Capítulo quince: Falsas apariencias

Sabrás bien quienes son. Recordarás bien sus rostros.

Una cara nueva. Un rostro nuevo. Una máscara. ¿Y por dentro? Destruído como nunca. Kamico no era capaz de mantener una sonrisa tranquila o hablar como si nada hubiera pasado. Le era imposible, y más cuando pronto salieron del hospital para irse con la familia de Andrea y Anais hacia Galicia.

Su hermana podría hablar y fingir que nada pasaba, pero él no sabía que decir o como actuar. Ahora mismo era tenía que hacer que nada había ocurrido. ¿Planetas? ¿Códigos? ¿Documentos? Eso no existía. No en la vida que hacía como humano.

Aunque seguía siendo humano... ¿no? Era la duda que más tenía presente, pero cuando miraba su brazo izquierdo, las ganas de llorar aparecían como nunca. En la tierra sería humano. Fuera de ella, no.

Y a lo mejor era una exageración lo que pensaba, pero no podía quitárselo de la cabeza con lo que acababan de vivir. ¡Todo fue bien! No había de qué preocuparse. Por el momento.

Oh, esas palabras las odiaba y tenía motivos para decírselo a si mismo cuando sabia que pronto volverían para irse a otro planeta. Rimerit. Ese nombre que se le había grabado en su cabeza. Daba igual donde estuviera, ese planeta estaba en una parte de su cabeza. Recordándole que ahí las cosas no serían nada tranquilas.

Aun con toda esa presión encima, intentó hacer como si nada pasara. Agradecía qu su móvil tuviera batería para poder escuchar música. Era poco común en él que no hablara con los demás cuando estaban en el coche, pero hoy necesitaba desconectar de todo. Hoy su hermana sería la voz que fingiría estar todo bien, eso junto a las hermanas.

En ocasiones las miraba de reojo y no podía evita preguntarse qué era lo que pensaban al respecto. Habían llegado al hospital, al menos ellos dos ya que las hermanas estaban en su casa. Una vez ahí, fingieron que nada había ocurrido. Recibieron el examen médico y les dijeron de que estaba "todo en orden".

«Todo en orden. ¡Si supieran como de desorganizada está mi maldita cabeza! —Cerró los ojos y respiró hondo—. Calma, Kamico. Todo bien. Todo está bien...»

Tras eso solo sría regresar a su casa con sus cosas. Nada grave. Nada inusual. Alma y Elías se aseguraban de que estuvieran bien y que no tuvieran cargar nada en el coche. Se encargarían todo ellos. Sí. Fue lo que hicieron. Y lo agradecía, pero quería gritar y hablar con alguien sin que nadie le mirara raro.

Pero eso no sería posible, ni si quiera cuando llegaron a su casa tras largas horas de viaje en coche.

Ver la ciudad de Lugo fue una mezcla de emociones que a Kamico no le dejaban descansar. Miraba de reojo a su hermana. Su humor no era el mismo que al principio y dejaba relucir una versión cansada y angustiada por todo lo vivido. Después vio como Andrea y Anais estaban con unos rostro más o menos similares, aunque Andrea era la que parecía aguantar, poniéndose música a todo volumen que se escuchaba de sus auriculares.

—Andrea, ¿cómo no te vuelves sorda con esa música tan alta? —preguntó Kamico en un murmullo.

—No sé, la verdad ni yo me lo explico, pero mejor para escuchar las canciones a todo volumen y mover la cabeza —contestó con una leve risa.

—Un día te vas hacer daño —murmuró Kamico.

—Bueno... —Le miró de reojo con una sonrisa pícara—. Lo dudo.

«Se me olvidaba, Solace le puede regenerar las heridas...»

Recordar eso hizo que tragara en seco. Dudas aparecían sobre cómo reaccionaría esa anomalía ante la vida que ellos tenían, pero a la vez se preguntaba que verdaderas intenciones tenía con ellos.

Dándole vueltas a todo, se dio cuenta que habían llegado a su casa. Kamico y Andrina no dudaron en salir del coche para recibir a su madre con un gran y cariñoso abrazo. Lágrimas caían de sus ojos mientras balbuceaban algunas palabras que no se comprendían del todo bien.

Después recogerían las maletas. Elena le agradeció todo lo que habían hecho la familia de Andrea y Anais, jurándoles que a futuro lo celebrarían con una cena amistosa. Tras eso, se despidieron para así volver a su hogar que tengo extrañaban.

—Oye mamá, ¿cómo está papá? —preguntó Kamico.

—Pronto saldrá del hospital. Ahora está bajo cuidado de vuestra abuela Luna —contestó Elena con calma—. En principio mañana saldrá y poco podrá volver al trabajo. Por suerte no ha sido nada grave.

Ambos hermanos respiraron aliviados.

—¿Y vosotros? Poco me habéis podido decir sobre lo ocurrido —preguntó Elena.

Kamico sentía que iba ahogarse ante esa pregunta, por suerte su hermana pudo responder a todas las preguntas como si nada hubiera pasado. Una sonrisa tranquila y gestos relajados, pero por dentro sabía que estaba aún llorando de miedo.

Cuando dejaron sus pertenencias en su habitación, se dirigieron al comedor para disfrutar de una buena cena que su madre les había dejado. Pizza. El olor a barbacoa entraba por sus fosas, despertando el hambre que no querían admitir a su madre.

—He estado en un hospital, sé lo insípidas que son las comidas —aseguró Elena con una pequeña risa.

—La verdad es que sí. Las veces que he probado su comida, ninguna me ha gustado —contestó Kamico, moviéndose por la cocina para preparar la mesa.

—No os preocupéis, mamá está aquí para salvaros —contestó con una sonrisa divertida, guiñando el ojo—. De paso, si queréis daros una ducha y poneros cómodos. Os vendrá bien.

Kamico miró hacia su hermana.

—¿Tú primera? —preguntó.

—Sí, que tú tardas horas —respondió Andrina.

—Obviamente. Hay que cuidarse bien, y más por todo lo que ha ocurrido —contestó Kamico con una sonrisa presumida.

Andrina soltó una leve risa para al final irse al baño. De mientras Kamico estaría ayudando a su madre en todo lo necesario, aunque realmente no era mucha cosa más que dejar que la pizza se hiciera sola.

Fue entonces cuando se fue al comedor a sentarse, mirando un poco su móvil mientras esperaba a su hermana. Distraído, pudo escuchar como su madre se iba de la cocina por un momento.

No supo bien cuantas horas pasaron, pero si supo que su madre había vuelto a revisar la pizza, tras eso, miró hacia él.

—Kamico. —Llamarlo hizo que despegara los ojos de su móvil—. ¿Estáis bien?

Esa pregunta hizo que frunciera el ceño.

—Sí, claro. ¿Por qué lo dices?

—¿Seguro? ¿No te pasó nada ni ocurrió nada raro? Me dijeron que estuviste varios días bajo tratamiento. Lo que te pasó en el brazo... no es algo que fuera fácil de solucionar.

Tragó en seco y rascó un poco su cabeza.

—E-Eh. Honestamente es algo que no sé que decir mamá. A mi me dijeron que estuve con los mejores médicos y que me trataron de maravilla. Todo lo demás es lo que ves. Este soporte para llevar mi brazo izquierdo y rehabilitación —explicó Kamico con una sonrisa nerviosa.

Vio como su madre le miraba con un rostro preocupado, analizándole de arriba abajo. Al final suspiró derrotada.

—Nos pondremos con la rehabilitación de inmediato. De eso no te preocupes. No te la saltarás ni un solo día.

«¿Y yo como finjo tener dolor en mi brazo?»

—E-Está bien, mamá.

Aun así, el rostro de su madre no se relajaba por nada en el mundo. Su mirada mostraba una clara angustia por la situación. No la culpaba, después de todo este fin de semana había sido uno de los más extraños que pudo haber, y más que no sabía.

Pronto se dio cuenta de que su hermana ya había terminado de ducharse y vestirse. La vio en la entrada del comedor, aunque su rostro no mostraba la calma que supuestamente debía tener.

—Ya puedes ducharte, hermano —contestó Andrina.

—¡Entendido! —Se levantó del sofá, yendo hacia el baño.

—No tardes demasiado, la pizza le queda nada —recordó Elena desde la cocina.

Kamico afirmó, y a punto de ir al baño, sintió como su hermana le agarraba del brazo.

—Creo que vio el destello —susurró lo más bajo posible. Kamico se quedó sin aire—. No estoy segura.

Los ojos de Kamico lo decían todo "¿es una broma?" Andrina negó con su cabeza.

—Dúchate. Luego lo hablamos mejor.

Ducharse... no iba a ser tan fácil cuando quería despejar su cabeza, no llenarla de más problemas.

Cuando su hermano terminó de ducharse, pudieron disfrutar de la cena, aunque no le paraba de dar vueltas a lo que había pasado antes de todo esto. Dejar el destello en su habitación no había sido buena idea.

«Mierda. Mierda. Mierda. Había dejado el destello en el escritorio y de repente lo vi un poco movido del sitio. Estaba tumbado a la izquierda, ¡no a la derecha! Lo ha visto. Lo ha visto».

No solía ser maniática, pero con algo tan valioso como eso sabía que no podía dejar que lo descubriera. Su cabeza no paraba de darle vueltas a todo a la vez que miraba de reojo a su madre. Miraba la televisión, como si nada hubiera pasado.

«Capaz... pueda hacer la pregunta si no me ha dicho nada. A lo mejor... son cosas mías. Paranoias. Sí, debe de ser eso».

Respiró hondo, miro a su hermano, quien comía con lentitud al no saber que pensar, para luego mirar a su madre.

—Mamá, una duda tonta. —Tragó saliva con dificultad. Su madre la miró con atención—. ¿Dónde compraste el collar?

Silencio incómodo. Andrina sentía que su hermano le estaba quemando la nuca con su mirada.

—No lo compré yo, hija. Sabes que es un regalo que viene de nuestra familia —contestó su madre con una leve risa.

—B-Bueno, ¿dónde lo compraste?

—¡Uy! Fue hace muchos años, en una tienda que había en Barcelona. Es posible que lo hayan cerrado y todo —contestó con una risa pequeña.

—¿Si le pregunto a la abuela sabrá decirnos?

Elena frunció un poco el ceño.

—¿Por qué tanto el interés?

«Eh. Mierda. ¿¡Y ahora qué le digo?!».

—B-Bueno, es que...

—¡Le quiere regalar un detalle bonito a un chico! —chilló Kamico levantando la cabeza de golpe.

Andrina le miró con unos nervios claros en su rostro. Elena soltó una gran risa.

—¿Ah sí? ¿Desde cuando te gusta un chico?

—¡N-No es eso! ¡O sea...!

—¡Sí lo es! —gritó Kamico, mirándola de reojo con un gran pánico que lograba camuflar—. Pasa que no lo ha admitido hasta ahora. Ha conocido un chico en el bar donde solemos quedar con Andrea y Anais. Lo vio de hace días, se compartieron el número y ahora son muuuuy cercanos.

«Te voy a matar como no funcione esa escusa, Kamico».

—Y recién me entero. ¿Cuándo me lo ibas a presentar?

Las mejillas de Andrina ardían como nunca ante la vergüenza que sentía.

—Yo, eh... Ah...

—Mamá, según dice ella, solo son "Amigos", ¿no es así, Andrina? —preguntó Kamico, guiñándole el ojo.

—Ya entiendo —murmuró Elena, soltando una ligera risa—. Pues no conozco ningún sitio donde le puedas hacer un regalo así de bonito, pero ya te digo que el de tu abuela es... imposible de conseguir. Si eso te puedo dejar algunas tiendas donde vendan collares con algún grabado bonito. Ya sabes lo que me refiero.

—G-Gracias mamá —susurró Andrina sin mirarla, aunque de reojo miraba a Kamico con cierta molestia.

Al menos sabía que su madre no le podía aportar nada de información sobre el destello. Y su abuela era complicado si estaba en la residencia.

Terminaron la cena y decidieron irse a su habitación para descansar un poco antes de irse a dormir. Cuando cerraron la puerta, Andrina miró a su hermano con los ojos entrecerrados.

—Un chico —repitió—. Claro. Como que nunca me he interesado en uno para que ahora lo haga.

—Pues no le tomaría por sorpresa, Andrina. No te has enamorado de ni un chico hasta ahora. Eso colaba más que cualquier cosa que fueras a decirle. Menos mal que te cubrí el culo.

—Pero ¿de verdad un chico? Es que le va a ser sospechoso —contestó Andrina, sentándose en su cama.

—¿Qué dices? Raro es que no te enamoraras de antes. Las chicas tienen miles de romances sobre los quince años y tu de aquella estabas enfocada en otras cosas —contestó Kamico, sentándose en su cama para mirarla.

—Andrea tampoco es que...

—¡Andrea tiene un poco distorsionada su realidad! Y sabes que, a parte de mí, le gustaban muchísimos personajes fic-ti-cios —interrumpió Kamico.

—No es tan raro si te pones a pensar.

—Maldita sea, Andrina. Le gustaban personajes que no tenían ni una apariencia humana. Sino... ¡yo que sé! Bichos raros —contestó Kamico, agarrando las sábanas para sentir la calidez de estas en su cuerpo—. Al menos mamá no sospechará nada, y dudo que haya visto el destello sino habría dicho algo.

—Tienes razón, es lo que estuve pensando en la cena —admitió Andrina, cruzando sus brazos—. Aun así, pregunté porque quería saber si tenía idea de donde lo habría comprado.

—Ya, pues me temo que tendremos esa duda a no ser que le preguntemos a la abuela, y sabes que está en la residencia para que nadie la moleste —contestó Kamico, soltando un suspiro largo.

—Podríamos visitarla y preguntarla.

—¿Le dirás de nuevo que te gusta un chico para que te diga la respuesta? —preguntó Kamico, alzando la ceja.

Andrina respiró hondo, siendo difícil tragar.

—Sacrificios grandes hay que hacer.

—Por dios, ni que fuera un sacrilegio que te gustara un chico —murmuró Kamico, rodando los ojos.

—No es algo que me interesara y la mayoría me parecen un dolor de cabeza. ¿Has visto cómo actúan la mayoría?

Kamico alzó la ceja y puso la mano derecha en su cadera, moviéndose a un lado.

—¿Me lo dices o me lo cuentas?

Andrina soltó una leve risa ante la reacción de su hermano.

—Cierto, se me pasa a veces.

—Pues no deberías, creo que soy uno de los pocos chicos del instituto que no actúa como la mayoría. Menos mal que en bachiller de artes son un poco más abiertos y distintos —contestó agarrando el móvil.

—Cierto... Mañana hay que ir a clases.

—Las cuales han empezado y a saber como vamos a ir —contestó Kamico, mirándola de reojo—. Tú vas a ir a bachiller de ciencias, yo de artes y Andrea repite segundo año de letras. A estas alturas su hermana menos la va alcanzar porque también hace bachiller de letras.

—Se pueden ayudar aun a malas.

—Recuerda que Andrea suspendió todo el año pasado —aclaró Kamico. Andrina abrió un poco su boca—. Y no sé si se va a centrar mucho teniendo... a esa cosa en su cuerpo.

—No lo hará —murmuró, rascando su cabeza—. No sé si nosotros lo haremos.

Kamico se quedó en silencio mirándola para al final negar.

—Por ahora no quiero pensar en eso, hermana. Necesito dormir una noche bien. Solo una.

—Está bien, Kamico —contestó, sonriendo con calma mientras se acostaba—. Que descanses bien.

Kamico le respondió lo mismo para luego apagar la luz de su habitación. Ambos estarían a sus cosas, aunque Andrina no paró de mirar el destello que tenía atado en su cuello.

¿Se había dado cuenta o no?

https://youtu.be/IS_kaU8teSs

Empezar las clases era algo que a muchos les generaba una gran pereza, pero era algo obligatorio a pesar de todo. Andrina y Kamico lograron madrugar a pesar del sueño que tenían encima para prepararse e ir al instituto.

La rutina de desayunar, vestirse y tomar el bus era algo que se les había olvidado, pero a pesar de lo malo creían capaces de retomarlo, no como otros.

—Qué coñazo, hermano —contestó Andrea, soltando un gran bostezo. Se encontraban en la entrada del instituto hablando—. Me desperté de mala gana con unas legañas horribles.

—Siquiera te las has quitado, Andrea —musitó Kamico.

—¿Ah no?

Andrea despejó de nuevo sus ojos. Kamico se dio cuenta que su amiga no era muy cuidadosa, aunque eso era algo que había visto un poco tarde. Mientras los dos conversaban como de costumbre, Andrina se fijó en como Anais estaba concentrada en algo que leía de su móvil. Curiosa, se acercó un poco a ella para ver que era, aunque de inmediato fue detectada por Anais.

—Ando mirando algunas cosas sobre terminologías que mencionó... ya sabes —murmuró Anais, de forma que ningún alumno o profesor hiciera caso, aunque a buenas horas de la mañana todos estaban a sus asuntos tratando de despertar.

—¿Quieres que te ayude en algo? Los primeros días no suelen dar nada interesante, a no ser que el profesor sea un poco exigente.

Anais puso la mano en su barbilla para luego sonreír.

—Te pasaré todo por privado. Cualquier cosa útil, dímelo. Yo también haré lo mismo, si no me llama la atención el profesor —respondió Anais.

—Eso te pasa por estar en primera fila frente al profesor. Así no puedes estar con el móvil mirando cualquier cosa —contestó Andrea con una leve risa.

—A diferencia de ti, los profesores me tienen en estima y me consienten algunas cosas. Mis notas excelentes no son en vano —respondió Anais un poco irritada.

Andrea chasqueó la lengua.

—Lo que sea. Este año pienso aprobarlo todo —aseguró Andrea.

—¿Con mi ayuda?

Kamico se contuvo la risa ante la respuesta de Anais. Andrina en cambio soltó una leve risa.

—Ya bueno. No será necesaria, es el mismo temario. Es solo empollar y soltarlo todo en el examen para luego olvidarlo —contestó Andrea sin importancia.

Anais rodó los ojos.

—Así no aprendes nada —musitó Anais para luego mirar a Andrina—. Cualquier cosa, no dudes en decirme. Responderé si es posible.

Andrina afirmó. Ante esto, pronto se fueron a sus respectivas clases. Al estar cada uno en distinta aula, tendrían que comunicarse por móvil si había algún problema, a la vez de que tendrían que estar al lado de alguien que no conocían.

En el caso de Andrina, tuvo la oportunidad de sentarse en la segunda fila al lado de la estufa. Según le aconsejaba Andrea "estar al lado de la estufa en invierno es un privilegio. No solo te calienta a ti, sino que puedes poner el bocadillo al lado de esta. Trucazo, ¿eh?"

Cuando el profesor entró en la sala, fue cuando el tiempo empezó a ir muy lento, o bueno, sería para algunos porque Andrina estaría atenta al móvil revisando las paginas web que Anais le había pasado.

«Son un poco raras y anticuadas. Estos mensajes son algunos del 2010», pensó Andrina, pasando el dedo por el móvil con cierta vagancia. Algunos de los comentarios los leía por encima, viendo que muchos podían ser perfectamente una falsa por como hablaban, aparte, algunos aportaban pruebas poco coherentes y modificaciones que no aportaban nada a Andrina.

Con cansancio, miró de reojo hacia toda su clase, viendo a su compañero de al lado tomar algunos apuntes y mirar a su móvil de forma discreta. Sutil manera de decir "sí profesor, te hago caso". Soltó un bufido, mirando hacia la ventana ante el día nublado que había en su ciudad, algo muy común de ver.

De pronto su móvil vibró, recibiendo un mensaje de Anais:

"¿Puedes revisarme este enlace? El profesor que me tocó es un señor que nos prohíbe tener el móvil en la mesa :("

Andrina respondió con rapidez para ver el enlace. Este era una página web de gente que investigaba casos inusuales sin resolver. Otro mensaje apareció de Anais:

"Busca Los Casos Incompletos de Teorías Imposibles". Ahí la gente habla de temas curiosos, y sobre un nombre que Adelfra, 35, Negatividad y 96 mencionaron".

Frunció el ceño, pero obedeció de inmediato. Al ver esa sección, se dio cuenta que había varios casos donde se mostraban fotografías de personas bastante jóvenes. El primero y más destacable, era de un nombre que le hizo abrir sus ojos.

Christel Amalga Rosi.

«¿¡E-E-Es h-h-humana?!»

No dudó en mirar el caso por completo, encontrándose con información que no dudó en hacer captura para enviársela a Anais. A su vez, lo iba leyendo por sus adentros el informe hecho por un usuario de internet.

"Este caso es uno de los que más me he obsesionado por como ocurrió todo. La joven chica de 25 años desapareció misteriosamente sin dejar ni un solo rastro. Se creyó que había tomado algún transporte, pero no hubo ni un solo registro disponible que la policía pudiera ofrecer. Su familia la estuvo buscando por años, ofreciendo incluso recompensas que llegaban a los diez mil euros o más. Nunca supieron nada sobre ella.

Los de su trabajo tampoco pudieron dar ni una sola pista, y de aquella era un poco complicado saber donde podía estar alguien. Hablamos de 1985, cuando la tecnología no era la más avanzada a diferencia de ahora. Así pues, nos encontramos con un caso tan inusual ocurrido en Inglaterra, aunque esto ha despertado teorías  que ha dado mucho que hablar. Muchos hablan de una posible abducción. En mi caso, considero que es algo que se relaciona mucho en los foros ocultos sobre las estrellas que "impactan" en la Tierra"

Se que es poco posible y que la información a día de hoy es nula, pero no me es posible que haya sido algún tipo de abducción teniendo en cuenta que muchos podrían haber sido testigo de ello, ¡incluso sus padres! Por ello mismo digo que debió ser algo más discreto. Mi opción más probable es la mencionada. Las estrellas.

A continuación, envío unas fotografías de la chica en cuestión".

Andrina no dudó en descargar una de las fotografías para ver como la joven se encontraba rodeada de sus padres. Con una gran sonrisa, la chica se veía posando junto al Big Ben, sujetando lo que parecía ser un título que presumía con orgullo. Acercando la foto, se dio cuenta que la chica estaba sacándose el curso de Ingeniería Aeroespacial y Astronáutica.

Los cabellos castaños combinaban junto a sus ojos. Vestía con una ropa bastante abrigada de colores rojizos, aunque era curioso ver como la joven tenía un collar que era la representación conocida del Ying y el Yang.

«1985 —pensó Andrina, tragando en seco—. Eso fue muchísimos años, y ahora estamos en el 2020. Dios santo, ¿desde tantos años atrás empezó todo esto?»

Dejó de mirar aquel caso para mirar el siguiente. Este apenas tenía mucha información, pero no le gustaba donde era el lugar que había ocurrido.

Andorra.

Uno de los lugares que Andrina pudo visitar en su niñez, o al menos era lo que le decía su hermano.

«El Caso de las Hermanas Harden Elian —leyó, sintiendo un escalofrío en su espalda. Sin dudar, le dio miró lo que ofrecía el enlace, encontrándose con el primer nombre—. Paiphire».

No le gustó para nada ver como la publicación enseñaba de primeras las imágenes de las hermanas junto a su familia. Mostraban también el hogar, pero eso no le tenía tanto valor para Andrina cuando veía a las dos hermanas. Dos polos opuestos. Una mostraba una sonrisa cariñosa, la otra mostraba un odio visible en unos ojos que parecían estar cansados de todo.

Respiró hondo para leer lo que la publicación ofrecía.

"Bueno, bueno. Este caso es uno de los más cercanos que he podido vivir. Quiero aclarar que yo he sido uno de los antiguos amigos de ellas, en especifico de la hermana mayor. Radow".

«Dios santo».

"El caso es que fui testigo de muchas de las cosas. Tuve acceso incluso a las imágenes y a la entrevista poco agradable que le hizo a la familia para hablarlo en el periódico. La verdad, los periodistas de esa época eran unos insensibles. Bueno, siguen siéndolo. Lo que importa realmente es que este caso es uno de los que me puso la piel de punta, pues ambas murieron bajo circunstancias que no me son creíbles.

No he parado de recibir palabras de mis compañeros diciendo que era un paranoico, pero no me tenía sentido como eran las palabras que relataban lo sucedido, menos por como Radow hablaba en ese momento. Todos aseguraban que el camión que atropelló a su hermana, había perdido la capacidad de frenar, ¡pero eso es imposible! Y aquí explico el porqué.

Comprendo que los camiones suelan tener fallos en los frenos, en especial en las bajadas donde deben ir en precaución cuando van por la carretera cuesta abajo, pero no me tiene sentido que un camión tenga fallo en los frenos en carretera llana. Y por si esto no fuera suficiente, el conductor aseguró que había sido examinado todo para poder viajar y transportar todo en dirección a Francia. Entonces, ¿cómo es posible que hubiera un fallo? ¿Acaso no hicieron bien la revisión? Porque de ser así, no he visto ningún tipo de denuncia al respecto.

Pero esto no es lo único extraño, y aquí quiero hablar más de Radow. Alguien que tuve la oportunidad de conocer antes de entrar en la Universidad.

Creo que nunca he visto a una chica que se preocupara demasiado por su familia, pero más por su hermana. Como tal, Paiphire sufría de un problema en sus piernas que no le permitía caminar bien, y su familia estuvo buscando la solución a ello durante años. Entre ellos, Radow era la que más insistía y buscaba por el remedio.

Ahora, se que mucho diréis "capaz a la menor le fallaron las piernas en ese momento" podría ser, pero no es algo que pienso cuando Radow mencionó unas palabras muy concretas en una grabación que se hizo en su momento para emitirlo en la televisión. ¿Saben que repetía?

Juro haber visto algo al lado de mi hermana".

La alarma de incendios sonó de golpe en el centro. Andrina dio un salto en el sitio y pegó un grito, provocando que todos sus compañeros la miraran de golpe ante esa reacción. Andrina miró a todos con una clara vergüenza en sus mejillas, viendo como el profesor la miraba.

—Ah, se me olvidó decirte... Hoy se hacía el simulacro de incendio.

«A buenas horas avisas».

Se levantó del asiento, aunque no dejó de mirar el móvil y con ello las imágenes. Tragó en seco y no dudó hacer capturas para enviárselo a Anais. De paso, si tenía la oportunidad, hablaría con ella sobre todo lo que había encontrado.

Salieron hacia los pasillos por orden. Ahí pudo encontrarse con Andrea, viéndose su rostro malhumorado por el repentino sonido. Después vería a su hermano, quien conversaba con unas chicas sobre varios temas que no hizo caso en ese momento.

Se quedó en silencio buscando a Anais, pero el repentino dolor de cabeza hizo que pusiera la mano en esta, quejándose por un momento y viéndolo todo borroso. Sus piernas no reaccionaban como querían, viendo como todo se volvía oscuro.

Para su suerte pudo recuperarse cuando sintió como la agarraban de inmediato. Le alivió mucho ver que era Andrea, aunque recibiera la bronca de los profesores por moverse cuando no debía.

—Tía, ¿estás bien? —preguntó Andrea, viendo como respondía a duras penas—. ¿Bajada de tensión?

—Puede ser. La verdad es que esta mañana no desayuné mucho —murmuró Andrina con cansancio.

—Deja a ver si te puedo acompañar en el baño.

Andrea trató de explicar la situación a los profesores. Estos al final aceptaron, viendo como Andrina era acompañada por su amiga hacia los baños. En su camino, se encontró con su hermano, mirándola con cierta angustia. Andrea le respondió de que todo estaba bajo control.

Ya en el baño, Andrea ayudó a Andrina a que se mojara un poco la cara.

—La virgen, Andrina. Estás muchísimo más blanca, parece que eres un fantasma —trató de bromear Andrea.

—No me encuentro nada bien, Andrea —musitó Andrina, siéndole difícil mantenerse de pie.

—Mira que es raro en ti que pase eso —contestó, mojando un poco de papel para pasárselo por la cara—. A la próxima desayuna un poco más y...

—N-No es eso, Andrea...

Sin previo aviso, Andrina cayó contra el suelo.

—Me cago en...

No dudó en tumbarla contra el suelo para levantar sus piernas. Si era una bajada de tensión, tenía claro que tenía que hacer eso, o al menos lo que le habían aconsejado. La mantuvo así, pero no veía ninguna reacción al respecto, lo que la obligó a dejar sus piernas y ver sus pulsaciones.

—¿Q-Qué...?

Iban a una velocidad anormal, como si hubiera pegado la mayor carrera de su vida, incluso peor. Andrea en ese momento no tenía claro que hacer, lo único que se le ocurrió fue avisar a los profesores.

Pero el primer paso hacia la puerta trajo la consecuencia de que esta se cerrara de golpe. Sin que nadie estuviera ahí. Como si algo la hubiera cerrado a posta.

«No me puto jodas. —Andrea miró de un lado a otro con atención—. Eh, Solace. Échame un cable, ¿están alguno de los tuyos ahí?»

No obtuvo respuesta de vuelta.

«¡Solace, ostia! ¡No me toques la moral!»

«Peor».

Andrea frunció el ceño.

«¿Cómo qu-»

Se giró de inmediato ante un ruido a sus espaldas, viendo como había visto algo que desapareció de inmediato. Andrea juró por un momento que el suelo parpadeaba en miles de colores, como si por un momento corrompiera el suelo.

—Me cago en dios. ¡Eh! ¡Andrina! —Andrea se acercó a ella, agarrándola de los hombros—. Necesito que despiertes tía. Aquí está pasando algo jodido.

Miró hacia la puerta por un momento, viendo como esta aun permanecía cerrada. A pesar de eso, no dudó en golpearla.

—¡Eh! ¡¿Alguien?! ¡¿Kamico?! ¿¡Anais?! ¡Necesito ayuda!

Una ligera risa se escuchó a sus espaldas, una que inmovilizó por completo a Andrea. Sus brazos temblaron como nunca, siendo incapaz de girarse, aunque una parte de ella deseara hacerlo para hacer frente a la anomalía que hubiera ahí.

Aunque Solace le había dicho que era peor.

«Solace, te pido que me ayudes, tío. ¿Cómo que peor? ¿Qué es lo que hay detrás de mí?».

No hubo respuesta. Andrea entró en pánico, cerrando sus ojso para al final morder la lengua. Respiró lo más hondo posible, girándose de golpe con un grito lleno de rabia.

Detrás suya no había nada.

Y la puerta había sido abierta de golpe.

—A-Andrea. —La voz de Andrina hizo que la mencionada se girara desconcertada—. ¿Qué haces gritando así?

Andrea se quedó en silencio, mirando a un lado a otro para luego fruncir el ceño.

—¿Es una broma?

—¿Eh?

—¿Me gastaste una puta broma?

—¿Qué broma, Andrea? Yo estaba en el suelo y...

—Fingías estar en el suelo, a mi no me jodas —interrumpió Andrea, respirando con cierta dificultad—. Mira, Andrina. Si tienes poderes, me alegra que hayas echo esta "demostración" pero no es divertido, no es...

—Andrea... ¿Qué dices? Yo no he hecho nada, estaba tumbada en el suelo y no recuerdo mucho lo que ha ocurrido.

No supo que palabras decir al respecto, solo vio como algunos de los alumnos se acercaban para ver si todo estaba bien. Al final Andrea chasqueó la lengua, dándole la mano a Andrina.

—Luego te explico todo, pero como no sea una broma... Me temo que hay algo más grave que solo anomalías.

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