Capítulo diez: Nuevos lazos.
Así que aquí es donde empezó todo. Interesante.
Su cabeza le dolía demasiado como para poder darse cuenta en que situación estaba. Solo sabía que se encontraba bastante cómodo bajo las sombras, aunque el frío le despertó de su pequeño descanso, encontrándose con los bosques que le dejaron sin palabras.
—Al fin despiertas —murmuró Negatividad a sus espaldas. Kamico se giró con una notable confusión en su rostro—. Llevas unos buenos minutos dormido. He tenido que vigilar de ti mientras investigaba lo que había en Suqueia.
Miró como encima suya tenía una grandiosa hoja que cubría casi todo su cuerpo. La agarró con cuidado para dejarla a un lado. Por desgracia esta se destrozó en pequeñas partículas.
—Oh... —Fue ahí cuando Kamico abrió sus ojos en demasía—. ¿E-Estamos en el planeta?
—Sí. Lo he dicho.
Se quedó en silencio mirando un punto fijo. Las pulsaciones de su corazón empezaron a acelerarse y no pudo respirar. Por suerte, Negatividad se acercó para moverle un poco sus hombros.
—Eh, no entres en un estado de pánico ahora mismo.
—¿C-Cómo que no? —Kamico la miró con dificultad, tragando en seco—. ¿C-Cómo quieres que no lo haga?
Negatividad lo miró con seriedad para al final suspirar.
—Ya, no estáis acostumbrados.
—¡Obvio que no! ¡Hay dios mío! ¡Es un planeta nuevo! ¡Estamos fuera de la Tierra y ni si quiera he podido conocerla entera para viajar a otro lado! —gritó, agarrando su cabeza para intentar calmarse.
Negatividad alzó un poco la ceja y negó con su cabeza.
—Estos planetas suelen ser más pequeños que el vuestro. Lo más probable es que podamos conocer toda Suqueia si nos levantamos y nos movemos.
Kamico se quedó en silencio con la boca un poco abierta.
—Voy a conocer todo un planeta antes que mi hogar. —Negatividad frunció un poco el ceño—. Capaz no me entiendas, pero... es mucho por procesar.
—Me hago una idea. He visto como funcionáis. Me sorprende que vosotros no podáis conocer otros países con tanta facilidad, que dependáis de esos transportes y del dinero —explicó, cruzando sus brazos.
—¿Acaso no funciona así en otros sitios?
—Dependiendo de donde vayas. Aquí, por lo que nos rodea, lo más probable es que tu única forma de conocerlo es a pie.
Comprendió sus palabras ante el inmenso bosque que lo rodeaba. Se quedó en silencio con los ojos bien abiertos hasta que al final agachó la cabeza para ver a Negatividad con su rostro impasible.
—Tu falta de reacción me preocupa. ¿Tantos planetas has visitado? —preguntó Kamico.
—Sí, algunos.
—¿Y no te sigue sorprendiendo ver uno nuevo o no tienes alguno que te guste?
—Kamico, no es algo que piense con todo lo que he tenido que pasar —admitió Negatividad con el ceño algo fruncido—. No sois como algunos que deciden ignorarlo todo.
—Eh. Oye, no todos lo ignoran, algunos intentan descubrir lo que ocurre, pero no es tan fácil —explicó Kamico, levantándose del suelo. Negatividad también lo haría—. Y entiéndeme. No es... fácil de procesar esto. Es la primera vez que salgo del planeta. Los demás también.
Negatividad afirmó un poco con su cabeza para luego cruzar sus brazos.
—Está bien, pero no quiero perder más tiempo. Puedes mirar, sorprenderte y lo que quieras, pero avanzando.
Kamico entrecerró un poco los ojos, pero al final no le dio importancia y siguió a Negatividad.
«A lo mejor le cuesta expresarse o... no sé. Es algo rara».
Se quedó un rato fijándose en ella. Era tan complicado de asimilar que era un ser de otro planeta. Un alienígena, pero no como lo mostraban en diversos lados. Este parecía ser más distinto a como lo tenía percibido. Se atrevería incluso a relacionarlo con algún ser poco común visto en los libros de fantasía, pero no quería comentárselo porque la molestaría.
Aunque si tenía intriga en algo.
—Negatividad, ¿tú que raza eres?
Esa pregunta la obligó a frenarse y mirarle. Kamico empezó a balbucear palabras.
—¡Eh! O sea, yo. —Se señaló—. Soy hu-ma-no ¡¿s-sabes?!
—No soy imbécil, Kamico. Se que eres humano —contestó Negatividad. La vergüenza impactó en las mejillas del chico—. Soy... una Cutuis.
Kamico se la quedó mirando en silencio.
—No tienes ni idea de lo que es —supuso Negatividad, entrecerrando los ojos.
—No. Ni idea. Suena algo en mi idioma natal. Una mezcla rara de palabras.
Negatividad soltó un largo suspiro.
—Soy un ser perteneciente a la oscuridad. Eso es ser una Cutuis —aclaró, dándole la espalda para continuar.
—¡Oh! Entonces vienes de la oscuridad. Qué... tenebroso, ¿no?
Negatividad no le dio ni una respuesta. Kamico tragó en seco.
«Estoy quedando en ridículo».
Cuando pensó en callarse la boca, vio como su compañera frenaba sus pasos de nuevo.
—Más o menos —respondió, mirándole de reojo—. Si soy honesta, Kamico. Es un poco complicado para mi hablar sobre mi historia.
—¿Y por qué?
—Porque la gran parte de esta ha sido olvidada por culpa de esas dos diosas que mencioné. No sé quién soy —admitió Negatividad.
Kamico abrió la boca en asombro.
—¡A mi hermana le pasa lo mismo! Bueno, no tan así. Digamos que se le olvida mucho las cosas y tengo que estar recordándoselo todo el rato.
Negatividad cruzó sus brazos.
—Algunos tienen suerte, supongo —murmuró para luego seguir caminando.
Kamico la siguió para quedarse a su lado, mirándola para luego soltar un suspiro nervioso.
—Yo podría... —Negatividad frenó sus pasos para mirarle de reojo—. E-Eh...
—¿Ayudarme? —Kamico afirmó ante su duda—. Lo dudo.
—B-Bueno, hay que intentarlo, ¿no?
—Kamico, estamos hablando de una diosa que aun me puede hacer daño como me encuentre. Y recordar no es tan fácil. No sé cómo comparártelo para que lo entiendas, pero es más o menos como una adicción.
Kamico se quedó en silencio para parpadear varias veces.
—¿Su poder es como un tipo de droga? —preguntó de forma ingenua. Negatividad ladeó los ojos a un lado—. Al menos lo entiendo así. ¿Por qué no me lo explicas un poco mejor?
El suspiro de Negatividad hizo que Kamico se temiera lo peor.
—Controla a los demás —respondió, viendo como Kamico la miraba con atención—. Es como un títere que controla los muñecos. Puedes alejarte y conseguir ser libre, pero una vez que te encuentras con ella, caes de nuevo porque al parecer, tiene los recuerdos y tus puntos débiles.
—Juega con la mente. Entiendo —susurró, poniendo la mano en la barbilla para sentir un escalofrío en su espalda—. E-Esto... no pensaba que era tan complicado.
—Pues ni si quiera te hablado de su compañera. Ella fue quien me dio la vida.
—¿¡AH?!
Deseaba saber más del tema, pero Negatividad no parecía ser muy participe de la conversación. Kamico lo entendió de inmediato, callándose la boca, pero con miles de dudas sobre cómo era posible todo esto.
Siguieron avanzando por los bosques, notando como las hojas poco a poco se volvían más rojizas. Esto no le gustó nada a los dos y se vieron obligados a acelerar un poco sus pasos.
Había que admitir que Negatividad corría muchísimo más rápido. Le sorprendía como ya había agarrado unos metros de distancia. Kamico no podía hacer mucho más, aparte de que no le gustaba el ejercicio, nunca vio la necesidad de correr hasta ahora.
«Las palabras de Andrea me están dando en todo el karma», se quejó en silencio, pero sin parar de correr, menos cuando escuchó a sus espaldas como varias hojas se sacudían bruscamente.
Quería correr como nunca, pero sus piernas le pedían un descanso, aparte, no era precisamente cómodo correr con unos tejanos puestos. Kamico se veía obligado a girarse para ver desde la lejanía una figura que se acercaba a él a gran velocidad.
Las pulsaciones de su corazón se descontrolaron y las lágrimas aparecieron en sus ojos. No supo que hacer, menos cuando vio como esa figura espiritual movía sus brazos para lanzar fuego de estos. Tal hecho le tomó por sorpresa y chilló como nunca para luego tirarse a un lado.
Impactó contra el suelo y miró de que no estuviera nada quemado. Aun le costaba creer lo que acababa de ver, pero no iba a ser lo único cuando vio a ese espíritu acercarse. Le apuntó con sus brazos, listo para atacarle. Kamico intentó levantarse, viendo como ese ser soltaba el fuego como si fuera un lanzallamas. Para su suerte, pudo esquivarlo, aunque también tuvo ayuda de alguien.
—N-Negatividad...
Su compañera había creado un escudo de oscuridad, bloqueando el fuego. No era del todo eficaz al ver como el fuego iba consumiéndolo todo, incluso llegaba a su piel, pero, ¿lo curioso? La quemadura le dejaba manchas de luz de colores amarillos y blancos.
—¡Corre! ¡Maldita sea!
Empezó a correr como le mandó, pero miró hacia atrás para ver como Negatividad juntó sus manos tirar el escudo de oscuridad y encerrar al espíritu en esta. Al conseguirlo se alejó a la mayor velocidad posible para agarrar de la mano a Kamico y salir de ahí a la mayor velocidad posible..
Fuera de peligro y ya fuera del bosque, Kamico se tumbó en el suelo desértico.
—¿Acaso no t-tenéis...? Dios, aire, por favor —tartamudeó Kamico.
Negatividad lo miró de reojo para luego soltar un suspiro largo.
—Veo que no has entrenando nunca, ni si quiera para correr. —Kamico no dio una respuesta, aun recuperaba la respiración—. No te culpo, en su momento tampoco sabía correr hasta ahora.
Kamico puso las manos en su frente a modo de secar el sudor. Negatividad se quedó mirándolo para cruzar sus brazos.
—Levántate cuando puedas y mira a ver si tienes algún sitio oscuro o que no dé mucho el sol, por favor —pidió Negatividad.
Kamico frunció el ceño y la miró.
—¿Por qué lo dices?
—La oscuridad me da energía y la luz no. —Rascó la cabeza con cierta indecisión.
—¿El Sol te hace daño?
—Sí.
—¿Cómo un vampiro?
—¿Qué?
Kamico se alejó un poco de ella mientras se levantaba del suelo.
—Da... Da igual. —Una vez sentado, miró a un lado a otro para ver si encontraba algo hasta que vio su chaqueta. Se la quitó y se la dio—. Ten.
—¿Para qué me lo das?
—Tiene una capucha, eso podrá cubrirte del sol.
Negatividad dudó un poco en agarrarla, pero al final aceptó y se la puso. Le veía bastante amplia, perfecto para cubrir las partes descubiertas de su piel. Cuando se puso la capucha, miró hacia Kamico.
—Pareces una fugitiva —murmuró Kamico con una leve sonrisa.
—En parte lo soy, si vamos a mirar —contestó, mirando hacia su alrededor con un rostro serio. Kamico pensaba que los colores claros no le quedaban demasiado bien a Negatividad—. En fin, ahora que estamos fuera, vamos a buscar algún lugar seguro o buscar a los demás.
—Sí señora.
Negatividad le miró de reojo para luego cerrar sus ojos y soltar un suspiro.
—No digas esas palabras.
Kamico frunció un poco el ceño hasta que vio sus manos temblorosas.
—¿Puedo saber por qué?
—Me trae malos recuerdos.
Kamico, a pesar de no comprender bien el porqué, se conformó con la respuesta y decidió avanzar. Lo único que pedía en ese momento era que los demás estuvieran vivos.
No muy lejos se encontraban las dos hermanas. La situación no era la más tranquila de todas. Andrea corría a toda la velocidad que podía, sujetando a su hermana con sus brazos para escapar de los bosques, o al menos encontrar una salida.
Andrea no quería pensar en lo que había hecho. Si era honesta consigo misma, sabía que había cometido un error en tocar cosas que no debía, pero, ¿¡quién no iba a examinar todo lo que la rodeaba?! ¡Era mejor que en los videojuegos o en las gafas virtuales que había probado alguna que otra vez! ¡Era real! ¡Muy real!
Eso sí, con sus consecuencias graves, siendo perseguidas por uno de esos espíritus que, por suerte, dejó de perseguirlas cuando se alejaron de los bosques.
Al escapar, pudieron recuperar aire. Andrea respiraba a gran velocidad mientras miraba a lo que la rodeaba, encontrándose una ciudad más o menos estable cerca de donde estaban.
—Bájame ya, hermana —pidió Anais.
—Sí, voy —dijo Andrea algo distraída mientras bajaba a su hermana.
—Eres un caos, ¿lo sabes bien no? —se quejó. Andrea solo suspiró mientras ponía sus manos en los bolsillos de su chaqueta—. Por alguna razón sueltas la mano de Andrina, provocas que el destello no se estabilice, que Negatividad vaya a por el destello junto con Kamico y que Renic tenga que proteger a Andrina y tú a mí para luego separarnos en un planeta que no conocemos.
Mientras Anais se quejaba, Andrea miró hacia el bosque donde habían salido. Aun no se creía lo que acababa de pasar. No sabía cómo podía estar aún con vida.
—¡¿Me estás escuchando?!
Andrea rodó un poco los ojos.
—Me cago en la cona, Anais. ¿Cómo no voy a soltar la mano si estaba teletransportándome a un planeta?
—¡Pero dijo de no soltar la mano!
Andrea se mordió la lengua y soltó un suspiro.
—Mira. Lo sé, pero quería asegurarme de que estuvierais bien. Cuando lo hice, juro que vi algo raro en Andrina.
Anais cruzó sus brazos.
—Creo que todo esto es raro. A lo mejor era normal que ocurriera porque es... ¡un teletransportado dentro de una estrella! —Anais puso las manos en su boca—. Esto es otro nivel, ¿entiendes? Es como sí...
—Es como en un videojuego —interrumpió Andrea, desviando un poco la mirada.
—Tú asocialo a un videojuego, yo le estoy buscando la lógica, pero me es casi imposible.
—Magia, Anais. No hay más —contestó Andrea.
—Detrás de la magia debe de haber un orden.
—Así como un caos desastroso de narices como acaba de pasar ahora en los bosques.
Anais soltó un gruñido de frustración.
—No puedes tomártelo todo como si nada, Andrea. No puedes ir y saltar todo de golpe.
—De hecho, si puedo. En los videojuegos te dejan la opción de saltar diálogo. Y que alivio porque a veces es un tostón. Mucho texto.
Anais puso la mano en la frente.
—Deja, al menos durante cinco minutos, pensar en eso. Por favor te lo pido. Estamos... ¡Estamos en otro planeta!
—Nivel uno... —susurró por lo bajo. Anais frunció el ceño al no escucharla bien—. Sí, vale. Estamos en un nuevo planeta.
—Exacto, y ahora lo ideal sería buscar a los demás —sugirió Anais.
—O ir a la ciudad y pedir ayuda —añadió Andrea.
Anais se giró para ver la ciudad. Lo que había no muy lejos de ella eran edificios no muy altos, algunos incluso se estaban construyendo. Daba la sensación de que la ciudad acababa de sufrir un ataque por como habían zonas quemadas o suelo levantado.
—Peor que algunos pueblos de Galicia —bromeó Andrea.
—No estamos para chistes, hermana. ¿Crees que es buena idea ir?
—Desconocemos este planeta y no sé si dar vueltas como gallinas sin cabeza seria lo ideal —contestó.
—¿E ir a esa ciudad es lo mejor?
Andrea sonrió con confianza.
—Todo o nada. Yo apuesto al todo y a ver qué pasa.
Sin pensar, fue hacia la ciudad. Anais la había gritado para que frenara sus acciones, pero de poco sirvió hasta que logró agarrarla de la chaqueta. Andrea frenó en seco para mirarla.
—¡Andrea! Piensa un poco, por favor. No me creo que en los videojuegos siquiera uses la cabeza para situaciones complicadas.
—No, yo intento hasta que encuentre la solución.
—¡No tienes mil vidas conseguidas durante mil horas de juego, Andrea! Solo tienes una.
Andrea rodó los ojos con cansancio para soltar un gruñido y aceptar.
—Vale, hermanita. Vamos a jugar como los principiantes.
—¡Es lo que somos! Dios. Andrea. Piensa un poco. ¿Es que no me das cuenta?
Andrea se quedó en silencio, mirándola por unos segundos para luego desviar la mirada.
«Prefiero no pensar en ello, pero tú me haces las cosas complicadas, hermana. Pensar que estoy en otro maldito planeta solo hace que me dé aun ataque de nervios, y no lo deseo».
—Veo que algo si te das cuenta —supuso Anais, mirándola con atención—. No es buena idea ir ahí. No los conocemos, podrían ser peligrosos y a lo mejor...
—¡Eh! ¡Oigan! ¿¡Se encuentran bien?!
—Mierda.
Andrea casi se le escapa la risa ante el comentario de su hermana. Lo susurró lo más bajo posible para que no fuera escuchado por aquel sujeto que tenían cerca suya. Al verle, sintieron cierto repelús por el ojo que tenía en su cuello, pero eso no era lo más importante al ver su ropa similar a un militar.
«Este es el típico que te ayuda para luego desaparecer».
—Somos de otro planeta y estamos perdidas —respondió Andrea intentando sonar calmada.
—Oh visitantes nuevos —comentó asombrado para luego frenar sus pasos—. Claro que os puedo ayudar, pero antes necesito hacer una cosa.
Ambas se miraron para luego ver como el chico abría la palma de sus manos. Un láser rojo analizó a las chicas con lentitud. Tras unos segundos, vieron como su sonrisa desaparecía.
—¿Me dais un segundo, por favor?
—Claro.
Él se volteó, alejándose bastante de ambas chicas. Andrea se quedó mirándole en silencio, viendo como movía sus labios, hablando por lo que parecía ser un dispositivo móvil.
No entendía su idioma. Andrea se quedaba mirándole, frunciendo el ceño mientras sentía a su hermana acercarse a ella.
«¡Estúpida humana, me ha descubierto! ¡Huye!»
Hasta que esa voz de su interior hizo que abriera los ojos en demasía.
—Anais, corre.
—¿E-Eh?
No le dio tiempo a analizar lo que ocurría porque Andrea la agarró de nuevo como una princesa para huir de ahí. Lo malo, era que se había adentrado en la ciudad creyendo que ahí no sería detectada si se metía en las calles. Una idea demasiado arriesgada.
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