Capítulo catorce: De confianza

Y sé bien lo que ha ocurrido en cada uno de ellos. Lealtad. Devoción. Lo he visto bien.

La tensión inundaba por completo lo hombros de Andrina. Estaban ya en el lugar acordado y los únicos presentes eran Negatividad y su hermano. El encuentro fue un poco incómodo, pero no hubo problemas de por medio más que la desconfianza que habría presente entre los Scursins hacia ellos.

En todo momento, Kamico se quedó a su lado. Andrina le miraba con una mirada tranquila, pero no era fácil mantenerla cuando debían esperar la intervención de los demás.

—¿Adelfra lo solucionó todo? —preguntó Kamico en un susurro.

—Sí, aunque tuve que ayudar un poco. Pyschotria se enfadó conmigo por ser una humana que contamina mi mundo, como otros más que hay dispersos —explicó Andrina.

Kamico rascó su cabeza sin saber dónde mirar.

—Parece que saben lo que es la Tierra.

—Sí, y no es que estén precisamente contentas. Hablan mucho de la Naturaleza como si esta tuviera consciencia —comentó Andrina con intriga.

—Es que la tiene —susurró Adelfra, logrando que ambos hermanos se sorprendieran—. Se la conoce por muchos nombres y siempre está consciente, o al menos lo intenta. Si no, cuenta con la ayuda de los que la sirven o los vigilantes de la naturaleza.

Kamico parpadeó varias veces sus ojos para luego poner la mano en su barbilla.

—No sé que pensará de nuestro hogar si tiene... consciencia —susurró, para luego respirar hondo—. Ay mi madre. Que estamos vigilados...

Andrina quiso calmarle, pero no pudo cuando pronto escuchó unos pasos que la hicieron levantar la cabeza. En medio de los escombros de lo que una vez fue una ciudad, se encontraron con varios soldados protegiendo a los que parecían ser los líderes por su vestimenta militar, pero no estaban solos, las hermanas y 35 estaban a su lado con unos grilletes magnéticos en sus muñecas.

«Un gesto en falso y todo se irá a la porra».

—Así que es cierto. Se presentaron —murmuró Pyschotria, acercarse un poco a ellos.

—Tampoco me esperaba verte aquí —comentó el líder, al menos el que parecía ser más maduro y paciente que los demás—. Al final te convencieron de hablar con nosotros.

—Necesario con todo lo que viene encima, ¿no?

Andrina veía sus rostros y era obvio decir que el rencor se palpaba ante un pasado sin resolver.

—Sí, y me alegra que hayas bajado un poco la cabeza. Esta será la primera vez que nos veamos sin pelearnos hasta la muerte.

—Solo el principio, no sabemos cómo acabará esto, 96 —aclaró Psychotria.

«Pyschotria, por favor. No me seas testaruda», pidió Andrina.

«Es complejo. Sabes cómo tiene el orgullo de alto», respondió Adelfra.

«Por dios, solo pido que esto no acabe en una guerra».

—No seas tan negativa, después de todo ambos sabemos en qué situación estamos —respondió 96 sin titubeos.

Pyschotria soltó un suspiro breve.

—Sí, puede ser —murmuró, para luego mirar hacia Andrea y luego girarse hacia Andrina—, pero no por eso voy a bajar la guardia con vosotros. Yo no olvido lo que habéis hecho.

—Dejamos en claro bien las razones.

—No justifica el trato que le habéis dado a la naturaleza. Sabéis como es de consciente y como reaccionamos nosotros, al igual que muchos podrían hacerlo. Y eso, que no habéis visto un vigilante de la Naturaleza —aclaró Pyschotria con severidad.

—Comprendo ese punto y es cierto que no hemos actuado con la prudencia que necesitábamos, pero tampoco habéis hablado con nosotros —respondió 96.

—¿Ibais a escucharnos? —preguntó Pyschotria, cruzando sus brazos.

—Solo era hacerlo y estaríamos atentos a vuestras peticiones. Venimos de otros planetas y siempre nos hemos adaptado porque nuestro hogar se destruyó —respondió 96 con palabras duras.

Andrina miró de reojo a Kamico. La tensión era presente en todo su cuerpo.

—Kamico, tranquilo. No va a pasar eso en nuestro hogar —susurró Andrina.

Kamico la miró de reojo. Su cara parecía decir, ¿segura que no?

—Destruido, claro —contestó Pyschotria, alzando la ceja.

—No pareces ser muy consciente de lo que ocurre en el sistema Ji.

—Pocos son los rumores que podido escuchar. Entre ellos, un planeta carente de natura. Todo tecnología —contestó con asco.

96 soltó un largo suspiro.

—No seré mentiroso, Pyschotria. Nosotros éramos de ese sistema en el código 016. Irtemia era el nombre por el que se conocía, pero este fue destruido ante una serie de eventos desastrosos en el que las anomalías, fueron participes de ello... aparte de una traición poco agradable por parte de Kersmark, el líder del planeta Roboie.

Andrina frunció el ceño.

«Ese nombre lo mencionó Negatividad. ¿Ese hombre es... así de cruel?»

—Como tal no nos quedó otra que adaptarnos al movernos de planeta en planeta, pero han sido muchos los que han sido destruidos o están siendo atacados. El más reciente, y el que está en boca de muchos, fue el código 006 —continuó 96.

—Pueden sobrevivir como dicen los rumores. Codece es una prueba clara de ello.

—Codece tenía la ayuda de algo divino, al menos es lo que aseguraron algunos curiosos que intentaron entrar y conocer el planeta —aseguró 96.

Pyschotria chasqueó la lengua.

—Entonces dices que habrías escuchado nuestras peticiones, ¿no?

—Siempre lo hemos hecho y hemos aprendido durante este tiempo lo que ocurre en estos dos sistemas. La hostilidad está presente en todos los lados y apenas hay aliados que sobrevivan —explicó 96, para luego mirar al grupo de Andrina y los demás—. Si ellos quieren detener esa hostilidad, al menos una parte de esta, estoy dispuesto a ayudar, pero creo que, para empezar, sería bueno una alianza en donde nosotros dejemos a un lado nuestras discrepancias y nos entendamos poco a poco.

Pyschotria movió un poco los ojos para al final girarse hacia Andrina.

—Adelante, Adelfra. A ti se te da mejor hablar de cosas pacíficas que a mi.

Andrina se quedó en silencio, esperando a que Adelfra saliera, pero no fue así.

«V-vas a ser mi voz, Andrina. Yo solo sé hablar Scur. Lo sabes».

«Ay mierda. E-Está bien...».

Dio un paso hacia adelante para ponerse al lado de Pyschotira. Fue ahí cuando dejó que Adelfra tomara el control, aunque siendo consciente de lo que ocurría.

—Mi nombre es Adelfra, soy aquella a la que muchos nombran como la líder del grupo más pacifista, a diferencia de Pyschotria —aclaró con seriedad, para luego mirar a su compañera—. Tuve una conversación con ella antes de llegar aquí. Ambas tenemos puntos claros en donde pedimos que no se abuse de la naturaleza y de lo que se ofrece.

—Entiendo. Eso no lo veo ningún problema. Se pedirá el permiso siempre que se vea necesario —respondió 96.

Adelfra respiró un poco más aliviada.

—Prosigo. La segunda, es que no se construyan más ciudades. Con una es suficiente. La expansión de esta se podría considerar —continuó Adelfra.

96 recibió una pequeña interrupción de los demás líderes. Con permiso y educación, pidió un momento para hablarlo. Adelfra no tuvo ningún problema, de hecho, lo aprovechó para hablar con Pyschotria y Andrina.

—Andrina. Tu hogar se caracteriza por ser ciudades a gran escala. ¿De cuánto estamos hablando?

—Joder, pues muchísimos kilómetros. Una bastada —soltó Andrina sin controlar su vocabulario, para luego rascar su brazo con timidez—. E-Eh. Estamos hablando de algo a gran escala y dudo que los Iruins lleguen a tal nivel. Aparte, se tiene que medir según como de grande sea vuestro hogar y como afecte ese a futuro.

—¿Crees que podrían llegar a una tecnología agresiva como en tu hogar? —preguntó Pyschotria con un tono poco agradable, aunque no era de desprecio, por primera vez.

—Según entiendo tienen naves, pero no sé si las crearon ellos o si se las cedieron. En caso de ser la primera opción, se tendría que ver de qué tipo de tecnología hablamos. No es lo mismo un planeta que otro y que recursos tienen. ¿Entendéis? —explicó Andrina, pero eso no calmaba las angustias de las dos líderes—. El asunto es... que no va a llegar a gran escala, y más si líder está dispuesto a comunicároslo todo. Os temen porque saben que un gesto en falso es destruir lo que necesitan.

Pyschotria sonrió con orgullo. Adelfra rodó los ojos al ver esto, mejor dicho, rodó los ojos de Andrina.

—El asunto es que vosotros tendríais que ver de formar una alianza más próspera a futuro, aunque eso no es algo que yo pueda decir en concreto —comentó Andrina, para luego mirar de reojo a Anais—. Quien si puede es ella, al menos aconsejar un poco, pero lo más probable es que 96 os diga más al respecto si hay alianza.

—Todo es ver lo que decide.

Tras las palabras de Adelfra, miraron hacia los tres líderes, quienes habían terminado de hablar. Los tres estaban de acuerdo, pero pidieron algo que a Pyschotria no le gustó del todo.

—¿Nuestra ayuda? —repitió Pyschotria, frunciendo el ceño.

—Creo que sería interesante que no solo nos ayudarais con algunas cosas, sino que también unamos fuerzas para amenazas que puedan venir. Somos un código, pero no quita que nos puedan atacar como ocurrió en otros sitios —aclaró 96.

«Tiene sentido con lo que ha vivido, y más si solo sois vosotros dos contra lo que se avecine», pensó Andrina.

«No sé cómo se lo tomará Pyschotria, por mi lo veo bien», admitió Adelfra.

Vieron como Pyschotria cerraba su ojo con un rostro que expresaba su clara molestia. Se quedó en silencio con los brazos cruzados para al final soltar un gruñido de frustración.

—De acuerdo, pero nada de engaños, líder. Aunque tengas mi ayuda, cualquier paso en falso es igual a tu mayor error. Sé que es lo que te duele, y no voy a dudar en usarlo si es necesario.

96 afirmó con calma.

—Entonces, ¿se forma esta alianza?

Pyschotria soltó un bufido para afirmar con su cabeza.

—Sí, la hay.

Andrina respiró lo más hondo posible para soltarlo con alivio. Pronto salió Adelfra para sonreír como nunca y sin previo aviso abrazar a Andrina. Un gesto inesperado, pero que le pareció tierno.

Su hermano se acercó, mirándola con una clara admiración al mantener la calma ante una situación tan tensa. Renic también se unió con ellos, indicando de que Anais, Andrea y 35 habían sido liberados.

Una vez el grupo estaba unido, vieron como Negatividad estaba un poco más alejada con los brazos cruzados, mirándolo todo en silencio para afirmar con una leve sonrisa.

—Nada mal —intervino Negatividad ante un largo silencio—. Al menos tenemos un planeta que estará dispuesto a ayudarnos en caso de emergencia. Parece que incluso los malos entendidos se están disipando poco a poco.

—La verdad es que ha estado interesante, epro algo aburrido —añadió Andrea. Anais rodó los ojos ante su comentario.

—Poco aburrido será cuando vayamos a Rimerit. Ahí posiblemente te diviertas mucho —aseguró Negatividad con una sonrisa divertida.

—¡Oh! Eso es lo que buscaba, ¡acción!

Mientras seguían conversando, Andrina se giró para ver como Adelfra y Pyschotria estaban aun conversando. Pronto vio como su compañera la señalaba, captando la atención del líder para que se acercara a ellos.

Su intervención hizo que los presentes lo miraran. Unos con una calma más notable que otros.

—Disculpen mi intervención, pero gustaría tener un intercambio de palabras con ustedes sobre temas que nos afectan, de una manera u otra —aclaró 96.

Los presentes se miraron con desconcierto para luego afirmar. El líder sonrió con calma, pidiéndoles que le siguieran.

Reunidos de nuevo en el Irinua, en el edificio esférico que era el ayuntamiento de la ciudad, los jóvenes pudieron sentarse en una amplia y cálida sala donde las paredes de metal estaban decoradas por diversos cuadros donde se podían ver a los tres líderes juntos o imágenes de lo que una vez fue su antiguo hogar.

No solo fueron recibidos con unas cómodas sillas, sino que también tuvieron la oportunidad de degustarlos dulces y bebidas que poseían. Andrea fue la primera en agarrar una de estas para toser con la boca cerrada ante el inesperado sabor que poseía. Igual forma, siguió bebiendo y probando.

Negatividad en todo momento se quedó de pie en el sitio, viendo como solo estaba presente el líder 96, ya que sus hermanos debían estar atentos a otros asuntos que involucraban a la ciudad. Miró a cada uno de sus compañeros, sintiendo alivio de que todos estuvieran bien sin heridas.

—Espero que se sientan cómodos aquí —empezó a hablar 96—. No será como en vuestros hogares, pero trataré de que estéis como en una.

—La verdad es que esto es como si estuviera en la casa de un rico, cosa que me conformo porque nunca estuve en una —respondió Andrea, manchándose la cara de lo que parecía ser nada ante un bollito.

Anais soltó un suspiro ante la actitud de su hermana, pero no dudó en probar uno de estos dulces. Kamico y Andrina se mostraron un poco más reacios.

—Según tengo entendido, ustedes son de la tierra, a excepción de Negatividad —continuó 96—. ¿Podría saber cómo ha sido su encuentro y todo lo sucedido?

Negatividad soltó un suspiro y explicó todo. 96 se mostró interesado en todo momento, después de la charla, puso la mano en su barbilla.

—Oí rumores de esas dos diosas —murmuró 96—. No sabía que tú tuviste el placer de conocerlas.

—Yo no le llamaría "placer" —murmuró Negatividad, entrecerrando un poco sus ojos—. Los rumores de ellas son todos negativos. Destrucción, control y odio. Esparcen una palabra de desesperanza y dominación. Hui de ellas por ayuda de otros, pero no puedo esperar a que todo se solucione como si nada.

—La situación no es que sea muy fácil si buscas unos aliados. En nuestro caso las cosas son relativamente fáciles y podemos aportar la ayuda que sea necesaria, pero no podemos asegurar de que esto sea así en otros lados—explicó 96 con seriedad.

—Lo sé. He sido testigo de algunas desgracias. Rimerit por ejemplo es uno de los afectados, pero los líderes que están haciendo ese mal no se asocian a las diosas, al menos no por lo que supe hasta que huí. En Mercado Extra-Sistema, las cosas no se han vuelto fáciles.

—Menos con la norma que hay impuesta —añadió 96.

Negatividad soltó un largo suspiro.

—¿Qué hay de los otros códigos? —preguntó Andrina.

—Se sabe que Tugia es un código que... está despoblado totalmente, pero persiste como planeta, y no debería ser así. Cuando un código no tiene seres humanos con vida, se transforma en un código muerto. Un lugar donde no hay forma alguna de repoblarla —respondió Negatividad.

—Hay que mencionar que ese planeta tiene una norma inusual. Solo se permiten entrar seres que sean de raza pura. No se permiten mezclas —añadió 96.

—Y eso es lo más extraño —murmuró Negatividad. Negó con la cabeza y siguió explicando—. Codece es uno de los planetas que tenía intención visitar, aunque con mucha precaución por los rumores que hay. Diversas razas viven y son muy fuertes al acabar con las anomalías sin temor alguno.

—Capaz de ellos consigamos alguna ayuda —intervino Andrea, mirando de reojo a Negatividad.

—Es probable —respondió. Pronto sintió un escalofrío en su piel—. Luego... está el código encadenado de Steinfall.

—¿Có-qué? —preguntó Andrea, frunciendo el ceño.

Negatividad no pudo dar una respuesta ante la presión que sentía en su pecho. Hablar de ese lugar era como si tuvieran atada y sellaran su boca. Una presión tan grande que la sometían a prueba a la vez que se burlaban.

—Código encadenado se refiere a una cadena de planetas pequeños. Esto ocurre cuando un planeta de gran tamaño se ve obligado a dividirse para que no se destroce ante "demasiada" información que debe procesar los documentos —aclaró 96.

Anais abrió la boca en asombro.

—Entonces ¿la tierra podría sufrir eso?

—Lo más probable es que sí —respondió 96.

—¡Ostia! Que guay, ¿no? Se podría dividir los contenientes como Asia, Europa, Australia, América...

—El acceso de un planeta encadenado a otro no es posible, Andrea —interrumpió 96. Andrea se quedó en silencio con la boca un poco abierta—. Si vuestros transportes no se mejoran a un nivel espacial, me temo que no habrá forma de ir a un sitio a otro. Es... un desastre, más que una ventaja.

—Per la Monsterrat que això no sigui possible Por la Montserrat, que eso no sea posible, pidió Kamico en un susurro, sin saber bien donde mirar ni que hacer.

96 soltó un largo suspiro y miró hacia Negatividad. La mirada que se recibieron dejaba en claro que no le era posible explicar las cosas.

Sigue tú, 96. A mi... me es imposible hablar de ese lugar —pidió Negatividad, siéndole difícil respirar.

—Bien. El asunto es que Steinfall se... ha vuelto un desastre desde lo ocurrido. Rumores dicen que los Steins que vivían ahí se transformaron en animales antropomórficos que carecen de cordura. Actúan por instinto, y por si no fuera suficiente, tienen algo llamado "Obsesión". Una condición que los vuelve locos cuando se enamoran de alguien.

—¿Estamos tolos ou qué? (¿Estamos locos o qué?) ¿Cómo que se vuelven locos cuando se enamoran? —preguntó Andrea, frunciendo el ceño.

—Es como funcionan. Una condición horrible, y al menos decían que cuando se enamoraban y eran rechazados, se... suicidaban —continuó 96.

—Joder... —Andrea miró de reojo a Kamico, viendo como también le miraba—. Menos mal.

—El asunto es que ese código encadenado es de los más peligrosos. Yo no os recomendaría ir ahí —aclaró 96.

—No, pero a lo mejor tendríamos mucha información como en los demás planetas —comentó Andrina, cruzando sus brazos.

—¿No has escuchado lo que he dicho? Ese lugar es imposible sobrevivir.

—Dudo que haya St-Steins vivos como has dicho. Si todo es un desastre...

—Se habría vuelto un código muerto de ser así —interrumpió 96 con seriedad. Tras eso, miró a Negatividad—. A no ser que ella diga...

—Lo más probable es que vaya yo sola ahí.

Tales palabras no se las creía ni ella misma. Negatividad no podía mantenerse mucho en pie por como ese lugar la dejaba sin aire. Por suerte, Renic pudo agarrarla a tiempo para evitar que se cayera. El robot mostró una clara preocupación al ver como Negatividad no era capaz de mirar a nadie.

—Siento mis palabras, Negatividad. Pero dudo que hasta tú te veas capaz de ello. Mi recomendación es que no vayáis. Después de todo ahí no se consigue nada más que desesperación y terror. Es un código horrible.

Los presentes se quedaron en silencio. Andrea era la que se mostraba más intrigada con una mano en su barbilla, viendo como su hermana menor la miraba de reojo con unos ojos que decían "Tú no vas a ir ahí. Ni en sueños". Con Andrina y Kamico, las reacciones eran muy distintas. El chico no paraba de temblar al pensar en algo tan atroz como eso, mientras que Andrina... se mostraba demasiado tranquila.

—Dejando ese tema a un lado, veo que como tal no tenéis un sitio donde podáis reposar y descansar —continuó 96. Los presentes lo miraron con atención—. Sé que 35 tenía la intención de dejar su casa para vosotros, pero había tenido una idea mejor y era ofreceros un sitio donde poder vivir tranquilamente, cerca de la ciudad donde podremos comunicarnos para posibles mejoras y estrategias a futuro.

Negatividad tosió un poco fuerte ante esas palabras. Se recompuso para mirarle con los ojos bien abiertos.

—¿Un hogar? ¿Para nosotros?

—En cierta parte nos habéis ayudado con la alianza con las Scursins y a la vez sé que vais a ser participes de una guerra que es necesario frenar —explicó 96 con firmeza—. Cualquier cosa que yo pueda ofrecer y que esté bajo mis manos, será una forma de agradecéroslo.

—¡Ostia! ¡De puta madre! —chilló Andrea, levantándose del sofá para mirar a Negatividad—. Eh. Es una ofertaza, Negatividad. Ya no solo eso, sería más cómodo para nosotros a la hora de regresar con el teletransportador, ¿no?

—Destello —aclaró Negatividad frunciendo el ceño.

—Sí. Sí. El asunto es lo que dije.

—No solo eso —intervino Anais, mirando también a Negatividad—. Podríamos incluso ayudar a los demás y aportar información. Una forma de comunicarnos con otros. No sé si me doy a entender.

—¿Quieres que este planeta sea un punto de comunicación con otros planetas que tengamos como aliados? —preguntó Negatividad.

—Y... sería lo ideal, ¿no? —preguntó Anais con cierta timidez.

—La verdad es que es un punto muy bueno —intervino 96 con calma—. Si hay alianzas, una conexión con estas sería genial para saber en que situación están. No solo sería hacer frente a esas diosas, sino a lo que pueda venir a futuro.

—¡Buah! ¡Esto va a ser como en las películas! —Andrea miró hacia Andrina—. ¡Tía! El destello que tienes es brutal, no sé a quién se lo compró tu madre, pero debo decir que es ¡increíble!

Andrina se quedó con los ojos bien abiertos sin saber que decir.

—Ah, yo...

—¿Comprar? —preguntó 96, frunciendo algo el ceño—. ¿Hacéis comercio con los destellos?

—No, el asunto es que la madre de Andrina se encontró con un destello inactivo durante diecisiete años. No se activó hasta ahora —respondió Negatividad.

96 tosió con cierta fuerza sin creerse esas palabras. De inmediato miró a Andrina con los ojos bien abiertos.

—¿Cómo es posible tal hecho? Un destello no dura más de tres días en un planeta desecho.

—Es algo que ninguno puede explicar —murmuró Negatividad, mirando de reojo a Andrina quien estaba en silencio sin saber donde mirar. Negatividad suspiro para luego sacar el destello que tenía guardado—. Por ahora, lo más conveniente sería que regresarais a vuestro hogar. Por hoy ha sido un día largo y creo que es necesario que reposéis para cuando vayamos a Rimerit.

Los demás estuvieron de acuerdo, levantándose de sus respectivos asientos para acercarse a Negatividad.

—Antes de que lo uséis, tenéis que tener en mente el lugar que queréis ir. Unos estaban en un hospital y otros en su casa, tener eso en cuenta para que no se altere la situación y rezar con que el tiempo no sea más del que yo calculé, sino empezarán las sospechas —advirtió Negatividad.

—¿No tendremos problemas como antes? —preguntó Anais.

—Simplemente intentad no soltar vuestras manos y si el destello se escapa, que Andrina, porque es la portadora, intente agarrarlo —explicó.

Las miradas se dirigieron a la mencionada quien se puso nerviosa.

—E-Entendido —murmuró Andrina.

—También os pido que volváis a la noche, si es que es posible porque tampoco quiero que trasnochéis. Intentad organizaros bien, ser discretos y si veis una anomalía, atacar a puño, no con poderes, menos tú, Kamico —recordó Negatividad—. Ah y en cuanto a tu batería, con un cargador de móvil que tenéis los humanos servirá, aunque tendrás que estar gran parte del día o noche conectado a él.

—Sí, eso ya lo sabía, pero gracias por recordármelo —comentó Kamico con una sonrisa delicada.

Dicho todo, se tomaron de las manos para que el destello brillara. Todos fueron consumidos por la luz, desapareciendo de la sala de inmediato.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —pidió 96 tras ver cómo se marcharon los chicos. Negatividad aceptó moviendo la cabeza—. ¿Crees que serán capaces de hacer frente o qué sean útiles?

—Analizándolo así rápidamente, sé que Kamico tiene que mejorar junto con Renic. Andrea se le ve con ganas de mejorar, pero tiene una actitud que me desespera. Por otro lado, Anais es un misterio, siempre la veo apuntando cosas y tiene mucho interés por nosotros, capaz si ella tiene poderes será igual que su hermana... Pero la que más me preocupa es Andrina.

—Veo que no fui el único.

—Hay un poder o una sensación que me causa... ¿Podría decirse que miedo? Pero no exactamente... —Negatividad se cruzó de brazos, sintió un ligero toque en su espalda para ver a Adelfra y ver como afirmaba con su cabeza—. No me equivoco al parecer...

—Creo que puedo decir que es un poder inusual juntado en una sola persona que está en un constante cambio en su cuerpo —explicó 96—, pero no parece haberlo descubierto.

—No, pero sin querer lo expulsa, como por ejemplo su destello. Un destello no aguanta más de tres días en un planeta desecho y ella nos ha dicho que lleva con él toda su vida como si fuera un collar de la infancia —recordó mientras ponía la mano en su barbilla.

—A lo mejor su madre es la que sabe algo y con ello involucró a su hija.

—Tendría sentido, pero no lo sé bien... —Negatividad soltó un suspiro, mirando a otro lado por un segundo.

—¿Y por eso fuiste a la tierra? —preguntó 96.

Negatividad tragó en seco.

—La razón de ir a la tierra es porque sentí... algo inusual. ¿Sabes? Era como si me pidiera ir ahí, pero a la vez que me alejara. Dos voces poderosas. Una desprendía prudencia. Otra rabia. Si fui, fue porque no tenía otra opción.

—Entiendo. —96 suspiró, para así caminar un poco hacia la salida—. Por ahora, ¿te parece si os muestro vuestro nuevo hogar?

—¿Ya lo tienes preparado?

—Mis hermanos hacen muchas cosas, aunque sean un poco revoltosos —aseguró con una leve risa.

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