Capítulo diecinueve: Años de paciencia.

No, y menos con lo que se viene adelante.

No era fácil sentir calma cuando en la sala de reuniones parecía aparecer cada vez más y más Rieits. Andrina se escondía detrás de Renic, sintiendo las pulsaciones de su corazón ir cada vez a más. No fue que Jareth habló cuando entendió que ellos eran por lo menos unos nueve mercenarios junto a la ayuda de tres modificados y la líder. Trece en total.

—¿Modificados? —preguntó Andrina, mostrándose un poco a los demás. Aparte de Jareth y Feys, había otros usuarios que no identificaba, pero que tenían una edad parecida a Jareth.

—Es una historia larga de explicar, pero digamos que hay Rieits normales y con... "ventajas" —contestó Jareth.

—Que Gaia no te escuche decir eso. Sabes que ella no lo considera como una ventaja —habló Feys, cruzando sus brazos.

—Sabes que no lo digo a malas —contestó Jareth, mirándolo de reojo.

Feys rodó los ojos a un lado y luego se fijó en los demás. Andrina también lo hizo al encontrarse con algunos de ellos sentados en las sillas de la sala de reuniones, donde en medio había una grandiosa mesa de madera con varios papeles dispersos, migajas de comida y bolígrafos. La sala era oscura con una sola bombilla que en ocasiones fallaba, lo que creaba un ambiente tenebroso.

«Son demasiado raros, ¿por qué están aquí? ¿Quiénes son en verdad?»

Las dudas iban comiéndola poco a poco, al menos sentía cierta paz cuando veía a Renic mirándola con una sonrisa tranquila, asegurando que él la protegería. De igual forma, Andrina sabía que no estaba sola, sino que también tenía a Adelfra a su lado, aunque estaba demasiado callada para ser verdad.

Apunto de hablar con ella, alguien abrió las puertas. Un joven de unos dieciocho años que bostezó como nunca, ajustó su gorra y los miró a todos con cansancio. Este iba vestido con una ropa deportiva de colores rojos, sujetando un bate de béisbol

—A ver, espero que merezca la pena interrumpirme. Estaba durmiendo de maravilla —contestó el joven, acercándose un poco hasta que vio a Andrina. Su rostro perezoso despertó de inmediato—. ¿Y esta nueva chica?

—No es la única que está ahí. ¿Estás ciego, Sky? —preguntó uno de los hombres, en concreto el que carecía de pelo y tenía una altura de por lo menos dos metros o más. Era fuerte. Una voz grave, una similar a como hablaban los rusos y encima su rostro no parecía pasar a uno más relajado.

—Venga, Dominick. No me seas así, solo he preguntado.

—Tus preguntas no es que sean las más convenientes, niñato. La cagaste una vez con la líder. No lo conseguirás con una chica que ni si quiera es una Rieit —contestó otro hombre. Tez oscura, cabellos rizados y un parche en su ojo derecho. Este estaba... ¿bebiendo de una botella?

«¿Por qué este hombre habla similar a un escoces?», se preguntó, frunciendo el ceño.

Sky miró a al hombre por unos segundos para luego mirar a Andrina. Así repetidas veces.

—Arley, dime que estás bromeando.

—No ni poco, niñato. No es Rieit. Un cíclope como yo lo puede ver desde cincuenta kilómetros —contestó Arley, dándole un trago a la bebida—. ¿Y dónde demonios está la líder? Llevamos esperando una eternidad.

Negatividad soltó un bufido y miró a otro lado. Andrina la miró de inmediato y con sus ojos parecía decirle miles de cosas.

—No preguntes, Andrina —susurró Negatividad—. Son una panda de idiotas que no tienen miedo a morir. Eso es lo que son.

Andrina bajó un poco la mirada y antes de poder decir algo, las puertas se abrieron de nuevo. Abrió sus ojos de alivio al reconocer a Andrea junto a otras personas a su lado. Entre ellas, la líder que todos los presentes se alegraron de ver. Úrsula era el nombre que repetían todos.

—Pido silencio, no estamos para muchas celebraciones y ánimos —pidió en tono bastante duro. Los presentes se sentaron en la silla o se apoyaron en la pared.

«¿Acaba de callar a nueve hombres con tan solo esas palabras? ¿En serio?»

Vio como Úrsula se acercaba hacia negatividad para sonreírle con los brazos cruzados. De mientras, Andrina se acercó a Andrea para abrazarla aliviada. Quería hacerle preguntas, pero no era en la mejor situación posible cuando Úrsula pidió de nuevo su atención.

—Algunos de vosotros os acordaréis de ella. Es Negatividad, la Cutuis que nos encontramos y trató de atacarme —contestó, sonriéndole con cierta burla—. La verdad es que me alegra mucho verte aquí y que hayas hecho caso a mis consejos.

—Era lo poco que tenía en mis manos y lo aproveché, más con el destello que me diste —contestó Negatividad, cruzando sus brazos y sin mirarla.

Úrsula sonrió con calma para luego mirar a los que eran de la tierra.

—¡Bienvenidos sean, seres de la tierra! En esta situación poco conveniente, me presento. Soy Úrsula, líder de los mercenarios. Conocida como la que liberará a los Rieits de las órdenes de los Siete retrasados —contestó, soltando una leve risa llena de confianza—. Espero que vuestra llegada aquí no haya sido un desastre.

—En parte lo fue porque Sterling... Ya sabes como es —añadió Jareth con una leve risa.

—Tienes suerte de que no esté aquí, sino te lo recriminaría —contestó Sky con una ligera risa.

—Ese viejo sinvergüenza no me intimida. Que intente atacarme con su medio corazón. Le saldrá caro.

Úrsula aclaró su voz. Los presentes se callaron de inmediato. Andrina y Andrea no daban crédito a lo que vivían.

—Siento entonces las actitudes de Sterling. Es complicado a veces lidiar con él —habló Úrsula en un tono más calmado para luego mirar a los demás con un rostro molesto—. No estamos todos, ¿dónde demonios está Peyton, Sterling y Milton.

—El pirómano de Peyton dijo que ahora venía. Acababa de entrenar con su medio corazón —aclaró Arley, apoyándose en la mesa.

—Sterling dijo que se iba a dormir, pero le intenté avisar que había una reunión y que, si no estaba, te ibas a enfadar con él —siguió Dominick.

—¿Y Milton?

—Donde siempre —contestaron todos a la vez.

Úrsula soltó un gruñido de frustración para al final mover su mano derecha. Andrina y Andrea prestaron gran atención cuando se su mano aparecía la forma de su corazón, pero a su alrededor ocho elementos. Todos brillaban excepto uno, los cuales eran unas cartas que estaban destrozadas. Sin dudar, eligió uno de los elementos, los cuales brillaban en colores azules.

Al escogerlo, aparecería algo similar a un megáfono. Andrina no dudó en cubrir sus oídos, pero para su sorpresa, no escuchó nada, y eso que había visto a Ursula gritar unas palabras. Tras eso, escondió el megáfono y también su corazón, la cual había que decir que solo era la mitad de este.

—No deberían tardar en venir —contestó Úrsula, cruzando sus brazos.

—Oye, estoy ciego, ¿o uno de los elementos no le brillaba? —preguntó Sky.

—Obvio que no le brillaba —intervino esta vez Aerio, logrando que todos lo miraran—. A eso hemos venido hablar. No solo tenemos el problema de los Siete Retrasados de los Líderes, también tenemos a dos diosas que posiblemente vengan aquí.

Los ojos de Negatividad se abrieron de inmediato, aunque en sí no fue la única. La incertidumbre azotó, pero Úrsula no permitió que fuera a más.

—Daré toda la explicación posible —habló con firmeza, para luego mirar a Negatividad—, pero como tal, me temo que tendrás que agradecerme lo que he hecho, querida.

—¿Qué has hecho?

—Jugar sucio con esa diosa loca. Ha funcionado, pero a cambio casi muero y posiblemente venga aquí de nuevo.

Antes de que pudiera seguir explicando, las puertas se abrieron y aparecieron dos sujetos. Uno lo reconocía Andrina, era Sterling, el mismo que le había lanzado ese cohete. El otro suponía que era Peyton por la máscara de gas que cubría todo su rostro junto a la ropa que al parecer todos los mercenarios llevaban.

No tardaron mucho en que Milton llegara. Con su sombrero a un estilo similar a los que llevaban los cowboys y unas gafas de sol, mostraba su disgusto mientras se reunía con los demás.

Fue ahí cuando Andrina pudo verlos a todos. Hombres de distintas edades y complexiones. Unos más altos que otros, más corpulentos que otros. Sospechaba, que por su forma de actuar, cada uno parecía organizarse mediante grupos para así actuar como uno más o menos organizado.

—Bien. Escuchar bien entonces. Esto no es algo que nos lo tomemos a broma, aunque lo hagáis de costumbre —aclaró Úrsula, manteniendo la posición firme—. Ya sabéis lo que ocurrió hace meses atrás. La intervención en la zona Industrial llamó la atención de algunos líderes, y más al matar dos de ellos. Así que como tal, no son siete, sino cinco.

—Sí, pero al parecer se han hecho fuertes por esas dos diosas, ¿no? —preguntó Arley, dejando la botella a un lado.

Úrsula miró de reojo a Negatividad. Suspiró y explicó todo lo necesario de forma que incluso el grupo de Andrina pudiera entender.

Había que dejar algo muy claro, aunque ellos mostraran una fuerza y poderes impresionantes, los Rieits eran los más débiles cuando se hablaba de ceder su poder. Medio corazón, era algo que a muchos los asustaba. Un sacrificio para conseguir varios poderes.

—Creo que lo habéis visto antes, pero los Rieits tenemos la bendición de usar los poderes. Un máximo de cinco o seis, aunque a veces hay casos inusuales como el mío —contestó Úrsula con una leve sonrisa—. Dicho esto, esas dos diosas sabían de tal truco y se enteraron de los planes que tenían los cerdos de turno. Inconformes con la profecía de Frenso, creyeron que era buena idea tener esos poderes, pero sin sacrificio alguno.

Andrea frunció un poco el ceño.

—¿Y eso es malo?

—Sí, si hablamos de experimentos en el que torturaron a los Rieits... y si hablamos también de la manipulación que Pyschen quería darles para tener un ejercito que conquistara todo, y quien sabe si algo peor a futuro —contestó Úrsula con cara de pocos amigos—. Antes de que aparecieran esas diosas, hicieron miles de intentos, y consiguió tres resultados positivos.

Miró hacia su derecha y los mencionados se presentaron. Aerio, Feys y Gaia.

—El problema es que no es... un resultado perfecto porque es solo el uso de poderes elementales. Algo relacionado a tu persona —continuó Úrsula, soltando un leve suspiro.

—¿Mencionas que los poderes que obtienes al dar la mitad de tu corazón se relacionan a ti? —preguntó Andrina con interés.

—Sí. Por ejemplo, Sky es uno de los jóvenes que recién dio la mitad de su corazón. Lo suyo se basa en la deportividad y em habilidades extras que le viene bien en combate. Así es con todos. Los poderes te analizan para saber que es lo que puede venir bien a ti y con ello entenderlos con rapidez —explicó Úrsula, mirando hacia el mencionado.

Sky presumió de músculos... los cuales eran casi nulos. Andrina puso la mano en su frente y suspiró.

—El asunto es que, con ellos, los cuales son apodados como "Modificados" tienen sus poderes, pero no se relaciona con su identidad, sino con el control de una habilidad. Como tal, los líderes imbéciles jugaron con algo que no se debía tocar —aclaró Úrsula con una clara molestia—. Frenso dejó muy claras sus intenciones. Ceder la mitad de su poder no era solo venerarle, sino que también pedirle protección a Rimerit, pero los líderes no lo entendieron y se dejaron llevar por las ansias de poder y fortaleza.

—Así que estamos en medio de una guerra —concluyó Andrea, alzando la ceja.

—La chica de rojo lo captó rápido —contestó Dominick.

—Andrea, y sí. En sí toda esta situación me recuerdo a cierto videojuego —murmuró por lo bajo estas últimas palabras.

Andrina alzó la ceja.

«¿Cuándo no?»

—¿Y cuál es tu objetivo, Úrsula? —preguntó Negatividad con total seriedad.

—Conseguir los documentos, claramente —respondió con una sonrisa confiada—. Serán diosas, pero les puedo limitar el acceso a nuestro planeta.

Negatividad frunció el ceño.

—¿Sabes que tienen algún truco para romper eso? —preguntó Negatividad, cruzando sus brazos.

—¿Tanto poder tienen? La vez que las vi tenían la categoría de una Luz Impactante. Que yo sepa, alguien de ese poder no puede romper las normas de un documento —aclaró Úrsula.

Negatividad negó con su cabeza.

—Te digo, que tiene algún truco para ignorar eso —aclaró Negatividad, mirándola directamente—. Pudimos ir a un código donde solo tenía accesos los robots o cyborgs.

—¿Quién tendría un planeta así de asqueroso? —preguntó Gaia, cruzando sus brazos.

—Un perfeccionista obsesionado que no te gustaría conocer —respondió Negatividad, mirándola de reojo.

Gaia chasqueó la lengua.

—Aun no sé cómo no habéis destruido ese robot de ahí —murmuró Gaia con una clara molestia.

En la pantalla de Renic aparecieron varias exclamaciones e interrogaciones. Negatividad la miró directamente.

—El odio que tengas por los robots no se justifica con Renic. Lo vas a aguantar, aunque no te guste.

Antes de que su discusión fuera a peor, Úrsula dio una patada fuerte contra el suelo, uno que los presentes la miraron directamente y mantuvieron el silencio.

—Tiene algo... para romper con esas normas —retomó el tema Úrsula, mirando a Negatividad—. ¿Cómo?

—No lo sé, ese el problema. En sí, no recuerdo muchos de los trucos que tiene porque, ¡sorpresa! Aun tengo parte de mi memoria borrada.

El silencio apareció por unos segundos, o al menos eso parecía por como Andrea se giraba de golpe hacia uno de los mercenarios, frunciendo el ceño.

—Oye, el idiota de la gorra, intenta tú aguantar el control de una diosa. Seguro que tu no aguantarías ni cinco segundos —habló Andrea, mirándole.

—Tampoco es que pudieras tú —respondió Sky, mirándola de reojo—. Y aparte, tú podrías aguantar un poco más porque al parecer... ¡Tienes una maldita anomalía!

Qué incomodo se volvió en el momento que todos miraron a Andrea. Los ojos demostraban un claro odio que puso tensa a la chica. Andrina no dudó en ponerse en medio, cruzando sus brazos con una clara molestia.

—Tendrá una anomalía en su cuerpo, pero no os ha hecho nada. Ella es aliada y está dispuesta a hacer frente a esa diosa —aclaró Andrina.

Andrea se movió un poco, mirándola con cierta sorpresa, pero se mantuvo en silencio al ver esas caras que seguían juzgando.

—¿Cómo vamos a confiar en algo así? ¿Y por qué demonios alguien de la tierra se alía con una anomalía? ¿Es que son tan idiotas que no saben el peligro que suponen?

Negatividad estuvo a punto de hablar, pero Andrina dio una patada un poco fuerte contra el suelo.

—Es nuestro aliado si no nos ha atacado. Tiene sus motivos, unos que no queréis escuchar porque creéis que son seres sin vida, cuando al parecer si lo son si uno de ellos es capaz de pensar y tomar una decisión distinta a los demás —respondió con dureza.

De nuevo silencio. Los rostros expresaban diversas expresiones, pero la principal era la incertidumbre. Entre los presentes, Negatividad y Úrsula miraban con cierto interés a Andrina, pero al final soltaron un largo suspiro al darse cuenta que no iban a llegar nada así.

—Bien. Toca organizar ese desastre con todo lo que se ha dicho —habló Úrsula, notándose la paciencia en sus palabras—. La idea es que vayamos a por los documentos. Según pudo decirme Sigilo antes, estaban en la Base Cinco, en la Ciudad Abandonada de Rietai. Al parecer se tiene que ir a bajo tierra para conseguirlos, pero queda en claro que no seremos los únicos, ya que los líderes posiblemente sepan esta información.

—Solo es ir y darles una paliza. No será tan difícil, ¿verdad? —preguntó Sky.

Varios suspiros se escucharon.

—Niñato, a la próxima afina tus malditos oídos. Hasta yo borracho me entero mejor que tú —habló Arley.

—¿Cuándo no estás borracho? —preguntó Sky, cruzando sus brazos.

Úrsula negó con su cabeza para aclarar su garganta.

—Nos prepararemos para esa salida. Os quiero listos en menos de una hora. ¿Entendido?

Esas palabras tomaron por sorpresa a los presentes, pero se pusieron de inmediato manos a la obra. Muchos de ellos salieron de la sala para preparar las armas mientras que otros se quedaban en la sala de reuniones al estar ya listos.

Negatividad se quedó en silencio mirando a todos para luego dirigirla a Úrsula. Mostraba una sonrisa divertida.

—No me digas más. Quieres que ayude —supuso Negatividad.

—Obviamente. Tu y tu grupo serán un apoyo. Aparte, considéralo como una forma de pagar el favor que te hice y... los próximos que me pidas. Me imagino que si estás aquí es para mejorar a Renic.

—Entre otras cosas era para informarte de lo ocurrido, aparte de que algunos de aquí puedan despertar sus poderes —contestó Negatividad a Andrea. Tras eso miró a Úrsula—. ¿Qué has hecho con Pyschen?

Úrsula sonrió como nunca.

—Usé uno de mis mejores poderes. Juego Sucio. Es unas cartas que guardan el rencor acumulado. Digamos, todo lo negativo que hagas contra mí, será devuelto a futuro —explicó con orgullo—. El asunto es que de regreso a la Base Cuatro, nos encontramos con varios seres hechos de su poder. Los atacamos, pero nos dimos cuenta que estos se volvían en almas que iban a por ella. Le daban poder. Sin dudar, le usé el juego Sucio...

—Y funcionó —concluyó Negatividad.

—Más que funcionar. Le quité algunos hilos y la debilité un poco, aunque la consecuencia es que casi me mata. Su poder... desde la distancia es horriblemente peligroso. Pensé que estaría inmune, pero me equivoqué al estar vinculada a ese poder y con ello mi corazón —explicó Úrsula.

Andrina abrió los ojos como nunca, temblando al saber que el poder de esa diosa era muy poderoso, y más si estaba a tantísimos años luz. Supuestamente, en otro sistema solar.

—Entonces sabe que has hecho eso e irá a por ti —supuso Negatividad, cruzando sus brazos.

—Creo que más a por mí, irá más a por vosotros. Pronto sabrá lo que estáis tramando y no dudará en impedirlo. No es tonta, se informa de todo, siempre vigila —aclaró Úrsula.

Negatividad soltó un gruñido de frustración para luego mirar a los demás. Se quedó en silencio mirando todo para luego afirmar.

—Si te ayudo, me ayudarás en todo lo que te pida, ¿no? —preguntó Negatividad.

—Sí, pero sabes que no puedo ir con vosotros. No solo organizo y lidero a esta panda de cabezas huecas, sino que también protejo a todos los Rieits de este planeta a nuestra base subterránea. Aerio, Feys y Gaia pueden hacerse cargo, pero no de la manera que creo justa y necesaria.

Negatividad afirmó en silencio para luego mirar a los demás.

—No creo que haya problema, ¿verdad? Les preguntó.

Andrea fue la primera en intervenir, moviéndose con rapidez y emoción. Era obvio que había aceptado. Renic sería el segundo en aceptar, siendo Andrina la última, aunque con una clara angustia visible en sus ojos.

La respuesta positiva de todos hizo que Úrsula sonriera aliviada y con ello les pidió que la siguieran. No hubo objeciones, aunque en el camino, Andrina no paraba de darle vueltas a todo.

«¿Andrina?», la voz de Adelfra sonó con debilidad, logrando sorprender a la mencionada.

«¡Adelfra! ¿Qué te pasó?».

El silencio incómodo se hizo.

«¿Adelfra?».

«S-Sí, tranquila. C-Creo que estoy bien y he podido escucharlo todo. —Andrina suspiró aliviada ante esas palabras—. Aunque quiero pedirte un favor».

«¿Ah? Claro, dime».

Adelfra se quedó en silencio unos segundos para luego tragar en seco.

«¿Podrías parar de hacerme daño?».

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