Capítulo veinte: Tiempo.

Lucha con todo lo que tengas. No importa lo que esas miradas expresen. De una forma u otra, no van a cambiar jamás. Esa es la primera impresión y la única que tendrán sobre ti.

Úrsula les había pedido reunirse en su despacho, una habitación amplia de colores naranjas con varias plantas que relucían sus mejores flores, dejando un aroma dulce en todo el lugar que dejó maravillada a Andrina. En la sala había los muebles necesarios: Estanterías, una mesa de escritorio grande junto a una silla y varios archivos organizados en cajas que Úrsula había abierto un momento para enseñarles un plano.

Negatividad se fijó con mucha atención y supo de inmediato lo que quería hacer.

—¿Vas a hablar sobre como os organizáis? —preguntó, alzando la ceja.

Úrsula afirmó a sus palabras.

—La base cinco es una ciudad bastante pequeña, pero por dentro es donde está lo interesante —empezó a explicar—. En su momento habían hecho excavaciones y se mantenía una vida subterránea, pero esto no siguió así por dos motivos. El primero es por los experimentos ya mencionados. Los de la Base Cinco y Siete eran las más afectadas por los líderes. La segunda era por los rumores que decían que los documentos estaban más cerca de ahí. Si no siguieron, fue por desmotivación y teorías vacías.

—Entiendo —murmuró Negatividad, cruzando sus brazos.

—El asunto es que nosotros nos organizamos en grupos de tres. Ataque, defensa, apoyo y modificados. El grupo de ataque se compone por Sterling, Sky y Peyton. En este caso, había pensado en poner a Andrea como ataque —comentó Úrsula, mirando a la mencionada de reojo.

Andrea movió sus brazos con emoción. Úrsula sonrió ante su actitud.

—¿Dónde meterás a Renic y Andrina? —preguntó Negatividad, cruzando sus brazos.

—Renic estará en la línea defensiva con Dominick, Arley y Jareth.

«Que el borracho de Arley esté en defensa me parece un chiste», pensó Negatividad. Aun así, afirmó con su cabeza.

—Luego Andrina estaría en apoyo. —Úrsula la miró con detenimiento, frunciendo un poco el ceño—. Aunque me preocupa que no tenga nada de poder a su lado.

—Ah. Lo tiene. Adelfra está en su interior ayudándola. Se me pasó decirlo —respondió Negatividad.

—Oh, entonces estará de apoyo con Sigilo, Milton y Darey.

Negatividad miró de reojo a Andrina, encontrándose de reojo con su rostro angustiado. Suspiró desde sus adentros, sabiendo que aun estaba asustada por todo lo ocurrido.

«Debes reaccionar de una vez, Andrina. No puedes estar asustada siempre como tu hermano».

—Por último —continuó Úrsula con una sonrisa confiada—. Tu y yo estaremos con Aerio, Feys y Gaia. Espero que no me decepciones como la otra vez cuando "intentaste" atacarme.

Negatividad rodó los ojos a un lado.

—Me tomasteis de sorpresa y me tuvisteis encerrada en vuestra base subterránea durante horas. ¿Vas a seguir burlándote de mí? —preguntó un poco irritada.

—Lo siento, pero es que todas las palabras que me dijiste en ese momento me hicieron reír, y pensar que ahora eres así de tranquila y comprensiva, se me hace peculiar —contestó con una sonrisa traviesa.

—Antes no era yo misma, Úrsula. Y lo sabes —recordó Negatividad.

—Ah. Sí. Antes me amenazabas a cada rato, rompías mis lazos y tratabas de romper las barras de hierro aun si te hacías daño. Honestamente los que sirven a esa diosa no tienen control alguno de sus acciones.

Al decir estas palabras, la angustia impactó un poco a los presentes. Úrsula se dio cuenta de inmediato y mostró una sonrisa confiada.

—Pero nada de qué preocuparse. Os tenéis unos a los otros y despertaros de esa manipulación será fácil si lo detenéis a tiempo —contestó, intentando sonar más dulce con sus palabras—. La idea es no escuchar a esa diosa y tener dos opciones. Hacerla frente con todo lo que tengas o alejarse para evitar esa manipulación.

—Una opción u otra parece llegar al mismo problema —contestó Andrea, cruzando sus brazos.

—No porque yo estoy aquí.

—Estás porque creyó que te había matado —rectificó Negatividad.

Úrsula soltó un bufido y rodó sus ojos.

—Detalles. Detalles. —Recogió los papeles y los dejó en su sitio para luego poner las manos en sus caderas mirando a todos—. Bueno, de mientras podéis volver a los demás e ir acostumbrando a su forma de actuar. Serán un poco cabeza hueca, pero cuando los conoces sabes que tienen buen corazón.

Andrea agarró la mano de Andrina de inmediato.

—Tía, vamos a ver. Tengo muchísima curiosidad.

—Pero Andre-

—No seas corta rollos, ¿o que vas hacer mientras esperas? ¿Contar las telas de araña?

Andrina no pudo responder como quiso y se marchó junto con Andrea, dejando solos a los demás. Antes de que Negatividad se moviera, sintió como Úrsula la agarraba de la mano.

—Oye, dime que es lo que recuerdas desde lo ocurrido —pidió Úrsula en un tono más serio.

El rostro de Negatividad pasó a uno más serio, incluso angustiado.

—Fragmentos dispersos —respondió, mirándola de reojo—. Al menos recuerdo que soy una Cutuis y que reviví gracias a Ànima, pero lo demás no quiere salir de mi cabeza.

—¿Y te acuerdas de lo que hiciste en el código 006?

Negatividad tragó con dificultad y frunció el ceño.

—No quiero recordar de ese desastre que en parte causé. Fue el camuflaje perfecto junto a esas anomalías —respondió con dureza.

Renic la miró con cierto asombro, apareciendo unas pocas exclamaciones en su pantalla. Negatividad bufó y cruzó sus brazos.

—En sí no quiero recordar lo que mis manos hicieron bajo su control, Úrsula.

—Lo sé, pero te sirvió para despertar. Mis palabras lo hicieron, ¿o es que no lo recuerdas?

Negatividad desvió la mirada a un lado y sintió escalofríos en su espalda. ¿Qué si lo recordaba? Cada maldita palabra que salió de los labios de Úrsula hizo que gritara de desesperación, haciéndose más daño ante los asesinatos que había cometido. Era una idea arriesgada aplicar algo como eso. Era torturarse, era atormentarse y despertar bajo un río de lágrimas donde lo único que deseaba era desaparecer.

Vio esos ojos amarillos observándola con dureza. Úrsula pidió que abriera la celda y una vez dentro, se acercó a ella para agacharse a su altura.

—Escúchame bien lo que te diré, Negatividad —habló con total insensibilidad, agarrándola de la camisa—. Si de verdad te arrepientes tanto, si de verdad quieres acabar con esto y... si de verdad quieres saber la verdad, te recomiendo que te alejes de ella de inmediato.

—¡No puedo! —chilló con desespero Negatividad, deshaciéndose del agarre para alejarse de Úrsula, impactando contra la pared para poner las manos en su cabeza—. No quiero alejarme de ella. No quiero alejarme y que se sienta traicionada.

—¡Pyschen no te aporta nada!

—¡YO NO HABLO DE PYSCHEN!

El silencio dejó varias emociones mixtas. Sorpresa y angustia por como Negatividad lloraba con desespero, pronunciando el nombre de Ànima sin parar, sintiendo una gran culpa en su interior.

Aunque Úrsula creía que era algo más que culpa.

—Veo que... aprecias mucho a Ànima. No solo porque te dio la vida.

Negatividad alzó un poco la mirada para fruncir un poco el ceño, apretando sus dientes.

—Di algo sobre ella y...

—No he dicho nada, Negatividad —contestó Úrsula con firmeza, acercándose sin temor alguno—. ¿Quieres de verdad estar a su lado? Adelante, pero con la consecuencia de estar junto a una maniaca que no la va a soltar jamás.

Negatividad se quedó en silencio mirando hacia el suelo. Cerró sus ojos con fuerza y negó con rapidez.

—No quiero eso —contestó con dificultad—. Yo quiero...

—Si quieres estar con Ànima, entonces haz lo que te dije. Ve, busca ayuda, aléjate de Pyschen, aun si te duele alejarte de Ànima, y cuando tengas la ayuda, haz frente a Pyschen y trata de salvar a Ànima —interrumpió Úrsula, viendo como los ojos de Negatividad por primera vez brillaban en una luz llena de positividad y esperanza—. Si es lo que tanto te motiva, hazlo. Y por tu vida, jamás olvides lo que tienes como objetivo ahora mismo.

Los recuerdos hicieron que Negatividad apretara sus dientes, alejándose de los demás para poner las manos en su cabeza. Se despeinó por completo para luego frenar y respirar hondo.

Se giró y vio como Úrsula estaba con los brazos cruzados con una ceja alzada mientras que Renic tenía varios interrogantes en su rostro.

—Has vuelto a recordar, ¿verdad? —preguntó Úrsula.

—Nada nuevo más que tus palabras en ese día —respondió Negatividad con cierta vergüenza que no quería mostrar—. No me gusta que me analicen.

—Lo siento, es algo que se me da bien, y más al estar rodeado de tanta gente que tengo que comprender sus acciones y motivos. Más siendo hombres —contestó, poniendo las manos en sus caderas—. No te juzgo. Entiendo tus motivos, pero no quiero que te olvides de ellos porque ahora tienes a un grupo de tu lado, y es posible que este crezca cuando vayáis a otros códigos.

—Lo sé —respondió secamente.

Úrsula soltó un suspiro.

—De paso, quiero mencionarte algo que no te he dicho porque no lo veía conveniente en su momento —continuó hablando. Negatividad la miró con atención—. Si tienes la oportunidad, ve a Codece. El código 008. Dicen que ahí hay una raza de mujeres que con la música pueden ver los recuerdos de las personas. No sé que tan cierto es, pero es una opción que deberías considerar.

Negatividad afirmó en silencio y sonrió con más calma.

—Aun no te he ayudado —murmuró.

—No, pero sé que lo harás y con todo el peso que tienes encima, veo óptimo decirte todo lo que sé —respondió Úrsula, mostrando una sonrisa sincera—. Considérame como una aliada, aun si no puedo luchar con vosotros, contad con que os diré y ayudaré en todo lo que sea posible.

Negatividad volvió afirmar y la tensión de sus hombros desapareció un poco. Un alivio comparado con todo lo que tenía encima, pero sabía que aun había demasiado por recorrer.

—Gracias —musitó, y a punto de irse, sintió como Úrsula la abrazaba de un lado.

—¡Qué bueno que hayas despertad! Esa parte tan negativa que tienes se está yendo un poco, y es super adorable ver como tus mejillas se vuelven amarillas como si fuera luz —bromeó Úrsula.

Negatividad rodó los ojos.

—No empecemos, que mucho tenemos por delante —murmuró.

Úrsula soltó una risa leve.

—Deja que esa parte positiva fluya un poco. —Le dio un golpe amistoso en su hombro—. No puedes ser así siempre. Hay que tener run poco de luz y esperanza, confiar en que todo saldrá bien.

—Me es difícil verlo.

—Bah. Seguro que antes de tener todo este problema, eras alguien super genial y amable. Me apuesto mi ojo derecho —contestó, soltando una pequeña risa.

Mientras Úrsula abría la puerta, Negatividad se quedó en silencio mirando sus manos para fruncir un poco el ceño. Se sintió inusual, como si por un momento escuchara a su corazón bombear con una fuerza tan grande que la dejaba sin aire, pero no en el mal sentido, sino que se veía capaz de seguir adelante y luchar a pesar de lo malo. ¿Y lo curioso? Veía la oscuridad en su piel, pero también placas de luz.

Eso... no eran quemaduras como había creído.

Era difícil para Andrina hablar con los demás. En sí, no podía siquiera pensar en algo distinto más que en las palabras que Adelfra le había dicho. No comprendía a qué se refería, ¿ella hacerla daño? ¿Caso su propio cuerpo la atacaba por ser algo extraño? Pero no tenía sentido porque sino ella misma se sentiría mal, ¿no?

Le daba mil vueltas y deseaba hablar con Adelfra, pero sus preguntas no eran respondidas ante el silencio e incomodidad de su compañera. Algo no iba bien y le angustiaba. No deseaba que estuviera mal y más en una situación como esta.

Alzó un poco su cabeza y vio como Andrea estaba con Sky. Ambos parecían llevarse bien.

—¿Dices que eso es una bebida energética? —preguntó Andrea, cruzando sus brazos.

—Sí. —Sky enseñó la lata de colores ojos y amarillos con el dibujo de una gorra en esta—. Son las pocas que tengo guardadas en mi habitación. ¿Quieres probar?

—Uh. Probar cosas de otros planetas. Hecho.

Sky alzó un poco la ceja mientras le daba la laza. Andrea le dio un buen trago.

—¡Eh! ¡Deja un poco!

Andrea soltó una leve risa para luego poner las manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Sabe cómo a plátano o algo así, pero de energética no tiene nada —contestó, frunciendo el ceño.

—El efecto es un poco tardío, a veces —respondió Sky, dejando la lata a un lado.

—Capaz no le afecta las bebidas de nuestro hogar —intervino Arley, soltando una leve risa—. Eh, si eso le puedo dar de mi botella a ver si le hace efecto.

—No. Ni en broma. Andrea es menor de edad —contestó Andrina, cruzando los brazos.

Andrea soltó una leve risa.

—No seas tonta, mi padre ya me dio alcohol antes de los dieciocho —respondió Andrea, mirándola de reojo. Andrina se quedó con los ojos un poco abiertos—. ¿Qué te esperas? Ya desde los dieciséis me dejó probar cerveza. No es mi favorita, ojo, prefiero otras bebidas.

—N-No sabía —murmuró Andrina, cruzando sus brazos y mirando a otro lado.

—A ti no te dejaron, ¿verdad? —contestó Andrea con una leve risa.

—En sí no me interesó nada de eso.

—Es lo mejor —intervino esta vez Sigilo que, tras su máscara, fumaba un cigarro. El olor que desprendía no era tan desagradable como pensaban, sino que era uno más suave, incluso afrutado—. Engancharse a algo como esto acaba con uno mismo.

Andrina frunció un poco el ceño. Andrea soltó una pequeña risa.

—Irónico, pero supongo que tendrá sentido para ti. —Andrea se sentó en la silla y vio como Sky fruncía el ceño—. ¿Qué pasa?

—Ese es el asiento de Milton.

—¿Es un problema?

—Milton en si es muy quisquilloso a la hora de hacer las cosas. Gran parte del tiempo está en la torre vigilando todo con su francotirador —respondió Sigilo, expulsando humo de su boca.

Andrea abrió un poco la boca. Andrina tragó en seco.

—Que pasada. Veo que tenéis armas similares a las nuestras, ¿cómo es eso posible? —preguntó Andrea con intriga.

—Como tal son armas que vienen de nuestro medio corazón. No es algo que nosotros tengamos, aunque hace años atrás se construían —respondió Sigilo.

—Eso fue más por parte de los líderes, y lo sabes bien —respondió Arley para luego soltar un hipo de forma repentina.

Sigilo rodó los ojos a un lado.

—Sí, bueno... Trabajar con esos líderes fue un error que aprendimos rápido.

—Eh. Eh. Eh. ¿Cómo que trabajasteis con ellos? ¿no estabais con Úrsula? —preguntó Andrea, frunciendo el ceño.

—No. En su momento éramos parte de los Siete líderes. El que mandaba sobre todos era Thour, quien nos contrató a una parte de nosotros. Con el tiempo fuimos creciendo como grupo —respondió Sigilo, cruzando sus brazos.

—¿Thour es el líder principal? —preguntó Andrina.

—Sí, pero no es el único. Está Lec y Goni. Sus dos hijos y los más fuertes que hay actualmente. Luego están Hain y Eni, quienes suelen estar vigilando todo de un lado a otro, y luego estaban los dos líderes que eliminamos, Leino y Vin —respondió de nuevo Sigilo.

—¿Y cómo fue que cambiasteis de opinión todos? —preguntó Andrea con interés.

—Digamos que Úrsula le dio una buena paliza a Sterling —contestó Arley con una escandalosa risa—. Esa chica no se anda con bromas. Tiene siete elementos y los domina de tal forma que parece una bestia sin control. Cuando lo usó contra Sterling, le dejó con vida con la condición de que le dijera donde estaban sus amigos Aerio, Gaia y Feys, ya que los tenían presos en sus experimentaciones.

Andrea abrió los ojos con asombro, mostrando más interés en la conversación.

—¿Y gracias a él cambiasteis de opinión? —preguntó de nuevo.

—No. Sigilo ya iba a traicionar a Thour de antes. En sí estaba robando información de forma discreta. Conseguía su confianza y tenía acceso a todo, sabiendo así que mentiras tenía y que no. En sí él nos dijo que estaba haciendo a algunos de nosotros y teníamos intención de traicionarle —explicó Arley.

Sigilo afirmó en silencio.

—En su momento éramos Arley, Jareth, Peyton y yo los que íbamos a traicionarle, pero cuando vieron a Sterling siendo derrotado por Úrsula y como había hablado, los demás empezaron a cambiar de opinión —continuó Sigilo, sentándose en la silla con educación.

—Sí. Recuerdo que Dominick y Darey fueron los que más costaron de convencer. Milton en cambio dijo que tenía apuntando la cabeza de Thour durante meses, pero que no había dado el tiro por culpa de como le tenían vigilado —explicó Arley con una leve risa.

—¿Y tú? —preguntó Andrea a Sky.

El joven sonrió presumido.

—Ah, yo vine en el mejor momento. Liberé a Aerio, Gaia y Feys para que Úrsula no tuviera que...

—Deja de mentir, chico. No vas a ganar la admiración de nadie con eso —interrumpió Sigilo.

—¡No me jodas, hombre! ¡Se lo estaba creyendo! —contestó Sky de mala gana.

—Honestamente no, pero quería escuchar que tan ridículo era la historia —admitió Andrea con una leve risa.

Sky soltó un gruñido de frustración y cruzó sus brazos.

—Yo no estaba con los líderes. En sí era... el estúpido que vigilaba la zona subterránea que había en la Base Cuatro. Me encargaba de cuidar a los niños y vigilar que estuvieran bien, aunque también lo hacía con los mayores —admitió, mirando a otor lado con sus ojos.

Andrina lo miró con asombro, un gesto que al chico le tomó por sorpresa.

—Eso es muy considerado de tu parte. ¿Qué hacías? ¿Vigilar toda la zona y que todos estuvieran bien? ¿O algo más? —preguntó Andrina con interés.

—Eh... Ah... Yo...

—El chico se encargaba de vigilar día y noche para que nadie entrara. A veces incluso tenía que hacer frente a los Rieits Impuros o Anomalías que se acercaban a la zona. Si sacrificó la mitad de su corazón fue para protegerlos —respondió Sigilo, sonriendo con orgullo mientras miraba a Sky.

—Eh... Sí. —Sky no supo donde mirar, menos ante la mirada curiosa de Andrina—. Lo sé, es un aburri-

—Y te pasaste a ser mercenario para acabar con toda esto, ¿no? —preguntó de nuevo Andrina.

Sky se quedó en silencio y parecía haber un sonrojo visible en sus mejillas.

—S-Sí. Me leíste la mente —murmuró y de pronto se levantó de la silla—. Voy a preparar mis cosas. Ahora vengo.

Los presentes vieron como Sky se iba de la sala. En cuanto se cerró la puerta, Arley soltó la mayor risa posible, golpeando la botella en la mesa mientras soltaba lágrimas.

—¡Oi! ¡Friet-rec! (¡Ja! ¡Qué pringado!) —Rio una vez más, golpeando la mesa sin parar.

Sigilo soltó un suspiro largo.

—Ya sabes que como es con las chicas. No entiendo como te puedes reír de él aún. Es aburrido —contestó Sigilo, fumando del cigarro.

Andrea también se puso a reír. Andrina no supo donde mirar. Tan solo había sido amable con él.

—En fin, disculpar por esto, pero creed que es... demasiado común —respondió Sigilo, mirando hacia ellas.

—Ah, yo me lo estoy pasando genial, aunque admito que ha sido rara la situación —respondió Andrea con una sonrisa divertida.

—Me sorprende que hayas olvidado lo ocurrido antes —comentó Sigilo, soltando una leve risa—. Tomarte por sorpresa ha sido divertido.

Andrea mostró una sonrisa falsa junto a las venas de su frente que iban creciendo. Andrina sabía que estaba siendo lo más cordial y amable posible, y más con alguien que tenía un acento similar al francés.

«Tu rencor por los franceses jamás lo entenderé, Andrea», pensó, rascando un poco su cabello y soltando un suspiro.

La conversación no habría ido a más cuando poco a poco llegaron los demás. En cuestión de minutos, todos estarían en la sala, incluso Úrsula, Renic y Negatividad. Con esto pudieron explicar todo:

—Ya sabéis como funciona la Base Cinco. No solo la ciudad será un problema por los Rieits Impuros, sino que también los robots presentes. Sabéis que esa zona aun está vigilada, aunque la ciudad esté abandonada. No os dejéis llevar por la confianza, manteneros en grupos como ya he dicho y en silencio. Iremos por los túneles que dispone la ciudad, por lo que será también exponernos. Cualquier cosa que oigáis, avisar de inmediato.

—¡Sí, líder! —gritaron todos a la vez.

—Recordar bien el objetivo. Los documentos. Una vez los tengamos, nos iremos. Nada de luchar contra ellos. No sabemos que planes tienen y más con lo ocurrido.

Todos afirmaron de nuevo, viéndose la emoción por su misión. Andrina se quedó cerca de los suyos, escuchando por un momento a Negatividad hablar con Renic.

—Ren. Guarda toda la base de datos en tu cabeza. Manten todos tus sistemas en alerta y activa la nueva condición que te pusieron en Suqueia.

Esas órdenes hicieron que Renic afirmara, pero mirándola con atención.

—¿Segura que lo ve necesario?

—Deja toda la información y tu parte primordial ahí. En caso de que te ocurra algo grave, quiero que se te pueda reparar sin perder tu memoria. Tu cabeza será tu vida. Luego más adelante veremos si puedo mejorar eso con la ayuda de Jareth —respondió con seriedad, mirando hacia enfrente donde estaban los mercenarios.

Renic no puso ninguna queja y obedeció. Andrina tragó en seco, rezando que todo fuera bien.

Con ello, se pusieron en marcha. Se adentraron por uno de los túneles subterráneos los cuales estaban protegidos por las paredes hechas de metal y suelo de tierra. Iban con cuidado y separados en grupos, siendo Andrina la última de la fila con la compañía de Sigilo, quien estaba con su navaja mariposa, asegurándose de poder hacer los movimientos precisos en caso de que fuera necesario.

Pronto se dio cuenta como se habían acercado a la Base Cinco ante el cambio de temperatura. Un calor tan grande que obligó incluso a que Andrea se quitara su chaqueta favorita. Mientras caminaban, Andrina intentaba mantener la respiración, epro era complicado ante un lugar tan cerrado del que daba la sensación que las pareces se cerraban cada vez más.

—¿Primera vez que pasas por túneles así de pequeños? —preguntó Sigilo.

—Pasé por túneles con el coche que conducía mi familia, pero... eran muchísimo más grande y espacioso que esto. Esto son como cuevas hacia alguna mina —respondió Andrina.

—Más o menos es lo que estamos haciendo. Los documentos como tal están en una zona subterránea. ¿Por qué crees que en la Zona industrial había minas?

—Por los materiales...

—Y por los documentos —añadió Sigilo.

—Parecen muy importantes —murmuró Andrina, frunciendo el ceño.

—Te da la oportunidad de ser dios, aunque no es tan fácil cuando tienes que ser de raza pura para modificar, crear o borrar lo que quieras. Aparte, los documentos no solo te dan esa ventaja, sino que también se deben actualizar.

Andrina frunció un poco el ceño.

—Creo que lo entiendo. Dependes de tu energía para que se escriba todo lo nuevo que hay en el planeta, ¿no?

—Exacto —respondió Sigilo con una sonrisa calmada.

«Como un... ordenador», pensó, tragando en seco.

Siguieron avanzando hasta que pronto los túneles pequeños se terminaron y pudieron ver un grandioso pozo subterráneo cuya bajada tenía varias salidas. Se sentía cada vez más el calor. Muchos de ellos podían soportarlo, pero los más jóvenes y novatos les costaba un poco respirar.

Úrsula estaba a punto de hablar, pero el movimiento brusco de la tierra hizo que los presentes se apoyaran contra la pared o cayeran contra el suelo. Los pocos que pudieron mantenerse en pie, pudieron ver a alguien en lo alto de aquel pozo.

—¡Es Eni! —Quien lo identificó fue Milton, que no dudó ni un segundo en sacar su arma para dispararle.

Veloz, certero y sin titubeos, pero aquello no fue suficiente cuando Eni se movió a un lado para aparecer frente de ellos, apuntando con su mano izquierda. Andrina pudo ver a duras penas como el aire parecía envolver su brazo, como si quisiera lanzar un tornado para empujarlos de su objetivo.

Por suerte —si se puede decir así—, Andrea fue una de las primeras en darle un golpe con su mano derecha, dándole un puñetazo en su rostro. Si bien le acertó, no significó su huida, más bien se quedó quieto en el sitio y la agarró del brazo, sosteniéndola en el aire con una sonrisa burlesca.

—¿Esto es lo nuevo que habéis traído? ¿Una inútil sin cabeza?

El líder, de unos treinta años, poseía un parche en su ojo derecho. Su cabello negro desenredado combinaba con su chaqueta larga que llegaba hasta sus piernas, mostrando un aura de misterio y de gran poder que los demás detestaban.

—Supongo que queréis los documentos, pero me temo que eso ya está en nuestras manos. No es así, ¿Hain? —preguntó Eni con una leve risa.

—Tan fácil como esperábamos.

La voz de Hain sonó en la izquierda en lo alto. Este tenía una vestimenta similar a Eni, aunque tenía una parte de su rostro cubierta por una máscara metálica, dejando solo visible sus ojos.

Antes de que Eni pudiera hacer algo, Andrea apretó los dientes y soltó un grito lleno de rabia. Tal hecho le tomó por sorpresa al líder porque la electricidad que había recibido en su cuerpo hizo que la soltara. Andrea cayó hacia el fondo del pozo hasta que impactó en una de las rocas que Feys pudo mover a tiempo.

Ese momento de distracción vino de perlas para que los demás se movieran. Aerio se movió con rapidez para ir a por Hain. Dominik y Darey se movieron juntos para activar un combo que ellos mismos conocían. Úrsula movió sus manos para atar de los brazos a Eni, mientras que los demás apuntaban con sus armas al líder, o ayudaban a Aerio para conseguir los documentos.

De los pocos que no hicieron nada, fuer Renic y Sigilo, quienes se quedaron con Andrina al verse en medio de este desastre. De igual forma, tenían un plan para atacar a Hain y conseguir los documentos, pero esto no fue posible cuando el mismo líder chasqueó los dedos, inmovilizando a todos en el sitio.

—Eni, me apetece jugar a algo.

—Tomaste malas costumbres de cierta diosa.

—Pero me pareció interesante y quiero ver como funciona —contestó Hain, soltando una leve risa.

Andrina tragó saliva con dificultad, mirando de reojo a Hain, quien también la observó con cierto interés.

—Adelante entonces. Es todo tuyo —respondió Eni, mirándole con una sonrisa divertida.

Antes de que pudieran hacer algo, Hain movió su mano izquierda, apareciendo una caja en blanco que de pronto se abrió. Todos los presentes desaparecieron de inmediato. Hain sonrió como nunca antes de desaparecer también.

—Os pondré a prueba —anunció con una ligera risa—. Seréis mi entretenimiento, a ver que tal os lo pasáis dentro de mis retos.

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