Capítulo dos: Caótico.

No los confundas. No son lo que tú crees. Que todos lo odien, no significa que tú debas hacer lo mismo. Si lo haces, te arrepentirás.

Tampoco te culparía. Jamás lo haría.

«¿Un atraco? —En los últimos pensamientos, Andrina creía que había muerto, pero despertar en un hospital la hizo cambiar de opinión de inmediato—. No, no eran... ¿Qué eran?»

No eran figuras humanas, pudo ver con claridad cómo salían del suelo y tomaban aquella forma tan anormal. ¿Acaso la habían drogado y por ello vio eso? Era lo único lógico que se le pasaba en su cabeza, pero pronto se dio cuenta de que no era posible porque no había tomado nada, a excepción de la bebida energética que compró en el aeropuerto.

Siguiendo con eso, le sorprendió el hecho de al menos ser capaz de recordar el ataque que recibieron, seguido de unos gritos de alguien que al parecer los había visto.

Poco a poco sus sentidos reaccionaron. Presenció mejor los colores tristes de su alrededor. La camilla con una sábana fina y blanca que no le aportaba nada de calor. Los pocos muebles cutres de ese color blanco claro feo y ese olor químico característico de los hospitales. Todo esto provocó varios dolores que no sentía con anterioridad.

Como era normal en ella, pensó en exceso ante las preocupaciones, dejando que el miedo la inundara, aunque estos serían interrumpidos por un médico que pasó enfrente de la habitación. Su actitud seria y firme hizo que Andrina sintiera escalofríos, más al ver las pocas hojas que tenía en sus manos. Ante un suspiro largo, decidió explicarle todo.

Era... ¿Ilógico?

Habían sido atacados por unos atracadores, pero era extraño que aún tuvieran sus pertenencias, es más, pudo ver con sus propios ojos su bolso con su monedero, gafas de sol, llaves y su chaqueta en el armario que tenía para ella. Si eran atracadores, ¿por qué no robaron el dinero? No solo eso, los encontraron en un lugar que no correspondía.

Decían que ellos habían sido encontrados cerca del hospital. Eso no tenía nada de sentido porque haber estado en un bar que había cerca de La Rambla.

Andrina quiso gritar, pero por alguna razón su voz no salía como antes.

Tras la explicación que dio el médico, revisó una vez más el informe, viéndose la confusión en sus ojos, para luego decirle que había avisado a sus familiares, en concreto a sus primos porque tanto su madre como su padre no podían. Esto sorprendió a Andrina.

¿Por qué no podían venir? ¿Tan crueles eran los de la empresa? ¿O era que acaso a ellos también les ha ocurrido algo? Le causaba mucha rabia que el médico no le dijera la información que le hacía falta, pero le costaba mucho hablar en ese momento.

—Mis padres... —Trató de hablar Andrina—. ¿Primos?

—Sí, se llaman Andrea y Anais, ¿no? —preguntó el médico.

Andrina abrió la boca y los ojos, quiso negar, pero si lo hacía, pondría en problemas a las dos chicas que solo querían ayudar y que, además, habían ido hasta allá por voluntad propia. Pudo entender bien las palabras de Kamico cuando había dicho que Andrea era muy energética.

—Sí... ¿Padres? ¿Po-Por qué?

—Al parecer algo ha ocurrido algo que les impiden venir aquí, no han podido darme mucha información al respecto.

Andrina soltó unas pocas lágrimas consumidas por el pánico.

«Todo menos a mis padres, todo menos a ellos», pensó desesperada.

—Si me permite, tengo mucho que hacer, mientras tanto intente descansar si es que puede, señorita Andrina.

Se marchó dejándola sola con miles de preguntas y preocupaciones que provocaban una gran desesperación en su pecho. Deseaba moverse, deseaba irse, necesitaba su móvil, necesitaba llamarles, necesitaba saber cómo estaba su familia. Tampoco sabía que le pasaba a su hermano... ¿Por qué no está a su lado? ¿Acaso él está muy herido?

—Creo que debería explicarte todo —pronunció una voz femenina de tonalidad grave. Andrina gritó sin querer y miró de un lado a otro sin saber de dónde provenía la voz. Pensó que era un médico o una enfermera, pero nadie se había presentado en ese momento—. Vaya, ni siquiera me he presentado y ya reaccionas así. De verdad que los humanos os asustáis por todo.

Andrina cada vez entendía menos lo que ocurría, pero por un momento mantuvo la calma y pudo ordenarlo todo, viendo una sombra en un lugar que no correspondía en el armario que tenía enfrente. Aquella sombra tenía dos círculos blancos que parecían ser sus ojos.

—¡¿Q-Qué eres?! —preguntó Andrina, alterada. Antes de que la sombra hablara, volvió hablar—. ¡No! ¿Qué hago? P-Parezco esquizofrénica, n-no eres real.

—Esto va a ser más complicado de lo que esperaba —susurró y suspiró con cansancio.

Se acercó un poco y con cuidado, pero aun así logró ver el pánico en los ojos de Andrina, quien veía aquella sombra tomar una forma esférica en un estado que mezclaba lo líquido y lo sólido. No solo eso, aquella sombra poseía dos pequeñas manos de solo tres dedos

—No, no soy real. Para nada me esforcé en acabar con esas anomalías, llevaros a un sitio seguro y ver vuestra salud.

—¡¿Q-Que?!

Casi se ahoga ante esa información. Andrina intentaba buscarle lógica, pero su cabeza solo gritaba con desesperación: ¡No hay nada de lógico aquí, esto es un sueño!

—Me temo que para que me hagas caso y me creas tendré que explicártelo todo detalladamente —explicó en un tono no muy amigable—. Para empezar, mi nombre es Negatividad y no hace falta que te presentes, sé que te llamas Andrina y tu hermano Kamico.

Andrina se quedó boquiabierta, pero hacer eso le dolió, por lo que solo abrió los ojos y puso una mano en la frente. Todo le parecía ser una película. Sin aviso alguno recibió un repentino manotazo en la mejilla derecha, provocando que se quejara de dolor.

—Ahora que ves que esto es real, porque te he pegado y lo has sentido, te voy a explicar qué es lo que ha pasado —murmuró. Estaba quieta en el sitio a pesar de haber dado el golpe—. Lo que os han atacado son anomalías que he generado sin querer.

—¡En-Entonces tu eres la causante de todo! —reaccionó Andrina, apenas entendiéndose lo que había dicho.

Negatividad solo gruñó molesta.

—¡Déjame explicarme! —exclamó, pero al gritar sintió un dolor grave en su cabeza ante la luz de la ventana que iba apareciendo—. No tengo el tiempo suficiente para explicarte las cosas. —Se movió a una zona con menos luz—. Tu planeta está en peligro no solo por esas anomalías, sino por seres más poderosos de lo que te imaginas.

Escuchar esto causó que un gran escalofrío recorriera su espalda, ¿seres poderosos? Era lo que le faltaba por escuchar. Difícil le era asimilar que una esfera negra le estaba hablando como para que le dijera que hay mucho más que eso.

—Como fuisteis atacados por uno de ellos, me siento culpable y os salvé a ambos, os llevé al hospital lo mejor que pude y me encargué de que vuestra salud fuera la correcta.

—¿Gra-Gracias? —murmuró Andrina, sin saber qué decir.

—Pero aún quedan varios problemas —siguió hablando a la vez que ignoraba a Andrina—. Las anomalías, esos seres y tu hermano.

—¿Qué pasa con mi hermano? —preguntó Andrina con muchísima preocupación.

Negatividad se quedó quita en el sitio para al final suspirar.

—Pues no sé si sobrevivirá —admitió, viendo como Andrina respiraba muy agobiada y las lágrimas salían de sus ojos. Intentó moverse de la cama—. Relájate, relájate, no te muevas, no hagas eso. Te harás daño. Intenté ayudar como mejor pude. —Trató de calmarla como mejor pudo poniendo sus pequeñas manos en los hombros de Andrina.

—¿A-A qué te refieres? No, es-espera, aquí hay muchas cosas que no entiendo. —Respiró hondo, le costaba mucho hablar y se notaba en cada palabra que emitía—. ¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Más de catorce horas desde entonces —respondió con seriedad. Esto dejó helada a Andrina, más lágrimas salieron de sus ojos y con desesperación intentó buscar su móvil—. No, eh, quieta, te vas hacer más daño y te costará más recuperarte.

—¿Qué le pasa a mi hermano? —preguntó, temerosa.

—Las anomalías atacaron directamente en su pecho y le arrancaron el brazo izquierdo —respondió Negatividad sin ni siquiera medir el tono de sus palabras. Andrina quedó impactada—. Es normal que el médico no te haya dicho nada, no quería preocuparte.

—¿Morirá? —preguntó, atemorizada.

—No, claro que no, así que deja de ser una dramática.

Andrina se cabreó con ella.

—Mide tus palabras, es mi hermano.

—Y yo te he dicho que he intentado que sobreviva, ahora está en manos de los médicos —contestó Negatividad con un rostro más disgustado—. No es tan difícil de entender, lo único que no comprenderán es como su corazón bombea y esto es porque he gastado gran parte de mi poder para que sobreviva. ¡Por eso me ves en esta forma!

Andrina se quedó callada, esa sombra llamada Negatividad había hecho mucho por ellos a pesar de ser la causante indirecta de las anomalías. El arrepentimiento era evidente y Andrina suponía era una forma de disculparse.

—No solo trato de salvar la vida de tu hermano. —La sombra cayó al suelo, viéndose como la oscuridad que había a su alrededor parecía acercarse a ella, como si absorbiera el poder para tomar forma similar a Andrina—. Lo peor de todo es que intento salvar a todos estos humanos inútiles porque la tierra puede ser destruida.

—O-Oye ¿qué estás diciendo? ¿C-Cómo que destruida?

Escalofríos inundaron la piel de Negatividad, para al final negar con su cabeza.

—Problemas mayores que no tendrían que afectaros, no al ser esto un planeta desecho. Todo lo lógico que aprendí, carece de sentido con lo que he visto.

Tomó por fin una forma. Su aspecto era tenebroso al estar hecha de oscuridad, pero no era nada similar a aquellas anomalías que presenció, sino que tenía un aspecto imponente, uno que demostraba rasgos propios de las imágenes que veía en los libros de fantasía. ¿Cómo un elfo? Aunque no tenía esas orejas tan puntiagudas o esos rasgos tan bellos. Solo era una mujer que con su mirada podía hacer daño a cualquiera y que no parecía tener mucha compasión.

Vestía una camisa de mangas cortas con un símbolo egipcio en el pecho —el símbolo de Ankh— pantalones cortos con bolsillos y unas botas de montaña.

—Supongo que esto es humano, menos mi piel —supuso Negatividad mientras se miraba—. A lo mejor una chaqueta...

—Puedes usar la mía —propuso Andrina.

Negatividad la miró de reojo y luego el armario para abrirlo y tomar la chaqueta que mencionó.

—Perfecto. De paso ten. —Le dejó el bolso en los pies —. Busca tu móvil y llama a tus padres.

No dudó ni un segundo en tomar la correa del bolso para estirarlo y tenerlo en sus manos. Abrió la cremallera y agarró el móvil para llamar de inmediato a su madre. Esperó con paciencia la respuesta, pero nunca llegó. Se desesperó, llamó a su padre y un poco de esperanza la inundó en cuanto sí obtuvo una respuesta.

—¿Hola? —preguntó una voz desconocida para Andrina, esto la preocupó y empezó a temblar.

Negatividad la miró intranquila.

—¿P-Papá? —preguntó Andrina sin ser consciente de que hacía.

—Oh, ¿es la hija de Germán? —preguntó el desconocido. Andrina logró decir una respuesta afirmativa en un tono muy suave y apenas entendible, aún seguía llorando—. Me temo que tu padre no puede contestar ahora mismo, ha tenido un accidente grave mientras trabajaba y están atendiéndole, pero no se preocupe, su mujer, Elena, está con él mientras habla con unos médicos sobre lo ocurrido.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Andrina.

Negatividad tragó saliva con dificultad.

—No puede ser que haya llegado tan lejos —susurró Negatividad con temor, miró sus manos temblorosas—. No he hecho nada, solo he llegado al planeta, ni siquiera he usado mis poderes hasta hace poco.

—No lo sabemos muy bien porque nos han dicho muchas versiones de lo ocurrido, únicamente podemos decir que su padre estará bien y que no tendrá que estar mucho tiempo ingresado en el hospital ya que solo tuvo heridas graves en sus piernas, por suerte.

—¿Por suerte? —preguntó Andrina con sorpresa, mirando sin querer hacia Negatividad para susurrarle—: ¿Qué has... hecho?

—Solo he huido de ellas...

Tras unas pocas explicaciones poco convincentes por parte del médico, Andrina le pidió que informara a sus padres que también estaban en urgencias por un atraco. El médico se sorprendió bastante ante esta triste casualidad, pero prometió que informaría a sus padres en cuanto pudiera.

Al terminar la conversación, Andrina dejó el móvil a un lado, miró al techo con desesperación durante un rato y luego observó a Negatividad, mostrando seriedad.

—Mira chica...

—Andrina —respondió con un tono poco amigable. Negatividad se sorprendió al ver cómo la joven había cambiado de actitud en cuestión de segundos—. Tienes... Me debes muchas explicaciones.

—Lo sé —respondió arrepentida—. Siento mucho que le haya ocurrido eso a tu padre, pero posiblemente las anomalías le habrán atacado al igual que sus compañeros. Quieren expandirse como anomalías que son. Puedo intentar bloquearlo, pero hacerlo solo lo empeoraría, usar mis poderes solo lo empeora todo, así que necesito gente que sea capaz de hacerles frente. —Suspiró y le dio las espaldas a Andrina.

—¿Cómo las derrotaste?

—Con mis puños, no me hizo falta usar mis poderes ya que eran anomalías débiles.

—Entonces cuenta conmigo.

Las palabras de Andrina dejaron atónita a Negatividad. Al verla se dio cuenta que la ira y el odio eran claras en su rostro, pero le asustó ver cómo su alrededor podía ver algo que no pudo identificar, como si una fuerza anormal la rodeara. Era entendible lo que sentía, su hermano estaba en un estado crítico, a su padre en un estado parecido, y no quería que las cosas pudieran llegar a ser irreversibles.

—Ahora mismo estás débil, sin fuerza e incapaz de hacer nada, sola no podrás hacer nada —le recordó—. No puedo quedarme aquí porque debo cuidar de tu hermano, por ello he decidido llamar a Andrea y Anais.

—¿¡Có-Cómo?!

La puerta se abrió de golpe, mostrando a las hermanas. Para ese entonces Negatividad se volvió una con las sombras para marchar de ahí con cierta discreción, o eso parecía porque Anais se giró como si sintiera una luz parpadeante a su lado derecho, dejándola confundida.

—¡Andrina! ¡Menos mal que estás viva! ¿¡A quién le tengo que reventar la maldita cabeza?! —gritó Andrea mientras apretaba los dientes con tal de no llorar.

Salir de ahí fue demasiado fácil. Oscuridad. Eso era y se movía entre las sombras sin ser descubierta, yendo hacia la habitación de Kamico. Podía verle recuperándose progresivamente.

Había sobrevivido, pero no podía gastar mucho más poder, al menos ya había conseguido bombear su corazón con la luz que había en la sala, por ello dependía de esta como si fuera una planta haciendo la fotosíntesis, pero Negatividad era consciente que no podía dejarle así para siempre.

«No soy solo oscuridad —pensó, soltando un largo suspiro para al final negar—. Por alguna razón, también controlo la luz».

Admitía que el poder controlarla era curioso, pero tenía miedo. Era un ser oscuro, siempre lo había sido porque era lo que le habían enseñado.

«La luz me hace daño, pero no entiendo porque la controlo. —Suspiró, y luego miró a Kamico—. No puede estar así siempre».

Las cosas pintaban muy mal, necesitaba que ese corazón funcionara con algo que se generará de forma infinita o casi. Frustrada, decidió salir para sentir el aire fresco de ese mundo tan inusual.

Trató de buscar posibles soluciones mientras caminaba por las calles de Barcelona. Miró el cielo oscuro de la ciudad y sintió un tipo de nostalgia que la hizo llorar desde lo más profundo, agarrando su cabeza para al final negar.

No deseaba pensar en ellas. Debía de hacer justo lo contrario. No podía caer ante ellas. Mejor dicho, no podía caer ante ella, pero era complicado ante el dolor de cabeza constante que no le dejaba ni respirar. Liberarse, era complicado. No caer de nuevo, era lo peor.

En medio de esa oscuridad que la hacía chillar desde lo más profundo, un brillo alumbro su mente. Un recuerdo que la hizo abrir sus ojos.

—Tecnología... Arriesgado, pero eso es lo que puede ayudarle.

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