayo violeta dentro de esta, a punto de disparar, se dio cuenta como Renic entró en su boca, por lo que dejó de generar el rayo y la cerró con rapidez. Tanto Jareth y Gaia miraron la situación con lágrimas en sus ojos.
—Es mi culpa... —susurró Gaia, arrepentida—. Es mi culpa, es mi culpa, yo le pedí que te salvara y él lo hizo, pero eso solo le llevo a su muerte y a la nuestra... Y-Yo...
Sus palabras se interrumpieron ante una grandiosa explosión totalmente roja. Pronto los trozos metálicos cayeron contra el suelo y las paredes. Entre todo el caos, Gaia y Jareth se escondieron para evitar que esos trozos les impactara.
Entre lágrimas se dieron cuenta de lo que había hecho Renic. Se había autodestruido... O al menos fue lo que creyeron hasta que vieron una televisión impactar contra el suelo.
Ambos se quedaron en silencio, dándose cuenta que no era una televisión cualquiera, ya no solo porque había resistido a una caída de unos veinte o treinta metros, sino porque esta no paraba de parpadear en colores rojos y naranjas.
Jareth dejó de llorar y se acercó de inmediato.
—¿Cómo...? —preguntó, atónito. Levantando la televisión con cuidado—. ¿¡Cómo?!
—¿Q-Qué ocurre, Jareth?
—¡Estaba calculado! —gritó, mirando a Gaia con asombro—. ¡Negatividad lo había tenido pensado de antes! ¡Es un sistema de autodestrucción, pero no completa! ¡Su televisión es lo que almacena todo lo necesario! ¡No esta muerto! ¡Puede seguir con vida, aunque en nuevo cuerpo si tiene toda la información en su televisión!
Gaia no supo donde mirar ni que hacer, solo se quedó en el sitio, temblando hasta que cayó contra el suelo, apareciendo lágrimas sin descanso.
—¿Entonces seguirá con vida?
—¡Claro! —respondió Jareth con emoción—. Deja que me ponga a darle unos reparos rápidos. Capaz pueda hacer algo con sus partes metálicas y las de ese Teros robótico.
Gaia soltó un suspiro de alivio, algo que le hizo reír a Jareth.
—¿Qué le ves de gracioso? —preguntó, frunciendo el ceño.
—Que por primera vez no te sientes intimidada ni odias a un robot.
Gaia miró hacia el suelo, soltando un leve suspiro.
—Es extraño, pero... Renic me hizo sentir protegida, como si por un momento estuviera al lado de Darey y creyera que todo estaba bien —admitió con un leve sonrojo en sus mejillas.
Jareth sonrió con calma para luego mirar a la televisión de Renic. Una barra de carga había aparecido.
—Me alegra que eserencor lo dejaras a un lado. Y tranquila. Este robot no solo regresará a lavida. También vendrá con mejoras incluidas.
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