CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 23
AYDA
Me siento con toda la normalidad que puedo al lado de Alex. He pasado de tener un ataque de ansiedad a tener que esconder una sonrisa que no es disimulada. Y mi amigo lo nota. Lo miro y él alza las cejas, alzando a su vez las comisuras de sus labios y niego levemente, mordiendo el interior de mi mejilla.
—¿Qué es lo que ha pasado?—susurra acercándose a mi oído.
Miro al frente, donde Frank se sienta y me dirige una mirada cómplice, hasta que la aparta para darle un beso en la mejilla a Madison, y mi sonrisa se desvanece.
Soy idiota. Él se va a casar, no debería haber hecho esto. Yo soy la otra. Pero joder, es que no me importa ser la otra. ¿Por qué soy así? Toda mi vida diciendo que no aguantaría esto de un hombre y ahora...
—Me ha tocado. En el balcón.—le murmuro.
Alex me mira sorprendido y luego pasa la vista a Frank. Él nos mira frunciendo el ceño y ya sabe que se lo he contado.
La cena en sí es rápida, los cócteles no son tan rápidos. Veo a la mayoría de los pijos con su martini, mientras yo me tomo un ron-cola que me deja pasada. Sé que me miran pensando que soy una chica bastante vulgar, pero me la suda. Todos ellos, me dan igual. Veo a Beth levantarse con una sonrisa y salir al balcón. Pido otro cubata y en cuanto me lo traen salgo con él al mismo sitio donde está mi antigua suegra.
La veo fumándose un cigarro y hablando con una de las tías más repelentes y asquerosas que he conocido en mi vida. Su nombre es Amara Jonhson, es la esposa de uno de los hombres más ricos del condado. Ya la he visto otras veces, y nunca me ha caído bien. El dinero se le ha subido tanto al cerebro que piensa que puede mirarme por encima del hombro por no tener ni un duro. Hipócrita.
—Vaya, vaya. Pero si es Ayda Beltrán, ¿qué te trae por aquí, querida?
Su voz es otra de las cosas por las que no soporto hablar con ella. Es tan aguda y tan insoportable que la hace parecer aún más repelente, como si eso pudiera ser posible.
Beth se gira en mi dirección y frunce el ceño. Lo sé, yo tampoco tengo ni idea de lo que hago aquí con estas señoras.
—Sólo venía a tomar el aire. Tanto formalismo aturde.—confieso y ella se ríe.
—Cierto, para alguien que no está acostumbrado a este tipo de eventos es normal que se sienta así. ¿No crees Beth?
Mi ex-suegra asiente y me mira con curiosidad mientras yo me apoyo en la baranda, dejando mi vaso a un lado. Miro a los coches que pasan a lo lejos, escuchando de fondo la conversación que están manteniendo las dos mujeres.
—Ya tengo el vestido perfecto para la boda de tu hijo. ¡Estoy tan contenta con él! Imagino que la chica debe ser un encanto. ¿No es así?—sonríe y me mira de reojo.
—Sí Amara, lo es. Es una chica muy educada e inteligente. Es un amor.
Sé que Beth jamás diría algo así de mí. Piensa que estoy loca y que mis raíces españolas llevarían a su hijo por el mal camino. Río por la nariz haciendo que me miren de mala manera.
—¿De qué te ríes, Ayda?—me pregunta Amara haciendo que suelte una carcajada.
Las miro y muerdo mi labio inferior, intentando dejar de reír.
—Madison es una zorra, como tú.—digo señalando a la vieja repelente.—Creo que por eso te cae tan bien, porque sois igual de repelentes, falsas e hipócritas.
—Ayda...—me regaña Beth.
La miro a los ojos y noto en los suyos la decepción, por lo que dejo de hablar. Aprieto la mandíbula, murmurando un lo siento, y vuelvo a girarme bebiendo de mi vaso. Doy pellizcos pequeños a mi mano y dejo de escuchar como Amara me critica, dando por supuesto que ha entrado.
Noto a Beth posarse a mi lado y niego levemente con la cabeza.
—Lo siento.—me disculpo en un hilo de voz.
Ella suspira y se apoya en la baranda mirándome de forma acusatoria. La he cagado, y si Beth me odia, ahora lo hace mucho más.
—Yo también, Ayda. —la miro, confusa por lo que acaba de decir.Ella suspira otra vez y mira mis ojos.—Siempre he sido muy dura contigo mientras estabas con Frank y...No ha sido justo para ti. Pensaba que ibas a arrebatarme a mi hijo y a llevártelo a España y que, a lo mejor, sólo iba a poder verlo una vez al año y con suerte.
Da golpecitos con el pie en el suelo y niego levemente.
—No tenía pensado ir a España a vivir.
Ella ríe y deja salir todo el aire.
—Lo sé. Pero...Siempre me ha dado miedo perder a mis hijos y tú en ese momento eras una amenaza. Pensaba que tratándote mal te asustarías y te irías, pero mírate... Sigues aquí. Con tu mala lengua y tu horroroso humor.—se acerca y acaricia mis brazos.—Mis hijos te adoran, todos ellos. Y el año que te marchaste fue muy duro para Frank, volvió a caer en el limbo que pensaba que había dejado por ti. Los mellizos preguntaban por ti todas las semanas, a Frank se le llenaban los ojos de lágrimas cuando hablaban de ti y yo...Yo simplemente quería lo mejor para mi hijo.—se quita unas lágrimas de los ojos y suspira.—En el fondo sabía que eras tú, y al mes me di cuenta que yo también echaba de menos tenerte en casa, contando tus historias de mierda a todas horas.—ríe y mis comisuras se alzan.—Pero echaba de menos ver el brillo en los ojos que tenía mi hijo cada vez que te miraba.
—Supongo que ya no tienes que echar de menos eso,—sonrío—ahora tiene a Madison.
Rueda los ojos apartándose. Deja el paquete de tabaco en la baranda, sacando otro y encendiéndolo, dándole una calada más. Apoya los brazos en ella y me mira.
—Si cuentas lo que te voy a decir, lo negaré todo.—alzo mis manos y ella tuerce el gesto.—Esa chica es insoportable. Parece que no puede estar ni un solo segundo haciéndole cariñitos a mi hijo, ni siquiera delante de nosotros. Es inteligente, sí, y educada, pero es una irrespetuosa.
—No sé qué decirte, Beth. Me siento halagada pero...Ahora mismo sólo soy la otra y...
—Te voy a decir una cosa Ayda.—me interrumpe de inmediato.—Para mi hijo nunca has sido la otra y por mucho que diga que se va a casar con Madison, siempre vas a estar la primera en su lista de preferencias. Sé que te puedes meter en un lío y que vamos a perder un montón de dinero, pero si él no entra en razón, jódele la boda.
Río y niego levemente con la cabeza.
—¿Cómo le voy a joder la boda?
—Ve con un vestido provocativo, algo que sepas que vaya a llamarle la atención a Frank y vaya a molestar a Madison. Queda una semana, tienes tiempo para pensarlo.
Me da un golpe en el hombro y entra con los demás invitados, dejándome sola en la oscuridad de la noche.
¿Que le joda la boda? Río mentalmente. Esta mujer está loca. ¿Cómo podría hacerle eso a Frank?
Pero es una buena idea, y más después de lo que ha pasado hoy. Un vestido sexy, y un discurso bonito, o todo lo bonito que puede ser cuando quieres que ese chico sea para ti.
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