Capítulo doce: Pasado.
Estorbos. Siempre presentes.
Aquel grito no fue humano, era como un chirrido propio de una pizarra siendo arañada por las uñas afiladas de una mujer o como si miles de platos se rompieran en el momento. Se logró escuchar en toda la ciudad e incluso más allá, era seguro que varios Scursins de los profundos bosques lo oyeran. Eso sí, había aturdido a todos los guardias, tanto que incluso sus oídos sangraban.
Andrina puso sus manos en su boca al darse cuenta de lo que había hecho, pero no solo eso. Por alguna razón, su grupo salió inmune del daño. Debían aprovecharlo para huir.
Sin dudar, Renic agarró a Anais y Andrina para escapar del sitio. 35 le vio escapar y decidió seguirles.
—¡Seguirme! ¡Tengo un sitio ideal para escondernos! —aseguró 35.
Hicieron caso y le siguieron. Durante su huida, tendrían la suerte de encontrarse con Andrea, Negatividad y Kamico. Tal grito les había permitido ubicarlos y con ello seguir a 35, aun si algunos no lo conocían y temían de sus intenciones.
Tardaron un poco, pero al llegar, pudieron ver una casa que era bastante grande y muy bien cuidada para alguien que vivía solo. Sin dudar, 35 dejó que entraran a su casa, y tras eso, cerró la puerta con cierta fuerza.
Andrina observó la casa con detenimiento. Nada más entrar ya había unas escaleras grandes hacia el segundo piso donde estaban las habitaciones y los baños. En la planta baja estaba la cocina y la sala de estar donde todos fueron a sentarse en los sofás y sillones que había alrededor de la chimenea.
Tras unos minutos de silencio, Negatividad se puso de pie y decidió hablar:
—¡Bien! —llamó la atención de todos, viendo como la mayoría estaban sentados tratando de recuperar el aliento—. Aquí hay cosas que me he perdido y necesito explicaciones. ¿Qué ha sido ese grito? ¿Quién es él? —Señaló a 35—. ¿Y qué ha pasado?
—Mira —intervino Andrea, elevando su voz a la vez que se levantaba—. Quise entrar a la ciudad. Idea arriesgada, lo admito. El asunto es que, a punto de entrar, nos encontramos con un soldado y sacó un dispositivo raro que nos escaneó. Me detectaron teniendo una anomalía en su cuerpo y nos quedó otra que huir.
—Bien. Contigo puedo entenderlo, aunque fue una tontería querer entrar —respondió Negatividad.
—No teníamos otra opción. Los bosques no es que fueran muy seguros con esos espíritus.
—Scursins, y sí, lo entiendo —contestó Negatividad para luego mirar a Andrina—. ¿Y vosotros?
—Nosotros como tal no tuvimos ningún problema, conocimos a 35, que es el Iruin que nos ha dejado entrar a su casa —aclaró Andrina—. Como tal todo estaba en orden, pero cuando nos enteramos de lo ocurrido, fuimos a por vosotros. —De pronto, frunció el ceño—. Tú nos mentiste.
—¿Perdón?
—¡Las anomalías no se pueden controlar!
Vio como Negatividad soltaba un largo suspiro para al final afirmar.
—No. No se puede. Si mentí era para no asustaros.
—¡Mentir no hará que se solucione na-
—¡Eh! —gritó Andrea, logrando captar su atención—. Igual forma eso se ha solucionado. He hablado con la anomalía y hemos hecho como un pacto.
Los presentes miraron a Andrea. Estaba con los brazos cruzados como si nada hubiera pasado.
—¿Una alianza? No me lo creo. Las anomalías suelen ser muy injustas —contestó 35.
—Bueno, esta me ha dicho que quería una alianza porque estaba cansado. No sé bien que se refería, pero le he dicho que me lo demuestre, y por el momento es lo que ha hecho. Me ha curado unas pocas heridas y he podido noquear algunos soldados en mi camino —aclaró Andrea con una sonrisa confiada.
—Eso es imposible —murmuró Negatividad, mirándola con asombro—. Ellas sirven a...
—¿Errores? —interrumpió Andrea—. Sí, algo he escuchado, pero honestamente no he hecho caso a lo que decía. Solo quería que me lo demostrara.
Andrina sintió un escalofrío en su espalda, sin quitarle ojo a Andrea al verla en esa posición tranquila como si nada ocurriera.
—¿Sabes? Esto en parte es bueno —comentó Negatividad, cruzando sus brazos—. Puede que le saquemos información.
Andrea alzó un poco sus hombros.
—A mi me dijo que era una anomalía primeriza —respondió.
Negatividad soltó un suspiro largo.
—Entonces no le sacaremos mucho. Tendría que haberla matado si encontraba la oportunidad —murmuró un poco irritada.
—Pues me temo que no —contestó Andrea con una leve sonrisa—. Solace se queda.
Fruncieron el ceño alguno de los presentes. Solace al parecer iba a ser el nombre que le iba a dar a la anomalía. Entre todos ellos, Anais era la que más angustiaba se encontraba.
—Aun así, no quita que nos mintieras de esa forma. ¡Era un peligro! —reclamó Andrina.
—Ya me he disculpado por ello, Andrina, y ya dije que era para no asustaros —contestó Negatividad.
Las miradas de molestia no se hicieron esperar, por suerte no duraron mucho cuando Negatividad miró a otro lado con un suspiro.
—El asunto es que ahora estamos en una situación algo compleja por como han actuado los Iruins —comentó, mirando hacia 35—. ¿Se puede saber por qué?
—Son... temas complejos del pasado y que se relacionan con los Scursins —explicó 35, para luego mirar a Andrina—. Lo que me llega a preguntar sobre ese grito que has hecho. ¿Es un don que tienes? Porque es muy similar a lo que hacen los Scursins.
Andrina tragó en seco, pero al final soltó un suspiro, mirando hacia cada uno de vosotros.
—Yo... cuando Renic se marchó a por ti, estaba acompañada de una Scursin —admitió, para luego cerrar sus ojos—. Su nombre es Adelfra.
—¡Oh! ¿Es la que nos encontramos en los bosques? —preguntó Renic. Andrina afirmó—. Pensé que se habría alejado al dejarnos en el bosque.
—No, se metió en mi cuerpo. De hecho, aun sigue conmigo —admitió.
La sorpresa era presente, pero no habría durado demasiado cuando Kamico empezó a respirar con rapidez y dificultad. Andrina fue la primera en acercarse a él para tranquilizarle. Funcionó, pero no evitó las lágrimas de sus ojos.
—Lo siento, es que... es mucho por lo que procesar —murmuró, mirando a su hermana de reojo.
Negatividad soltó un suspiro ante esta situación para luego ver a 35.
—Creo que debería explicar un poco el porqué estamos aquí, si es que no lo han hecho de antes —comentó Negatividad.
—Me gustaría saberlo, ya que no es normal... ver a seres de la tierra aquí.
Tras una corta explicación, 35 comprendió un poco en que situación estaban cada uno de ellos. Los observó con los brazos cruzados para luego fijarse en Andrina con un rostro más serio.
—Andrina, ¿es posible que pueda hablar con Adelfra?
«Dile que no», pidió Adelfra desde su interior.
«Pero Adelfra, al menos inténtalo, es alguien bueno»
«Yo... Ahg».
Se dieron cuenta como Andrina había cerrado sus ojos, poniendo la mano en su cabeza. Al final se vio como abría sus ojos, mostrando la diversidad de colores que tenía en estos.
—¿Qué quieres?
A sus amigos les costaba creer que la voz de Andrina hubiera cambiado a una más dulce e inocente. Kamico, que estaba a su lado, la miraba con los ojos bien abiertos, siéndole difícil de reaccionar.
—¿H-Hermana?
—Está bien —aclaró Adelfra con calma—. No le pasa nada, es consciente aún.
Kamico no supo donde mirar. Solo puso la mano en la cabeza. En cambio, Andrea y Anais lo podían comprender un poco mejor, siendo Andrea la que estaba impresionada por una situación así.
—Bien, Adelfra. Lo que quiero comentar contigo es una posible solución a todo esto. Durante varios años esta guerra ha acabado en un resultado horrible del que hemos escarmentado, y más con lo sucedido con las anomalías. Sabes que no tocamos vuestros recursos.
Adelfra miró a otro lado con los ojos para al final suspirar.
—¿Quieres una alianza?
—Viendo como están las cosas a fuera, creo que sería lo ideal —respondió 35.
La incomodidad se vio en sus hombros tensos.
—Yo no soy nadie más que... una Scursin pacifista —aclaró Adelfra, sin mirarle aun—. Una que se podría considerar como una líder.
—Eso es perfecto, ¿no?
—El problema es Psychotria —respondió Adelfra, vio por un momento como Negatividad mostraba una tensión temporal en sus hombros—. Ella es la que causó ese desastre en vuestras ciudades. Yo en cambio me negué.
—¿Y no puedes hablar con ella?
—Puedo, pero no sé como lo harás tú con 97. Que yo sepa era quien deseaba destruir nuestro hogar —contestó Adelfra con cierta molestia.
35 rascó un poco su cuelo con un suspiro.
—Era, pero capaz podemos convencerle si le explicamos lo ocurrido. Mencionar a los dioses le pone muy tenso. Creo que lo sabes cuando Christel apareció aquí.
Negatividad tosió con fuerza, poniendo sus manos en su estómago.
—¡¿Christel?! ¿¡Cómo?!
—Sí... Christel estuvo en este planeta para luego desaparecer —respondió 35. Negatividad parecía que se le iban a salir los ojos—. Nos ayudó acabar con las anomalías, aunque el descontrol que tenía en sus armas casi hace que destruya la única ciudad que se mantiene en pie. Si marchó, fue porque desapareció con... ¿un destello? Creo que era eso.
—Es lo que dicen los rumores —añadió Adelfra en un tono más serio.
—Pero eso no tiene sentido —murmuró Negatividad—. Christel estaba en Claimia, al menos es lo que me dijo.
—Aclaro que lo que explico ocurrió muchísimos años atrás. Yo era un adolescente en su momento —aclaró 35.
Andrea miró de un lado a otro, alzando la ceja.
—Me estoy perdiendo. ¿Qué vamos hacer entonces? —preguntó Andrea.
—Lo ideal sería hablar con el líder de nuestra ciudad y que Adelfra convenciera a Psychotria —explicó 35, mirando a Andrea—. Con eso, mantendríamos una alianza y una paz. Así también un sitio donde podáis estar tranquilo y posibles aliados para vuestra lucha.
—¿Van aceptar algo así teniendo en cuenta que es un peligro muy grande? —preguntó Anais, cruzando sus brazos.
—Es un problema que nos involucra, y no es la primera vez que inconvenientes así hayan acabado con la esperanza en algunos planetas. Rumores como lo ocurrido en Claimia o Steinfall no pasan desapercibidos. Si conseguimos alianzas de aquí y otros lados, sería lo ideal para tomarlas por sorpresa —explicó 35.
—Pero con discreción —añadió Negatividad—. Aunque estén en otro sistema, no significa que bajen la guardia, y más si han visitado casi todos los códigos, dejando sus pequeñas molestias.
Adelfra se quedó en silencio, cerrando por un momento sus ojos. No estuvo así por mucho rato, es más, estaba hablando con Andrina.
«Es posible que tengas que venir conmigo».
«¿Por qué?», preguntó Andrina.
«Quiero hablar de algo con Pyschotria. Eres mi baza para hacerla convencer».
Andrina se quedó en silencio sin comprender, pero aceptó. Después de todo sabía que tenía que ayudar de un bando a otro.
—Bien. Entonces hay que organizarnos. Unos deben acompañar a Adelfra, otros a mi —aclaró 35, para luego mirar a Andrea y Anais—. Creo que lo ideal es que ellas dos vengan conmigo.
—¿No es arriesgado? —preguntó Andrea, alzando la ceja.
—Si, pero con la an... Solace, a tu lado, creo que podríamos hacerles ver que hay cosas que están cambiando. Creeme que lo tuyo es un caso que podría dar mucha esperanza.
—¿Tanto? Solo hice una alianza con un bicho feo.
Andrea sintió un golpe en su estómago que la hizo toser. Aun con ello sonrió con diversión.
—Tranquilos. Se ha molestado conmigo, pero es que es divertido como lo hace —aclaró con una leve risa.
35 alzó la ceja para al final cruzar sus brazos.
—Definitivamente es un caso inusual, Andrea. Estamos hablando de que serías la primera en aliarse con una anomalía —aclaró 35.
—¡Ostia! Que gracioso ¿no? Aparezco aquí y ya hago algo único. Empezamos de perlas —comentó con una risa ligera—. Va. Acepto.
35 miró a Anais. No le fue necesario decir nada al ver como afirmaba con su cabeza.
—Yo me gustaría estar con Renic y Andrina —pidió Adelfra—. Ya los conozco de antes, y creo que será un contraste ver a Renic, aparte de que vean la compatibilidad que tengo con Andrina.
—¿Te creerán? Los Scursin que hemos visto han sido muy agresivos —preguntó Negatividad.
—No se preocupe, Negatividad —intervino Renic de golpe—. Durante esta conversación he grabado todo. Creo que, si se lo enseño, nos tomarán un poco más enserio.
—Tío, eso se avisa, ¿no? —preguntó Andrea, alzando la ceja.
—Y que siga así —intervino Negatividad—. Es algo que quiero que tenga solo por si acaso.
Durante la conversación, Andrina vio como su hermana estaba en silencio sin dcir nada. Esto hizo que la culpa le azotara para mirar a Negatividad.
—¿Qué hará mi hermano? Creo que debería...
—Estará conmigo —interrumpió Negatividad, mirándole de reojo—. Quiero ver unas cosas de su brazo izquierdo. Si tal, nos reuniremos en un punto para que todos estemos presentes.
—Sugiero la segunda ciudad situada en el oeste. Es el punto mas cercano a los bosques —comentó 35.
—Hecho. —Tras eso, miró a Kamico de nuevo—. Contigo tengo que hablar, espero que te veas capaz de ello.
—C-Claro —murmuró Kamico sin saber bien que hacer.
Andrina no dudó en agarrar su mano para mirarle. El alivio se vio presente en su rostro.
—No me acostumbra verte con ojos multicolor, aunque sean muy bonitos —admitió Kamico sin saber dónde mirar. Andrina soltó una leve risa—. ¿Estarás bien?
—Claro que sí. Tú no te preocupes. Estoy con Renic y Adelfra, dudo que ahora sea peligroso todo lo que hemos vivido cuando vamos a negociar las cosas —contestó Andrina.
—Eso espero —susurró Kamico, mirándola con una angustia que no iba a desaparecer por el momento.
Dicho todo, los presentes se pusieron en marcha. Los únicos que no se movieron serían Kamico y Negatividad. Antes de que se marcharan, Andrina le miró por última vez, para así ponerse en marcha hacia los bosques.
Una vez que todos se marcharon, Kamico siguió a Negatividad para alejarse un poco de la casa, aunque se podía considerar más como una mansión propia de alguien jubilado que disfrutaba de la vida que le quedaba.
A su alrededor el suelo seco era presente junto al sol que hacía. ¿Acaso nunca se hacía de noche este planeta?
—Bien, Kamico. Dijiste que querías ayudar, ¿no?
La pregunta de Negatividad le tomó por sorpresa, mirándola con total atención.
—Sí, claro.
—Pues con palabras dulces y amables no vas a conseguir mucho, por desgracia, y tienes un brazo robótico que puedes usarlo para atacar —aclaró, cruzando sus brazos para mirarle con total seriedad—. Vas a tener que atacarme.
—Ni una mierda —contestó sin pensar. Negatividad alzó la ceja—. ¿Cómo voy hacer eso? Eres mi compañera.
Negatividad se quedó en silencio para sonreír con calma.
—Te haces amistades con bastante rapidez. Deberías ir con cuidado con eso. —Tras eso, miró un poco hacia su brazo izquierdo—. Y a tu contestación, me temo que no te quedará otra, sino seré yo quien lo haga.
—¿No puede haber otra forma? Andrea entrena con un saco de boxeo, podría hacer lo mismo —contestó Kamico. Negatividad negó con su cabeza—. Pues, lo siento, no voy a atacarte. Dime lo que te de la gana, pero si te considero como una compañera.
Negatividad soltó un breve suspiro.
—Así no vas a ganar la dureza que necesitas.
—No quiero ser un insensible, Negatividad. Entiendo que hay que ser duros en estas situaciones, pero contigo no tengo nada en contra. Me salvaste la vida, y puede que hayas mentido en esto, pero si fue para no preocuparnos, hasta lo entiendo —contestó Kamico, mirándola con el ceño fruncido—. No sé que has tenido que pasar para que tengas esa desconfianza, pero ya te aclaro que no somos como esas diosas que tuviste que hacer frente. Somos muy distintos.
Negatividad soltó un leve gruñido para al fin moverse, tratando de darle un golpe. Kamico se movió rápido hacia un lado para luego dar varios pasos hacia atrás.
—¡Eso no...!
Se movió rápido de nuevo, esquivando uno de los ataques a distancia de Negatividad. Tras eso, miró como Negatividad ajustaba bien la chaqueta para que la luz no le diera.
«Pues no me dejas otra».
Así pues, Kamico se movió en su dirección, pero no le fue tan fácil al tener que esquivar sus ataques. Varios de estos habían dado a sus piernas o brazos, y si bien se quejaba y frenaba sus pasos, no le impedía seguir con la idea que tenía en mente.
—¡No esquivas mal, pero yo quiero que ataques! —gritó Negatividad con dureza.
Kamico la ignoró y siguió haciendo lo mismo. No iba a gastar la electricidad cuando esta era su fuente de energía. Tenía otros planes y creía que era mejor usar lo que tenía.
«Espero que lo poco que me enseñó Andrea pueda servir».
Cuando se acercó a ella, intentó darle un golpe, pero no lo acertó. Negatividad se acercó a sus espaldas para intentar golpearle. Sin dudar, Kamico se giró de inmediato para agarrar su brazo y empujarla contra el suelo.
Un gesto arriesgado, pero al menos había funcionado hasta que vio como la oscuridad parecía salir de su mano izquierda. Kamico, sin pensar sus opciones, quitó la capucha de la cabeza de Negatividad.
El grito de dolor hizo que de inmediato se arrepintiera, poniéndole de nuevo la capucha. Se fijó en como parecía tener manchas blancas en su rostro.
—SI que te afecta el sol, tienes quemaduras.
—¡Es normal, idiota! ¡Es el primer planeta más cercano al sol! —gritó Negatividad, quejándose aun en silencio—. Eso fue rastrero de tu parte.
—¿¡Más que tú intentando pegarme?! ¡No me fastidies, Negatividad! Te dije que no quería pelear contigo, y menos si la electricidad mi fuente de energía.
El suspiro largo de Negatividad hizo que Kamico dejara de agarrarla para sentarse a su lado.
—¿Se puede saber qué te pasa? Entiendo que tengas que entrenarme, pero por dios, no de esta forma tan violenta —contestó Kamico.
Negatividad la miró de reojo para luego recomponerse y sentarse. Se miró las manos, viendo esas manchas blancas.
—No es fácil, Kamico. Ya te lo dije.
—Te afectaron demasiado esas diosas, ¿acaso te torturaron?
El silencio hizo que Kamico tragara en seco y luego rascara su cabeza sin saber bien donde mirar.
—Una de ellas sí —contestó Negatividad sin mirarle.
—Y-Ya veo... —musitó, para luego soltar un suspiro—. Nosotros no te vamos hacer eso.
—Lo sé, pero quiero prepararos para eso. Aun si no ayudáis, creo que tendríais que estar preparados mentalmente ante algo así de arriesgado. —Soltó un suspiro de resignación—. Mis avisos no son en vano, Kamico.
—Pero tú lograste escapar de ellas, ¿no?
—Porque me despertaron, aunque no fue de la forma más agradable posible. No quiero que a vosotros os pase eso —explicó, mirándole con seriedad.
Kamico afirmó con su cabeza, quedándose en silencio para luego fruncir un poco el ceño.
—Una de ellas es la que siempre te hace daño. ¿Y la otra?
Negatividad se quedó en silencio, mirando sus manos. Tras eso, observó a Kamico.
—Ya te dije que me creó. Ella es la diosa de la oscuridad, creadora de los Cutuis como yo —explicó Negatividad. Kamico abrió los ojos con asombro—. Sabía tratarnos bien y con cuidado, aun si teníamos que hacer las tareas rastreras de la otra.
—Parece que la tenías estima.
—Era su mano derecha, Kamico.
Kamico abrió un poco su boca para leugo apretar un poco los dientes con incomodidad.
—Ya... entiendo. Entonces no te fue fácil alejarte de ella porque...
—Porque quería hacerle ver que estar a su lado no le aportaría nada. Aun intentándolo, no me hacía caso. Era como si en ocasiones careciera de vida en sus ojos —explicó Negatividad, soltando un largo suspiro de frustración—. Lo intenté de mil formas, pero nada la hizo despertar. Eso, y que yo tengo mi memoria bloqueada por culpa de esa diosa.
—¿No hay forma de desbloquearla? —preguntó Kamico.
—Sí, mediante recuerdos, pero claro. No es que sea fácil recordar algo que no tienes acceso. ¿Entiendo? Es... como lo que le pasa a tu hermana, según me dijiste. Tu estás a su lado para hacérselo recordar. Yo no.
Kamico rascó un poco su brazo derecho mientras miraba a otro lado.
—Está complejo por lo que veo —murmuró con timidez—. ¿Y-Y no hay nada que te de una pista?
Negatividad le miró por unos segundos para suspirar.
—Al parecer la luz hace que me acuerde, pero a la vez me hace daño. ¿No es irónico?
—Ya... Un poco, y no creo que sea conveniente que te de la luz si eres como un vampiro.
—¿Qué es eso? Ya lo has dicho dos veces.
—N-Nada. —Kamico miró a otro lado avergonzado—. Nombres que hay en nuestro hogar. No te tienes que preocupar. El asunto es que tenemos que ver como conseguir tus memorias. Hay algo importante si esa loca te las bloquea.
Negatividad afirmó en silencio, levantándose del suelo con cuidado.
—Siento si he sido muy bruta.
—Bueno, peor que Andrea no es —admitió Kamico, levantándose del suelo.
—Ya me he fijado como actúa, no parece ser muy consciente de las cosas —respondió Negatividad, poniendo la mano en su barbilla.
—Es y no es —aclaró Kamico, Negatividad le miró con interés—. Fuimos pareja en su momento. Te puedo asegurar que dentro de esa cabeza hay alguien que le da vueltas a las cosas, pero finge que no pasa nada.
Negatividad frunció el ceño. Kamico se puso un poco nervioso.
—No preguntes porque fuimos pareja. Ambos fuimos idiotas y jóvenes, ¿vale?
Negatividad movió un poco las manos para luego soltar una leve risa.
—Sois totalmente lo contrario, pero está bien, no preguntaré —contestó Negatividad, para luego mirar a sus espaldas—. Por ahora, creo que será mejor ir hacia la segunda ciudad mientras ponemos en práctica algunas cosas. ¿Te parece?
Kamico afirmó con una sonrisa agradable.
—Sí. Sin problema.
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